Algunos encinares de la Vera llegan a contactar con los piornales de las cumbres
Al hablar de los encinares de Gredos,
en las publicaciones te remiten a las áreas basales, aunque, propiamente, eso
ya no es Gredos, eso no es la montaña; pero es lo lógico, siguiendo el esquema
clásico de los pisos de vegetación o pisos bioclimáticos. Es esta una catena
esquemática fundamental de la zonación vegetal en cinturones o fajas
superpuestas en función del cambio vegetacional que se produce al aumentar la
altitud y endurecerse o cambiar las condiciones ambientales, aumentando el frío
y el volumen de las precipitaciones.
Encinas sobre una alfombra de cerrillo (Festuca elegans)
Tenemos así en el piso basal, el
mesomediterráneo, al encinar; por encima en el piso supramediterráneo, al
robledal (y a los pinares de repoblación); por encima en el piso
oromediterráneo, al piornal y, finalmente, en el piso crioromoediterráneo, un
ralo pastizal de festucas y cervuno.
De estos encinares del valle del Tiétar a los de las laderas de Gredos hay más de 1000m. de altura
A este esquema de cinturones
altitudinales habría que hacerle varias salvedades de importancia, como que en
toda la región suroccidental, la Vera y algo más, la abundancia de lluvias hace
que pueda estar el roble en el piso basal, y que en el piso oromediterráneo
haya restos de pinar natural (pino silvestre o albar y albareas sus pinares y
pino negro, aquí llamado cascalbo); aunque sólo tengan carácter testimonial,
pues son propios de áreas más continentales como ocurre ya en el Guadarrama que
tiene su tramo inferior y medio de este piso, poblado de pinares naturales de
pino silvestre.
Entre los 1300 y los 1600m, dominio de los enebrales-encinares pueden aparecer pinos silvestres o cascalbos relictos
Gredos tiene varias dimensiones
territoriales, en sentido amplio es todo el tramo de montañas comprendidas
entre el Guadarrama al este y las sierras de Gata y Peña de Francia, ya en los
confines occidentales; por otra parte el sentido más restrictivo, se refiere a
la cordillera que arranca al oeste de San Martín de Valdeiglesias en Madrid y
llega al puerto de Tornavacas, aunque por similitud y continuidad, prosigue por
la llamada sierra de Béjar.
Véase la calidad del sustrato del encinar
Si tenemos en cuenta todos los
encinares de la región, hay que optar por el sentido amplio, y aquí entrarían
los buenos y viejos encinares situados desde el sur de Ávila (valle Amblés-Riofrío) al norte, hasta el valle del Tiétar al sur, quedando al oeste
los encinares del Tormes-Corneja, a partir de la curva del Tormes en Barco de
Ávila y los encinares del Alberche (Burgohondo-Navaluenga-El Tiemblo), al este.
Todos estos encinares tienen en común,
obviamente, a la encina, pero son de mundos diferentes. Los del Alberche son
encinares guadarrámicos, idénticos a los que hay en las estribaciones de la
sierra de Madrid, encinares con enebros y pobres en variedad de especies, muy
parecidos a los del sur de Ávila capital y a los del Tormes.
Encinares luso-extremadurenses del valle del Tiétar
Los del valle del Tiétar son encinares
luso-extremadurenses, con perales silvestres, ricos en especies y de amplia
influencia atlántica. Todos estos encinares están en el piso mesomediterráneo,
salvo los que remontan las sierras al sur de Ávila y que se introducen algo, en suave transición, en el piso supramediterráneo, ascendiendo las faldas de
la sierra de Ávila, Serrota y Paramera.
La escoba blanca no aparece en los encinares del Tormes
Hablando propiamente de Gredos, sí que
aparecen unos encinares verdaderamente gredenses y montañeros, a un lado y otro
de la cordillera principal. Se trata de los encinares que habitan las altas
laderas de sus solanas y que gozan de unas características que les diferencia
del resto de los encinares situados en las áreas basales que circundan las
montañas del sur abulenses o del valle del Tiétar.
Los mayores enebrales (con alguna encina) del Sistema Central aparecen en la garganta Lóbrega
Estos encinares se encuentran en las verticalizadas
laderas de solana del valle del Tiétar entre los 700 y los 1550m. si el
sustrato es muy rocoso, pero lo hacen con mayor abundancia entre los 1200 y los
1500m. En parecidas laderas, en la orilla derecha del valle del Tormes entre
los 1100m y los 1550m en el tramo de la sierra de los Castillejos y Solana del
Carrascal, también hay muy buenos encinares; todos estos ya sí que son los
verdaderos encinares de Gredos.
Los encinares de la sierra de los
Castillejos son evidentes y notorios, cubren casi sin resquicios, las
pedregosas laderas de solana en el margen derecho del Tormes al oeste de
Navalperal de Tormes hasta las cercanías de Barco de Ávila por el este, donde
muere esta serrezuela. A veces se le ha puesto de ejemplo de inversión de pisos
bioclimáticos, pues abajo, en las vegas de Tormes y pie de la sierra, existen
muy buenos robledales y por encima, aparecen estos encinares, en una sierra
llena formas graníticas acastilladas que le dan el nombre.
La sierra de los Castillejos-Solana del Carrascal, en la margen derecha del Tormes
Estos encinares tienen una flora
característica, en el sotobosque aparecen algunos enebros, entre jarales de
jara estrepa Cistus laurifolius; entre los tomillos y cantuesos, casi siempre a
la sombra, aparece abundante la pequeña aliaga Genista tounefortii y la
lechetrezna Euphorbia oxyphylla. Pero allí donde los suelos se hacen menos
pedregosos y más profundos, aparecen los robles o los fresnos.
La occidental Euphorbia oxyphylla crece en los encinares del Tormes
Los encinares de las solanas del valle
del Tiétar han pasado más desapercibidos. Hace tiempo se hablaba de un piso,
por encima de los encinares basales y de los robledales de las medias laderas
(o pinares de repoblación), formado por un ralo enebral, entre formaciones
rocosas, helechales y cantuesares. Esa era la formación más aparente, entre el
comienzo del valle del Tiétar en Casillas y las altas laderas de Candeleda.
Pero, mucho menos conocidos y explorados, por toda la comarca de la Vera, ya en
Cáceres, se conocían buenas masas de encinares que ocupaban verticales y
pedregosas laderas y que llegaban casi a contactar con los piornales de las
cimas.
Enebral (encinar potencial) de ladera y suelos apropiados para el roble en el helechar
Con el tiempo se fueron hallando
multitud de localidades, puntuales y en situaciones poco propicias para el
fuego, de encinas que acompañaban a estos enebrales de altura. Realmente, se
trata de la misma ecología, del mismo ecotopo, en el valle del Tiétar, sin
encinas o con muy pocas que, en las solanas de la Vera, con encinares
compactos. Pero no se pueden comparar con los encinares basales. Estos
encinares no son la vegetación potencial de estas laderas en condiciones
normales, pues entonces quien se instalaría aquí, sería el robledal, como queda
patente cuando mejoran las condiciones edáficas.
Al mejorar los suelos, se introduce el robledal que es la verdadera vegetación potencial
Sobre la existencia o mayor o menor
abundancia de encinas en estos enebrales, habría que ver su historia antrópica.
Sobre este tipo de suelos y condiciones, y sin la vecindad de encinas viejas,
parece muy difícil la recuperación del encinar. Los usos del territorio ganaderos,
con su desmedida afición por el fuego como herramienta de manejo del monte,
parece ser clave en la desaparición de los encinares gredenses, y más en los
últimos decenios cuando nadie sabe, ni quiere, manejar el fuego y se prefiere
prender y largarse.
Por encima de los pinares solo aparece alguna encina en localidades extremadamente rocosas
Pero más aún parece influir la presencia
"pirófila" del pinar, por encima de ellos, solo aparecen encinas en
situaciones difíciles para la propagación del fuego.
Al fondo el valle del Tiétar por debajo de los 400m.
Se trata de comunidades “permanentes” y
relictas, ligadas a unos suelos muy pobres, poco profundos y pedregosos. Da
igual que se superen con creces el metro de precipitaciones, el sustrato
granítico y la fuerte pendiente, hacen que los suelos drenen rápidamente, y que
los veranos sean igual de duros que mil metros más abajo. Esta premisa es la
misma para estos dos encinares gredenses, aunque los encinares del Tormes
tengan que soportar temperaturas más frías y menores precipitaciones, el mismo
rocoso e inclinado sustrato granítico, conduce a que finalmente se igualen las
condiciones de sequedad y termicidad.
Por ser comunidades permanentes,
deberían ser unos encinares “azonales”, aunque a los del sur se les haya metido
en una comunidad fitosociológica supramediterránea, el encinar acompañado por
la bella gramínea Festuca elegans. Pero estos mismos encinares apenas difieren
florísticamente en cotas inferiores, desaparecen los piornos o esta gramínea y
aparecen elementos más térmicos como el torvisco, incluso localmente el almez,
pero siguen sin parecerse a los encinares basales, unos encinares ricos en
piorno blanco Cytisus multiflorus, jaras (Cistus ladanifer y C. psilosepalus),
brezos (Erica arbórea y E. australis), madroños y labiérnagos.
Un almez se cuela entre robles y encinas a unos 700m. en La Vera cacereña
Estos encinares son muy pobres
comparativamente, aunque sí pueden estar esas especies, lo hacen en muy poca
cantidad, y abundan las especies de las etapas más regresivas de esos suelos:
helechos, dedaleras, cantueso, tomillos y una cobertura herbácea francamente
pobre y escasa.
Dedaleras abundantes en el pedregoso suelo del encinar
Para los encinares del alto Tormes,
Santiago Sardinero propuso una asociación claramente definida, diferente de los
encinares guadarrámicos, apoyada en la presencia constante de la Genista
tournefortii y la lechetrezna Euphorbia oxyphylla, aunque esta lechetrezna
también aparezca, bastante menos abundantes, en los encinares más occidentales
del sur de Gredos.
Son centenares las altas majadas abandonadas en lo alto del Gredos de La Vera
Gredos se está despoblando de pastores,
lo que parecería una oportunidad para la remontada de estos encinares, no lo es tanto; ahora, sin ellos, el peligro de
incendio es mayor, y en el tipo de
localidades, de laderas tan inclinadas y
rocosas, no hay quien ataque un fuego. Por otra parte, la desaparición del
ganado caprino no ha supuesto una gran mejora, ya que ahora ha aumentado mucho
la fauna mayor, tales como venados, corzos y jabalíes; y las monteses, como los
otros, gustan de las hojas y brotes de las encinas, por encima de casi todos
los demás árboles y arbustos de la zona.