martes, 28 de febrero de 2023

50 años de Tablas de Daimiel, nada que celebrar

 


       Desde esta pequeña tribuna, un servidor lleva bastantes años dando la matraca con el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Sobre lo que debería ser, sobre lo que fue, sobre el agua que no llega a unos Ojos del Guadiana secos y usurpados, sobre acciones reivindicativas, en definitiva, clamando en el desierto, y nunca mejor dicho, porque esa zona cada vez está más cerca de serlo, pero al estilo saudí, junto a potentes regadíos de agua fósil.

Puente sobre el canal de drenaje del Guadiana en El Nuevo

Se van a cumplir dentro de pocos meses, los 50 años de Parque Nacional y no hay nada que celebrar. De aquellos valores naturales que condujeron a su declaración, que sirvió para detener y revertir el mayor drenaje al que se ha sometido un territorio en España, poco queda. Un drenaje que pretendía cambiar un paraíso natural por unos cultivos, hoy por hoy, como cualquier otros en regadío, excusados en una ley de saneamiento y espoleados por terratenientes locales que consiguieron, de una manera u otra, hacerse con unas tierras que eran de todos.


No hay que perder la perspectiva en ningún momento, porque todo lo relacionado con este Parque Nacional, es una cuestión de perspectiva, de lo contrario sería una cuestión de ceguera, muchas veces, interesada. Proteger un espacio con una ley o con una valla, es absurdo si ese espacio depende de toda una vasta región, al igual que podría depender en lo faunístico, de unas aves que llegan de lejanas latitudes. El Parque nació tocado, herido en su mismo lecho vital, pero como resultado y punto de encuentro final de todo un entramado acuático, tanto superficial como subterráneo, era totalmente dependiente de lo que pasara en esas regiones que hidrológicamente, le precedían. Los drenajes, antes o inmediatamente después, ya habían afectado a la dinámica fluvial, el desaforado desarrollo agrario de un regadío sin planificar, sin límites, vendría después.

Casilla de Los Duendes, una de las pocas que queda en un altozano al borde del río

       El Guadiana era un río permanente y de agua dulce que se unía a otro de agua salobre, creando un rico abanico de vida adaptada a uno y otro ambiente. En cambio, el Gigüela era un río algo temporal en su comportamiento que a partir de entonces lo fue mucho más y limitado a un mero surco en la tierra, cuando una década antes, formaba también unas tablas enormes y sumamente parecidas a las de Daimiel, en su encuentro con el Záncara (una corriente dulce y otra salobre) y con los lechos antiguos de un Guadiana que venía desde Argamasilla. Igual podría decirse de toda su red, del Córcoles, del Rus, del Saona que al unirse con el Záncara (una corriente dulce y otra salobre) también formaba otras grandes tablas, el llamado Pantano de Muleteros.

Vega del Guadiana bajo El Vicario, cerca de Ciudad Real

       Todo aquello ya prácticamente no existe, la circulación superficial de las aguas de la Mancha fue algo que pasó de que se secaban muchos veranos, a ser intermitente a lo largo de los meses, a ser intermitente, pero a lo largo delos años. Solo en varias ocasiones en los últimos 35 han corrido todos ellos, al menos en el periodo 97-98 y en el 2011-2013, siempre con cerca de un año de retraso respecto a los años de bonanza hídrica. Ahora que cuando corren es absolutamente espectacular, entonces se llenan de una vida que parece adaptada a esa intermitencia. Es entonces cuando los ríos sacan las escrituras y pasan por encima de las vallas y de las supuestas propiedades sobre un medio que es de todos y para siempre, pues como bien califica la ley el Dominio Público Hidráulico es inalienable, inembargable e imprescriptible, lo que también afecta, como no podría ser de otra manera, a las aguas subterráneas.

Llanura de inundación abajo de Sancho Rey cerca de Ciudad Real capital 

       Ese es el quid de la cuestión, las aguas subterráneas. Estamos en una tierra llana y permeable, y al ser tan llana, por un lado es casi imposible retener el agua en embalses y derivaciones para su aprovechamiento agrario, si acaso, las escasas pendientes daban para el aprovechamiento de algunos antiguos molinos y batanes, hoy arruinados, y por otro, esa planitud hace que los ríos, aún funcionando, fuesen incapaces de profundizar su lecho por ausencia de pendiente, lo que llevaba en las avenidas, a amplios desbordamientos laterales en lo que geomorfológicamente se conoce como llanuras de inundación. Estas áreas no servían para la agricultura (salvo alguna aventura arrocera), pues periódicamente se inundaban por tiempo indefinido, lo que muchas veces conllevaba una cierta salinización de los suelos, algo más evidente en los últimos años, pues los ríos cuando corren van disolviendo y cargándose de mayores cantidades de sales de las que habría en una circulación fluvial más continuada. En estos ríos las terrazas fluviales son prácticamente inexistentes o invisibles, de haberlas, solo aparece la fase inicial, sin incisión fluvial, en lo que es la llanura de inundación.

Llanura de inundación aguas abajo de Alarcos

 Hoy, cincuenta años de lucha por mantener en las mejores condiciones unos espacios llenos de vida que han ido agonizando, con etapas de desastre o de acuático espejismo en los años buenos. Mucha gente se ha ido quemando en el camino y no es para menos, porque  era una lucha quijotesca contra los gigantes de una agricultura implacable, demasiado mimada por la administración, de un signo u otro, que a su vez seguía la línea del dejar hacer a bancos, agroquímicas, empresas de sondeos, de una actividad que generaba dinero en el corto y medio plazo, pero que no se ha querido contener, conducir, adaptar, compatibilizar con otros usos o con el medio natural y, mucho menos con el clima que es el que es y que para colmo, se está calentando. Se va regando ya con agua fósil y cada vez más sucia, en muy poco tiempo, tras legalizar o permitir todo, van a tener que cortar el grifo a muchos, y menuda papeleta la que se nos viene encima, sin contar con la contaminación del acuífero.

Pozos "legales" en la Mancha, cada punto negro; en azul Daimiel y Ruidera. Fuente CHG. Pero, ¿Cuántos ilegales hay?

       Cincuenta años después no hay nada que celebrar, cualquier comparación de las áreas húmedas manchegas, sea Parque Nacional, sitio Ramsar, Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda o simples arroyos o charcones, casi toda la vida previa ha ido desapareciendo paulatinamente, sin estridencias, sin ojos que al parecer solo estaban puestos en Daimiel y tampoco han servido de nada, pues ya no cumple, en lo que a la naturalidad se refiere, los estándares para ser Parque Nacional, pues tiene cuatro represas y se rellena con aguas de pozos o de agua (potabilizada) que le llega a veces detrayéndola del trasvase Tajo-Segura a través de la "Tubería Manchega". 


      Declaraciones de Sobreexplotación (1987), compras de derechos, planes especiales, compensaciones de rentas, subvenciones varias, etc. han sido un enorme coladero de dinero público nacional y europeo que, vistos los resultados conseguidos respecto al ahorro del agua, solo se puede describir como un gigantesco fraude, el fraude del agua en Castilla la Mancha.


       Si se ahorra agua con el goteo, ese ahorro no es para recuperar niveles del acuífero, va para ampliar el regadío o para legalizar ilegales, si se crea una “tubería manchega” para garantizar el consumo humano, este consumo se detrae de la de los pozos, pero ese ahorro sirve exactamente para lo mismo. Desde aquella declaración de sobreexplotación que debería haber parado y reconducido el regadío que probablemente ya dobló aquella superficie. Parece ser, y todo apunta a ello, que el recurso de la Junta de Comunidades, opuesta a la Administración Central que sí quiere reducir el regadío, es tomar el agua de otra cuenca, la del Tajo, para abastecer este desorbitado regadío de la Mancha.

Oscura imagen de niebla y humo entre los Ojos y el Parque

       Ante esta situación que sigue sin ir al quid del problema con una mínima lógica y valentía, desde las asociaciones naturalistas que campeamos por la zona y a partir de Ojos del Guadiana Vivos hemos elaborado un manifiesto sobre esta “no celebración”. En este manifiesto sí que hay opción de celebración a partir de una solicitada ampliación del parque, un nuevo comienzo, un hacer las cosas como se debieron hacer en su día, sin soluciones salomónicas cortando las tablas por la mitad, protegiendo unas y drenando otras.

Pasarela recién estrenada tras las últimas obras

    Se trata de recuperar todas las llanuras de inundación del Guadiana desde su extremo occidental, más allá de la capital ciudadrealeña hasta los Ojos del Guadiana y su continuidad por el Gigüela más allá del actual Parque Nacional, hasta la Junta de los Ríos Záncara y Gigüela. Lógicamente ya no estaría el foco en Daimiel, aunque seguiría siendo su núcleo, por lo que abogamos por una nueva denominación, la de Parque Nacional de las Tablas y Ojos del Guadiana.

Llanura de inundación de Alarcos vista desde el Arzollar

     Estamos hablando del Dominio Público Hidráulico y de otras posibles pequeñas fincas que se le podrían añadir, de tablas fluviales en buen estado como las de los Ojos, las de Villarrubia, las de Flor de Ribera, las de Calatrava, Los Praos, Peralvillo, Benavente, Gaijón, Cantarranas, las de Alarcos, la de la Patata y las vegas de Albalá, Jabalón, Geldres, Valbuena y la amplia desembocadura de multitud de tributarios. Son territorios vivos y ricos, y por supuesto, estamos hablando de revertir las zanjas de drenaje que hieren a varias de ellas y que no verían sino aumentar su riqueza vegetal y faunística en un todo continuo, un verdadero pasillo ecológico que garantizase la continuidad ecológica de toda la región manchega, rodeada de un mundo antropizado de explotaciones agrícolas cuyo reflejo de buen funcionamiento sería precisamente el buen estado de esta protegida arteria fluvial.

Lectura del manifiesto de los 50 años y recogida de firmas en el PNTD

      Esta ampliación, discutible por algunos que no ven, sino que lo que pasa ahora en el Parque Nacional, ocurriría igualmente, pero a mayor escala, creemos que es la única alternativa viable a un problema enquistado en un pequeño lugar que no hace sino ganar en artificialidad. Hace poco con un decapado de un metro de profundidad, renovación pasarelas, plantación de masiegas, etc., y en breve con la proyectada ampliación del edificio del centro de interpretación. 


      Obviamente la ampliación no implica que se desatienda el parque actual o que no se tenga que seguir luchando contra el uso irracional de un agua que es de todos y para todos, lo que incluye según nuestra constitución el buen estado de nuestros ríos y humedales, además de hacer de ella un uso sostenible respecto a las actividades económicas. (Art. 45:Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente). 

Mapa antiguo de las tablas de Calatrava con la vega de la Posadilla arriba y el Pellejero por abajo de la península del castillo

     Una ampliación de esta envergadura, integraría el verdadero origen, el manantial primigenio que son los Ojos del Guadiana, dejando un claro aviso jurídico a quienes pretendieran usurpar lo público; haría inviable la artificialidad o el maquillaje de nuevas represas y sería un hito de la renaturalización por la reversión de los grandes canales de drenaje; amplificaría el tema del buen uso del agua a espacios muchos mayores, y fundamentalmente, protegería las últimas llanuras de inundación naturales que quedan de los grandes ríos peninsulares, acogiendo tablas fluviales de gran importancia ecológica como las anteriormente señaladas; haría de nexo y reclamo para la reunión de los grandes valores culturales e importantes yacimientos arqueológicos,  ahora algo desconectados (Calatrava la Vieja,  Alarcos, motillas del bronce, ermitas, molinos, etc.) y el futuro Geoparque Volcanes de Calatrava, etc.; promovería la recuperación de más de una decena de lagunillas adyacentes que han sido convertidas sin mayores problemas en poco rentables campos de cereal; incorporaría una serie de Hábitats que hoy no se encuentran en el parque actual o están ínfimamente representados como saladares, encinares, albardinales o arenales.

 

Cerca de Campomojado, contacto entre encinar y ribera, con un ontinar de por medio

Se trata, en suma, de recuperar un gran patrimonio que los manchegos y cualquier amante de la naturaleza que se precie, dejó de poder disfrutar hace años, pero que fácilmente, sin grandes presupuestos, se podría recuperar en solo unos pocos años. Daimiel y por extensión, la Mancha, se estudia en universidades europeas como ejemplo paradigmático de destrucción de la naturaleza en relación al uso descontrolado del agua; hay que hacer que se pueda ejemplarizar de nuevo, pero por el proceso inverso, el de la puesta en valor a todos los niveles de una naturaleza manchega y una nueva cultura del agua ejemplarmente recuperadas. 



      Vamos a convocar este aniversario numerosas actividades para llamar la atención a la ciudadanía sobre este gran espacio natural trasladando nuestras demandas. Empezamos a inicios de febrero con una marcha reivindicativa desde los Ojos del Guadiana hasta el molino de Molemocho a la entrada del Parque, fue un éxito a pesar del frío, la niebla y los 14 kilómetros por el camino de sirga, destrozado en muchos lugares por cultivos que ganan espacio a costa de lo público, sean caminos o riberas. 

Acogida delante de la ermita de Nª Sª de la Encarnación de Carrión, por parte de la asociación Tablas de Calatrava

Junto con la Asociación Naturalista Tablas de Calatrava, grupo ejemplar de gente concienciada y amante de su tierra (Carrión de Calatrava) y de sus valores naturales y culturales, llevamos a cabo una inolvidable jornada casi festiva con un magnífico recorrido por sus campos, (ermita de la Encarnación, castillo de Calatrava la Vieja, paseo por los Praos, puente restaurado de Malvecinos, por la limpiada Cañada Real de la Plata y convite de migas en el Hervidero), poniendo estos lugares en valor y en relación con la gran arteria de un Guadiana, ahora sin agua, pero aparentando a pesar de ello, una gran vitalidad y naturalidad en sus Tablas de Calatrava.

Paseando por los Praos de Carrión

También iniciamos una recogida de firmas en Change.org en apoyo al manifiesto que ha contado con bastante apoyo, muy al contrario que el triste manifiesto de un grupo de interesados científicos demandando más agua para las Tablas a través de la tubería manchega, solo 17 científicos Hm3 a detraer del río Tajo (un buen regalo para los regantes). Pero esto no es raro, hay también más pseudocientíficos, incluso premiados por la Junta de Comunidades, diciendo que el gobierno nos engaña y que hay mucha más agua en el acuífero de la que nos dice la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Tablas de Calatrava va a tener que convocar más Encuentros del Agua en el castillo, para terminar de sentar claramente lo que ya está muy claro que dice la ciencia sobre el agua del subsuelo manchego. Estoy seguro que, desde todos los sectores, incluida la agricultura (exceptuando Asaja u otros talibanes anti-ecologetas), apoyarían nuestras peticiones, en beneficio de todos y para tener algo sano y natural que dejar a las generaciones venideras.



martes, 31 de enero de 2023

Los Quejigares del Jarama

 


          Los Quejigares del Jarama se encuentran en la primera parte del Jarama medio, un Jarama que acaba de atravesar las cuarcitas de Colmenar para dar la curva que tuerce su oriental dirección inicial para virar hacia el sur y al tras su contención en el dique del Vado, se despide de un mundo silíceo, casi negro del color de las pizarras, para introducirse primero en un rojo ámbito sedimentario, de unas arcillas mezcladas con todo tipo de sedimentos. Una vez seccionados y atravesados esos rojos territorios, tan proclives a formar espectaculares cárcavas, el Jarama se introduce en un cañón calizo hasta volver a atravesar ámbitos sedimentarios, pero ya de cuenca, donde aparte de las típicas arenas y arcosas madrileñas, también aparecen materiales de precipitación química de origen lacustre, como los yesos y más adelante, pasado Madrid, también volverá a estar cerca de los últimos paramos calizos en su orilla oriental.

Abajo estratos cretácicos con areniscas, dolomías y arenas

       Esos quejigares del Jarama, se corresponden con la parte que atraviesa el cañón de calizas cretácicas, aunque el quejigo no es únicamente calcícola, es en esta área es donde mejor se dan, pudiéndose encontrar aguas arriba, pero pocos, pues al poco de acercarse a la sierra, van siendo sustituídos por su congénere el roble (Quercus pyrenaica), aunque en casi toda la peana de la sierra, lo que se extienden son enormes repoblaciones de pinares (Pinus pinaster), para cuya mayor prosperidad fueron desalojados algunos pueblos de la poca gente que por ahí vivía; al respecto, un caso sangrante es el conocido de Fraguas, donde quisieron retomar el testigo colonizador un grupo de jóvenes que pasaron por prisión por luchar físicamente contra la España Vaciada, ya quisiera yo tal efectividad en la lucha por la ocupación del dominio público en las orillas del Guadiana y demás ríos manchegos.

De fondo el Ocejón, la "montaña" de Guadalajar, por debajo línea verde de pinares.

       Pasado el cañón calizo, solo aparecen los quejigos en las zonas más húmedas y de mejores suelos, como en las umbrías al pie de las laderas, tanto en las laderas yesosas de la zona de Uceda, como en terrenos más arenosos río abajo, para dejar de haberlos ya en las cercanías de Madrid. Por toda el área norte, sobre los materiales arcillosos de la raña o piedemonte de esta sierra norte de Guadalajara, la vegetación potencial es una mezcla de encinar, en las áreas más asolanadas y rocosas, y de robledal allí donde los suelos sean más profundos y el quejigo solo prospera en las áreas más bajas y protegidas, incluso hibridándose con el roble (Quercus x numantina).

Hojarasca de roble (abajo con gran encina), con pinta de hibridación con quejigo

       Estamos en una zona de mezcla de tipos de bosque (encinares, quejigares, robledales, enebrales, pinares, sabinares, bosques ribereños, etc. Existen sabinas dispersas o en grupillos por toda la región, pero cerca de Tamajón existe un muy buen sabinar en la ermita de los Enebrales, con formaciones calizas de tipo ciudad encantada. Enebrales por supuesto que allí donde asoma la roca madre, se hacen dominantes, ya sea en pizarrales o en cualquier otro sustrato. Las solanas y toda la parte sur de la región es el dominio del encinar, a veces de signo silicícola sobre arenas o en las rañas y sus barrancos, y otras sobre calizas o yesos, de signo basófilo.


       Muy llamativa por los llamativos tonos rojizos frente a los tonos oscuros de la vegetación, es la formación sedimentaria que rodea por el oeste primero y luego por norte y este, los bordes de esta zona caliza. Se trata de materiales erosionados de las montañas pizarrosas y cuarcíticas en épocas pasadas, hoy formando piedemontes y grandes rañas, cultivadas allí donde la planitud ligeramente inclinada de esta formación, no está abarrancada por los numerosos arroyuelos que la surcan. Cárcavas hay donde más potente es la erosión remontante de los arroyos o también, allá donde por incendios u otras razones, se ha perdido la vegetación que contenía con sus raíces los suelos. Espectaculares son las existentes en la vecindad del Pontón de la Oliva, convirtiéndose en un insospechado recurso turístico, como también ocurre en el pueblo, enmarcado por rojas cárcavas de Puebla de Valles, siendo ya una seña de identidad de este pueblo serrano.

Cárcava gigante y entorno acarcavado de Puebla de Valles

       El río Jarama es uno de los ríos más terribles de todo el centro peninsular, aunque esta fama está trasnochada tras sus sucesivos embalses de regulación. Ha sido hasta hace pocas décadas un río en el que nadie quería fundar pueblos en sus orillas, con el curso cambiante, según las avenidas, que a veces ha toreado puentes, dejándolos en ridículo a un lado del cauce, como puede verse en Talamanca o en San Martín de la Vega y que, por desgracia, también se llevó bastantes vidas por delante en sus más terribles avenidas. No hay que olvidar que este río recoge el grueso de las aguas serranas (valle de Lozoya, Somosierra, Ayllón sur, al Henares e incluso ya bastante abajo a un crecido Manzanares debido a los enormes requerimientos hídricos de la capital que acopia mucha agua de cuencas ajenas.

Cauce del Jarama y cascada en vallejo lateral

       El quejigar se encuentra, salvo cuando brotan, en su momento más llamativo, con sus hojas de colores varios, predominando los amarillos y ocres que duran bastante, siendo una de las llamativas hojas más tardías de todo el otoño, solo a menudo retiradas por las hojas de la nueva primavera. El llamativo color otoñal de los cornicabras acaba de desaparecer o solo quedan contados individuos pintados. Por un par de semanas no hemos asistido a la plenitud otoñal de estos bosques mixtos, perennes y deciduos, pero por contra, tras una semana de fuertes lluvias, podemos disfrutar de un espeso tapiz muscinal que acapara todos los vericuetos de las laderas sobre rocas y troncos. Así mismo el Jarama viene crecido y se pueden apreciar cascadas laterales que sobre los amplios territorios pizarrosos del oeste, totalmente impermeables, promueven que existan cascadas en cualquier desnivel ribereño. Más impresionante tuvieron que ser tras la semana de fuertes lluvias que sucedió a esta excursión.

Quejigar orlado de enebral y espeso bosque galería de alisos y algunos chopos

       En esta zona predominan especies calcícolas como el espantalobos (Colutea atlantica), jazminorros (Jasminum fruticans), romeros (Rosmarinus officinalis), aliagas (Genista scorpius), tomillos (Thymus vulgaris) y otras no tanto, como el arce (Acer monspessulanus), el rusco (Ruscus aculeatus), los majuelos (Crataegus monogyna), rosales (Rosa spp.) o las hiedras (Hedera helix). A veces aparecen buenos rodales de especies más acidófilas, como puedan ser los jarales, a menudo mezclados de jara estepa (Cistus laurifolius) y pringosa (C. ladanifer) o mejoranas (Thymus mastichina).

Sotobosque de espantalobos y abajo un arce


       En estos asomos rocosos calizos aparecen buenas comunidades rupícolas no presentes en ámbitos silíceos como puedan ser las comunidades de extraplomos no se mojan con la lluvia, sino que toman el agua de la que escurre por las paredes o de la que se filtra por la porosa roca caliza. Aquí destacan raros helechos como Asplenium petrarchae, A. ruta-muraria, Cheillantes acrostica y otras especies de estos medios como los zapatitos de la virgen Sarcocapnos enneaphylla, con flores como zapatos de tacón o el dragoncillo Chaenorrhinum segoviensis. En el resto de rocas abundan los tés de roca Jasonia glutinosa y helechos como Ceterach officinarum o Asplenium trichomanes.

Zapatitos de la virgen y abajo un álamo temblón

       Los escasos sotos y el bosque galería son una auténtica joya por la madurez y compacidad de las formaciones boscosas, siendo dominante el aliso (Alnus glutinosa) y con dispersos, aunque a veces numerosos fresnos, álamos negros y olmos que en el entorno del monasterio de Bonaval, tienen grandes tallas. Escasamente se ven, más en los arroyos laterales, algún abedul (Betula pubescens), álamo temblón (Populus tremula) o avellanos (Corylus avellana) o el cada día más escaso tejo (Taxus baccata). Parte de esta euro-siberiana riqueza le viene o vino de aguas arriba, pues no hay que olvidar que en la cabecera del Jarama se encuentra el valioso hayedo de Montejo, donde incluso muy río abajo es posible encontrar ejemplares aislados de haya e incluso de roble albar (Quercus petraea).



       Como guinda del recorrido, las numerosas cuevas y cavidades de esta región caliza, algunas hasta hace poco aprovechadas para corrales o casillas, algunas como muestran sus cancelas a la entrada, deben guardar secretos no aptos para gente sin educación, ya sean formaciones de espeleotemas o quizás pinturas rupestres. Otras muestran las pruebas de que están en pleno estudio arqueológico, con catas bien trazadas y plásticos cubriendo los taludes. 

Cueva bien guardada

     Otra joya histórica del recorrido es el abandonado y en proceso (permanente) de reconstrucción, monasterio cisterciense de Bonaval en un enclave idílico, donde una numerosa comunidad religiosa fue autosuficiente durante centurias, explotando el campo con ganados, sus trigales, huertas y frutales, con su molino harinero y su labor evangélica. Igualmente existe un puente ya sin uso, tan fuerte y bien localizado que no ha sido burlado por el Jarama.

Puente del camino de Valdesotos a Puebla

       Todos estos pueblos viven ya en un relativo equilibrio entre el abandono por parte de sus jóvenes y el regreso de jubilados y disidentes/convivientes de Madrid o Guadalajara. Con un ligero repunte tras y durante la pandemia cuando algunos atrevidos pasaron meses de disfrute alejados de los rigores urbanos, aunque soportando las malas infraestructuras de comunicaciones, bien viarias o de tráfico de bits. En los veranos se triplica la población o más, pero los inviernos, incluso en fin de semana, son solo cuatro-cinco las casas habitadas. Algún detalle raro, no sé si práctico o triste, pero chocante, un pueblo con barrera para forasteros, el fantástico y fresco pueblo de Valdesotos, en un rincón paradisíaco, mitad serrano, mitad ribereño, en un rincón al que es difícil llegar, con una barrera de acceso al pueblo, con su aparcamiento para turistas previo a la cancela, dejando y perdón por el palabro, una visión distópica del mundo rural.

Abajo ramillas fructiferas de cornicabra colgadas de un olivo abandonado

       La verdad es que esta región ofrece muchas posibilidades de recuperación rural, pero supongo que las malas o ausentes infraestructuras de desarrollo, sería el lugar ideal para que aterrizaran esas subvenciones que ayudan, aunque también pervierten, a la economía de la zona, vía PAC o vía subvenciones turísticas mantienen a la aún demasiada escasa población local. Con las infraestructuras adecuadas se podría aprovechar más de lo que se hace o recuperar, actividades económicas como la producción oleícola, actualmente abandonada, los frutales (nogal, cerezo, etc.) o la extinta ganadería extensiva, algo que vendría muy bien para una ligera de unos montes bastante usurpados por las grandes repoblaciones que ahora peligran por la subida de las temperaturas.

Fotos anteriores al incendio que se cebó este año en estas mismas laderas

       Ha sido una pena comprobar, sobre lugares que ya admiraba previamente, los efectos del llamado incendio de Valdepeñas de la Sierra de este pasado verano que asoló las inmediatas laderas occidentales del Jarama, a lo largo de bastantes kilómetros río arriba, precisamente, en las cuestas formadas por los diferentes estratos cretácicos (dolomías, arcillas, margas, areniscas, arenas, etc.) que estaban cubierto por un monte sin domesticar de grandes quejigos y cientos de arbustos de todo tipo y pelaje. Hoy la mayoría de esas laderas solo muestran los negros esqueletos de lo que fueron unos montes dignos de admiración, mucho mejores y variados que los pinares de repoblación que les siguen hacia occidente, sobre pizarras.





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