Como dice la canción, allá va la despedida, quisiera equivocarme de parte a parte, pero las máquinas van avanzando imparables. Se trata de otra gran zona natural del inmediato entorno urbano de Madrid que se nos va por momentos, en aras del progreso, en aras de la “libertad” que graciosamente nos concede la lideresa madrileña. Una fantástica área natural desconocida para la gran mayoría, quizás por su inaccesibilidad y abandono, un abandono consentido de una zona de Madrid donde se acumula basura y biodiversidad.
La basura lleva décadas acumulándose por la tolerancia y abandono consentido, sin vigilancia, sin limpieza. Un día en medio de un pequeño basurero aislado encima de una loma, encontré en pie, como en la recomendable película "Barrio" de Fernando León de Aranoa, una impensable y anacrónica moto de agua, incluso voy con miedo con la bici por esos caminos atestados de basuras, escombros, vidrios y tablones, por si pincho.
La biodiversidad es mucho mayor de lo inicialmente supuesto porque se trata de un medio más rico y variado de lo normal, además con el escaso trasiego humano, hasta hace dos días era fácil ver bandas de sisones e incluso algunas avutardas. Grandes pastizales silvestres por el largo abandono agrario, incluso con especies botánicas rarísimas, no solo para Madrid, sino para toda España, con vegetación argílica (de las arcillas), gipsícola (de los yesos) e incluso halófila (de suelos salinos).
Valdecarros se sitúa entre el Manzanares y la carretera de Valencia, entre la M-45 y la Cañada Real, una antigua región cerealista que en su día daba fama al pan de Vallecas, de áreas alomadas hasta la vecindad del Manzanares donde los arroyos ya se volvían torrenteras que cortaban los cortados de yeso surcados por las numerosas trincheras de la guerra civil, dando a la arbolada y “huerteada” vega del Manzanares. Río que poco a poco, va reconquistando naturaleza y caminos para disfrute, sobre todo, de los numerosos ciclistas que casi son los únicos que alcanzan a llegar y transitar estas zonas tan mal comunicadas.
Quizás el fin de esta entrada es dejar constancia, testimonio gráfico, de lo que era el campo madrileño, para cuando el niño nacido en una torre de 45 pisos de Valdecarros pregunte a sus padres qué había allí donde ahora está su barrio y sepan que contestarle. Hacer un poco de historia sobre el inmisericorde urbanismo capitalino que ahora argumenta que la creación de este barrio es la única forma de que exista vivienda asequible en Madrid y de paso evitar a los madrileños la enorme indemnización que se tendría que pagar a las constructoras si no se construye. Gracias señores constructores.
Conozco algo mejor Los Berrocales, Los Ahijones o Valdemingómez, pero se trata de la misma naturaleza y biogeografía, esa que surge de la interacción geológica de dos ámbitos muy diferentes, el serrano, pues hasta aquí llegaban los abanicos de materiales sedimentarios arrancados a las sierras y montes del Guadarrama, y el manchego, pues hasta estos lugares llegaban también los bordes de los lagos que ocupaban la llamada Cuenca de Madrid, con materiales de deposición química como yesos y calizas. Ambas zonas interactuaron dando lugar a mezclas de materiales, neoformaciones y transformaciones mineralógicas, dando unas combinaciones litológicas difíciles de encontrar en el territorio nacional, con gran presencia de arcillas de varios tipos, entre ellas las sepiolitas que tienen aquí su mayor producción mundial, dolomías, yesos laminares y niveles de sílex, a veces con costras carbonatadas.
Estos vastos campos recibieron una especial bendición su abandono agrario, con la pandemia o como ocurrió cuando Filomena, con la ausencia de intervención humana durante meses, salvo los desaprensivos “tiracascotes” y algunos moteros de cross, llevó a la naturaleza a expandirse, a liberarse y reconquistar, aun resurgiendo de sus pasadas cenizas, llevando a que la vegetación poco a poco, y la fauna, esporádicamente al principio y más constante después, hayan vuelto a hacer de estos campos su hogar, como casi siempre lo fue, aunque ahora por momentos vaya desapareciendo.
Pocos pastizales tan variados se pueden ver en toda la comunidad de Madrid, si acaso los cercanos retales de Ambroz o Coslada, ni tan biodiversos, baste pasear una primavera por sus caminos y escuchar los cientos de sonidos diferentes de la gran masa de insectos que pululan por estos herbazales o como la mayoría de los vencejos y golondrinas de la ciudad, están dando ralas pasadas sobre estos terrenos tan ricos en insectos. No es raro que hayan aparecido incluso insectos protegidos, como el raro saga pedo, una especie de saltamontes que se dedica a cazar saltamontes y así, un largo etcétera.
La vegetación es mucho más espectacular de lo que a un primer vistazo se pudiera pensar, a parte de su variedad: una vegetación de arcillas magnésicas más o menos expansivas (Crepis alpina, Echinops strigosus, Kickxia lanigera, Klasea flavescens, Scolymus maculatus, Salvia argentea, Silene muscipula, Ononis spinosa, Thapsia dissecta, etc.); una vegetación argílica de transición a los yesos (Achillea odorata, Astragalus alopecuroides, Convolvulus lineatus, Echium asperrimum, Haplophyllum linifolium, Lavatera triloba, Matthiola fruticulosa, Sideritis hirsuta, Thapsia villosa, Teucrium capitatum, etc.); vegetación gipsícola (Frankenia thymifolia, Gypsophila struthium, Helianthemum squamatum, Herniaria fruticosa, Launaea fragilis, Lepidium subulatum, Limonium dichotomum, etc.); una escasa vegetación higrófila (Allium ampeloprasum, A. vineale, Carex divisa, Chamaeiris reichenbachiana, Cirsium pyrenaicum, Crepis pulchra, Cynodon dactylon, Scirpoides holoeschoenus, Tetragonolobus maritimus, etc.), e incluso vegetación esteparia y de áreas salobres (Centaurium tenuifolius, Juncus maritimus, Lepidium cardamines, Lygeum spartum, Macrochloa tenacissima, Spergularia marina, etc.) o tomillares sobre los enclaves más pedregosos de las lomas (Aristolochia pistolochia, Carlina hispanica, Helianthemum angustatum, H. asperum, H. ledifolium, Linum strictum Onobrychis matritensis, Ononis pusilla, Thymus zygis, etc.).
A pesar de la variedad vegetal esbozada en el párrafo previo, realmente por la intensa alteración del territorio, las especies más abundantes son las especies nitrófilas y hacia esa vegetación caminamos con todo lo que estamos haciendo, hacia una banalización de la vegetación, es nuestra vegetación, la que señala la huella de la acción del hombre Básicamente se trata de cardales o también la vegetación resistente a los abundantes conejos de la zona, siendo verdaderamente comunes: Cardaria draba, Carduus bourgeanus, C. pycnocephalus, C. tenuiflorus, Chondrilla juncea, Diplotaxis virgata, Dittrichia graveolens, D. viscosa, Echium vulgare, E. creticum, Hordeum murinum, Malva neglecta, M. sylvestris, Onopordum nervosum, Papaver rhoeas, P. somniferum, Piptatherum milliaceum, Salsola kali, Silybum marianum, Urtica urens, etc.
Junto a estas especies promovidas por la alteración, aquellas otras de periódica alteración agrícola del arado, la vegetación arvense, con especies como: Anacyclus clavatus, Anagallis arvensis, Anchusa azurea, Bromus matritensis, Cichorium intybus, Convolvulus arvensis, Coronilla scorpioides, Eryngium campestre, Lolium rigidum, Lomelosia simplex, Medicago sativa, Pallenis spinosa, Papaver rhoeas, Scolymus hispanicus, Silene vulgaris, Sonchus asper, etc.
A pesar de que son muy escasos los rincones más puros y en buen estado de conservación, allí donde los suelos, a menudo muy poco corrientes, se han conservado sin alterar, destacan especies poco o nada comunes. Estoy hablando de plantas verdaderamente interesantes y de necesaria preservación. Quizás la más señera sea un descubrimiento muy reciente, pensaba que era el gran Allium nigrum que ya había encontrado en los terrenos volcánicos de Ciudad Real, por eso lo conocía y creí reconocerlo en tres puntos madrileños, uno de ellos aquí en Valdecarros. Bueno pues Rubén y yo teníamos dudas respecto a ciertas variaciones entre los madrileños y los manchegos, dudas que nos resolvió Carles Jiménez Box, consultando a su vez a los mayores especialistas; no era el dado hasta ahora por Allium nigrum que habitaba Madrid hasta mediados del S. XX en Delicias, Vallecas, Vicálvaro o Ribas de Jarama, lo que ya hubiese sido un gran hallazgo, sino que se trata de una nueva especie para España, se trata de Allium cyrilli. Pues tras este descubrimiento, la población de Valdemingómez fue barrida, al igual que las chabolas de la Cañada Real, en aras del futuro Bosque Metropolitano de Madrid, y ahora la población de Valdecarros ha sido diezmada por un puntual movimiento de tierras en medio de esa gran extensión de pastizales libres.
El abandono y la basura también ha llevado a que por aquí puedan aparecer algunas especies tan raras como exóticas, como es el caso de las americanas Baccharis pilularis, Carthamus tinctorius (cultivada), Solanum eleagnifolia, Wedelia glauca o de la chumbera Opuntia dillenni, incluso en los montones de escombros he llegado a encontrar bellas plantas de jardinería como el acanto Acanthus mollis. La potente población de conejos sería como para hacer un estudio (desde un dron) para estudiar cómo se reparten y se organizan en el territorio los grandes vivares que se asientan al pie de los taludes o en medio de los campos, dejando esas zonas peladas de vegetación.
A las ya saturadas comunicaciones con la indispensable, laboral y económicamente, almendra central, según las previsiones de nuestra magnánima municipalidad, se sumarán 120.000 viviendas más de los llamados Desarrollos del Sureste, lo que un poco a voleo, serían unas 240.000 personas y unas 150.000 personitas. Parece mucho, pero es que aún falta por cuantificar otro nuevo “pelotazo” un poco más al este, el de la “Nueva Centralidad del Este” que pretenden para la última zona sin urbanizar del este de Madrid (Ambroz) y que supondría otras decenas de miles de nuevas viviendas.
Esto sí que es una buena orgía inmobiliaria a la que los grandes playboys mundiales del ladrillo no van a dejar de apuntarse. No es de extrañar que los grandes fondos de pensiones americanos, inversores europeos o asiáticos estén sobrevolando Madrid como (fondos) buitres. La legislación les da alas, el estado les subvenciona y favorece, incluso Ana Botella prácticamente les regaló miles de viviendas públicas y al gobierno de Carmela lo fueron minando a base de una larga y continuada guerra sin cuartel en los medios (encabezados por El País) para entorpecer su indecisa hoja de ruta al respecto.
Para algunos la salida de la crisis está en la construcción, aunque la última vez fue un auténtico fiasco y de la que no se aprendió nada de los errores cometidos, simplemente la inercia y el planteamiento es el mismo, incluso los mismos actores que solo se saben ese papel y en cuanto les dejan y hay dinero para invertir, vuelven a las andadas. Como de costumbre si hay beneficio es privado y si hay pérdidas, estas se hacen públicas, se asumen entre todos, lo demás no importa.
Ni siquiera han tenido en cuenta la cercanía de la mayor fábrica de cánceres de todo el centro del estado, la Incineradora de Valdemingómez, cuyas nocivas cenizas se están dispersando a los cuatro vientos desde unas sacas blancas rotas por la intemperie y cuya responsabilidad nadie quiere asumir, y mucho menos que se estudien sus consecuencias. La lucha contra esa incineradora será una de las ingratas tareas de los futuros habitantes de Valdecarros, pues serían los vecinos más próximos a ella y los más afectados, como dice el Instituto de Salud Carlos III respecto a quienes viven dentro de un radio de 5 kms de distancia de una incineradora.
Las tareas ingratas o poco rentables quedan para las administraciones, si hay que echar a los de la Cañada Real, las administraciones, si hay que indemnizar, las administraciones, si hay que invertir en colegios, bibliotecas, ambulatorios para toda esa población, las administraciones. Pero cuando se pierden grandes espacios naturales, patrimonio arqueológico y/o una gran biodiversidad, perdemos todos, aunque eso no importa, es la norma hispánicamente aceptada de que lo privado tiene dueño y lo público no es de nadie.
Los diseñadores de las promociones parten de un papel en blanco, no existe la realidad, el terreno, la historia, la naturaleza salvaje, se obvia incluso la topografía. En el P.A.U. de Los Berrocales están desmontando el cerro Peñuelas, que podría ser una magnífica zona verde-natural, un hito paisajístico, incluso emblemático del barrio, para alisarlo y adaptarlo a su correspondiente imagen del plano que definieron en su día, probablemente sin ni siquiera haber visto esos terrenos.
Esa realidad “en blanco”, llega hasta la misma existencia de la naturaleza silvestre de la zona, también se parte de cero, por decreto y sin ningún problema. No hay nada, aunque exista una riqueza natural más que interesante; y si hay valiosos yacimientos arqueológicos, se quitan de en medio para dejar también el papel limpio de impedimentos (cerro de La Gavia, Atalayuela, cerro Peñuelas, etc.). En el P.A.U. de Los Ahijones se está construyendo sobre la mayor necrópolis visigótica ibérica (ahora que viene Halloween, ¡¡qué pesadillas tendrán los que habiten sobre ese siniestro solar!!); también se encontró parte de la ciudad que proporcionaba los “fiambres” a ese cementerio y ya cuenta con el esbozo de una descomunal avenida encima.
Estamos inmersos en un sistema que nos lleva y nos trae, con la prisa suficiente para que no nos podamos plantear de verdad lo que queremos o quién maneja los hilos que mueven nuestras decisiones, y mucho menos que nos planteemos si esto es bueno para todos, para nuestro planeta o para una mínima y digna calidad de vida. Podremos llamar como queramos a la maquinaria superior que nos gobierna, capitalismo, libre mercado, neoliberalismo, pero lo concreto es lo que se crea, lo que se hace, lo que va a quedar para el futuro; y no creo que lo que estamos permitiendo que se haga, sea bueno para la colectividad, para las relaciones sociales, para el medio ambiente (aunque sea una bandera a la que todos los "vendemotos" también se apuntan), probablemente solo sea bueno para los pocos interesados que se van a poder aprovechar con todo esto.
El modelo va quedando patente según se va construyendo, grandes manzanas cerradas con piscina y si encima hay un gym, mejor aún, en una ciudad con arbolitos bien alineados y macro avenidas llenas de semáforos y pasos elevados para peatones, que te conduzcan directamente al atasco de entrada a Madrid. Un uso imprescindible del coche, no solo para ir a Madrid, sino para todo lo demás, compras, coles, médicos, etc.
Muchas gracias, Enrique, por tu certero y profesional punto de vista.
ResponderEliminarGracias por dejar grabado este testamento de existencia en nombre de su posible y pronta desaparición
ResponderEliminarse acerca otra burbuja inmobiliaria, no hemos aprendido nada. Y se llevará por delante toda esa biodiversidad. Qué lástima.
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