Mucho
ha cambiado La Mancha, costaría imaginar como sería en los tiempos cervantinos,
con sus trigales, sus dehesas y sus montañas densamente boscosas, de las que no
dudo de la existencia de hayas, pues estoy convencido de la capacidad de
Cervantes para diferenciar todos los árboles conocidos por aquel entonces; pero todo aquello, ya no tiene nada que ver con la realidad actual.
Andar con la bici cuando se atraviesan los arenales se hace una tarea casi imposible
A
finales del XIX y primeros del XX, de Willkomm a Reyes Prósper, mucho se discutió sobre la "Estepa Central Ibérica", -La Mancha- y sobre si era natural o bien, el resultado de
siglos de deforestación. Esos paisajes que vieron entonces, eran abundantes en
incultas llanuras de inundación, en amplias lagunas casi siempre sin agua, en
bastos albardinales y en improductivos campos de arenas poco prominentes, más
interesantes para caza y pastoreo que para su puesta en cultivo.
Los abundantes jabalíes de Las Tablas tienen aquí parte de sus comederos
De
aquella imagen esteparia de horizontes donde se perdía la vista, hemos llegado a su práctica
desaparición. Desaparición de las lagunas (a pesar de ser hoy la Reserva de la
Biosfera de La Mancha Húmeda), desaparición de los albardinales, de los saladares y también, desaparición de los mantos dunares. Tal vez la Mancha se haya hecho más
productiva, pero no se ha preservado ninguno de esos antiguos
ecosistemas, (salvo algunos humedales), aunque solo fuese para saber como fue la naturaleza
manchega. Desgraciadamente, también han sucumbido en pro de una agricultura
voraz en exceso, todos los ríos, los arroyos y sus
llanuras de inundación.
El
cultivo de subvenciones ha primado la superficie por encima de la
productividad, de la calidad o de la limpieza ecológica de los cultivos. Por contra, ya
hace años que se está dando el caso contrario, tierras que están revertiendo a su
antigua situación, en vista de que sale más caro cultivarlas que las
subvenciones que se conceden. Y eso a pesar de tener el agua gratis; si se hace
un pozo, casi siempre ilegal, con el tiempo y ASAJA, dejará de serlo, aunque el
acuífero lleve años declarado “sobre-explotado”. Pero en nuestro caso,
estamos hablando de áreas que si estaban sin cultivar era por algo. Con los medios actuales se puede poner en cultivo hasta la roca, pero el límite económico
siempre estará presente.
La pegajosa pero muy adaptada Ononis natrix
Estamos
hablando de ecosistemas que, salvo los acuáticos, no son del gusto popular, son
literalmente “secarrales”, y de cada uno de estos ecosistemas voy a realizar
una entrada, para dar a conocer algo que entre todos, hemos dejado perder. Son parte
de nuestra cultura, de nuestros paisajes, pero sobretodo, de la de nuestros padres y
antecesores, algo que tenemos en nuestra memoria genética y que, probable y desgraciadamente, nuestros hijos desconocerán.
Artemisias, lechetreznas y encinas en la loma dunar por encima de los viñedos
Casi
nadie tiene la menor idea de que existen campos de dunas en nuestro país; si
acaso los asociamos al borde interior de las playas, aunque el sector de la construcción nos
recuerde, que también nos podemos olvidar de eso. Pero en el centro de la
meseta norte y sur, tenemos y hemos tenido, buenas
representaciones de campos eólicos, aunque no hay que acudir a la idea del erg
sahariano que tenemos en mente al hablar de arenas.
Ventifracto o "canto afacetado" y pulido por la arena golpeándolo cientos de años
Los
campos de dunas manchegas hoy son casi irreconocibles debido a la agricultura, aunque tradicionalmente ha sido el terreno del pinar o de otro tipo de
monte que servía para fijarlas y de paso, para crear pastos para ovejas y caza.
Pero dada la voracidad agrícola que está acabando con estos terrenos
“incultos”, los fenómenos de erosión eólica se están reactivando, dado el
laboreo mecánico y la deforestación generalizada. En la Mancha de Albacete, estos fenómenos se están comprobando
sobre todo, al oeste del río Júcar; una zona con buenos campos de dunas
estabilizados que dibuja un paisaje en mosaico de monte, viñas, cereal y
almendros.
Los tonos ocre-amarillentos muestran las arenas, con una banda al sur, saliendo del NE de Las Tablas y otra banda llena de canteras de arena, en paralelo al canalizado río Gigüela, esquina superior-derecha
En Castilla la Mancha hay arenales protegidos, como un enclave arenoso al noroeste de Toledo, el del río Guadyerbas y los Llanos de Velada, bien conservado, con alcornocales y protegido, solo parcialmente, bajo la figura de Reserva Fluvial, y otro enclave, menor aún, al este de Albacete, de carácter y flora totalmente levantina-murciana, protegido como Microrreserva de los Arenales de Caudete.
Pero
la gran zona de “arenas” manchegas no solo está junto al Júcar albaceteño, sino lo principal, en el Campo de San Juan, en pleno centro de
la Mancha y va, a lo largo de unos 100 km., desde el este de las Tablas de
Daimiel hasta el oeste de Socuéllamos, coincidiendo con las menores cotas topográficas y
la vecindad de la red fluvial que drena estas llanuras.
Alhelíes tristes (Dipcadi serotinum) en los arenales manchegos
La característica Malcolmia patula en el único medio en el que puede vivir, las arenas
Del
Campo de San Juan, a pesar de los toponímicos (Arenas de San Juan, Arenales de
San Gregorio, Arenales de la Moscarda, etc.) apenas quedan arenales sin
cultivar o con algo de su vegetación original. Por eso voy a hablar aquí de una de
las zonas de arenales manchegos mejor conservada, el área dunar del entorno nor-oriental de las Tablas de Daimiel, con un par de decenas de km2
ocupadas por arenas de color rojizo que dibujan una gran y apuntada media
luna y que tiene áreas con su vegetación natural característica.
Mapa geomorfológico de Las Tablas, en amarillo la regíon dunar al NE (tomado de la tesis de Ana Valdeolmillos Rodríguez)
Las
dunas apenas son perceptibles en varias fincas con viejos encinares o cultivos abandonados, incluso hay varias explotaciones areneras abandonadas,
cuyos márgenes permanecen sin cultivar. Además, esta área dunar se solapa con
varias estepas de caracter yesoso y con saladares de borde de las áreas
inundables del río Gigüela en la inmediata vecindad del Parque de las Tablas de
Daimiel en Villarrubia de los Ojos (del Guadiana).
Ninguna de estas dos flores pueden verse en la región fuera de las áreas dunares
Hace
alrededor de un año, en la Asociación Ojos del Guadiana Vivos, hicimos un trabajo cartográfico y documental, para que se tuviera en cuenta este
ecosistema, y otros como saladares y estepas yesosas, para su inclusión en la
ampliación que se iba a realizar del Parque Nacional, pero la ampliación resultó un
fiasco total que ni siquiera fue capaz de meter los Ojos del Guadiana (la ampliación mínima de las tres propuestas) en sus nuevos límites.
La Malcolmia es la gran especialista de las arenas, dando nombre a toda una gama de comunidades vegetales sabulícolas
El
origen de estas arenas está en los materiales fluviales transportados por las
crecidas de los ríos, desde el Younger Dryas (11.000-10.000a) que daría las
formaciones mayores, hasta el Holoceno superior (4.000-400a.) y que gracias a la
intervención constante de los vientos de componente W, en las épocas más áridas
y ventosas, movilizarían los sedimentos superficiales de estas zonas poco
vegetadas y los arrastrarían tierra adentro hacia el este. De hecho las dos
alas de las formaciones dunares de Villarrubia, se corresponden con los dos
vientos dominantes, los del W (dos formaciones de 2-3km. x 300m. que se unen a sotavento) y
los del SW (hasta 7km. x 500m.).
La Andryala ragusina también puede verse en arenales de bordes de ríos y arroyos
Estos
materiales fluviales son de una etapa inmediatamente anterior a las “tablas
fluviales” y denotan un régimen más agresivo del Gigüela, no el de los actuales sedimentos limo-yesosos, sino principalmente de arenas. Es decir, en
lugar de tablas y formaciones vegetales ribereñas, debería haber playas y
arenales, con una vegetación escasa. Esto está en concordancia con
análisis polínicos que muestran la existencia de pinares y una escasa vegetación adaptada
al frío y a la aridez en esta área en el pasado.
La lechetrezna Euphorbia segetalis creciendo en medio de una artemisa
Se
crean así, por un lado concavidades de deflación, las áreas vaciadas de sus
sedimentos arenosos, y formas eólicas móviles (dunas) de varios
tipos, siendo las dominantes las parabólicas, pero existiendo prácticamente
toda la gama, cordones, barjanas, lunette, blowout, etc. pero de
dimensiones menores que nuestro desértico imaginario, aunque lo más común es
una amplia lámina de arena o manto eólico, de un poco más de un metro de alto, natural o fruto
del laboreo agrícola.
Duna alargada, tonos anaranjados, sobre unos campos, (Los Ojuelos de Villarrubia), hasta hace poco sin cultivar, yesoso-salinos de color gris
En
apariencia se trata de un medio hostil y casi refractario a la vida, pues se
trata de granos de cuarzo feldespáticos con, cosa muy poco común en Europa, una
buena proporción de arcillas, que les dan ese toque rojizo característico. Pero
no es así, muchos animales usan este blando material para instalar sus
madrigueras y lo especial del medio crea una colonización entomológica única y
poco o nada estudiada.
Madrigueras en un zona donde se nota el perfil de las dunas entre el encinar.
Con
la vegetación ocurre el milagro de la colonización por auténticos especialistas
en estos medios, es la vegetación psammófila o sabulícola. Vegetación con
largas raíces, la parte superior de la planta se va desplazando con la duna y
las raíces permanecen “estirándose” desde su origen; adaptadas a poder soportar
unas temperaturas extremas, pues la arena se calienta o se enfría mucho; y por otras adaptaciones fisiológicas para poder soportar la
sequía inherente a este sustrato percolante, al golpeteo de los granos de arena
y a la pobreza en nutrientes y materia orgánica.
Las linarias abundan en todos los medios arenosos, llegando a generar especies independientes y muy locales
La
vegetación sabulícola de las Tablas, en esta zona de Villarrubia de los Ojos,
apenas está estudiada; aquí se ha aceptado un Parque Nacional exclusivamente
ligado al agua y todo lo demás casi es un erial científico aunque esté a dos
metros de éste. Por lo que este trabajo sea quizás una de las escasas incursiones en un tipo de vegetación que todavía puede dar sorpresas.
Torvisco (Daphne gnidium) con senecios y malcomias.
Las
plantas características de estas arenas están capitaneadas por la especialista Malcolmia
patula, a veces con la sequía solo quedan de ella sus llamativas flores moradas,
sin que apenas se aprecie planta que las soporte. En el mejor de los casos aparecen
viejas encinas sujetando la arena y dejando que ésta dibuje el rebufo ventoso de las sombras y huecos del encinar, permaneciendo los troncos en oquedades del terreno. En lo arbustivo puede aparecer alguna retama, espino negro y sobre
todo torviscos (Daphne gnidium).
La artemisia de las dunas de la Mancha
A
nivel sub-arbustivo destacan las matas por un lado, de las abundantes acederas Rumex roseus y de los ajenjos Artemisia campestris subsp. glutinosa en
una variedad especialmente blanca, (como "hibridada" con su congénere A.
herva-alba) que crece en las cercanas calizas, la jarilla Helianthemum
asperum, H. ledifolium, Scrophularia canina, la siempreviva Helicrysum stoechas y alguna escasa esparraguera.
El amarillo Senecio gallicus en la región solamente habita sobre las arenas
No
de menos talla, pero menos vigorosas destacan el Senecio gallicus, la Ononis
natrix, la blanca Andryala ragusina, el alhelí triste Matthiola fruticulosa y la rojiza Euphorbia segetalis; ya de
tallas menores tenemos: Linaria spartea, Alkanna tinctorea, Jasione blepharodon, J. montana, Malcolmia
patula, Loeflingia hispanica, Dipcadi serotinum, Hippochoeris glabra, Eruca vesicaria, Crupina vulgaris, Lomelosia simplex, Silene
conica, Erodium aethiopicum y otras como gramíneas especializadas en las arenas: Vulpia, Stipa, Cynodon,...
El espectacular azul de la Alkanna tinctorea
Luego
aparecen en menor proporción y, donde el suelo se lo permite, plantas menos
características de estos medios, plantas nitrófilas y ruderales, como cardos y
varios tipos de jaramagos y plantas más propias del encinar calizo, del que ya
apenas quedan restos en la inmediata vecindad. A falta de un estudio
pormenorizado y espaciado en el tiempo, la gama vegetal reúne a varios
ecosistemas cruzados: las arenas, el encinar y los cultivos, con alguna
variante esteparia.
La acedera Rumex roseus, habitante característicode estos arenales
La
representación de las plantas con querencia hacia las arenas es completa, a
falta de comprobar la existencia de alguna que otra especialista, la riqueza y
representatividad botánica de estas geoformas tan especiales y poco comunes, es
digna de protección y sería lamentable no hacerlo, dada su escasísima representación actual.
Alkanna tinctorea, Artemisia glutinosa y Malcolmia patula
También
sería absurdo crear una Microrreserva para las dunas y su especial vegetación, a
dos pasos de un Parque Nacional. Pero poco espero de la Administración, después de habérselo puesto en bandeja, con un estudio
detallado de las distintas posibilidades de ampliación, zonaciones, planes alternativos y justificación. Aunque la
verdad es que en el Organismo Autónomo Parques Nacionales fueron muy receptivos y les pareció bien, pero donde se echó el freno a
la propuesta de ampliación, fue en la Consejería de Agricultura de la CLM. En esta tierra
manda ASAJA y todo lo que suponga un menoscabo, (que no lo es) a la agricultura es desestimado.
Área recién ampliada del Parque, arenas y demás superficies repobladas con retamas, encinas y romeros
Queda
pendiente la promesa hecha por la Administración Autonómica de la ampliación del Parque Nacional de las Tablas de
Daimiel, aunque yo llamaría Parque Nacional de las Tablas del Guadiana al
ampliado Parque, hasta los iniciales Ojos del Guadiana, en cuanto la
Confederación Hidrográfica del Guadiana tenga a bien deslindar claramente el
Dominio Público Hidráulico. Parte de la nueva área recién ampliada también
tiene terrenos arenosos, aunque casualmente, pues se trataba de viñas
regables, compradas para que no se ejercieran esos derechos de riego y sin vegetación digna de protección, aunque probablemente, el
tiempo y la cercanía a la zona descrita, la haga enriquecerse florísticamente en el futuro.
A
partir de la inclusión de los Ojos del Guadiana, creo que no sería difícil ampliar
el Parque Nacional con aquellas áreas colindantes y valiosas por su gran biodiversidad y por su escasez en CLM: las arenas, los saladares, los encinares y las estepas
salino-gipsícolas. Creo que el acerbo cultural y patrimonial de Castilla la
Mancha se lo merece como un mínimo imprescindible.
Para estar al día sobre esta zona de Villarrubia de los OJos: http://losojuelos.blogspot.com.es/