jueves, 31 de agosto de 2023

El Sueve - Frescores asturianos

 


Finalmente he podido pasar unos días alejados de esta meseta caldeada y reseca en que se ha convertido todo el centro peninsular, por no hablar Andalucía o la mayor parte de Extremadura y eso que este año junio nos ha perdonado y ha sido generoso en lluvias y temperaturas soportables. Reducir esos cuarenta grados a prácticamente la mitad, ha sido un placer, casi tan grande como el horror de pasar de esos veinte y pocos a los cuarenta y pocos de esa segunda quincena del ferragosto madrileño. Ha sido un alivio tan grande como el acontecido a finales de agosto, al pasar de esos cuarenta a menos de treinta, entonces se podían hacer cosas, salir o trabajar sin tener que andar escondido y acobardado delante de una pantalla y asistido por un imprescindible ventilador.


       Este verano demuestra claramente las previsiones, con algún esporádico altibajo, de que cada año va siendo más caliente que los anteriores, eso se recibe el nombre calentamiento climático. Cada vez que la Aemet da las previsiones trimestrales, aún dentro de hacerlo bastante a bulto, en cuanto a lluvias suele igualar o quedar ligeramente por debajo del periodo de referencia, que suele ser el treintenio 1980-2010, que dentro de muy poco será el 1990-2020, y sin ninguna excepción (que yo haya visto), siempre dan una temperatura por encima de la de ese periodo de referencia, eso también indica a las claras que estamos calentando el planeta.


       Los gases de efecto invernadero están alcanzando niveles nunca vistos en cientos de miles de años, pero, aunque haya una clara correspondencia entre temperaturas y emisiones, a mí me gustaría ver una cuantificación energética. Pienso a veces en la energía que producíamos hace varios miles de años, cuando éramos una especie de varios millones de humanos dispersos por medio planeta, distribuidos en grupos familiares o pequeñas tribus y apenas manteniendo una pequeña hoguera permanente en cada clan; en la actualidad somos más de ocho mil millones de individuos y estoy seguro de que cualquiera de los menores pueblos o ciudades que ronden los mil habitantes, ya producirían una energía superior a la que produciría esa humanidad entera de la antigüedad, aunque sé que hace unos cuatro mil años produjimos un “pequeño“ cambio climático antrópico, con la propagación del cultivo de arroz a grandes territorios en el sureste asiático y el consecuente aumento en la producción de metano en esos estanque artificiales.

Tejo, acebo, olmo de montaña, fresno y helechal

       Sigue habiendo negacionistas climáticos, aunque cada vez parecen más tipo secta clandestina que se sienten perseguidos por el resto del mundo o despabilados personajes interesados en bailar al ritmo de quienes tienen dinero o status empresarial que perder si se nos ocurriera cambiar esta inercia que es el juego económico y social en el que nos vemos sumergidos. Como se puede ver esta también es otra secta clandestina o no tanto, que ve que hay demasiados intereses implicados en que todo siga como va hasta ahora, aunque vayamos hacia el precipicio, mientras no estemos en caída libre o en choque brutal contra el fondo del abismo, todavía vamos bien. Ya lo dijo Greta Thunberg y, como no la podían rebatir con ningún argumento razonado o razonable, le dijeron que tenía que callarse y continuar sus estudios como una buena chica “normal”.

Como en un bosque virgen, hay casi tanta madera caída como en pie

       Pero dejemos los grados Celsius y vayamos al fresco, al alivio y al disfrute de una naturaleza que es como un bálsamo integral cura estas nuestras modernas afecciones (cuasi)urbanitas. A parte de un mar Cantábrico que siempre es un refrescante atractivo hipnótico, también he podido disfrutar del hayedo situado a una menor altura, comenzando a aparecer las hayas a unos 230m, y que probablemente también sea el más septentrional de toda la península. La sensación me era algo extraña, el ambiente de casi alta montaña caliza, mezclándose con algunas plantas bastante térmicas para la región o pudiendo contemplar las playas costeras desde las lomas de la montaña del Sueve.

Tras el hayedo del Sueve, la playa, el mar y el cielo

       El Sueve es una montaña magnífica, digna de la máxima protección como también podría ocurrirle a la sierra de Cuera que es su continuación hacia el este hasta asomarse a Santander o viceversa, siendo la primera barrera de más de mil metros frente a los vientos y borrascas del norte o noroeste. Hace ya muchos años me perdí por su cima en medio de la niebla, aún no sé cómo tuve la suerte de salir de allí sin demasiados problemas. Entonces aluciné por aquellas cumbres, como si fuera un insecto paseándome por una huevera vacía, pues así eran aquellas superficies cimeras, hoyo-dolina y subir loma o pared, bajar pared para dar de nuevo a otra dolina y repetir la jugada sucesivamente. Aquel recorrido me enseñó los mini bosques de “espineles” como llaman por allí a los majuelos o espinos albares que toman porte arbóreo y juegan a enredarse con acebos o tejos en esos lapiaces, en los márgenes de las dolinas o en medio de cuetos y camperas.


       Esta vez cojo la montaña desde abajo, de ese subterráneo arroyo que recoge las aguas de valle y hayedo de la Biescona, todo un bosque mágico y atlántico, plagado de helechos, musgos y hepáticas de todas las clases. Al hayedo se le une un gran número de otras especies arbóreas también de grandes tamaños, como los carbayones o robles y, destacando a veces por sus tallas, olmos de montaña. Ya en los bordes, rodeando las manchas de hayedo, como si de una orla espinosa se tratase aparecen bosquetes de acebos que como gendarmes que protegen el gran bosque, se les ve que han sufrido, y demasiado a menudo, el azote del fuego, fuego que estos inicios de primavera se cebaron con la baja montaña asturiana y por ende, de todo el norte.

Límite del bosque marcado por el fuego y por una banda de blancos troncos y ramas de acebos quemados

       Estos fuegos fueron una pandemia local que las autoridades pronto se lanzaron a acusar a pirómanos y que durante estos días en la prensa he podido leer que se ha esclarecido que en su mayor parte eran debidos a intereses ganaderos que se aprovecharon de una situación de campo seco por meses de escasez de precipitaciones. Nada nuevo, a pesar de basar su propaganda en el vapuleado “Asturias paraíso natural” que lo es, no hacen demasiado porque esa naturaleza sea para todos y la dejan de la mano de los intereses más locales y sectoriales, la ganadería extensiva y la caza. Caza que, aparte de los fuegos que acogotan estos montes, es uno de los mayores peligros que corre el bosque astur, la proliferación de especies cinegéticas ha llevado a que apenas exista regeneración del bosque autóctono, pero eso sí, Asturias está volviendo a apostar por el cultivo del eucalipto, siendo la única comunidad que, en lugar de reducir su presencia, la está aumentando.

Limitando con el hayedo en su parte más bajas, la diferencia y la biodiversidad están en extremos opuestos

       El fuego acosa esta montaña, por no hablar de la sierra de Cuera, otra montaña que posiblemente fuese capaz de ostentar el lugar peninsular de mayor pluviometría, donde incluso todavía quedan turberas en explotación de turba, de manera similar a como se hacía en Irlanda o Escocia para obtener ese carbón de baja calidad o ese sustrato para jardinería. Pero supongo, que desde que se declaró la Directiva Hábitats europea, han quedado libres de esa explotación comercial de estos escasos ecosistemas vegetales que tiene una flora totalmente especial y exclusiva de estos medios. Estas sierras están totalmente pobladas de eucaliptos y pinares por sus bases, y es una pena, que desde las fantásticas playas asturianas, el paisaje vegetal salvaje que se ve desde ellas, sea tan lamentable.


       Pero estamos en la otra punta de lo que pueda ser el fuego, estamos en la humedad, en el verdor, en el fresco y húmedo vientre de la montaña caliza. Una humedad que te une a la naturaleza, al bosque, entonces, en medio del hayedo, de las paredes, de los grandes troncos cubiertos de helechos, ves que sí que es posible la existencia de todo el elenco de la mitología asturiana. Porqué no, quién conoce cada rincón de estas montañas lo suficiente para poder asegurar que no existen Trasgus, Nuberus, Cuélebres, Busgosus o Xanas, entre otros. Si os atrevéis con estos hayedos, tejedas o laberintos rocosos como estos, queda claro que hay que dejar lugar a cualquier posibilidad.


       Si la montaña y sus bosques, llaman la atención a cualquiera, qué se podría decir del mar, un mar que por momentos está dejando de ser frío, como lo era en los años en que lo conocí, lo que por un lado, permite que puedas estar mucho tiempo dentro del agua, incluso estar más tiempo tras la puesta del sol, pero, por otro lado, se está corriendo el riesgo de una “mediterraneización” turística de toda la costa cantábrica, cosa que ya está pasando en Santander, algo políticamente difícil de impedir, dado el coqueteo contínuo de nuestras autoridades urbanísiticas con el dinero blanco o negro de la construcción, ya desaparecieron hace años arenales riquísimos como los de Verdicio y tramos de costa casi convertidos en urbanizaciones dispersas e ilegales, como para que se continúe con lo que queda sin urbanizar. 


       Hoy en día es complicado buscarse alojamiento, incluso a pesar de los altos precios de los alquileres vacacionales. Hace muchos años pasaba casi un mes de verano en la montaña y algún día que otro bajábamos a la costa, luego con la familia ya crecida, pasó a ser al revés, una semana o dos en la costa y algún día a la montaña. Ahora como mucho una semana, y si no, a buscar otros sitios buenos, bonitos y baratos.??


       Las playas asturianas, el mar asturiano, el dejar hacer, el deambular en la marea baja, aunque apenas veamos ya tantos cangrejos y estrellas de mar, las nubes que hacen que no tengas que ir pertrechado a la playa con el arsenal ignífugo. Las fuertes oscilaciones mareales dejan lugar a la admiración o a la sorpresa al ir a la playa y encontrarte con que no hay playa, así mismo esas mareas en días de mar brava dejan el espectáculo de los bufones, esos conductos subterráneos dentro de la roca caliza que dirigen las aguas en su interior a respiraderos o pozos al exterior del terreno donde lanzan rítmicos surtidores de agua pulverizada y arena hacia lo alto, cosa que ocurre en pocos lugares de toda la costa y que hace que merezca aprovechar los días de temporal para ver espectáculos fuera de lo común.


       Ha sido un placer, tanto en el interior, como en la costa, Asturias siempre será un paraíso natural y todos tenemos que poner de nuestra parte para superar o echar a un lado esos intereses que siempre intentar sacar partido de lo que es de todos para beneficio de los despabilados de siempre. La costa es tan valiosa que no podernos permitir que se convierta en lo mismo que nuestro levante y el interior hay que preservarlo de los intereses de Ence, la empresa nacional de celulosa o de unos pequeños, aunque en el pueblo sean grandes, intereses ganaderos o cinegéticos que no tienen porqué salir perdiendo, con una mayor protección y recuperación de los bosques y de la riqueza natural de la tierra asturiana.


viernes, 28 de julio de 2023

Las Lagunas de Ruidera

 


Las lagunas de Ruidera son una de las grandes maravillas de la naturaleza española, maravilla que todavía queda más realzada tras cruzar la árida y vitivinícola llanura manchega. Entonces aparece como un verdadero espejismo del que es casi necesario frotarse los ojos para comprender lo que se ve. Es el poder del agua en una de sus mejores manifestaciones, con toda su gama de colores que dan unos carbonatos que visten las aguas con sus mejores galas, galas que no es frecuente ver en otro tipo de aguas como ya las más occidentales de las áreas luso-extremadurenses, sin esas tonalidades turquesas y vibrantes que dan los fondos claros, las aguas limpias y esa pátina de carbonatos de sus aguas.

Laguna de la Lengua, con sus travertinos colgados a un nivel siempre superior al de la lámina de agua

A pesar de conocer muy bien toda la provincia de Ciudad Real, estos extremos orientales, siempre me han quedado lejos, pero cada vez aprecio más estos Campos de Montiel, comarca a caballo entre Ciudad Real y Albacete, al igual que les ocurre a estas también fronterizas lagunas. Comarca todavía no valorada en lo que se merece por méritos propios, puesto que queda a trasmano de muchos viajeros al no ser zona de paso de ninguna comunicación de importancia, siendo el máximo atractivo turístico precisamente estas lagunas, para bien, por un lado, pero para bastante mal, como siempre que las cosas no se planifican ni contienen, por otro.

Mezcla de oxígeno, carbonatos del agua, vegetación y luz solar, la mezcla que fabrica la roca de toba

Como en todo país seco, el agua tiene una importancia capital y aquí podría estar el único lugar de la Mancha donde no tiene un uso meramente productivo o lucrativo, sino todo lo contrario, un uso puramente natural y ecológico, luego también didáctico y lúdico. La existencia de estas lagunas se debe a una poco común conjunción de factores físico-geográficos en un área de gran tamaño como la que constituye el Campo de Montiel que aunque no lo parezca, se trata de un nudo geológico clave en el funcionamiento de todo el sur de España. Es una cabecera y divisoria hidrográfica no montañosa, pero de primera magnitud, confluyendo aquí: una vertiente sureña que vierte a Andalucía a través del que es el gran eje del Guadalquivir, señalado, una vez este río se enroca en Cazorla, primero por el Guadalimar y luego por el Guadalmena; una vertiente levantina a través del albaceteño Júcar, señalado por el río del Jardín y sus paradisíacos Ojos de Villaverde; y una vertiente atlántica de multitud de ríos y arroyos que conformarán la cuenca alta del Guadiana, con un Alto Guadiana que es el que recorre las lagunas y también con un Jabalón, un Azuer y un Córcoles.

La laguna Blanca, la primera y más somera de las lagunas de Ruidera

Esta región montieleña se enclava en lo que geológicamente se denomina ABCO (Antepaís Bético Castellano Oriental), región ligeramente sobre elevada por recibir las presiones ejercidas por el bloque europeo al norte y el africano al sur, cuyo juego tectónico debido a esas presiones sobre una serie de compartimentos separados tectónicamente, ha llevado a un levantamiento o hundimiento de esas piezas territoriales, dando finalmente cabida al fenómeno del vulcanismo calatraveño por ser este uno de esos bloques distendidos y abierto a dejar escapar las tensiones del manto bajo su superficie, así como también a mostrar, casi contra pronóstico, algunas manifestaciones sísmicas, como la raja de la Quebrada del Toro, que poca gente conoce. Esta es la llamada hipótesis flexural de la explicación tectónica del vulcanismo del Campo de Calatrava, así como del juego cruzado de esas áreas hundidas en cuencas o elevadas en mesetas o montes de esta zona ibérica centro-oriental. 

Sobre esta región enmarcada se han ejercido presiones desde el norte y el sur que han llevado a la tensión y levantamiento de unas zonas (ej. Campo de Montiel) y a la distensión y penetración del vulcanismo, en otras, como el Campo de Calatrava

       La clave explicativa de la formación de las lagunas de Ruidera tiene por un lado una razón tectónica, con la existencia de una gran falla en sentido SE-NW que es aprovechada por la erosión, tanto cárstica como fluvial, y por otro, una peculiar razón litológica debida a la formación de travertinos, de barreras y terrazas pétreas en los bordes , saltos o desniveles entre las lagunas. Estas barreras travertínicas se forman al precipitar los carbonatos sobre la vegetación palustre-lacustre por procesos físicoquímicos de aguas ricas en carbonatos, junto con la intervención del oxígeno del agua en movimiento y la acción biótica de las especies vegetales. Se forma así una piedra de toba, donde pueden apreciarse claramente, en su estructura, la presencia de oquedades que no son sino la huella de las plantas de un tamaño u otro que soportaron sobre sí esa pétrea deposición calcárea.

Formación contínua de toba o travertino, y ejemplo de tubos que rodearon plantas en otros tiempos

       Para que la toba se forme y consolide, se requiere: un aporte continuo de agua carbonatada (fruto de la disolución de las rocas calizas  del Campo de Montiel), sin avenidas que puedan destruir la toba recién formada o perturbar la calidad de las aguas que llega a las lagunas, por lo que es imprescindible un filtrado lateral de las escorrentías gracias a una buena vegetación de orla lagunar; una alta transparencia de las aguas para que la luz solar llegue pura a la vegetación acuática y que ésta ejerza sus funciones respiratorias y clorofílicas que aporten los elementos químicos necesarios para la precipitación química de esos carbonatos en una deposición constante sobre las superficies de la vegetación.

Rampa travertínica del Baño de las Mulas y barrera entre la Batana y la Santo Morcillo

       Estos edificios tobáceos o travertínicos son capaces de contener estas enormes cantidades de agua acumulada en las lagunas, pero a pesar de ello son bastante débiles frente a la alteración mecánica y el pisoteo reiterado que es lo que viene ocurriendo desde finales de los años sesenta con la masificación turística de estas lagunas, aparte de soportar una sucesión de conducciones de aguas y saltos para su aprovechamiento energético que ocurrió en años anteriores. De hecho, el deterioro es tal que muchas de estas zonas colindantes con las áreas más visitadas tienen que ser acordonadas y balizadas para que no pase la gente por ellas a fin de conservar las lagunas lo más parecido a como han llegado hasta nosotros desde tiempos ancestrales.

Barrera travertínica entre la Salvadora y la Santo Morcillo

       Las lagunas son básicamente 15 y muy diferentes, incluso algunas en discusión de si lo son o no, por estar colmatadas o incluso por haber acabado dentro de un camping o de una instalación turística. Las primeras, previas a la laguna Blanca, lejanas y algo salobres, donde ya es difícil definirse sobre si son de Ruidera o no y que dan origen a los pequeños tributarios que conformarán la corriente principal o Alto Guadiana, relacionadas con el río Pinilla, famoso por sus salinas, sin duda dignas de una recuperación integral, el arroyo Sabinar, el Alarconcillo o la Cañada Honda-Mimbrera (Navalcaballo).

Cabecera de las lagunas, con el río Pinilla, etc. Pueden apreciarse claramente los redondeles de los pivots que acabaron con grandes extensiones de sabinar

 A partir de la Blanca, viene el área del Vado Blanco que, a juzgar por sus pálidos suelos fluviales, soportó áreas lagunares de los que hoy solamente quedan algunos buenos manantiales, como el de la Puerca o la Cogurria. Luego llegamos ya a la serie de lagunas conectadas que comienza con la Conceja, sigue por la Tomilla, atraviesa una tendida área travertínica muy arenosa, el Baño de las Mulas, para continuar por la laguna Tinaja que vierte a la Sampedra y que recoge también el tramo final del largo arroyo Alarconcillo que en su día debió ceñir como un imponente foso el castillo de Rochafrida, no muy lejos de la famosa cueva de Montesinos.


Lagunilla por abajo de las salinas de PInilla, al fondo las sierras de Alcaraz

       El final de la Sampedro o Sampedra y la Redondilla, señalan una de las áreas más intervenidas, tanto por construcciones como por el camping de Los Batanes que posee en su interior una pequeña laguna, cada día más colmatada. Le sigue la larga laguna de la Lengua, con sus barreras travertínicas cercándola por todas sus laderas y parte final, donde en un zigzaguente trazado se suceden la laguna Salvadora, la Santos Morcillo y la Batana. Aquí llegamos a otro núcleo urbanístico como es el del albergue, el centro de interpretación del Parque y otros edificios y restaurantes que en parte dan a la laguna Colgada, cuya cola recibe el arroyo Mironcillo o de La Manga, en cuyo final también existen humedales colmatados y muy alterados por actuaciones turísticas.

Abajo la Batana, luego la Santo Morcillo y al final, la Salvadora

      El final de la Colgada y la laguna del Rey, ya dan al pueblo de Ruidera, y a partir de aquí, de la cascada del Hundimiento, se suceden lagunas y lagunillas todas ellas bastante colmatadas, menos la de Cueva Morenilla y la Coladilla y más la última de ellas, la Cenagosa. Hubo alguna laguna más, pero la creación del pantano de Peñarroya, acabó anegándolas.

Laguna del Rey en primer término y la Colgada, por encima. Abajo, tras la sabina, la Tinaja

       La vegetación de esta región es la otra joya que, aunque menos llamativa que sus aguas turquesas, da un valor extraordinario a este parque natural. Estamos en un área bastante elevada, en el límite entre el piso meso y el supramediterráneo, que se halla entorno a los 850m y que aparece marcado en lo vegetal, y dentro de una vegetación dominada por el encinar, por la presencia cada vez más abundante del encinar-sabinar, apreciándose en los últimos años una buena recuperación del sabinar. Pero esta recuperación en las zonas más intrincadas de la zigzagueante topografía cercana a las lagunas no compensa la destrucción del sabinar que ha tenido y sigue teniendo lugar en las zonas mesetarias a ambos lados de la zona protegida, primero por el regadío por medio de enormes pivots y luego por la implantación de nuevos cultivos con goteo, de vid principalmente. 

Imagen primaveral de escobas, romeros y encinas, abajo retales de quejigar

       En rincones protegidos existen retazos de quejigar y una buena vegetación arbórea ribereña en las áreas de vega, que tras unas iniciales grandes repoblaciones con chopos alóctonos, ahora se están reconduciendo, no sin cierta polémica por esos arranques con maquinaria pesada que se llevaban también muchas especies de alto valor, como varios tipos de orquídeas ribereñas entre otras plantas reseñables.

La bella Linaria aeruginea y abajo vegetación de artemisias en calcarenitas travertínicas

       Primero grandes regadíos por medio de pivots que dejaban enormes redondeles, como una terrible carcoma paisajísitica, acabaron con muy buenos sabinares y luego afectaron a numerosos pozos que abastecían riegos previos o aguas de abastecimiento municipal. Afortunadamente esa lucha por la extracción de las aguas de este acuífero de Montiel, fue zanjada por la Confederación del Guadiana con una restricción que limitó bastante estas extracciones ante la bajada de niveles de muchas de las lagunas. Posteriormente, se ha pasado de ese riego por pívots al riego por goteo, menos dañino, menos esquilmador, pero que no deja de ser más gasto y más requerimientos hídricos, normalmente para nuevos viñedos. Que por cierto, la Asociación de Industrias Vinícolas de CLM está pidiendo una, bueno otra más, destilación de crisis, ante la superproducción de vino que tiene saturados los mercados y que tendremos que pagar entre todos por ese uso desmedido de unas aguas que también son de todos.

La Aceras antropophorum que nos enseñó Jesús Fernández, abajo

       Aunque haya bajado algo la riqueza florística de las lagunas en los últimos años debido al exceso turístico y urbanístico de Ruidera, no deja de tener una flora excepcional y muy variada, de hecho, junto con Sierra Morena es el área mejor estudiada florísticamente de la meseta sur. Aquí destaca también su gran riqueza en orquídeas, donde mi amigo Jesús Fernández es la gran autoridad a la que no dudan en llamar otros aficionados o afamados botánicos cuando llegan aquí en busca de alguna curiosidad botánica. Hace tiempo, corría a su cargo una actividad altamente gratificante como era la ruta de las orquídeas de Ruidera, promovidas por la Red de Áreas Protegidas de Castilla la Mancha.

Rampa travertínica del Baño de las Mulas

       La riqueza florística de las lagunas y su entorno es apabullante, el listado de flora es tremendo y supongo que siguen apareciendo cosas nuevas, incluso Jesús sigue encontrando novedades solo dentro del grupo de las orquídeas. Yo que llevo desde hace unos años estudiando los arenales manchegos, al ver la coincidencia florística de algunas plantas poco comunes y que aparecen en estos arenales, me ha llevado a volver a estudiar un tipo de arenal casi imperceptible, que es el de las arenas fruto de la desintegración de los travertinos y que ocurre precisamente sobre ellos o en sus bases. 

Pequeña zona arenosa (con Artemisia campestre) y rocosa (con Arenaria erinacea) sobre la laguna Tinaja

      Es una vegetación muy parecida a la de las arenas, donde la gran protagonista es la Artemisia campestris, una artemisia poco común fuera de los arenales manchegos y algunas pocas plantas vivaces más, como el espectacular lino Linum astriacum subsp. collinum que a finales de primavera vuelve azules los bordes exteriores de algunas de estas lagunas.

Laguna Colgada y laguna del Rey abajo

       Como en todo lugar magnífico y con el turismo como reclamo económico local, los conflictos de intereses están servidos hasta que se llegue a un punto de equilibrio que permita esa difícil combinación dentro de unos márgenes satisfactorios para ecología y economía.

Viñedo con Alhambra al fondo. Conjugar uso productivo y el ecológico a los usos del agua es la clave

 Tras varias polémicas, con supuestos deslindes de dominio público, legalidad o ilegalidad de construcciones, limitaciones en el número máximo de visitantes, etc., este año la polémica viene del cambio de señalización y uso de la única carretera que atraviesa este espacio. Las quejas son notorias, pero también las va a haber sin restricciones, pues la avalancha de visitantes es tal, algunos fines de semana estivales, que el follón y el atasco están servidos y es imposible dar gusto a todos, cuando todos son muchos miles. Se ha dado prioridad a viandantes y ciclistas en los dos márgenes de la carretera y los coches han de adaptarse a esta limitación yendo muy lentos y cediendo el paso casi de continuo. La otra opción era cerrar el tránsito a particulares y poner autobuses en circulación continuada.

Impresionante cascada del Hundidero

       Los otros problemas son los clásicos de gestión de espacios protegidos, como la renaturalización del monte, dado el exceso de plantaciones de pinos, plantaciones que se tiende a ir aclarando y dejando hacer al monte, o la extracción de las choperas foráneas que entorpecen el desarrollo natural de la vegetación. En cuanto a la fauna, la plaga de jabalíes es tremenda y está poniendo en apuros, por ejemplo, la existencia de un par de especies de orquídeas por el levantamiento/arado del terreno que llevan a cabo las piaras, otro tanto podría decirse de los conejos. Pero con todo y con eso, el problema principal, y aquí el acuífero está mejor tratado que el manchego, es el de la gestión del agua, un agua que antes brotaba en multitud de grandes fuentes en las cabeceras de los arroyos que alimentan las lagunas y que hoy en día están bajo mínimos, las tierras de cultivo usurpadas a buenas partes del cauce de este inicial Guadiana, y el de los incendios, que a pesar del que tuvo lugar el año pasado al lado de Ruidera pueblo, en general es un problema bastante bien controlado por la Junta.

Laguna Batana

       No sería desmedido aumentar la superficie del Parque Natural por esas “cañadas” y arroyos que dan origen a la red fluvial, así como incorporar y restaurar las históricas salinas de Pinilla, así como otras áreas de interés al elenco de ecosistemas y territorios del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Sería hacer más grande lo que ya es un gran Parque Natural, para orgullo de quienes han aprendido a cuidar lo que merece la pena.

viernes, 30 de junio de 2023

Excursión botánica por Somiedo

 

    Hacía bastante tiempo, y siempre es demasiado, que no iba por la Cantábrica, en concreto por la zona de Somiedo. Un placer breve, pero intenso. Esta vez en compañía de la gente de la Sebot, la sociedad española de botánica, que en su versión trialera se denomina Sebota. Gente de mal vivir, buen comer y mejor beber, predispuestos a un disfrute montañeril y botánico, porque sí, la botánica, y más en estas fechas y en estos lugares, es un verdadero disfrute porque parece como si por cada rincón del monte hubiese pasado previamente a nuestra visita, un equípo de fantásticos jardineros con las mejores ideas y la mejor paleta cromática que pudiera pensarse.


    Hemos tenido suerte, las previstas tormentas apenas nos han rozado o han caído fuera de horario campero, aunque más de uno, entre ellos el que suscribe, ha cambiado la piel como los lagartos, y parecía que el sol no pegaba, entre tanta nube y tanto trueno. Incluso haciendo cumbre de poco más de dos mil metros, las nubes nos han respetado, aunque, por ejemplo, apenas nos dejaron ver el lago del Valle (de Somiedo) un breve instante y parcialmente, pero desde luego ahí arriba, hubiera sido el peor sitio para que nos cogiera la nube que una hora más tarde pasó por Saliencia.

Cabecera del valle de Saliencia

    Fueron dos días intensos, el primero por los lagos de Saliencia y los Picos Albos, y el segundo por unos valles cercanos al Puerto de Somiedo, aunque por tierras leonesas. Dos valles distintos y caras de una misma moneda, la vertiente atlántica asturiana, de los valles de Somiedo y la vertiente continental leonesa, valles de Babia. Imposible decantarse por una o por otra, dos mundos montañeses, ganaderos y salvajes a un mismo tiempo. El país de las brañas, como el título de un magnífico libro sobre esta zona y que, como yo, tampoco podía decantarse por ninguna de las dos vertientes y dio el título que mejor definía esta gran y salvaje región.


    Empezamos el itinerario por el collado de la Farrapona, donde al día siguiente se esperaba una buena afluencia de personal a una carrera de montaña. Hemos vuelto a tener suerte con la “no coincidencia” y nos adelantas a ratos algunos corredores que van entrenando o estudiando el recorrido, aunque nosotros apenas les vemos, pues nos cuesta levantar la cabeza del suelo, como sumisos adoradores de Flora o discutiendo de los caracteres en que se diferencia una planta de otra también muy parecida.

Geranium subpratense

    La montaña está impresionante, nada que ver con los paisajes amarillentos que hace poco más de un mes teníamos por la meseta, o con la ola de incendios que hace un par de meses tuvieron por media Asturias. El tiempo meteorológico nos ha dado un buen respiro, a todos, a la naturaleza y a los seres como nosotros, que se pasean sobre ella, un regalo inesperado cuando el año pasado por estas fechas ya estábamos inmersos en una durísima temporada de incendios y records de temperaturas para un mes de junio. Ya los tiempos de un comportamiento climático esperable o casi predecible, pasaron, y hay que dar las gracias a cada inesperado regalo meteorológico que nos pueda venir, y sobre todo, a sus maravillosos efectos en el mundo que nos rodea.


    Siento el exceso de latinajos de los que se va a llenar esta entrada tan botánica, tan cantábrica y tan florida. Pero es que todo lo que hemos visto ha sido espectacular, tanto por su belleza, como por la rareza o la singularidad del gran elenco de plantas que pudimos observar. Un montón de ojos expertos sobre el terreno ha sido una fuerza escrutadora que no dejaba pasar prácticamente nada fuera de nuestro botánico foco de atención. Incluso las plantas menos llamativas como gramíneas, juncáceas, cárices u otras, también nos atraían y algunas, tendrán su correspondiente latinajo. A quien le parezca una entrada demasiado técnica, que se quede con las imágenes, aunque merecería la pena, dada la belleza de la mayor parte de estas especies, quedarse con sus nombres para no olvidarlas.

El alhelí Erysimum duriaei y un nomeolvides

    Me encuentro fuera de mi ambiente cercano, no estoy acostumbrado a ver estas joyas botánicas tan norteñas, a lo sumo son cosas que tengo vistas por las cimas del Sistema Central o por el Ibérico, si acaso. Aunque he venido mucho por Asturias, de muchas desconozco sus nombres o he venido huyendo de los calores mesetarios en otra estación menos florida que ésta, porque ahora y hasta mediados de julio, se puede decir que es la primavera de esta zona montana-subalpina.

Aquilegias con Euphorbia hyberna y el raro helecho Botrychium lunaria

    Las humedades de la cuneta del camino y los numerosos arroyos que bajan de las cumbres, nos introducen en un mundo casi acuático, de vegetación tipo turbera o borde de arroyo, con sus sauces de aquí, Salix cantabrica, sus dorónicos, sus pedicularis (que aquí tienen un buen número de especies distintas y algo complicadas de determinar, P. pyrenaica, P. mixta, P. pedicellata, etc.), sus ranúnculos, algunos amarillos (R. gouanii, R. platanifolius, etc.) otros blancos (R. adonitifolius, etc.), estos últimos casi confundibles con las pulsátilas. Aún sin flor puedo ver uno de los mayores ajos peninsulares, el Allium victorialis, de peciolo mayor que el de A. ursinum, que también vive aquí en esta tierra de osos, como pudimos comprobar a la bajada, oteando con prismáticos la vertiente del otro lado de la montaña.

La orquídea Coeloglossum viride y calderones Trollius europaeus

    También vemos calderones (Trollius europaeus) y en este mundo tan húmedo y sombreado es el mundo de varias saxífragas, que en estos montes tienen una increíble cantidad de especies, al igual que ocurre con el endiablado mundo de las alquémilas, donde, de momento, prefiero no meterme.

La orquídea Nigritella gabasiana y Phyteuma orbiculare

    Las lomas tienen un escobonal de la genista de aquí (Genista obtusirramea), con brezos blancos (Erica arborea) y rojos (E. australis), estamos en el límite del bosque, no sé si natural o por acción humana, aquí ya no llegan los hayedos, sino abedules, serbales (casi todos Sorbus intermedia) y arbustos como el pudio (Rhamnus alpina) y ya otros de menor tamaño y adaptados a soportar grandes nevadas como Juniperus nana, la escasa J. sabina, Genista hispanica, Daphne laureola y algún tejo suelto por los roquedos. Entre estos arbustos aparecen plantas de buen tamaño como las Digitalis intermedia, las gencianas (Gentiana lutea), lechetreznas (Euphorbia hyberna), etc.

Sorbus intermedia y megaforbio ligado a un arroyo

    Empiezan a aparecer un lago detrás de otro, unos más profundos, otros casi colmatados, estos últimos son los que más llaman nuestra atención, la flora higrófila que poseen nos sitúa, más que en las altas montañas europeas, en la taiga. Así lo demuestra un junco, el único estolonífero, Juncus balticus que coloniza pocos puntos de Europa a parte de Siberia o el Báltico. Acompañada de otras raras ciperáceas como Blysmus compressus, Carex lepidocarpa, etc., amén de Pedicularis varios y ranunculaces, como el flotante Ranunculus peltatus.

Juncal de Juncus balticus y Geum palustris abajo

     A partir de aquí comenzamos a subir a los Picos Albos, aunque la vista al otro lado del cordal es un poco desalentadora por las nubes que contiene que apenas permiten atisbar el lago del Valle. La cuesta se las trae, pero buscándole las vueltas pronto llegamos al Pico Albo occidental, allí me sorprende comprobar que hay un arbusto cimero, un agracejo Berberis vulgaris subsp. cantabrica, a poco más de 2000m. 

Cima de los Picos Albos y abajo, muy abajo el lago de Somiedo

    Bajando en el primer puerto, veo una matilla blanca que para mi bien podría tratarse del Edelweis cantábrico, se trata de la rara Antennaria dioica, una planta adaptadísima a soportar las duras condiciones de estos portillos más alpinos que subalpinos.

Antennaria dioica y un cojín de Silene acaulis

 Más abajo atravesando inestables pedreras doy con un par de ejemplares de la bella Linaria alpina, aquí en la subespecie filicaulis foto movida por mi inestabilidad y prisas que me resisto o publicar movida, pero es que..

Linaria alpina e Iberis carnosa

    Vemos también un arbolillo que aquí no levanta más de un palmo, adaptación al frío y la nieve, tanto aquí como en la tundra, se trata de sauces enanos, algo que no llega más al sur. Entre lauréolas enanizadas y jarillas, es difícil descubrirle. Vamos volviendo a un mundo más vegetal que pétreo, en los pastizales de cerca de los lagos empezamos a ver en esos prados tan húmedos algunos bellos juncos lanudos y orquídeas, a decenas. 

Hacia la cumbre y lagartija serrana casi en la misma cumbre

    Ya empieza a flojear la luz por culpa de las nubes y de las primeras gotas y truenos que nos ponen las pilas para no rezagarnos. Apenas puedo hacer fotos y estoy viendo joyitas de las que no suelo ver casi nunca, orquídeas como Orchis ustulata, O. incarnata, Gymnademia conopsea, Anacamptis pyramidalis, me pierdo ver por primera vez la rara Ophrys insectifora, pero bueno la lluvia arrecia, aunque nos perdona al cuarto de hora, justo cuando encontramos a otros compañeros disfrutando del chiringuito de la Farrapona.

Orchis ustulata y Gymnademia conopsea

    Al día siguiente subimos al Puerto de Somiedo, cambio de aires a un mundo todavía más ganadero, llenos de grandes pastizales de verano, ahora comenzando su primavera en tan altas cotas, muchas plantas vistosas aún no han florecido, pero otras muchas están en ello. Vamos a ver la flora de los ambientes de turbera, entre las que se encuentra una planta endémica solo de estas montañas, una hiel de la tierra, el Centaurium somedanum, planta que por muy poco pudimos ver, tras buscarla intensamente, pero había tanto entre lo que elegir que solo podíamos salir contentos de allí.


    Casi todas las cabeceras de valle se encuentran en áreas llanas con zonas de descarga de agua, con nacederos y cuando los arroyos adquieren alguna consistencia, en medio de estas largas navas, lo que hacen es culebrear en cientos de pequeños meandros que en montaña se suelen llamar aguas tuertas, de lo retorcido que están los cauces, creando ambientes húmedos con todas las variantes e inclinaciones.


Arroyos meandriformes y el pequeño Centaurium somedanum

   Un verdadero paraíso para estas plantas tan especiales adaptadas a estos húmedos ambientes. Gentianella campestris, Phyteuma orbiculare, Euphorbia polygaliphylla, la rarísima Lycopodiella inundata, un helecho mucho más parecido a un musgo, no tanto el Equisetum variegatum, las orquídeas, la flor del cuclillo (Lychnis flos-coculi), en pocillas la carnivora casi transparente Utricularia minor, el Polygonum viviparum, etc.

Geum urbanum floreciendo

    En la parte algo más seca de estos humedales, un matorral bajo y blancuzco formada por la poco común Potentilla fruticosa empezando a florecer con sus flores amarillas que en una primera idea me parecían los amarillos Halimium de áreas más sureñas.

Setos de Potentilla fruticosa y abajo, puerto de Somiedo

    Un disfrute cantábrico, gracias a estos lugares, sus vistosas plantas y la buena compañia de gente venida de los sitios más dispares para una reunión que espero sea la primera de las muchas que se deberían organizar para botanicólicos, aunque hay gente que realmente estaba trabajando o llevándonos a sus lugares de trabajo, fuera de ordenadores, aulas o laboratorios.  A estos altruistas organizadores solo darles las gracias por estos días inolvidables.


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