viernes, 30 de mayo de 2025

Por los robledales manchegos más occidentales

 


Refrescante excursión primaveral por los confines occidentales de la provincia de Ciudad Real a unos lugares que siempre pretendemos acertar a encontrarnos con la plenitud forestal de las peonías en flor, cosa que más o menos, ya vemos factible a mediados-finales de abril.


El bosque está estupendo y lleno de agua y verdor, todo cubierto de hierba y bien alta, las especies del sotobosque no son muy abundantes debido a la sombra, pero aun así se ven olivillas, jaras varias, brezos y en las vaguadas, mucha zarza, aunque todo son robles, apenas aparecen sauces en los puntos más húmedos. Aunque ahora no lo parece, se ven ejemplares muertos de roble, parece que los terribles últimos veranos, pasan su factura a estas plantas tan necesitadas de humedad permanente.

Las vaguadas también están pobladas por robles con algún sauce

                Los melojares de Ciudad Real son más abundantes de lo que cualquiera podría pensar. Los más grandes son los de las laderas norte de Sierra Morena y las honduras protectoras de sus vallejos; menos abundantes, pero importantes, son los de la cara sur de Montes de Toledo, al norte de Ciudad Real, acoplados a laderas orientadas al este y a las profundidades de sus valles. Pero también hay otros, nada desdeñables, en los terrenos mesomediterráneos en toda esa extensión entre esas cadenas montañosas Mariánica al sur, y Oretana al norte.

La ignorada y despoblada región centro-occidental de Oretania

                Se trata de robledales en su límite de aguante de las duras condiciones veraniegas, usualmente mezclados con quejidos, alcornoques y encinas que, en áreas con alguna compensación edáfica, como pies de laderas de umbrías o fondos de valle, donde se enseñorean del arbolado. Arbolado muy esquilmado en el pasado, por las necesidades mineras de Almadén o San Quintín, o por el carboneo que sacaba rentabilidad a estos montes de “madera”, como llamaban por la zona al roble melojo (Quercus pyrenaica). No en vano proliferan topónimos como Puerto del Maderal, Valdelamadera, etc.

Abajo robledal con exceso de pastoreo cinegético

                Esta puede ser una de las pocas regiones españolas de naturaleza más pura y menos contaminada, pues la distancia a cualquier centro contaminador o, simplemente, a una autovía, puede ser de las mayores del país, región que, en sentido amplio, me da por nombrarla como la Oretania, por comenzar a sur y suroeste de esta cadena montañosa. Aquí solo se encuentra la mediana ciudad de Almadén, cuya visita a su mina, como decía un amigo mío, debería ser de obligado cumplimiento para todo español, al menos, una vez en su vida. Siglos de historia española de la mano de la economía y la minería, con todas sus implicaciones y las relaciones internacionales. Impensable para una de las comarcas más “perdidas” de nuestra geografía patria.

Sotobosque con ruscos y espárragos de varios tipos ¿?
Ficaria (Ranunuculus ficaria) y abajo Geum sylvaticum

          El régimen de la propiedad está dominado por grandes latifundios, pero también aparecen grandes fincas estatales y consorciadas que, lamentablemente, fueron repobladas con pinares. El contraste en algunos lugares es drástico, tenemos un muy buen monte mediterráneo a un lado de la valla, y al otro un pinar de Pinus pinaster, sin apenas vida bajo sus copas. Como están haciendo acertadamente más al sur, en Sierra Morena, deberían ir entresacando los pinos para ir potenciando el progreso de las quercíneas, es claramente, su vegetación potencial, como podemos ver en robledales y montes mixtos cercanos.

Abajo grandes robles casi ribereños
La reina del bosque y la mayor de las flores del monte. La peonía

                Esa es la riqueza den la mayor parte de esta región, la del bosque mixto, variado, tanto en árboles como de todo lo demás; aquí aparecen mezclados en el sotobosque, el cortejo florístico del robledal, con el del alcornocal o el del encinar. Un tesoro de biodiversidad pocas veces apreciable en amplias regiones vecinas, pero es que esta región intermedia entre la penillanura extremeña y la llanura manchega o, mejor dicho, el Campo de Calatrava, es un escalón topográfico con una pluviosidad algo mayor que lo extremeño y, bastante superior a lo manchego y, por supuesto, tiene su reflejo en la vegetación de la zona.

Al borde del robledal un rodalillo de piruétanos, estamos en lo Luso-Extremadurense
Suelos con alta humedad casi todo el año. Con mucho herbazal de Bromus diandrus
Sorpresas como esta, hacen más que gratificante estas caminatas

            Aquí estamos en las mayores superficies forestales de robledales, y junto con una vecina área espejo, al otro lado del eje del Guadiana, también grandes extensiones de quejigares, topónimo que alcanza a uno de sus mejores ríos. También son reseñables las buenas fresnedas de sus ríos, donde lógicamente también existe un río Fresnedas y también el poseer las turberas o bonales más sureños del interior peninsular. Todo, en el polo opuesto de lo que entiende el común de los mortales por Ciudad Real, que viene a ser lo que se atraviesa para llegar a Andalucía.

En las partes bajas el robledal deja paso al encinar adehesado


En otra antigua entrada hice un análisis exhaustivo de la vegetación de este tipo forestal, aunque más centrado en los robledales de ribera en áreas colindantes a estas, la diferencia ahora es que esa influencia hídirica, no es aquí tan determinante. El bosque está estupendo y lleno de agua y verdor, todo cubierto de hierba y bien alta, las especies del sotobosque no son muy abundantes debido a la sombra, pero aun así se ven olivillas, jaras varias, brezos y en las vaguadas, mucha zarza, aunque todo son robles, apenas aparecen sauces en los puntos más húmedos.

Vegetación de arroyos tras las jaras
Ruscos y la forestal cañeja gigante (Thapsia nitida)

                La influencia termófila es notable, no en vano Almadén suele registrar, junto con Talavera de la Reina, las más altas temperaturas estivales de Castilla la Mancha. En la vegetación también se puede percibir, a pesar del aumento de especies atlánticas por la mayor pluviometría, con especies como acebuches y charnecas, en las pedrizas orientadas al sur, con olivillas (Teucrium fruticans), cada vez más usado en jardinería, y en algunos pocos casos, por la presencia de la zarzaparrilla (Smilax aspera).

La charneca o lentisco,y abajo la olivilla

                A la espesa sombra de estos bosques de robles y quejigos, aparecen especies ya difíciles de encontrar por estas latitudes, destacando el apio caballuno (Smyrnium perfoliatum), una gran lechetrezna forestal o de arroyos (Euphorbia paniculata) los grandes dorónicos (Doronicum plantagineum) o las muy numerosas peonías, en un maremágnum de herbáceas, como el abundante Bromus diandrus, y arvejas (como Vicia tenue o Lathyrus arvensis). Como algo menos común vemos varios ejemplares de la gran Vicia narbonensis.

Aunque pasada, sigue impresionante la margarita de los Doronicum plantagineum
Dos alberjas de bosque, Vicia narbonensis y V. tenue
Y por aquí escasas, la orquídea Orchis langei

El bosque está estupendo y lleno de agua y verdor, todo cubierto de hierba y bien alta, las especies del sotobosque no son muy abundantes debido a la sombra, pero aun así se ven olivillas, jaras varias, brezos y en las vaguadas, mucha zarza, aunque todo son robles, apenas aparecen sauces en los puntos más húmedos. Aunque ahora no lo parece, se ven ejemplares muertos de roble, parece que los terribles úlltimos veranos, pasan su factura a estas plantas tan necesitadas de humedad permanente.



                Como rareza, aunque no tanto, veo la gran Vicia narbonensis. Aparece y muy abundante, la Euphorbia que después de sopesarlo, parece más la paniculata que la amygdaloides que también se le parece, aunque no está citada en Ciudad Real ni Toledo. Mucho apio caballuno, pero no tanto como de la otra, entre herbazal de Bromus diandrus.

el apio caballuno de bosque (Smyrnium perfoliatum) y una forestal lechetrezna (Euphorbia paniculata)
Abajo el raro ombligo de Venus de bosque (Umbilicus heylandicus)
 

                Pero que este espejismo forestal no nos engañe, que los árboles no nos impidan ver el conjunto del bosque. La presencia de numerosos y añosos ejemplares muertos son una muestra de la gran vulnerabilidad que tienen estos bosques en estas latitudes, más aun con lo que está cambiando el clima por aquí. Los veranos, aún lejos de mostrar puntas de temperatura extemporáneas, lo que sí están mostrando son medias de temperaturas mucho más altas de lo normal. Y es que ya no refresca tanto por las noches, de las que ya aparecen algunas lejos de aquellas llamadas “tropicales” (mínimas superiores a 20ºC), por encima de las “tórridas” (superiores a 25ºC), y rozando la inaguantable frontera de las mínimas superiores a 30ºC. Difícil hacerse a la idea, pero pongámonos en su lugar las largas horas de algunos días de este verano.

Grandes árboles secos en medio del bosque

      Estos frágiles montes llevan afortunadamente bien, el tema de los incendios forestales, no son bosque pirófilos como los pinares, incluso es algo difícil que el fuego se propague rápidamente por ellos, siendo retardantes, en la mayoría de los casos, de la acción del fuego, por eso suele ser aconsejado por técnicos forestales, tener montes diversos o con, al menos los fondos de valle, especies poco pirófilas para poder combatir el fuego, que, junto con el calentamiento del clima, están siendo los grandes verdugos de los bosques ibéricos.



          Se trata de un monte muy variado, donde aparecen cordales cuarcíticos que compartimentan un dédalo de valles y colinas, con asomos rocosos a cualquier altura, como algunos pocos que camuflan áreas de cuevas y abrigos donde no es difícil, echándole imaginación, ambientar a nuestros lejanos predecesores de las cavernas, viviendo en la vecindad de hermosas cascadas como algunas que salpican estas sierras.



Pintura esquemática en una cueva

           En algunos valles todavía quedan fresnos históricos y seguramente también, hasta no hace muchos años perduraron los alisos, siempre ligados a la existencia continua del líquido elemento. 

Fresnos vetustos en lo más cerrado de las gargantas

        Áreas impenetrables llenas de caza mayor, en una de las áreas menos pobladas de España, aunque no entren en ese concepto de vacío demográfico por no tratarse de las provincias de Teruel o Soria. Territorios por explorar y por disfrutar por todos, con la esperanza en que no se conviertan, de nuevo, en una de las mayores áreas mineras para extraños elementos o minerales, pues la multitud de proyectos mineros que se acumulan en perspectiva por la “burbuja minera” no es precisamente escasa, a un lado y otro de estas cercanas fronteras andaluzo-extremeño-manchegas.


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