La
provincia de Toledo es tan rica y variada como la mayoría de las provincias
españolas. Su superficie se puede dividir en función de sus suelos,
aproximadamente la mitad son de naturaleza silícea, los situados al oeste y en
los extremos norte (sierras de El Piélago y estribaciones del Sistema Central) y
sur (Montes de Toledo e incursiones silíceas en La Mancha), y los suelos manchegos
de naturaleza básica, entre los que se incluyen los suelos yesíferos de la
cuenca del Tajo.
Los
fresnos son unos árboles que se tienen por silicícolas, si bien son capaces de
prosperar en suelos neutros, como son todos aquellos bien lavados por ríos y
arroyos en regiones de suelos básicos dominantes, donde en general forman
fresnedas conformadas también por otros árboles y arbustos no tan silicícolas, como los olmos. Ocasionalmente
aparecen fresnedas en laderas umbrosas con humedad edáfica y, caso más raro aún,
en laderas sobre yesos.
Una fresneda de ladera sobre yesos
Dicho
esto, el 90% de las fresnedas se localizan en el oeste provincial y el resto en
la inmediata vecindad de rocas de naturaleza ácida, ya sean cuarcitas o granitoides
de la meseta cristalina del sur de Toledo o también en suelos aluviales arenosos
procedentes de áreas graníticas de las estribaciones del Sistema Central (ríos
Guadarrama, Tiétar y Alberche). Fuera de estas áreas, apenas aparecen
ejemplares aislados en los pocos arroyos de caudal algo digno, en algún momento
del año, de la leve divisoria de aguas entre Tajo y Guadiana.
Fresneda con algunos rasgos termófilos (lentiscos) en el cercano Guadiana en Los Montes
Son los
“sotos”, hoy tenidos por fresnedas de vega, antaño bosque mixto, al menos en
áreas bajas ya menos oligótrofas, de fresnos y olmos. En el norte ibérico, este
término geográfico señala a los castañares de fondo de valle. Antaño zonas muy
apreciadas por ser los agostaderos de la cabaña ganadera no transhumante (trasterminante), por
tanto de alto valor y casi siempre, cuando no dehesas boyales del común, en
manos de la nobleza para conseguir rentas de los ganados ajenos. Los distintos
tramos del curso medio de los ríos pasaban a denominarse con dicho topónimo: soto del Piul,
soto de Viñuelas, soto Luzón, etc.., y en afluentes y arroyos menores, fueron los “sotillos”.
La
fresneda de la que voy a hablar aquí, es sumamente especial porque goza a nivel
edáfico y por ende, a nivel botánico, de lo mejor de dos mundos. Es una mezcla
poco común, y más para los tiempos que corren, de plantas silicícolas y
basófilas en un mismo hábitat, tan abundante en agua que hace que no haya una
preponderancia clara de una sobre otra, incluso llegan a aparecer algunas
plantas de tendencia halófila.
Schoenus nigricans, un junco salino en medio de la fresneda
Aparentemente
todo lo que rodea a los arroyos que se reúnen en éste, es territorio
cuarcítico, pero partes de terreno, constituidas por calizas marmorizadas y la
inmediata vecindad de la planicie manchega, hacen que las aguas tengan carácter
básico. Además el régimen climático, con sus ciclos de inundaciones y sequías
de las áreas llanas que drena, hace que incluso estas aguas adquieran un leve
contenido en sales.
Alysma plantago-aquatica, abundante en las aguas de la fresneda
Esta gran
área higrófila se da en un amplio valle en los extremos orientales de Montes
de Toledo. Se trata de un amplio valle donde
confluyen varios arroyos de trazado meandriforme, dada la planitud de estas
áreas. También aparecen aquí varios nacederos que crean otros tantos arroyuelos
que se unen a los anteriores.
El enorme Senecio doria, antes abundante y ahora cada día más escaso
Hace años el trazado y caudal de los arroyos
principales era movible e intercambiable, formando casi una llanura de inundación, con lo que en el seno de este llano
quedan cauces descolgados o abandonados, solo húmedos en épocas de lluvias,
donde vuelven a renacer antiguas tablas con aguas sin apenas circulación.
Todo tipo de pequeñas áreas higrófilas distribuídas por el interior de la fresneda
Toda
esta área deprimida, cerrada frente a la boca o paso del Congosto, debió ser un
enorme bosque tipo soto, de fresnos y olmos que con la desaparición de éstos a
finales de los 80 y principios de los 90, y el “zarpazo” agrícola para cultivos
en su interior, ha venido recortando esa antigua riqueza forestal hasta la que tenemos
hoy en día, que aún sigue siendo espectacular y más para una provincia tan seca
como la toledana
Un lirio de juncal entre el abundante Tetragonolobus maritimus
Este
amplio tramo del arroyo ha sido secularmente lugar ganadero, con una buena
cabaña de todo tipo de especies que en las últimas décadas ha pasado a ser
exclusivamente bovina, con una parte de reses de lidia y una creciente cantidad
de bovino de carne.
Las orquídeas, como esta Orchis coryophora abundan en la fresneda
La desaparición de las ovejas y el gran incremento del
vacuno de carne, unido a los primeros “golpes” del cambio climático, ha hecho
que cambien a peor, las condiciones que tiene que soportar la variada
vegetación de este lugar.
Grandes cardales nitrófilos entran a competir con las especies más "nobles" y adaptadas
Se trata de un lugar histórico
del antiguo camino de Toledo a Córdoba. Aún se mantiene en pie el castillo de
las Guadalerzas, de construcción inicial árabe, pasó luego a la Orden de
Calatrava, funcionando durante los belicosos años de la reconquista como
Hospital de cuerpos y almas de monjes guerreros; posteriormente Felipe II vende
el castillo al Cardenal Silíceo quien lo compra para instalar en su seno el
Colegio de Doncellas Nobles de Toledo. Posteriormente el castillo se despobló y
lo único que queda en la zona es la “cervantina” Venta de Juan de Dios.
Castillo de Guadalerzas tras la fresneda
En las crónicas de los viajes
fundacionales de Santa Teresa, se llega a mencionar dicha fresneda: “a dos
leguas del río Algodor, entre parajes desérticos, altos montes y una inmensa
fresneda, se divisa el castillo de Guadalerzas junto al río Bracea” que en la
fecha de su viaje era Calatravo.
Posteriormente, aprovechando esta gran
distancia sin ninguna población del camino de Toledo a Andalucía, se instala la
famosa venta. Llama la atención que la hoja topográfica 1:50.000 de Las Guadalerzas, sea
de las pocas hojas españolas en donde no aparece una sola población.
Aquí abunda el "inexistente" en Toledo Plantago media
No existe ninguna localidad tan
rica y completa en vegetación como ésta en todos los Montes de Toledo, y mira
que hay fresnedas, pero esta goza de una amplitud y variedad como pocas.
De gran tamaño, la Stachys germanica subsp. lusitanica prospera en esta fresneda
La
mayoría de los ríos y arroyos de Montes de Toledo tienen un cauce en el que inicialmente colonizan
saucedas atrocinéreas, luego, si el caudal es permanente o retiene agua en
verano bajo los bloques del lecho, aparecen alisedas, aunque más abajo al
abrirse los valles y aumentar la evaporación y la dispersión sub-superficial
del agua, ya solo pueden subsistir las fresnedas, al igual que ocurre, lo
normal en toda la región, en los cauces más intermintentes.
Mancha de ciperáceas rodeando a unos fresnos
Cuando el régimen
del río es aún más seco, desaparecen los fresnos para dejar paso a tarayales o
más comúnmente, tamujares (Flueggea tinctorea).
Hace pocos años que ya no encuentro el nenúfar blanco por aquí
Conozco esta fresneda desde hace
unos 25 años, nunca profundamente, pero lo suficiente como para haber visto en
ella joyas botánicas que hoy en día ya no encuentro, y eso que son
plantas tan llamativas como el nenúfar blanco Nymphea alba o el junco florido
Butomus umbellatus, incluso, investigando, vi que se mencionaba hace tiempo por aquí
una de las plantas más bellas y en peligro de toda la flora española, el “medio”
nenúfar Hydrocharis morsus-ranae.
Hace muchos años que no he vuelto a encontrar al junco florido en esta fresneda
No sé fehacientemente si se han extinguido,
pero todo apunta a ello. Estas extinciones y la variación temporal de la
vegetación, con un incremento constante, año a año, de la flora de tipo
oportunista, ruderal o nitrófila, hacen que la increíble biodiversidad de esta
localidad se esté reduciendo a ojos vista, haciendo peligrar una de las mejores
localidades botánicas de todo el centro peninsular.
Casi siempre he visto esta
fresneda en primavera, pero no deja de ser impresionante en invierno, donde
ramas y troncos de los fresnos se colorean de tonalidades anaranjadas de los
líquenes que los cubren (Xanthoria parietina). Siempre que he parado, no he salido de mi asombro,
aunque viese lo mismo que las veces anteriores. El
espectáculo de esas masas de lirios, de orquídeas o de la vegetación
higrófila, no me deja indiferente y más aún, siendo tan difícil encontrar
localidades con una vegetación higrófila saludable por estos pagos manchegos.
Lirio español (Xiphion vulgare), alto, sin flor y de hojas estrechas, y lirio de junquera (Chamaeiris reichenbachiana), abajo con flor y hojas anchas
En teoría, a nivel de vegetación,
estamos en una fresneda caracterizada por Ranunculus ficaria, es decir, una
fresneda mesomediterránea luso-extremadurense, diferente de otras fresnedas de
cotas algo más altas como la fresneda con melojos, tan típica de las áreas
frescas del Sistema Central.
Es una comunidad permanente riparia, la típica
representación de soto o bosque galería de vegetación ligada al agua del
subsuelo. En suelos más ricos en bases, pueden aparecer los fresnos, pero la
alta presencia de olmos (al menos antaño) y la abundancia de álamos blancos y
negros, hace que sea más una alameda, pobeda o chopera que una fresneda.
Detalle de la Dactylorhiza elata subsp. sesquipedalis
Retama loca, Osyris alba entre rosales al borde de un arroyo
Se trata de una fresneda muy rica
en especies, compendiando flora de carácter higrófilo de todo el centro y oeste
peninsular. Aquí no llegan como en otras fresnedas de Sierra Morena para el Sur
o de los extremos sur-occidentales, la adelfa, el mirto o la zarzaparrilla. Los
clásicos elementos silicícolas o neutros del centro peninsular son: Agrimonia
eupatoria, Alysma plantago-aquatica, Apium nodiflorum, Arum italicum, Baldellia
ranunculoides, Brachypodium sylvaticum, Cyperus longus, Galium verum, Filipendula
vulgaris, Flueggea tinctorea, Lycopus europaeus, Lysimachia vulgaris, Lythrum
salicaria, Mentha pulegium, Mentha aquatica, Phalaris arundinacea, Plantago
media, Potentilla reptans, Prunella vulgaris, Oenanthe croccata, Ranunculus bulbosus
subsp. alleae, Ranunculus ficaria, Thalictrum speciosissimum, Veronica
anagallis-aquatica, etc.
La bella Ophrys apifera
Los elementos, entre otros, que
individualizan a esta fresneda frente al resto de fresnedas silicícolas del oeste peninsular
son: Achillea ageratum, Aegylops triuncialis, Aegylops ventricosa, Althaea
officinalis, Bartsia trixago, Chamaeiris reichenbachiana, Centaurea cyanus,
Cirsium pyrenaicum, Convolvulus lineatus, Lepidium heterophylum, Lepidium
latifolium, Oenanthe lachenalii, Plantago marítima subsp. serpentina, Rhamnus
alaternus, Senecio doria, Stachys
germanica subsp. lusitánica, Tetragonolobus maritimus, etc. Aparte también
abundan numerosas especies que son indiferentes edáficos o propios de estos
tipos de medios tan húmedos: como diferentes tipos de orquídeas, aunque faltan
las Serapias; abundantes los lirios Limniris pseudacorus, Xiphion vulgare y Chamaeiris reichenbachiana, y
muchas las especies de cárices, juncáceas y ciperáceas.
Achillea ageratum
No me gusta señalar localidades
interesantes, porque es exponerlas a que las visite más gente de la que debería
o la menos adecuada, pero en este caso al menos llamar la atención de cómo,
poco a poco, sin atentados ecológicos ni salvajadas, una buena localidad se va echando
a perder poco a poco de una manera irreversible y espero que finalmente, no sea este el
caso.
Filipendula vulgaris
Está claro que en este tipo de localidades es el manejo agropecuario
y el control adecuado de las aguas quien determina el estado de salud del
medio. Han desaparecido varias importantes joyas botánicas nacionales, no por
su enorme escasez, que también, sino joyas por su enorme belleza. No se puede
consentir que desaparezca ninguna especie más.
El tamujo solo aparece en las partes más secas de la fresneda
Mucho se puede deber a la dura
climatólogía de los últimos años, pero si no ponemos los medios para
atenuar estos problemas, de nada servirá lamentarse o imaginar cómo debió de
ser esta localidad en su día. Yo lo sé y eso que hay cosas que se me han
escapado, pero no permitamos que se nos escape una localidad tan valiosa como
esta.
No hace falta hacerlo Parque Natural ni imponer severas prohibiciones,
el manejo del lugar ha sido el adecuado hasta hace dos días. Es una cuestión de
tacto y de saber qué es lo que se tiene entre las manos. Quizás una fresneda no
sea algo tan emblemático como una lorera o un abedular, pero si vemos todo lo
que encierra en su interior, sabremos que es una locura desperdiciar la
oportunidad de conservar este lugar que ha podido llegar en su plenitud hasta nuestros días.