domingo, 8 de septiembre de 2024

El Bierzo, rincones e impresiones

 


El Bierzo es todo un mundo de rincones, pues tan vasto territorio, de unos 3.000 km2 desde sus más altas cotas, superiores a los 2100m, hasta los 400m de la salida del río Sil a Galicia, donde se une al Miño, río que como se sabe lleva la fama, aunque es el Sil el que lleva el agua. El Bierzo reúne en un inmenso abanico circularmente desplegado, todo tipo de valles y orientaciones, desde octavas maravillas naturales a clamorosos desastres mineros. Esta entrada es fruto solamente de varios largos paseos y, por ende y valga la redundancia, completamente incompleta.


Como ya comenté hablando de Las Médulas, estamos en un sorprendente mundo, por momentos, casi más mediterráneo que atlántico en este rincón pegado a la húmeda Galicia y más allá de los muy continentales páramos leoneses de la Maragatería; de difusos límites con la zamorana Sanabria, las leonesas Laciana o Babia, o los (medio) gallegos Ancares o Caurel. Tan mediterráneo es el clima que la gran mayoría de los montes, por debajo de los 800m poseen compactos encinares en sus solanas, también con representativos alcornoques e incluso muestras subtropicales como la del loro (Prunus lusitanica) o durillos y madroños.


Encinas abajo, bosque atlántico en el centro y, al final, valle glaciar todo reunido en un par de kilómetros. Abajo, herbáceas bajo el hayedo

Estamos en un mundo muy atlántico, con abundantes precipitaciones, en general superiores a los 800 litros al año, pero con unos veranos cada vez más calurosos y, bastantes de ellos sin lluvias en dicha estación, lo que va decantando el clima hacia lo verdaderamente mediterráneo, aunque de elevadas precipitaciones anuales. Un mundo climático muy parecido a lo que acontece en las montañas más húmedas del Sistema Central, es decir, de Guadarrama hacia el oeste.

¿Piedra o madera?

Por estas características climáticas y unos suelos también de carácter silíceo, como sus abundantes pizarras y cuarcitas, esta región tiene una flora muy parecida a la del Sistema Central. Tanto es así que existe toda una región biogeográfica, la Carpetano-Leonesa que aúna ambas regiones esquivando los terrenos calizos y sedimentarios del Duero, por la raya portuguesa, uniendo el zamorano campo de Aliste que contacta ya con la Cabrera y Montes Aquilianos del Bierzo por el norte, con los arribes del Duero y dehesas salmantinas, con el Sistema Central por el sur. A nivel botánico, la similitudes, siguen observándose, aunque ya tengamos menos precipitaciones y a menor escala, prácticamente en casi toda Extremadura hasta sierra Morena occidental, ya en el biogeográfico mundo Luso-Extremadurense.

La enorme Genista obtusirramea que en áreas más sureñas, carpetanas y luso-extremadurenses es sustituida por la muy similar Genista florida

Esto en general, pero en particular, cada orientación, cada altura, tiene una peculiar configuración topográfica que llena sus montes de variados microclimas. He estado en hayedos a poca distancia de encinares, saltando de unos bosques atlánticos, a otros mediterráneos. A pesar de la abundancia de pizarras, también existe cierta variabilidad geológica marcada por la escasa presencia de un rico afloramiento calizo en el occidente berciano que otorga una rica biodiversidad a esta zona, avalada poco más allá, en Galicia, por el pequeño parque natural de la Encina da Lastra que con solo un 2% del territorio gallego tiene más del 60% de la flora de esta comunidad y, claramente, su mayor riqueza en orquídeas.

Faja caliza en la parte más occidental del Bierzo

Hago varias rutas largas, pero muy variadas, y en todas aparecen añosos ejemplares de castaños al atravesar algún soto o en las mismas calles de los pueblos, aunque la mayoría no están en buen estado de salud. El bosque dominante es el rebollar de Quercus pyrenaica y por encima, en el límite forestal, aparte de las frondosísimas riberas, es donde existe una mayor diversidad de especies, con serbales, pequeños abedulares, algunos tejos, etc. Pero casi tan rico como el bosque es el matorral, tan denostado por los ingenieros de montes, pero tan rico y diverso que lleva a pensar que esta zona es una de las pocas áreas generadoras de familias y especies arbustivas, pues pocos lugares hay en la península tan diversos en genisteas, la familia de las retamas y escobas, o en brezales como esta región, incluso hay una especie endémica de estos montes del oeste del Bierzo como pueda ser la Genista sanabrensis.

Jaral-brezal típico con jarillas, genistas y brezos varios

Por momentos y según la altura y orientación de los caminos, voy viendo plantas de mundos casi contrapuestos, donde plantas cantabro-pirenaicas casi se mezclan con las mediterráneas, desde un mundo subalpino a uno mesomediterráneo. Me acerco a un hayedo impresionante, siempre ubicados en las situaciones más frescas y húmedas y allí casi me creo que estoy en los Alpes, todo lleno de agua y verdor por todas partes.




    En un recóndito lugar veo lo que no había visto nunca, un bosque de serbales, una serbaleda si es que existe tal nombre, pero de serbales tan altos y en tal cantidad que casi no se pueden apreciar sus hojas hasta una considerable altura, no como los serbales de cazadores normales que veo dispersos entre el matorral y las rocas del límite del bosque, en su tradicional posición, dando arbustos-arbolillos de porte espeso y redondeado, siempre junto a acebos que también dentro del hayedo, ocupan bastante del sombrío interior del bosque.

Serbaleda espesa y alta frente los solitarios serbales del límite del bosque

Este año parece que ha sido bueno, que las lluvias han sido generosas hasta bien entrado el verano, y seguían. Veo cascadas por todas partes y los ríos bajas tumultuosos todavía para lo avanzado de la estación, aunque al estar las gargantas tan en sombra, las pozas son todas de aguas heladas, tanto que en las piscinas naturales apenas se ve gente dentro del agua. Gargantas con buenas alisedas y fresnos de hoja ancha, con algunos grandes arces y nogales intercalados; otro buen producto del Bierzo, las nueces, aparte de manzanas, peras y cerezas, entre otros, pues aquí prosperan todos los frutales, al igual que, como he visto, todo tipo de especies vegetales.



Estampas de la riqueza acuática del Bierzo

Según los caminos atraviesan pizarras, se meten en umbrías o solanas, o suben de nivel, las plantas que me rodean van cambiando, y más cambian aun, cuando me meto en la franja caliza que señala la Peña Alba o los Doce Apóstoles, doce grandes riscos alineados bajo uno de los picos más significativos y visibles del Bierzo, la Guiana de 1846m, fácilmente abordable desde el Campo de las Danzas. Allí encuentro especies como Armeria ericoides, Crepis albida, Dianthus deltoides, Euphorbia hyberna, Helianthemum nummularium, Hippocrepis comosa, Sedum acre, Sideritis hyssopifolia, Silene saxigraga, Thalictrum minus, etc., incluso existen endemismos propios de estas blancas paredes, Petrocoptis grandiflora o Geranium dolomiticum. En el bosque más húmedo Aconitum vulparia, Adenostylles alliariae, Ajuga reptans, Allium ursinum, Gymnocarpium robertianum, Scilla verna, Valeriana pyrenaica, etc.

Sobre el soto, los Doce Apóstoles y la cima de la Guiana
Gentiana lutea var. aurantiaca, de flores naranjas y propia de las montañas de León

      El límite del bosque posee una gran variedad de especies arbustivas y subarbustivas, dominado por todo tipo de brezos, acompañados de altos escobones (Genista obtusiramea), carquesas (Genista tridentata), jarillas (Halimium lasianthum y Helianthemum spp.) que aquí dominan kilómetros y kilómetros de terrenos que muy bien pudieran ser forestales, pero como en casi todas las sierras españolas, el límite forestal se encuentra a un nivel bastante inferior debido a los incendios de pastos para el ganado, lo que, especialmente en esta región, debiera corregirse y apostar por una adecuación multiusos del monte.


      Las pizarras son el material básico de construcción y las que consiguen la uniformidad general negro brillante de los tejados de toda esta amplia región, aunque, por otro lado, y más lamentable, lleva a grandes destrucciones paisajísticas y medioambientales al haberse convertido en las últimas décadas, en una industria extractiva muy consumidora de superficies y que pocas veces cumple con las normativas de recuperación ambiental tras su explotación. Algo parecido pasaba antes con las minas de carbón del este del Bierzo, de Villablino y la cabecera del Sil, donde es tristemente célebre el caso de Victorino Alonso “Don Vito” también llamado el rey del carbón, un verdadero “Atila” para la naturaleza cantábrica y española, por su enorme rastro de desastres ecológicos, denuncias, destrozos, connivencia con autoridades administrativas, etc., lo que nunca debería ser olvidado, ni prescribir.

Otros paisajes están totalmente destrozados por las explotaciones mineras a cielo abierto

      No hay que olvidar que estamos en paisajes humanizados por miles de años de acoplamiento entre naturaleza y hombre, aunque ya desde hace casi 2000 años, sufrieron estos montes una de las mayores agresiones medioambientales de las que se tiene constancia en tiempos tan tempranos como los primeros siglos de nuestra historia, con la explotación aurífera romana, por medio de nativa mano de obra esclava, de territorios tan bastos como Las Médulas y otras comarcas vecinas, trayendo el agua, por una compleja y medio recuperada red de acequias, incluso de cumbres y lugares tan lejanos como el mismísimo monte Teleno a más de 2000 m de altura. Pero la realidad demográfica actual es que este rico territorio se está deshabitando a ojos vista, a no ser en las zonas bajas que es donde se ubican las grandes ciudades como Ponferrada.

Gigantes de otros tiempos que aún siguen con nosotros

      Esta triste realidad demográfica nunca debiera verse como una reversión, una vuelta de la naturaleza por sus fueros, no. Se trata de un verdadero desastre humano y ecológico, un olvido imperdonable de la labor de cientos de generaciones para modelar su entorno creando una rica cultura popular, una singular coexistencia entre hombre y campo que está claramente en vías de extinción y provocando un considerable empobrecimiento en la diversidad de paisajes, lo que acarrea también una reducción de la biodiversidad. Lamentable es el conocido caso, por ejemplo, de la magnífica Ferrería de Compludo, cuyo dueño apenas puede mantenerla a pesar de sus esfuerzos y su compromiso, aun tratándose de una joya etnográfica y arqueo-industrial de primer orden cuyos orígenes se pierden en la alta edad media.

Increíble unión de hombre y naturaleza en la Ferrería de Compludo

       En estos pueblines ya apenas queda algún bar, y si eso falla, lo demás va en cascada, aunque todo haya empezado mucho antes, con la desatención manifiesta de la administración a sus administrados, como el no velar por los servicios mínimos, la atención sanitaria, las telecomunicaciones, el fomento de la actividad comercial o laboral, el cuidado de los mayores, la atención a los recursos y bienestar del monte, y así un largo etcétera que hace que la gente deje la aldea y se baje a Ponferrada, a Madrid o a Bilbao.

 A pesar de la fertilidad de la tierra, cada día es menos común esta imagen por el abandono rural

       Las posibilidades de desarrollo económico de esta región son más que interesantes, el sector primario, con una minería que, con cumplir las normativas más elementales, podría ser bastante sostenible y rentable, a pesar de la desaparición comercial del carbón. Pero el verdadero fuerte estaría en un mayor desarrollo agrario en un mundo con agua y calor. Aquí cabe cualquier cultivo, incluso los subtropicales, incluso el aguacate se da, aunque a nivel particular, pero he visto viejos almendrales abandonados, lo que da una idea del rango de posibilidades, aunque la verdadera estrella está en el auge actual de los vinos, los famosos mencía, aunque también se utilizan los godello, más identificados con la vecina comarca orensana de Valdeorras. Agrícolamente por poder, hasta me atrevería con los aguacates que están dejando sin agua media costa del Sol, amén de otros muchos cultivos agrarios no subvencionados.

Imagen en el interior de una famosa cueva y rincón de una iglesia rural

       He conocido casos de promoción del mantenimiento de aldeas bajo mínimos poblacionales con contrataciones de gente, como ha pasado con un amigo mío, para el mantenimiento de pueblos, limpieza y mantenimiento de caminos, recogida de castañas y productos del campo, que finalmente han sido despedidos por no votar a quién se les pedía que votasen. Un caso aislado, me gustaría pensar, pero en estos desatendidos rincones parece que las cosas funcionan a estos lamentables niveles, y eso que parecía que el planteamiento era bueno. Otra muestra de este caciqueo fue el caso de la acosada concejala de Ponferrada, Nevenka Fernández, todo un símbolo de la lucha contra el machismo más rancio que se ha ganado hasta un monumento en su tierra, incluso una serie televisiva, pero que, aun así, tuvo que dejar de vivir en esta ciudad, muy al contrario que su arropado acosador.

Cerezo silvestre y colmenas
Abajo, promoción turística

El Bierzo es un paraíso natural sin lugar a dudas, aunque pase desapercibido para tanta gente que lo conoce solo por interponerse entre Galicia y la meseta, tampoco es cuestión de que se sature como está pasando en tantos lugares costeros del norte, y no tan costeros, pero hay que recuperarlo antes de que siga esa sangría de aldeas medio caídas, de emigración y de olvido, aunque en Ponferrada casi todo vaya bien, en el resto de la región no está nada claro, incluso existe un amplio consenso en oponerse a la masiva implantación de eólicas y fotovoltaicas que se pretende actualmente. Hay bastante promoción del turismo pero enfocada en puntos muy concretos, aparentemente, sin una idea global para todo el Bierzo.


Más: https://luchayescribe.wordpress.com/2013/09/28/don-vito-el-capo-minero-que-aupo-el-psoe/


domingo, 28 de julio de 2024

Adelfares de Sierra Morena


        El final de la primavera y los comienzos del verano en los ríos y arroyos de Sierra Morena, en su vertiente sur son de color rosa intenso. Es el color de las flores del baladre, aunque es mucho más conocida por el nombre de adelfa (Nerium oleander). Una planta de la familia de las Apocynaceae, con solo dos géneros, el que nos ocupa y Vinca, pudiendo  convivir ambos géneros en las situaciones más umbrosas de estas sierras.

Umbría selvática con agracejos, madroños, adelfas, encinas, fresnos, parras, etc.

Es una planta respecto a la que mostramos un cierto comportamiento bipolar, por un lado es de una belleza tal que es muy utilizada en jardinería desde antiguo, existiendo cientos de plazas de pueblo, sobre todo aquellos de colonización, con sus parterres llenos de estas plantas usualmente en juegos de colores rojos alternando con blancos; y por otro, también es una planta peligrosa, de la que dicen que si una vaca come un par flores, muere o que, podemos entrar en parada cardio-respiratoria si estamos demasiado tiempo entre sus ramas floridas. Obviamente, algo exageradas estas últimas afirmaciones, pues de ser completamente cierto esto, no sería una planta tan usada en jardinería, por una belleza y rusticidad que la hace prosperar en todo tipo de suelos y situaciones, aunque siempre prefiere las muy soleadas, como por ejemplo y últimamente, en las medianas de algunas autovías.


Se encuentra ausente de toda la zona centro y norte. Del centro por no poder soportar las bajas temperaturas invernales, aunque no parece afectar a las plantas de jardinería, y del norte, por no poder competir con las especies higrófilas más adaptadas que viven en estos ambientes húmedos que es donde teóricamente vive esta planta. 


       De la zona centro solo aparece en su más externa periferia sur y sureste, es decir en los cañones y la cara sur de Sierra Morena, y en el sureste de influencia levantina en similares posiciones. En el resto de la península, se extiende por casi todo el arco mediterráneo, desde Tarragona hasta el sureste de Portugal en el Atlántico, llegando por su areal noroeste hasta el Guadiana extremeño y en los límites occidentales castellano-manchegos, sin prácticamente superar la cota de los 500m.


Una primavera de hace ya años, me llamó mucho la atención una de las pocas veces que crucé Sierra Morena de norte a sur en esta época, las manchas rojas que delineaban el curso de los ríos, pero que también aparecían en las laderas señalando por abajo la presencia de manantiales, marcando llamativas líneas rosadas en medio del oscuro encinar hasta que desaparecían cuesta abajo, allá donde se perdía esa húmeda influencia de los nacederos de ladera, como triunfantes medallas en la pechera de los montes.

Adelfa florida en medio de un acebuchar

Como de costumbre, aprovecho para lamentar un mal endémico de esta región como es la del ganado bovino trasegando estos maravillosos bordes de ríos y arroyos, encerrados entre los vallados cinegéticos a uno y otro lado del cauce. Aunque se trate de un dominio público hidráulico, un espacio que es de todos, es sobreexplotado y ensuciado por el ganado de unos ausentes vaqueros que cobran unas subvenciones que pagamos todos, aunque parezca,  de forma ilusoria, que quien paga es Europa. 


       Esta zona intermedia o de ecotono, combina el ambiente normal de las laderas, con el ambiente acuático y ripario de los cauces, es un lugar de enorme riqueza biológica donde se acumula la vida vegetal y animal, sobre todo la de unas especies que, en esta mitad sur ibérica, tienen muy poco garantizada su existencia en estas menguantes superficies que disfrutan de alguna humedad extraordinaria en estos resecos ambientes mediterráneos.

Ladera umbrosa con quejigos, fresnos, agracejos, madroños, etc.

      Aquí la diferencia entre la orientación de las laderas marca unas grandes diferencias, también apreciables en otros lugares, entre las solanas y las umbrías, pero que al estar aquí en un área de transición entre la flora mesetaria y algo norteña y la flora claramente térmica y sureña, se hace mucho más dramática y contrastada. Las umbrías acumulan además una humedad que aparece reflejada en unas coberturas casi selváticas, al coincidir en el espacio, especies más bien de tipo lauroide, como los aquí muy abundantes agracejos (Phillyrea latifolia), lentiscos (Pistacea lentiscus), madroños, mirtos, adelfas y a veces enlazado todo ello con las largas y retorcidas ramas de las parras silvestres o incluso de las zarzaparrillas (Smilax aspera).

Solana llena de acebuches y almendros silvestres, con alguna esparraguera blanca

       Por el contrario, las solanas aparecen con bastante menor cobertura, mayor pedregosidad y pobladas por encinas, olivos silvestres o acebuches y aquí, acompañados por bastantes almendros silvestres, con pocos, pero algunos claros ejemplares de almendro mediterráneo (Prunus webbii), con aliagas (Genista hirsuta), jazmines (Jasminum fruticans), marrubio (Ballota hirsuta), acederas (Rumex induratus), esparragueras blancas (Asparagus albus) y el poco común clavel Dianthus crassipes, alcanzando en estos lugares unas tallas no muy lejanas a las de los claveles de jardinería o también la rara aulaga Genista polyanthos.

Aulaga brava Genista polyanthos en el centro-derecha y el clavel Dianthus crassipes abajo

       La adelfa, como buena especie ribereña, salvo en las ramblas del sureste donde pocas veces se encuentra acompañada por árboles, si acaso algún chopo blanco, aquí y en el norte cuarcítico o granítico de Andalucía, se acompaña por fresnos, tamujos, zarzas, rosas y atarfes o tarajes; también por alisos o sauces como aquí con el sauce Salix pedicellata o la bella clemátide, Clematis campaniflora, y aunque convive con todos ellos, le cuesta soportar los espacios más sombreados. En los terrenos más térmicos y sedimentarios del centro de la cuenca del Guadalquivir, también se acompaña por otro florido arbusto de buena talla, el sauzgatillo (Vitex agnus-castus). Ya en adelfares aún más térmicos también aparece, aparte de con el mirto, con la cresta de gallo (Phlomis purpurea) o con el palmito (Chamaerops humilis).

La cresta de gallo en una de sus escasísimas localidades castellano-manchegas

       Vistos los calurosos tiempos que corren y observando el avance de la colonización casual de la adelfa en el entorno urbano, ya empieza a no ser raro el avistamiento de algún(os) ejemplar(es) en pleno medio natural, lo que en unos pocos años, estoy convencido, llevará a una fuerte expansión de la especie en tramos de ríos y arroyos bien protegidos de las heladas en todo el territorio nacional. No soy ningún abanderado de la eliminación de especies exóticas de nuestra naturaleza, a no ser en los casos en que haya buenas especies nativas muy perjudicadas. 

Orillas con la invasora datura, aquí de grandes proporciones, en ríos con peor calidad de sus aguas

       Los tiempos que corren son tiempos de cambio, de desastres por nuestro “no saber hacer” o dejar hacer a los grandes tiburones de nuestra sociedad, pero también de oportunidades. No se puede cerrar dogmáticamente el avance de prácticamente ninguna especie que no sea claramente dañina y perjudicial. Estamos en un punto en que no podemos mantener conceptos de lo que es el bosque o la vida botánica en determinado lugar, sin aceptar que estamos tratando de conceptos cambiantes, móviles en función de los tiempos, de los climas, de los usos, etc. Hay que medir concienzudamente nuestra intervención y, en lo posible, dejar hacer que es lo que realmente la naturaleza hace, vive y deja vivir, la prohibición no es la norma, es un extremo solo justificado en muy determinados casos. 



       Es completamente necesario potenciar, por lógica y por miles de razones más, las conexiones entre diferentes áreas geográficas, los llamados corredores ecológicos o las vías por donde las especies pueden sobrevivir, migrando de áreas que se empiezan a ponerse imposibles para su subsistencia, por cambio de clima, por competencia, por lo que sea o bien al revés, colonizando nuevas áreas, expandiéndose, probando si la vida es posible en otras regiones. Parece mentira, pero lo que en la fauna se ve muy claro, con las especies vegetales, también es muy visible esa movilidad geográfica, aunque cueste un poco más de tiempo verlo, sigue siendo la misma dinámica y movilidad que con los animales.


          Poca gente como yo lo hará, pero merece la pena buscar estas rosadas galería fluviales, es un disfrute de las que estas fotografías son solo una tibia impresión del fantástico espectáculo de ver las riberas de Sierra Morena vestidas con estas veraniegas galas. Por aquí hay cientos de gargantillas y arroyos cuajados de adelfas en plena floración, merece la pena encontrar los mejores adelfares en toda esta franja ibérica.


    Como digo siempre, no hay que buscar los supuestamente prístinos paisajes norteños de bosques con sus ríos y grandes montañas culminadas, al estilo alpino-europeo tan en boga en las imágenes de naturaleza. En nuestro país vamos sobrados de paisajes maravillosos que poco o nada tienen que ver con esa imagen de anuncio de productos lácteos con la que pretenden seducirnos con su verde y su frescor, el calor del verano también se puede disfrutar en los lugares más calurosos y si encima te puedes dar un baño en una poza rodeado de un rosado vergel, miel sobre hojuelas.


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