lunes, 30 de septiembre de 2024

La Tejeda del Sueve

 


       Ya he comentado algo aquí sobre esta maravillosa montaña asturiana tan cerca de la costa, al igual que la ya más oriental sierra de Cuera. Probablemente uno de los lugares donde más llueve de la península. Unas montañas calizas como casi todas las sierras o macizos aislados que se interponen entre la cordillera cantábrica y el mar, como la sierra de Cuera, el macizo del Sueve, el de Peñamayor o la sierra de Arana, ya más al suroeste.

Ambiente hiperhúmedo en el manantial de Obaya

Estas sierras tienen unas peculiares características físicas, pues se trata de macizos calizos con enormes lapiaces; delineando en sus cimas, más o menos planas, una trama tipo “huevera”, con decenas de dolinas separadas por rocosas paredes escarpadas; con una altísima pluviometría dentro de un ambiente general, ya de por sí oceánico. Se trata de ambientes ideales para la instalación de especies exigentes hídricamente y que se encuentran en fuerte retroceso en toda Europa. No solo es el caso del tejo, incluso aquí en el Sueve, subsiste el hayedo a menor altura de España.

En el hayedo de la Biescona, a la misma altura, o menos, que la tejeda

Las altas cotas de humedad que envuelven estas montañas, aumentada en valles, fondos de dolinas o manantiales, hace que hablemos de localidades excepcionales respecto a la existencia de especies de grandes requerimientos hídricos, las más dependientes de condiciones permanentes de una alta humedad, como pueda ser el caso, no solo de especies vegetales superiores, sino más aún de briófitos (musgos y hepáticas) y pteridófitos (helechos), que tienen aquí, probablemente, la mayor biodiversidad peninsular.

El raro helecho Himenophyllum tuninbrigense

Hace ya mucho que oí hablar de la tejeda del Sueve, que muy probablemente sea la mayor concentración de tejos de toda Europa; siendo el tejo uno de los árboles más antiguos, escasos y venerados de todo el mundo. Un árbol mágico que preside gran cantidad de cementerios asturianos y norteños, un árbol bajo el que se solían reunir los consejos o juntas vecinales a dirimir las cuestiones decisivas de los pueblos. 


    Un árbol en retroceso, bien por el valor de su madera, incluso conocí el caso de una pista de saca tras un incendio que se hizo ex profeso para sacar el tronco de un enorme tejo, bien por el maltrato habitual de jefes de obra sin miramientos o, últimamente, por el calentamiento climático que está diezmando los últimos tejos de nuestras montañas más cálidas. Aquí en Asturias, a pesar de lo anterior, pueden estar sus mayores efectivos, incluso con paisanos que han dedicado media vida, desinteresadamente, a su cuidado y propagación, como el inolvidable Amable, al que se le plantó un bosquete de tejos como homenaje póstumo.


Me propuse recorrer esta tejeda partiendo desde los 40m, casi de nivel marino en Loroñe, hasta los 1160m del pico Pienzu o Sueve, cima situada a poco menos de 5 km de las orillas del Cantábrico. Pero ojalá que la única dificultad de la subida hubiera sido el desnivel, la verdadera dificultad es buscarse la vida en medio del monte, en particular, en medio de este monte, pues los caminos que creía haber encontrado en mapas, webs u ortoimágenes tipo Google Maps, dejaron de existir al poco tiempo de iniciada la subida, a partir de ahí, intuición y mucho trabajo, casi que demasiado trabajo. Hacía tiempo que no lo pasaba tan mal por ese lado, pero lo cierto es que, a pesar de ello, el disfrute de esta magnífica montaña, fue total.

Vista de la aparentemente, no muy difícil, subida al pico Pienzu, al fondo derecha

El camino en el que confiaba, llegó a una alta pared y desapareció en una cueva que tenía luz al otro lado, era una mina de calcita, a juzgar por la cantidad de pequeños y grandes cubos de calcita que abundaban por el suelo; al otro lado de la cueva, lo que parecía ser el fondo de una profundísima dolina o una profunda grieta de esa fachada de la montaña, con todo un lateral abierto al exterior. 


      Me vi en el fondo de un barranco de paredes verticales que, poco más adelante, se continuaba en otra vertical caída. Ahí terminó ese camino y luego vino el buscarse la vida, primero subiendo por los vallejos que usualmente acababan en dolinas, que tenía que volver a remontar al otro lado. Así que me pasé a un cordal lateral, con una roca de cortante lapiaz calizo muy difícil de andar, pero algo mejor que andar entre los tojos de la ladera. Así, hasta que me introduje en el bosque, cuya sombra o cuyos pequeños pastos interiores, me permitían andar más desahogado.

Final del buen camino en una cueva con esto al otro lado:

y un cubo de una perfecta calcita de buen tamaño

Ahí empezaron a aparecer los tejos, incluso algunas dispersas hayas y bastantes fresnos que este año aparecían muy defoliados, supongo que por los fríos a destiempo a finales de primavera e inicios de verano. Según iba subiendo, la tejeda se iba espesando, pasando inicialmente, de ejemplares dispersos, a bosquetes dispersos, a veces casi unidos, tapizando laderas de una manera bastante compacta, aunque nunca sin llegar a formar un bosque cerrado. A pesar de llevar bastantes días sin llover, el barro abundaba por todas partes, incluso algunos fondos de dolinas tenían charcones en su fondo.

Tejo agarrado a las rocas cerca del agua y abajo, en su situación habitual sobre el lapiaz

Los tejos abundan más en las malas superficies de lapiaz, que aquí aparece con todas sus grietas cubiertas de un buen suelo de arcillas de descalcificación. Los terrenos menos pedregosos son praderas de hierba o bosquetes de acebo-espineles (majuelos)-avellanos. El terreno, aunque sigue siendo de cuestas muy empinadas, es muy variado con subidas y bajadas a dolinas poco profundas. Veo algún ejemplar enorme, que da la impresión inicial de coníferas tipo cedro. Los troncos de estos ejemplares aparecen como musculados en haces de vasos coalescentes para dar un gran tronco de tonalidades cárdenas. Caigo en que realmente, todavía no he visto ningún brinzal, ningún ejemplar inmaduro, no veo regeneración a pesar de tantos ejemplares.


Cada vez que paso un umbral hacia un nuevo vallejo o a una amplia dolina, oigo los ruidos y las sombras fugaces de animales que huyen de mí. Más adelante ya los veo más tranquilamente, se trata de gamos. Muy monos con sus lomos moteados, pero me parece que estos son los responsables de que no vea ningún tejo infantil o juvenil. 

Bebedero para la caza en un abrupto lugar del interior de la tejeda

     En algún abrupto lugar me he encontrado con bebederos de buen tamaño y eso me recuerda la polémica entre conservacionistas y cazadores en esta montaña, donde, obviamente, son los cazadores los consentidos de esta administración autonómica del paraíso natural. Gamos, ciervos, corzos o jabalíes, puedes meter donde quieras y en la cantidad que quieras, pero la mayor tejeda de Europa, nunca se podrá conseguir, por mucho que se intente. Esto es un verdadero tesoro que hay que mantener, conservar, preservar o ampliar y mejorar, si es que se puede.

Ganado salvaje (gamos) y ganado algo menos salvaje (vaca asturiana y caballos)

       Hace poco leí que cómo es que se había consentido meter bebederos en la tejeda, porque lo que realmente hacía falta, era sacar a las especies cinegéticas de la tejeda, que también compiten por esos recursos con el ganado doméstico. Esta montaña, esta tejeda, el hayedo de la Biescona son cosas únicas que no nos podemos permitir el lujo de dilapidar, de olvidar o minusvalorar, son joyas biológicas, son tesoros vivientes y como tal se deben cuidar. Los animales son muy querenciosos, muy apegados a ciertos lugares. Si los abrevaderos se hubiesen situado a buena distancia de la tejeda, probablemente comprobaríamos en pocos años que sí que se puede autoregenerar la tejeda y los bosques que más interese conservar. Por otra parte, está la terrible acción del fuego, que en estas empinadas laderas, siempre es muy difícil de atacar y que, como por desgracia hemos visto varias veces, cada vez aparecen en temporadas bien alejadas del verano que es cuando están operativos los planes contra incendios.

Varios rebaños de asturcones

Voy llegando a la parte alta, ya empiezan a escasear los tejos, pero se aprecia mejor la tejeda desde arriba. Va apareciendo ganado en más abundancia, incluso también más gamos. Las vacas asturianas, caballos de varios tipos, y también, los famosos asturcones del Sueve. El caballo semisalvaje asturiano; unos caballos más oscuros y menores que los demás, más adaptados a esa retorcida orografía y mejor diseñados para andar por esos bosquetes de ramas bajas. Veo varias manadas que no parecen querer juntarse con los otros caballos.

Paisaje en panal con numerosas dolinas y collados

Desde arriba, que ya va quedando poco para la cima, se va abriendo el paisaje de “huevera”, de colmena; tengo que rodear varias dolinas y alguna, bajarla y subirla, hasta que llego al terreno más fácil de andar, de la pirámide culminal del Pienzu.

Decenas de dolinas de buen tamaño. Esos agujeritos en el mapa

      Allí, finalmente, veo a un montón de semejantes, de personas que no había visto en todo el día hasta este momento. El anticiclónico día de verano, deja una especie de calima que enturbia un poco el enorme paisaje que se despliega en todas direcciones, apareciendo toda la cantábrica o gran parte de ella, con los blanco-grisáceos Picos de Europa destacando hacia el sureste, y al norte, la increíble cercanía de las llamativas playas en las que me veo en unas horas refrescándome para limpiarme de estos copiosos sudores.

Tejeda y al fondo el Cantábrico

Me sigo admirando de la pléyade de dolinas, incluso alguna con lagunilla en su interior, que se ven desde aquí. Que ganas de recorrerlas, de llegar hasta el extremo suroeste de estas montañas y conocer la mayor parte de estos rincones, pero no va a poder ser. Hace muchísimos años, ya no me acuerdo por dónde, subí con una vespa hasta esta montaña, en una tarde de niebla. Me pude dar varios paseos, con mucho miedo de no despistarme entre tanta dolina y cuerdas, todas parecidas, con sus acebos unidos a los espineles, todos parecidos. Al final, calado por la “borrina” me fui de vuelta con la moto.

La humedad marina se va internando por los valles

       No deja de llamarme la atención la visión (tan aérea) de este tramo de litoral asturiano que rompe con la falsa y clásica disyuntiva aquella de: mar o montaña; aquí ambas van de la mano, incluso se pueden ver los rociones, el aire cargado de gotitas o neblina marina, internarse faldas arriba de los montes pegados a la costa. Lástima que todos esos montes estén tan saturados de eucaliptales, no sé hasta qué punto son rentables; lástima de debacle de los miles de prados, para heno de vacas lecheras que se comió Europa. Hoy es el turismo rural el dinamizador de estos pueblines que viven una explosión más agostera que veraniega; la construcción y la especulación se va viendo año a año, enseñoreándose de estas zonas costeras y no tan costeras. Cuidado con la gallina de los huevos de oro.

Loroñe, pueblo cercano a la costa que ya casi tiene más casas de turismo que de paisanos

Gracias a: https://pelescaleyes.blogspot.com/2017/12/el-pienzu-por-el-texedal-del-sueve.html
y a: https://memoriadelbosque.blogspot.com/2018/03/oh-my-life-y-tu-de-quien-eres-segunda.html

domingo, 8 de septiembre de 2024

El Bierzo, rincones e impresiones

 


El Bierzo es todo un mundo de rincones, pues tan vasto territorio, de unos 3.000 km2 desde sus más altas cotas, superiores a los 2100m, hasta los 400m de la salida del río Sil a Galicia, donde se une al Miño, río que como se sabe lleva la fama, aunque es el Sil el que lleva el agua. El Bierzo reúne en un inmenso abanico circularmente desplegado, todo tipo de valles y orientaciones, desde octavas maravillas naturales a clamorosos desastres mineros. Esta entrada es fruto solamente de varios largos paseos y, por ende y valga la redundancia, completamente incompleta.


Como ya comenté hablando de Las Médulas, estamos en un sorprendente mundo, por momentos, casi más mediterráneo que atlántico en este rincón pegado a la húmeda Galicia y más allá de los muy continentales páramos leoneses de la Maragatería; de difusos límites con la zamorana Sanabria, las leonesas Laciana o Babia, o los (medio) gallegos Ancares o Caurel. Tan mediterráneo es el clima que la gran mayoría de los montes, por debajo de los 800m poseen compactos encinares en sus solanas, también con representativos alcornoques e incluso muestras subtropicales como la del loro (Prunus lusitanica) o durillos y madroños.


Encinas abajo, bosque atlántico en el centro y, al final, valle glaciar todo reunido en un par de kilómetros. Abajo, herbáceas bajo el hayedo

Estamos en un mundo muy atlántico, con abundantes precipitaciones, en general superiores a los 800 litros al año, pero con unos veranos cada vez más calurosos y, bastantes de ellos sin lluvias en dicha estación, lo que va decantando el clima hacia lo verdaderamente mediterráneo, aunque de elevadas precipitaciones anuales. Un mundo climático muy parecido a lo que acontece en las montañas más húmedas del Sistema Central, es decir, de Guadarrama hacia el oeste.

¿Piedra o madera?

Por estas características climáticas y unos suelos también de carácter silíceo, como sus abundantes pizarras y cuarcitas, esta región tiene una flora muy parecida a la del Sistema Central. Tanto es así que existe toda una región biogeográfica, la Carpetano-Leonesa que aúna ambas regiones esquivando los terrenos calizos y sedimentarios del Duero, por la raya portuguesa, uniendo el zamorano campo de Aliste que contacta ya con la Cabrera y Montes Aquilianos del Bierzo por el norte, con los arribes del Duero y dehesas salmantinas, con el Sistema Central por el sur. A nivel botánico, la similitudes, siguen observándose, aunque ya tengamos menos precipitaciones y a menor escala, prácticamente en casi toda Extremadura hasta sierra Morena occidental, ya en el biogeográfico mundo Luso-Extremadurense.

La enorme Genista obtusirramea que en áreas más sureñas, carpetanas y luso-extremadurenses es sustituida por la muy similar Genista florida

Esto en general, pero en particular, cada orientación, cada altura, tiene una peculiar configuración topográfica que llena sus montes de variados microclimas. He estado en hayedos a poca distancia de encinares, saltando de unos bosques atlánticos, a otros mediterráneos. A pesar de la abundancia de pizarras, también existe cierta variabilidad geológica marcada por la escasa presencia de un rico afloramiento calizo en el occidente berciano que otorga una rica biodiversidad a esta zona, avalada poco más allá, en Galicia, por el pequeño parque natural de la Encina da Lastra que con solo un 2% del territorio gallego tiene más del 60% de la flora de esta comunidad y, claramente, su mayor riqueza en orquídeas.

Faja caliza en la parte más occidental del Bierzo

Hago varias rutas largas, pero muy variadas, y en todas aparecen añosos ejemplares de castaños al atravesar algún soto o en las mismas calles de los pueblos, aunque la mayoría no están en buen estado de salud. El bosque dominante es el rebollar de Quercus pyrenaica y por encima, en el límite forestal, aparte de las frondosísimas riberas, es donde existe una mayor diversidad de especies, con serbales, pequeños abedulares, algunos tejos, etc.

Landa de jaral-brezal en los matorrales bercianos

     Pero casi tan rico como el bosque es el matorral, tan denostado por los ingenieros de montes, pero tan rico y diverso que lleva a pensar que esta zona es una de las pocas áreas generadoras de familias y especies arbustivas, pues pocos lugares hay en la península tan diversos en genisteas, la familia de las retamas y escobas, o en brezales como esta región, incluso hay una especie endémica de estos montes del oeste del Bierzo como pueda ser la Genista sanabrensis.

Jaral-brezal típico con jarillas, genistas y brezos varios

Por momentos y según la altura y orientación de los caminos, voy viendo plantas de mundos casi contrapuestos, donde plantas cantabro-pirenaicas casi se mezclan con las mediterráneas, desde un mundo subalpino a uno mesomediterráneo. Me acerco a un hayedo impresionante, siempre ubicados en las situaciones más frescas y húmedas y allí casi me creo que estoy en los Alpes, todo lleno de agua y verdor por todas partes.




    En un recóndito lugar veo lo que no había visto nunca, un bosque de serbales, una serbaleda si es que existe tal nombre, pero de serbales tan altos y en tal cantidad que casi no se pueden apreciar sus hojas hasta una considerable altura, no como los serbales de cazadores normales que veo dispersos entre el matorral y las rocas del límite del bosque, en su tradicional posición, dando arbustos-arbolillos de porte espeso y redondeado, siempre junto a acebos que también dentro del hayedo, ocupan bastante del sombrío interior del bosque.

Serbaleda espesa y alta frente los solitarios serbales del límite del bosque

Este año parece que ha sido bueno, que las lluvias han sido generosas hasta bien entrado el verano, y seguían. Veo cascadas por todas partes y los ríos bajas tumultuosos todavía para lo avanzado de la estación, aunque al estar las gargantas tan en sombra, las pozas son todas de aguas heladas, tanto que en las piscinas naturales apenas se ve gente dentro del agua. Gargantas con buenas alisedas y fresnos de hoja ancha, con algunos grandes arces y nogales intercalados; otro buen producto del Bierzo, las nueces, aparte de manzanas, peras y cerezas, entre otros, pues aquí prosperan todos los frutales, al igual que, como he visto, todo tipo de especies vegetales.



Estampas de la riqueza acuática del Bierzo

Según los caminos atraviesan pizarras, se meten en umbrías o solanas, o suben de nivel, las plantas que me rodean van cambiando, y más cambian aun, cuando me meto en la franja caliza que señala la Peña Alba o los Doce Apóstoles, doce grandes riscos alineados bajo uno de los picos más significativos y visibles del Bierzo, la Guiana de 1846m, fácilmente abordable desde el Campo de las Danzas. Allí encuentro especies como Armeria ericoides, Crepis albida, Dianthus deltoides, Euphorbia hyberna, Helianthemum nummularium, Hippocrepis comosa, Sedum acre, Sideritis hyssopifolia, Silene saxigraga, Thalictrum minus, etc., incluso existen endemismos propios de estas blancas paredes, Petrocoptis grandiflora o Geranium dolomiticum. En el bosque más húmedo Aconitum vulparia, Adenostylles alliariae, Ajuga reptans, Allium ursinum, Gymnocarpium robertianum, Scilla verna, Valeriana pyrenaica, etc.

Sobre el soto, los Doce Apóstoles y la cima de la Guiana
Gentiana lutea var. aurantiaca, de flores naranjas y propia de las montañas de León

      El límite del bosque posee una gran variedad de especies arbustivas y subarbustivas, dominado por todo tipo de brezos, acompañados de altos escobones (Genista obtusiramea), carquesas (Genista tridentata), jarillas (Halimium lasianthum y Helianthemum spp.) que aquí dominan kilómetros y kilómetros de terrenos que muy bien pudieran ser forestales, pero como en casi todas las sierras españolas, el límite forestal se encuentra a un nivel bastante inferior debido a los incendios de pastos para el ganado, lo que, especialmente en esta región, debiera corregirse y apostar por una adecuación multiusos del monte.


      Las pizarras son el material básico de construcción y las que consiguen la uniformidad general negro brillante de los tejados de toda esta amplia región, aunque, por otro lado, y más lamentable, lleva a grandes destrucciones paisajísticas y medioambientales al haberse convertido en las últimas décadas, en una industria extractiva muy consumidora de superficies y que pocas veces cumple con las normativas de recuperación ambiental tras su explotación. Algo parecido pasaba antes con las minas de carbón del este del Bierzo, de Villablino y la cabecera del Sil, donde es tristemente célebre el caso de Victorino Alonso “Don Vito” también llamado el rey del carbón, un verdadero “Atila” para la naturaleza cantábrica y española, por su enorme rastro de desastres ecológicos, denuncias, destrozos, connivencia con autoridades administrativas, etc., lo que nunca debería ser olvidado, ni prescribir.

Otros paisajes están totalmente destrozados por las explotaciones mineras a cielo abierto

      No hay que olvidar que estamos en paisajes humanizados por miles de años de acoplamiento entre naturaleza y hombre, aunque ya desde hace casi 2000 años, sufrieron estos montes una de las mayores agresiones medioambientales de las que se tiene constancia en tiempos tan tempranos como los primeros siglos de nuestra historia, con la explotación aurífera romana, por medio de nativa mano de obra esclava, de territorios tan bastos como Las Médulas y otras comarcas vecinas, trayendo el agua, por una compleja y medio recuperada red de acequias, incluso de cumbres y lugares tan lejanos como el mismísimo monte Teleno a más de 2000 m de altura. Pero la realidad demográfica actual es que este rico territorio se está deshabitando a ojos vista, a no ser en las zonas bajas que es donde se ubican las grandes ciudades como Ponferrada.

Gigantes de otros tiempos que aún siguen con nosotros

      Esta triste realidad demográfica nunca debiera verse como una reversión, una vuelta de la naturaleza por sus fueros, no. Se trata de un verdadero desastre humano y ecológico, un olvido imperdonable de la labor de cientos de generaciones para modelar su entorno creando una rica cultura popular, una singular coexistencia entre hombre y campo que está claramente en vías de extinción y provocando un considerable empobrecimiento en la diversidad de paisajes, lo que acarrea también una reducción de la biodiversidad. Lamentable es el conocido caso, por ejemplo, de la magnífica Ferrería de Compludo, cuyo dueño apenas puede mantenerla a pesar de sus esfuerzos y su compromiso, aun tratándose de una joya etnográfica y arqueo-industrial de primer orden cuyos orígenes se pierden en la alta edad media.

Increíble unión de hombre y naturaleza en la Ferrería de Compludo

       En estos pueblines ya apenas queda algún bar, y si eso falla, lo demás va en cascada, aunque todo haya empezado mucho antes, con la desatención manifiesta de la administración a sus administrados, como el no velar por los servicios mínimos, la atención sanitaria, las telecomunicaciones, el fomento de la actividad comercial o laboral, el cuidado de los mayores, la atención a los recursos y bienestar del monte, y así un largo etcétera que hace que la gente deje la aldea y se baje a Ponferrada, a Madrid o a Bilbao.

 A pesar de la fertilidad de la tierra, cada día es menos común esta imagen por el abandono rural

       Las posibilidades de desarrollo económico de esta región son más que interesantes, el sector primario, con una minería que, con cumplir las normativas más elementales, podría ser bastante sostenible y rentable, a pesar de la desaparición comercial del carbón. Pero el verdadero fuerte estaría en un mayor desarrollo agrario en un mundo con agua y calor. Aquí cabe cualquier cultivo, incluso los subtropicales y todos los mediterráneos, aunque los almendrales están abandonados, pero da una idea del amplio rango de posibilidades; aunque la verdadera estrella está en el auge actual de los vinos, los famosos mencía, aunque también se utilizan los godello, más identificados con la vecina comarca orensana de Valdeorras. Agrícolamente por poder, hasta me atrevería con los aguacates que están dejando sin agua media costa del Sol.

Imagen en el interior de una famosa cueva y rincón de una iglesia rural

       He conocido casos de promoción del mantenimiento de aldeas bajo mínimos poblacionales con contrataciones de gente, como ha pasado con un amigo mío, para el mantenimiento de pueblos, limpieza y mantenimiento de caminos, recogida de castañas y productos del campo, que finalmente han sido despedidos por no votar a quién se les pedía que votasen. Un caso aislado, me gustaría pensar, pero en estos desatendidos rincones parece que las cosas funcionan a estos lamentables niveles, y eso que parecía que el planteamiento era bueno. Otra muestra de este caciqueo fue el caso de la acosada concejala de Ponferrada, Nevenka Fernández, todo un símbolo de la lucha contra el machismo más rancio que se ha ganado hasta un monumento en su tierra, incluso una serie televisiva, (y ahora una muy buena película de Iciar Bollaín que, por cierto, no tuvo permiso para rodarla en Ponferrada), aun así, Nevenka tuvo que dejar de vivir en esta ciudad, muy al contrario que su acosador.

Cerezo silvestre y colmenas
Abajo, promoción turística

El Bierzo es un paraíso natural sin lugar a dudas, aunque pase desapercibido para tanta gente que lo conoce solo por interponerse entre Galicia y la meseta, tampoco es cuestión de que se sature como está pasando en tantos lugares costeros del norte, y no tan costeros, pero hay que recuperarlo antes de que siga esa sangría de aldeas medio caídas, de emigración y olvido.


     En Ponferrada casi todo va bien, pero en el resto de la región, no está nada claro. Al menos, la gente es muy consciente y está bastante unida, incluso existe un amplio consenso en oponerse a la masiva implantación de eólicas y fotovoltaicas que se pretende actualmente, pasando por encima de las posibilidades agrícolas, medioambientales o turísticas; hay bastante promoción del turismo, pero enfocada demasiado puntualmente o en un despliegue de cartelería. El Bierzo es un paraíso y todavía no está "vandalizado" por excesos turísticos o desarrollistas. Hay que conocerlo mucho más a fondo.


Más: https://luchayescribe.wordpress.com/2013/09/28/don-vito-el-capo-minero-que-aupo-el-psoe/


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