martes, 22 de noviembre de 2022

Los Confines de la Manchuela

 


                La Manchuela es el apéndice de su hermana mayor La Mancha cuando ésta ya pasa, en sus confines orientales, cerca y, principalmente, al otro lado del Júcar, hasta el otro gran río manchego-levantino que es el salvaje Cabriel que marca el límite administrativo con la región levantina. Su borde sur es el mismo Júcar y el límite norte, el paralelo entre los dos grandes pantanos conquenses, el de Alarcón en el Júcar y el de Contreras en el Cabriel. Es por ello que la entrada de hoy afecta tanto a la parte albaceteña como a la valenciana y algo a la de Cuenca, donde el Júcar aparece menos profundizado que el Cabriel, aunque las tornas se cambian en sus respectivos tramos finales.

Municipios y ortoimagen de la parte oriental de la Manchuela

                Los lugares más famosos de su quebrada naturaleza, hasta hace poco fueron los famosos Cuchillos de Contreras por debajo del pantano y la venta de Contreras, aunque parece que gracias a Mr. Google y otras promociones web sin control, ahora son las Chorreras del Cabriel, lugar relativamente peligroso y delicado que está teniendo serios problemas de masificación y de accidentes. La Mesopotamia manchega como algunos llaman a la Manchuela, tiene cierta grandilocuencia publicitaria que no comparto y, menos aún en una región, la de Castilla la Mancha, que tan poco valor parece dar al agua que no sea para el regadío agrario.

Chorreras del Cabriel y parte de los Cuchillos de Contreras

En cuanto a protección el Júcar es una Zona Especial de Conservación (ES4230016 Río Júcar sobre Alarcón) desde la ciudad de Cuenca hasta el pantano de Alarcón, luego están las Hoces de Alarcón (ES4230006), aunque lo verdaderamente amplio e interesante es lo que hay en su gran afluente el Cabriel. Por un lado, a lo largo de 12 kilómetros aguas abajo del embalse de Contreras, la Reserva Natural de las Hoces del Cabriel, pero en el lado valenciano y colindante, está el Parque Natural del Río Cabriel que abarca todas las laderas de las mesas y mesetas, no tan llanas como la Manchuela, de Utiel-Requena.

Bajo la presa de Contreras

Pero lo verdaderamente reseñable es la gran Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel, enorme espacio (incluso integra territorios del suroeste de Teruel) que engloba en su seno estas figuras de protección anteriores y otras muchas más como Monumentos Naturales, ZECs, ZEPAs, LIGs, la Reserva Natural o Microrreservas y su clara continuidad con los Parques Naturales vecinos, en una enorme zona natural necesaria, importante y crucial para garantizar la continuidad ecológica ibérica en esa gran divisoria atlántico-mediterránea y gran nudo orográfico norte-sur que viene a unir el Sistema Ibérico con las cordilleras Subbéticas que ya conectan con las sierras andaluzas.

Reserva de la Biosfera del Río Cabriel
Parecen aguas congeladas pero son saladares de ladera

La ligeramente ondulada horizontalidad de la Manchuela, se pierde claramente en sus nítidos bordes, salvo en su borde norte que va subiendo paulatinamente en plano inclinado, de 700m en sus partes más bajas, hasta los 800-900m de media en su parte norte. Esos bordes dan bruscamente a unas cuestas asurcadas por numerosos valles y torrenteras que bajan al Júcar o al Cabriel, aunque a veces lo hacen drásticamente, como en su extremo oriental, en la llanada de Ves hacia el Júcar, con desniveles que en varios cientos de metros pueden pasar de los 900m a los 400m del río, con paredones que a veces rondan los 200m de desnivel.

Cañones del Júcar cerca del límite con Valencia
Llenos de rincones espectaculares
Zonas triásicas cercanas al Cabriel



          La planitud define el mundo agrario en la meseta y sus escalones, frente a las pendientes a ríos y vallejos, que pertenecen al mundo forestal y en algunas solanas, a un mundo más bien geológico debido a lo ralo de su vegetación o a su pétreo paisaje, más en el mundo del sureste ibérico-levantino que en el manchego. Esas laderas de solana estaban hasta hace pocos decenios cultivados de olivos, viñas y almendros, pero hoy solo quedan algunos tocones o ejemplares aislados y abandonados de todo aquello, los bancales están cediendo al abandono y la erosión por la falta de caballerías de labor o de caminos para los pequeños tractores que pudieran explotarlos. Igualmente, cerca de los ríos y debido a las trabajosas comunicaciones, multitud de casillas y pequeñas aldeas han sido abandonadas en mini-paraísos que, más quisiera mucha gente poder ocupar para vivir y trabajar. La economía está haciendo a la humanidad tender claramente a lo urbano y el humano, de momento, parece dejarse hacer.

Casas abandonadas en un rincón cultivable del Cabriel

La geología es más variada de lo que a primera vista pudiera juzgarse, incluso el mismo Júcar crea cañones diferentes, la mayoría labrados sobre blancas calizas y margas pliocenas lacustres, algo bastante poco común a nivel peninsular, con sus formaciones tableadas y con notoria erosión diferencial entre fajas resaltadas frente a otras muy erosionadas y que usualmente han dado lugar a cuevas aprovechadas por el hombre para corrales, casas, almacenes, etcétera; quien no conozca Alcalá de Júcar o Jorquera, no sé a qué está esperando, podrá admirar sus cuevas, hoces y castillos. Pero en su parte más cercana a la confluencia del Cabriel, ya se trata de calizas mesozoicas, las ya más comunes calizas gris oscuro y anaranjadas.

Alcalá de Júcar y su valle antes del pueblo

Cañón del Júcar sobre calizas neógenas
Abajo sobre calizas mesozoicas


En contadas ocasiones aparecen estratos calizos en posición totalmente vertical (hogback), como los magníficos Cuchillos de Contreras, Lugar de Importancia Geológica y símbolo del Parque natural. Como buenas tierras mesozoicas, también aparecen formaciones triásicas del Bundsandstein, es decir arcillas y areniscas rojas, y del Keuper, con margas, arcillas versicolores y yesos abigarrados y cristalizados de tonalidades rojizas o grises, a menudo ricos en sales que han sabido explotar sus habitantes a lo largo de los tiempos y que creo aún hoy tendrían rentabilidad económica por su alta calidad. Este contexto litológico también hace posible la existencia de fuentes o bien termales o bien medicinales debido a su carga mineral, como en los baños de Fuentepodrida donde a pesar de su nombre es difícil encontrar plazas para tomar las aguas.

Quizás el más inferior de los Cuchillos de Contreras
Vallejos sobre arcillas y yesos del Keuper
Otras abigarradas formaciones
Abajo sal depositada cerca de manantiales salobres


Tantos barrancos y cañones llevan asociados una geomorfología de laderas tremendamente activas, no es raro pensar cuando se pasa por debajo de muchos farallones, en un posible desprendimiento sobre nuestras cabezas o la perdurabilidad de los aéreos y escasos caminos que recorren estos difíciles lugares. No en vano es fácil ver grandes derrumbes o tremendas y casi móviles pedreras por doquier, alguna incluso muestra signos de un pasado periglaciar, donde entre la acción del hielo, la solifluxión y la compactación por carbonatos de algunas pedreras, se formaron fajas solidificadas sobre otras algo más inestables en una formación muy poco común fuera de las altas montañas calizas como los llamados grezes litees o derrubios estratificados.

Talud bastante activo y reciente al Júcar, abajo capas de grezes litees

A pesar de lo avanzado del otoño, por aquí este año el agua apenas ha llegado a regar estas tierras sedientas y creo que distribuyendo bien lo que cayó aquí en una gota fría de mediados de verano, casi daría para aguantar un año sin sobresaltos. Pero ese es un ideal del agricultor, aquí la lluvia arrambla con todo cuando viene fuerte y eso se podía ver a las claras, sobre todo en vallejos sobre materiales endebles, como en margas o yesos, con las ramblas, como se llaman por aquí, al igual que en las zonas mediterráneas no meseteñas. En la zona de Villatoya cayeron poco más de 70 litros el 25 de agosto pasado y aún hoy se pueden ver los destrozos que las ramblas están muy transformadas, con abundantes acumulaciones de piedras y árboles, vallados tumbados, derrumbes bajo cantiles o con lugares con el cauce más incidido de lo habitual, de hecho, en algunos saladares de fondo de valle, se había llevado parte de la blanca y pétrea cobertera salina; igual ocurrió con los caminos forestales casi destrozados (muchos ya arreglados con maquinaria), por lo que se ve a las claras que conseguir una buena cubierta vegetal para contener o luchar contra la erosión, debe ser prioritario en lugares como estos, con atención prioritaria a la lucha contra el fuego.

Albardinal al pie de unas paredes

Los bosques están mayoritariamente constituidos por pinares y apenas hay rastros de algunas encinas entre ellos, obviamente se ha repoblado mucho con estos pinos carrascos (Pinus halepensis), pero la escasez de encinas es tan llamativa que parece que en las solanas y en muchas más otras áreas, la verdadera potencialidad parece decantarse más hacia los pinares que al teórico encinar que ya es algo más abundante más al norte o en algunos enclaves rocosos en el seno de la llanada de la Manchuela, a veces incluso en los vallejos del Júcar, en las zonas menos abarrancadas, sobre margas y arenas, existen bosques mixtos de pinos piñoneros (Pinus pinea) con encinas y a veces con los otros pinos que tiene un aspecto verdaderamente natural, pero eso ya es entrar en polémicas. Aunque lo que no admite discusión es la alta influencia levantina de toda esta comarca, marcada por ese pino carrasco, pero más claramente aún, en su cortejo florístico acompañante.

Pinares y abajo vegetación termófila con efedras y cornicabras

Aquí el contraste entre solanas y umbrías es enorme, aunque en las umbrías de estas áreas tan bajas ya es muy difícil encontrar elementos norteños que sí aparecen en cuanto nos acercamos al Sistema Ibérico, casi sin especies tan llamativas como los arces (Acer monspessulanus y A. opalus), guillomos (Amelanchier ovalis) o serbales (Sorbus spp.) y escasísimos quejigos (Quercus faginea); aunque sí que lo hace alguna especie que requieren bastante frescor como pueda ser el boj (Buxus sempervirens). Es difícil olvidar que no estamos en una región montañosa, aunque sea una región muy quebrada debido a los cañones y vallejos, fuera de estos desniveles es difícil encontrar montes que superen en exceso la media de la llanura dominante, destacando a lo sumo de 50 a 100m sobre ella.

Fresno de flor cambiando de tonalidad. Abajo selva fluvial

En las umbrías de estos valles y cañones la vegetación apenas contiene elementos caducifolios, aunque destaca poderosamente, por fin los he visto por primera vez, la presencia de fresnos de flor (Fraxinus ornus) que en este otoño fuera de lo común apenas he visto un par de ejemplares virando su color del verde a uno casi malva. Dentro de la protección de los cañones, se aleja el clima mesetario y continental, entrando en otro mucho más húmedo (salvo las solanas) y fresco, y aquí el dominio es como en todas aquellas zonas mediterráneas más húmedas y algo más libres de heladas, es el de la vegetación de tipo lauroide, con especies de hoja perenne, pero de apariencia fragante, abundando madroños (Arbutus unedo), durillos (Viburnum tinus), rubia (Rubia peregrina), olivilla (Phillyrea angustifolia), rusco (Ruscus aculeatus) pero aquí aderezado con elementos termófilos como agracejos (Phillyrea latifolia), zarzaparrillas (Smilax aspera) o ya cerca del agua, las adelfas (Nerium oleander).

Durillos, fresnos, zarzaparrillas y algunos lentiscos

La vegetación dominante sigue siendo un pinar con una espesa maquia de lentiscos (Pistacea lentiscus), cornicabras (P. terebinthus), coscojas (Quercus coccifera), sabinas moras (Juniperus phoenicea), espinos negros (Rhamnus lycioides), aladiernos (Rhamnus alaternus), enebros (Juniperus oxycedrus), olivillas (Phillyrea angustifolia), brugueras o brezos de invierno (Erica multiflora) ahora en plena floración y muy unido a una muy especial jarilla (Cistus creticus), madreselvas (Lonicera etrusca), esparragueras (Asparagus acutifolius), lechetreznas (Euphorbia characias), dedaleras (Digitalis obscura), etc. a la que, en los pies de ladera y áreas con mayor humedad, se les unen, llegando a ser dominantes a veces, esas especies lauroides antes reseñadas.

El brezo de invierno en pleno auge ahora mismo, incluso en el interior de santuarios
Como este adorno de una pila bautismal del Santuario del Cristo de la Vida

Muy al contrario, las solanas poseen una cobertura mucho menor, mostrando las tonalidades del suelo descarnado, usualmente entre espartales de arbustos heliófilos y esparto basto (Macrochloa tenacissima) en las partes medias y altas y de esparto fino o albardín (Lygeum spartum) al pie de las mismas y por supuesto, mucha aliaga (Genista scorpius), efedras (Ephedra fragilis), romero (Rosmarinus officinalis), romerina (Cistus clusii), bojas (Dorycnium pentaphyllum), espliegos (Lavandula latifolia), jarillas (Hallimium hirtum, H. marifolium, H. syriacum, H. violaceum, Fumana spp., etc.), tomillos (Thymus vulgaris) y zamarrillas (Teucrium spp.). La gramínea dominante en casi todos estos medios es el fenal de Brachypodium retusum.

Los habitantes más comunes en estos montes, incluso de sus abandonadas aldeas

Ya como elementos claramente diferenciales que nos recuerdan que ya estamos metidos más que en una provincia manchega, en la levantina o la murciano-almeriense, aparecen algunas especies poco usuales como la albaida (Anthyllis cytisoides), un tomillo como la levantina pebrella (Thymus piperella) magnífico sazonador de comidas. También escasísima pues no veo que esté descrita por la zona, el matagallo (Phlomis purpurea) y otras como la jarilla Fumana hispidula o la globularia de roca Globularia repens, entre otras pocas.

El rarísimo matagallo con las hojas casi como recortes de esponja, abajo albaida casi florida

En los suelos más deleznables, sobre margas, arcillas y yesos, con el añadido de las sales, aquí es donde sí que parece que estamos en la provincia murciano-almeriense, son suelos que una vez perdida sus buenas condiciones edáficas o de cubierta vegetal potencial, ya es muy difícil recuperar y muy fácil seguir perdiendo suelo y fertilidad y capacidad de retención de humedad. Esto ahora mismo es más visible que nunca, pues salvo el día fatídico de la gran tormenta, no ha llovido desde hace seis meses, desde finales de abril, algo que ya compartimos con los desiertos ibéricos del sureste. De hecho hay pequeñas áreas que hay más cobertura de líquenes que de flora vascular.

Abundancia de líquenes y poca cobertura del albardinal

Aquí se extiende mucho el albardinal y puede constatarse como la vida liquénica prácticamente supera a la de las plantas superiores. Aquí aparecen algunos endemismos debido al aislamiento de estos sustratos salobres, como ocurre con las acelguillas, con Limonium cofrentanum o L. sucronicum, Fumana hispidula, Gypsophila struthium, Launaea fragilis, Ononis fruticosa, O. tridentata, etc.

El microendemismo Limonium cofrentanum

La vegetación higrófila que acompaña a estos ríos también es sumamente interesante, pues se pierde la homogeneidad de todo el centro peninsular y entran especies más termófilas, tales como algunos árboles, caso de los almeces, por aquí llamados mermeces, que tienen unos portes majestuosos como patas de elefantes, a veces muy podados desde abajo, tienen un tronco pegado al suelo de unas proporciones totalmente inusuales, en esta época hay gente buscando setas de chopo en sus troncos.

Mermeces en posición de seca de solana y entre lindes de huertos abajo

 También aparecen las adelfas (Nerium oleander) que llegan a formar espesas cubiertas al abrirse los valles de los ríos, a veces se les mezclan, aparte de chopos y sauces varios, los fresnos de flor, formando un conjunto impresionante, a veces con lienzos colgantes o trepadores de la también térmica zarzaparrilla (Smilax aspera), parras (Vitys vinifera) o de las clemátides (Clematis flammula), haciendo el trasiego de ciertas partes del valle totalmente impracticable.

Clemátide inusualmente florida y selva tapizada por zarzaparrilla

No queda ahí la cosa, en esto valles el papel de los farallones rocosos, las cuevas, los pináculos, es parte fundamental del paisaje y existe toda una vegetación que encuentran su nicho ecológico en ellos; ahí aparecen verdaderos especialistas, incluso plantas exclusivas que no podrían vivir en otro medio, otros, simplemente, están ahí refugiados para evitar el diente de los herbívoros, aunque podrían competir en las laderas empinadas con el resto de las especies. Herbívoros  que he visto como ramoneaban a base de bien especies como los durillos (Viburnum tinus) o las coronillas de fraile (Globularia alypum). Aquí en estas paredes aparecen especies raras y bellas como el amarillo Hypericum ericoides, la azulada Globularia repens, Sarcocapnos ennehaphylla, el morado Trachellium caeruleum, ahora ya sin sus vistosos colores, aunque parece que han durado hasta bien entrado octubre. También el té de roca (Jasonia glutinosa), la jarilla (Fumana ericoides), la boca de dragón (Antirrhinum barrelieri) o las uñas de gato (Sedum sediforme y S. dasyphyllum).

El raro Hypericum ericoides

Esta riqueza natural está siendo aprovechada por el turismo rural y nuevas formas de agricultura que van intentando recuperar parte de todo lo perdido tras décadas de abandono rural, una lacra que aquí tampoco puede dejar de verse y que a menudo clama al cielo, al ver esas casas y aldeas semi-derruidas en sitios magníficos junto a los ríos en vallejos en pleno monte.


 Un monte relativamente bien cuidado, pero demasiado homogeneizado con los pinares, casi todos de una misma edad y que tienen que cuidarse o más bien mimarse con los malos tiempos que vienen con el cambio climático acelerando y unos incendios forestales cada vez más duros que en parte de esta zona y más aún hacia levante, han dejado laderas desertificadas donde el agua parece no querer volver a asentarse y fluir en las numerosas fuentes. Incluso una excursión a la afamada fuente del Almajal en Casas de Ves nos dejó tocados al ver que no corría, fenómeno generalizado en casi todas las fuentes de Castilla la Mancha.

Huertas en la vecindad de una alberca de agua caliente

Mucha gente emigrada a Valencia está volviendo a estos pueblos, la mayoría jubilados que tienen cariño a su tierra y ganas de tranquilidad, pero también jóvenes que prefieren esto al ajetreo urbanita, aunque no se encuentran con muchas posibilidades para realizar sus aspiraciones. La recuperación de huertos cedidos por sus propietarios, está siendo una actividad agraria que mantiene ocupados o en talleres de empleo a bastantes de los pocos jóvenes o no tan jóvenes que por estas magníficas y duras tierras se mueven. Otros tantos se ganan los jornales que dan las viñas u otros cultivos, muchos de ellos los hijos que no emigraron de tanto agricultor semi-jubilado.


  Es de Valencia de donde les viene mayoritariamente el turisteo, con buenas posibilidades de aprovechamiento todavía, y aunque el Mediterráneo no esté nada lejos, en estas secas tierras si tienen grandes llanuras de horizontes abiertos y limpios, montes para agotar a cualquiera, rincones para todos los gustos y unos ríos en un magnífico estado de salud, sobre todo el caudaloso Cabriel y un encañonado y pletórico Júcar más espectacular que en su cuna, la Serranía de Cuenca. Por qué vivir hacinados en ciudades o vacacionear en atestadas arenas ajenas, pudiendo disfrutar de lugares y rincones tan bellos y aprovechables en el interior de nuestra piel de toro.


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