Pico del Lobo, 2.273m, la cima más alta de la sierra de Ayllón y de Castilla la Mancha
El
Pico del Lobo es la cumbre más alta de toda Castilla la Mancha y del Macizo de
Ayllón, el último gran macizo del Sistema Central, con permiso de la sierra de
Alto Rey, un poco más a oriente, y de otras sierras menores que hacen de
puente con el Sistema Ibérico. Hace poco decidí retomar un estudio pendiente
sobre la geomorfología y vegetación de la alta montaña del Sistema Central y
voy a tratar la vegetación de los neveros, desde la Sierra de Béjar a occidente
hasta el Macizo de Ayllón en oriente.
Esta es la tercera vez que subo
al Pico del Lobo, las otras veces fuí de montañero y en invierno, una de ellas
con una ventisca de impresión en la que nos vino de perlas el horrible
monumento a la estupidez humana –española en particular-, que es la ruina de un
hipotético restaurante en la misma cumbre del Lobo, que iba a culminar todo el
chiringuito económico-deportivo, de la estación de esquí de La Pinilla.
Pudimos comer, en aquella ocasión, ateridos pero protegidos de la ventisca en unas terribles condiciones, estúpidamente menospreciadas por ingenieros y “emprendedores”, de un adefesio que incluso hoy en día persiste y que tiene las laderas cercanas afeadas con sus escombros y chatarras.
Como en otros puntos del Sistema Central existe un cambio radical en el paisaje según miremos al norte o al sur del mismo. Aquí, mirando hacia el norte, el plano lienzo tendido hacia una interminable llanura castellana, frente al galimatías de serrezuelas del norte de Guadalajara, lleno de valles y montes sin fin.
Alto valle glaciar del Barbellido, al fondo coronada de amarillo la morrena fronto-lateral izquierda
Ya empiezan a quedar lejos esos frescos días de
mediados de junio, pues ya hemos entrado claramente en el clima veraniego. Cuando de camino hasta
las cercanías de Somosierra todo estaba ya amarillento y agostado, al llegar a La Pinilla y bajar del coche,
me he dado de bruces con la primavera. Esas altas laderas
orientadas al norte, apenas estaban con las primeras flores de la temporada.
La primera flor que me llama la
atención y que me acompañará todo el día, es una violeta, la Viola cornuta subsp.
montcaunica, una planta que nos recuerda con su nombre subespecífico que no estamos muy lejos del Moncayo, la
mayor altura de la Ibérica
y sierra de donde viene esta violeta y otras muchas plantas e incluso
vegetación, como el mosaico de piornos y brezos del límite superior del bosque,
destacando unas relaciones que yo diría más cercanas, quizás por lo litológico,
de Ayllón con el Moncayo que con el Guadarrama, aparte de mostrar la conexión o puente con los Pirineos.
Al acercarme a un arroyo a coger
agua veo una buena mancha de helechos Blechnum spicant, coronando un talud
turboso de musgos y esfagnos con droseras por abajo y Vaccinium uliginosus;
entre las rocas del arroyo.
Ganando
altura me voy acercando al límite del bosque, va cobrando importancia el
matorral que, como en toda la subida, da preferencia a los brezos frente a los
piornos. De estos últimos he tenido una florida representación durante el
acercamiento a esta montaña, de la gran Genista florida y de Adenocarpus
lainzii (aunque le llamen A. complicatus, viéndolo tan oscuros y después de verlo tanto por Asturias y León, no me queda duda). En otros puntos también he
visto al codeso Adenocarpus hispanicus y ahora aparece el piorno serrano,
Cytisus oromediterraneus.
El
matorral oromediterráneo, pues estoy en la cara norte y por encima de los
1800m., es una mezcla de piornos y brezos. Algo más abajo parecía haber
predominio del brezo rojo Erica australis, pero aquí arriba
predomina el brezo blanco Erica arborea.
Algo más arriba y sobre todo, en la cara sur, ya aparece un claro predominio
del piorno y en orientaciones favorables el brezo rojo.
El
pinar de repoblación ha sido introducido aquí hasta unas alturas irracionales,
abancalando incluso prados psicroxerófilos, obviamente con un resultado
lamentable, pues, aunque con los
años, algo se ha igualado, topográfica y vegetalmente, aparte de un destrozo, ha sido un
gasto inútil, pues en esas condiciones no han prosperado. En algún
punto del pasto psicroxerófilo se ve algún pino nacido de semilla, pero no llegan a prosperar en este “movible” suelo, más allá de cuatro o cinco años, luego algún hielo o fuerte nevada les da el finiquito. El pino silvestre aparece sumamente escaso en algunos rincones rocosos de Ayllón y abundante en el cercano Alto Rey, incluso en la caliza sierra de Pela.
Llego casi
a la cuerda. En los manaderos y cervunales, abunda el botón de oro, Ranunculus
alleae, con Pedicularis sylvatica y Veronica langei, cercado hacia el piornal
por gencianas, anteojos y también abundantes, las saxífragas.
También desde aquí arriba se ve
muy claro el contraste entre las zonas repobladas de pinares, en primer
término, llenas del un rayado topográfico, con sus plantaciones llenas de pistas y
cortafuegos, y las zonas de vegetación silvestre del alto de Hontanares y el
puerto de la Quesera, magnifica y donde se puede ver el hayedo de la Pedrosa, uno de los tres hayedos junto con Tejeda Negra y Montejo, de estas sierras .
Estoy
en un ecotono entre el piornal y los prados de cumbres, aparece abundante y eso
que aún no está en su apogeo floral la Armeria
caespitosa, que en damero con la Biscutella
gredensis, Plantago alpina y la Minuartia recurva
(pulvinículo que está empezando a llenarse de flores blancas), representan a toda la actual
vegetación florida de la zona. Aparecen muy dispersos y escasos los enebros rastreros que donde asoman las afiladas rocas, las cubren como si de una espesa manta se tratase.
Ecotono entre el piornal y el pasto psicroxerófilo
Donde
existe algo más de humedad, está a tope el botón de oro Ranunculus alleae, con Pedicularis
sylvatica y Veronica langei y entre los claros del piornal se ven las grandes gencianas
amarillas Gentiana lutea e incipientes Senecio carpetanus y, más
abundante que en ningún lugar del Sistema Central, los amarillos anteojos de la Biscutella gredensis.
Al fondo el Tres Provincias, en primer plano la estación de La Pinilla. Parte de las pistas y remontes sobre la gran morrena lateral
Se
ve muy bien el pico de la
Cebollera Vieja o Tres Provincias (Madrid, Segovia y Guadalajara) con su doble circo orientado al
este; uno, el noreste, tiene la huella del cucharón glaciar pero sin neveros y el otro, el sureste, idéntico pero con unas buenas manchas de nieve. Esto
señala bien a las claras que el factor que determina la localización de los
neveros es la acumulación nival debida a los vientos dominantes en mucha mayor
medida que el factor orientación.
Corono el collado entre las Peñuelas y
la cuerda, y ya veo el pico del Lobo y la gran hoya del Lobo en su ladera sur.
Impresionante, toda la hoya es un conjunto monumental de la geomorfología glaciar
y periglaciar, con el cresterío (galayar) sur sin apenas acumulación nival a pesar de su
buena orientación.
El centro de la gran hoya muestra claramente cual fue el circo glaciar, con su centro vacío y despejado, salvo algunos grandes bloques erráticos, el lugar inicial para la acumulación y posterior movimiento gravitacional del hielo; los aledaños y laterales de la cuerda cargados de taludes de grandes bloques y neveros; y por delante todo un conjunto caótico de materiales morrénicos.
El centro de la gran hoya muestra claramente cual fue el circo glaciar, con su centro vacío y despejado, salvo algunos grandes bloques erráticos, el lugar inicial para la acumulación y posterior movimiento gravitacional del hielo; los aledaños y laterales de la cuerda cargados de taludes de grandes bloques y neveros; y por delante todo un conjunto caótico de materiales morrénicos.
Narcisos nivales en masa siguiendo el deshielo nival en un recuenco glacio-nival. En primer término botones de oro
Abajo, en la ladera de enfrente se ve clara, y más al estar totalmente floridos los piornos que la culminan, la morrena (acumulación de materiales empujados por el hielo), de un dilatado máximo glaciar. Aquí arriba se pueden apreciarlas las morrenas más modernas, aunque en transición entre las genuinas y morrenas de nevero.
La cima de la primera morrena aparece colonizada por el piorno
Abajo al fondo se intuye una morrena de mayor tamaño. acaso de un máximo glaciar previo, de la que podrían dar fé las hombreras glaciares de ambas vertiente y unas probables formaciones postizas (las morrenas) en brusco descenso hacia el fondo del valle.
Llama
la atención que los neveros aparte de localizarse arriba en las alturas,
protegidos por las paredes, también están presentes, y de buen tamaño, hasta
doscientos metros por debajo, en las incisiones sobre material morrénico del
zigzagueante arroyo que desciende del gran nevero oriental. Me quedé con ganas
de bajar a verlos, pues seguramente tendrían galerías por debajo de ellos
y por encima del curso del arroyo, aunque no recomiendo a nadie que se meta debajo debido al gran peligro de desmoronamiento de toda la estructura.
Desde
donde me encuentro se puede ver claramente el enorme deshielo del gran nevero
que desparrama su caudal por una ladera-cervunal para ir a formar el caudal inicial
del río Jaramilla, que más abajo recogerá las otras aguas de deshielo del resto de
la Hoya del Lobo. Todo el nevero está rodeado por los narcisos de la nieve, con
una ecología que hace que solamente aparezcan ceñidos al deshielo nival, y que al retroceder el frente nivoso, lo acompañan fielmente en su retroceso, siendo imposible encontrarlos
lejos de la nieve aunque haya agua. En una posición más alejada de la
nieve pero aprovechando sus aguas se pueden ver matas enanizadas de brecina Calluna europea.
Flora Ibérica, la "biblia" botánica española, no ha reconocido valor taxonómico al narciso nival, aún teniendo una ecología tan clara y definida; si antes fue Narcissus bulbocodium subsp. nivalis, ahora no merece ni un comentario sobre ellos.
En el centro de la Hoya asoma un escalón estructural y sobre él aparece algún gran bloque errático que muestra las ondulaciones de los pliegues a los que fue sometida las rocas metamórficas de este macizo (esquistos, micaesquistos, pizarras y cuarcitas).
En el centro de la Hoya asoma un escalón estructural y sobre él aparece algún gran bloque errático que muestra las ondulaciones de los pliegues a los que fue sometida las rocas metamórficas de este macizo (esquistos, micaesquistos, pizarras y cuarcitas).
Bloque errático mostrando los pliegues sufridos por las rocas metamórficas del pico del Lobo
Rodeé
la zona de las lagunillas y ví los primeros nacederos, unos le vienen de la
vaguadilla por delante de la alta línea de altos y estables taludes, y otros le
llegan del subsuelo, creando huecos entre el musgo y la vegetación semi-acuática creando en conjunto un
buen chorro, y es que estamos en el momento álgido del deshielo.
La loma por encima
de la lagunilla está muy estabilizada, apenas están asomando ahora los helechos
Dryopteris oreades y Cryptogramma crispa; más desarrolladas
están las grandes hojas de la Gentiana lutea,
y en pleno boom las violetas del Moncayo y las biscutelas. Se ve bastante Murbeckiella boryi, el sérpol Thymus praecox, saxífragas y otras
especies entre las que seguro que habrá buenas plantas norteñas poco comunes en
el resto de las montañas del Sistema Central.
Las grandes hojas (megaforbio) de la genciana amarilla Gentiana lutea creciendo en un talud estabilizado
Al salir de vuelta
hacia la cuerda, remonto el vallejo inicial, el que tenía los grandes neveros
por abajo, el llamado valle de Cantos, y que hace honor a su nombre pues
destacan mucho los cantos blancos de cuarzo, fruto de la acción nival que va
carcomiendo las laderas desde el interior desde estos surcos. También encuentro aquí más planchas metálicas de las ruinas de la cima.
Todavía me queda la bajada, que por cuestiones de tiempo, he decidido que sea en bicicleta, duro pero rápido, quizás sea una de mis últimas “machadas”, pues empiezo a no tener cuerpo para este tipo de burradas.
En el arroyo de Cantos se pueden apreciar planchas metálicas desparramadas entre los blancos cantos de cuarzo
Todavía me queda la bajada, que por cuestiones de tiempo, he decidido que sea en bicicleta, duro pero rápido, quizás sea una de mis últimas “machadas”, pues empiezo a no tener cuerpo para este tipo de burradas.
"Pulvinículo" de Minuartia recurva, un diseño vegetal preparado para soportar las más duras ventiscas y extremas condiciones climáticas