miércoles, 26 de junio de 2024

La naturaleza de la Hoya de Guadix-Baza o el Altiplano granadino

 


Llevaba ya mucho tiempo deseando realizar este viaje que finalmente he hecho. Lo bueno, se hace de rogar, pero ha merecido la pena, y de largo. Esta tierra es apasionante y un verdadero mundo en sí mismo, como es la amplia “hoya” o depresión interior, que en su extremo sur tiene las vetustas ciudades de Guadix y Baza. Región también denominada en la actualidad como el Altiplano granadino y que hace unos años, debido a sus excepcionalidades geológicas y demás valores, recibió la distinción por parte de la Unesco, como Geoparque Internacional. La zona más habitada de esta gran depresión realmente se corresponde con un altiplano, una gran llanura ligeramente inclinada hacia su centro; llano, si no tuviésemos en cuenta las miles y miles de cárcavas y vallejos que surcan todas sus áreas más bajas.


Desde por encima de Gorafe, con Cazorla-Castril al fondo

Estamos en la cuenca interior que está rodeada por las montañas más altas de la península. Por el suroeste tiene la gran Sierra Nevada, con la mayor cota altitudinal peninsular, el Mulhacén 3479m; al sur y sureste la Sierra de Baza  2269m en el Santa Bárbara; al este los menores relieves de la Sierra de Orce 1826m, Estancias 1507m y Lúcar 1722m que ya drenan por el este hacia el Mediterráneo; al norte tiene el gran conjunto montañoso de las Subbéticas de Cazorla-Castril, con el Tornajuelos 2136m, del que se separa hacia el este-sureste, la alta montaña de La Sagra con 2381m, y finalmente, por el oeste la Sierra de Arana y sus estribaciones, llegando hasta los 2027m. Hacia el noroeste, entre estos dos últimos conjuntos montañosos, se desliza el río que recoge las aguas de esta depresión intramontañosa, el poco conocido Guadiana Menor, un auténtico oasis en medio de lo más parecido que tenemos en Europa a un desierto continental, muy similar, incluso en su vegetación, a los que abundan en la asiática región Irano-turaniana (Irán-Turquía oriental-Siria-Iraq-Afganistán) o en los bordes septentrionales del Atlas.

Sierra Nevada al fondo y delante una mata de la sureña alcaparra

Hace años leí una magnífica descripción que de esta región hizo el gran botánico Maurice Willkomm, casi más español que alemán, impresionado por la belleza de este lugar, dando con su descripción las primeras nociones del biogeográfico concepto de “pisos altitudinales o bioclimáticos” o “cinturones de vegetación”. Contaba la impresión que le daba ver esta gran hoya completamente rodeada de altas montañas de cumbres nevadas, seguidas por un gran cinturón de verdes pinares que llegaban por sus bases a una vasta depresión interior que contenía un magnífico paisaje estepario surcado de numerosas cárcavas. Probablemente el paisaje español que más le impresionó y eso tratándose de una persona acostumbrada a recorrer toda la península y más de media Europa a mediados-finales del S. XIX.

Sierra de Baza sin nieves, con cinturones sucesivos de pinares, arriba de silvestres, luego resineros y aquí abajo, carrascos

       El mundo físico de este altiplano viene marcado precisamente por las roturas de esa supuesta y llana homogeneidad de este “Altiplano granadino”, siendo mucho más llamativo e imponente, el océano de cárcavas y barrancos, de mucha mayor dimensión territorial, destacando poderosamente en su centro un pantano, el de Negratín a 610m y una gran montaña, el Jabalcón a 1493m, cuyo nombre parece la toponímica mezcla de “jevel” que es montaña en árabe y “balcón”, no pudiendo dársele un nombre más adecuado. Sin duda, se trata de la mayor concentración de cárcavas o “badlands” de toda Europa y como cada sierra que la rodea tiene sus diferentes litologías y los sedimentos han pasado por distintos procesos químico-erosivos, cada área tiene una tonalidad distinta, incluso hay relieves sobre arcillas abigarradas de tonalidades grises y rojizas, que con las escasas áreas de yesos bien blancos o bien rojizos, nos ofrece un variado y original abanico de colores terrígenos.

Tonalidades distintas de sedimentos distintos. Abajo arcillas grises y rojas

       Toda esta penillanura, totalmente acarcavada en su área central, es fruto del vaciado de sus blandos materiales sedimentados, por la escorrentía concentrada que desciende de las montañas que rodean la hoya. Sedimentos entre los que a veces aparecen calcáreas formaciones rocosas, resultando en un conjunto de intrincadas redes de barrancos, donde la alta torrencialidad de las lluvias y la desaparición de una vegetación que pueda impedir esta acción destructiva de las aguascontribuye a agravar estos procesos

Terreno lleno de líneas de plantaciones de pinos, la gran mayoría fallidas

        De hecho, es fácil localizar en las ortoimágenes, la rápida erosión y formación de nuevos acarcavamientos en áreas recientemente incendiadas, siendo por ello prioritario, si no queremos destrozar más estas tierras o colmatar los pantanos de sedimentos, la conservación de una vegetación en buen estado que pueda contrarrestar esta importante acción erosiva.

Barrancos con el embalse de Negratín y la montaña del Jabalcón al fondo


       Existe una muy buena teoría geográfica, poco usada en la actualidad y que viene aquí perfectamente al caso, la teoría de la “biostasia/rexistasia”. Son estadios o fases contrapuestas en el desenvolvimiento de los procesos geo-biológicos naturales sobre los suelos de una región. Durante la biostasia predominan claramente los procesos naturales de creación, de formación de suelos o edafogénesis, bajo una vegetación de amplia talla y cobertura en una situación de estabilidad climática y alta producción biológica; una muestra puede verse aquí en la generación de formaciones travertínicas, desarrolladas a lo largo de grandes y estables periodos de tiempo, que se pueden observar en la vecindad de los baños de Alicún.

Barrera, casi pared, de travertinos formados en condiciones de biostasia y ahora erosionados en condiciones de rexistasia, abajo

       Por el contrario, cuando existe una climatología inestable y torrencial, sobre medios con escasa cobertura vegetal, predominan, ahora claramente, los procesos erosivos y de destrucción de los relieves previos, estamos en la fase de rexistasia, que aquí queda clara por la alta concentración de superficies abarrancadas. Una figura geomorfológica poco común y que puede verse en algunos barrancos son las hermosas “chimeneas de hadas”, columnas de terrígenos protegidas de la erosión por estar a cubierto de una roca o retal de estrato rocoso, como es aquí el caso; o también, el caso de la erosión por la circulación del agua a través de agujeros y tubos "pipping" en el interior de materiales deleznables o solubles, promoviendo socavones y derrumbes.  En esta, y en todas las regiones, deberíamos llevar a cabo políticas donde la explotación y uso del medio aminorasen las etapas de rexistasia y promoviesen la biostasia.

En el centro, arriba chimenea de hadas y abajo, peligroso agujero por erosión en "pipping"

       Sobre estas vastas extensiones desérticas, en el sentido de despobladas, crece una vegetación a medio camino entre lo estepario y el bosque mediterráneo del sureste ibérico, con sus pinares naturales de Pinus halepensis y restos de encinares, dando superficies en general cubiertas de espartales con pinos, encinas, enebros y vegetación arbustiva dispersa en las áreas de suelos bien conservados. Pero sobre esta vegetación se han repoblado de una forma totalmente masiva miles de hectáreas, en otras décadas y pasando por encima de la vegetación natural. Esta repoblación además de tener un efecto catastrófico sobre los suelos y facilitar la erosión, ha llevado al desarrollo de incendios forestales, antes casi inexistentes, cuyas consecuencias sumadas, llevan a una negativa efectividad ecológica y un lamentable desperdicio económico.

Surcos erosivos incipientes tras un incendio forestal sobre una ladera aun sin abarrancar. Abajo, masa de pinares resineros afectada por decaimiento y muerte. Foto: Pablo Fernández Corbis/sierradebaza.org


       Para colmo de males, grandes y antiguas repoblaciones de las faldas de la Sierra de Baza, muestran signos catastróficos de muertes masivas de miles y miles de pinos, normalmente el resinero Pinus pinaster, como signo del calentamiento y sequedad de los nuevos tiempos que ya estamos viviendo, aparte del enrarecimiento de los magníficos Pinus sylvestris y P. nigra de las áreas cumbreñas. Casi se podría decir que hay que ir pensando en repoblar con especies adaptadas a lo que viene, o dejar hacer a una naturaleza que, aunque solo sea con su vegetación herbácea y arbustiva, ya lo hace bastante bien para auto protegerse de la erosión.

Pinares naturales de carrascos y en los llanos, encinares

       La vegetación de esta zona para mí ha sido todo un descubrimiento, a pesar de la generalizada idea simplista, de que esto es un secarral, su riqueza botánica es enorme, mezclándose muchos mundos botánicos en esta región que muestra más conexiones africanas que europeas, es decir, lo que viene siendo Iberia, un mundo mediterráneo occidental conectado con estos dos continentes y como vemos aquí, también con las mesetas del Asia centro-occidental. Aunque estamos viviendo un atropello en nombre del progreso sobre suelos y vegetación, en nombre de una nueva agricultura que juega artificialmente con un agua que es de todos y de una desconsiderada industria eólico-fotovoltaica, todavía quedan muchos de los altos valores bióticos de esta región. De hecho, la mayor parte de las plantas en peligro de la comunidad andaluza que no se encuentran limitadas a las cumbres de Sierra Nevada u otros importantes macizos, se encuentran en esta región.

La barrilla Salsola oppositifolia en su ecología típica, abajo el inconfundible Astragalus clusianus
Abajo el asnallo Ononis fruticosa

       Aquí es masivo el espartal (Macrochloa tenacissima) junto con el arbustivo barrillar de las sosas Salsola oppositifolia y S. webbii, con pies dispersos de albaida (Anthyllis cytisoides), asnallo Ononis fruticosa, enebro (Juniperus oxycedrus), coscojas (Quercus coccifera), efedras, etc. En los piedemontes abunda el esparto fino (Lygeum spartum) y en los suelos bien conservados todavía hay rodales de pinos carrascos o encinas y coscojas, con aliagas de varios tipos y labiadas, como espliegos, zamarrilas y diferentes tipos de tomillos. Las solanas suelen estar poco vegetadas y si los relieves son arcillosos, casi no tienen vegetación alguna, por contra, las umbrías están muy cubiertas y es donde se refugian muchas de las especies de mayores exigencias, como árboles y arbustos de gran talla.

Astragalus longidentatus, abajo el endémico Astragalus guttatus

       Sus especies vegetales más señeras son especies propias y características del interior de las cuencas peninsulares, aunque en la mayoría de los casos, han ido despareciendo de todas ellas, hasta quedar reducidas a su mínima expresión o redescubiertas en esta hoya de Guadix-Baza. Aquí apareció la alarba el blanquecino arbusto (Krascheninnikovia ceratoides) planta de las mesetas de Asia occidental, las pequeñas y protegidas Clypeola eriocarpa y Hohenackeria polyodon, junto con Astragalus guttatus, A. longidentatus y mucha de la escasísima flora de las arcillas, como Cynara tournefortii, Teucrium spinosum, Anchusa puechii, Astragalus oxyglotis, Mantisalca spinulosa, Silene oropediorum, Sternbergia colchiciflora, etc. o plantas exclusivas como Carum foetidum, Eremopyrum orientale, Erysimum bastetanum, Haplophyllum bastetanum, Limonium alicunense o Teucrium hervieri. Impresionante aquí el mundo de los astrágalos.

El endémico Limonium alicunense bajo espartal. Abajo terrenos con suelos arcillosos, llenos de joyas botánicas exclusivas de este medio tan inusual
La boca de dragón Antirrhinum australe

Hay una característica que hace única a esta región en una feliz conexión del hábitat natural, con sus peculiares características geológicas, y el hábitat humano, con sus usos y poblamiento. Hablo de las cuevas y de las casas-cueva. Como decía antes, gran parte de esta depresión está ocupada por materiales sedimentarios arrancados de las montañas circundantes, niveles de arcillas, de areniscas, de conglomerados que se van mezclando y superponiendo en capas horizontales. Capas con niveles más sueltos y niveles más compactados en los que es fácil cavar dada la fragilidad o escasa cohesión de los materiales, incluso de forma natural, por erosión diferencial, materiales más duros crean bajo ellos cavidades producidas en materiales mucho más blandos, cavidades que has sido explotadas, ampliadas o creadas para uso humano desde la más remota prehistoria. Lo ideal es crear la cavidad bajo un duro estrato de conglomerados que garantice un largo futuro sin grietas ni derrumbes y enjalbegar (dar sucesivas capas anuales de cal) bien todo el conjunto, potenciando la dureza de techos y paredes y aprovechando bien la escasa luz del exterior.

Interior de la magnífica casa-cueva donde me alojé esos días

Tenemos como interiorizada una aversión casi natural (a mi madre casi le da algo cuando le dije que iba a dormir en una cueva) a lo que pueda significar vivir en una cueva, lo que entra en franca contradicción respecto a nuestros orígenes más remotos. Esa contradicción viene inculcada desde los tiempos más clasistas de la historia, hasta el más reciente franquismo, donde se desprestigió totalmente y se intentó erradicar la vida en casas cueva, como algo relacionado con la miseria y el retraso cultural, y no como lo que es en realidad, uno de los mejores aprovechamientos del medio natural para nuestra vida cotidiana o la de nuestros animales. Además, en ellas apenas hay mucha diferencia de temperatura a lo largo del año, manteniéndose entre los 14-18ºC en invierno sin calefacción y los 20-25ºC en verano sin aire acondicionado, todo un lujo en estas tierras de fuertes heladas invernales y tórridos veranos.

Desaparición no solo de las casas-cueva, también de las casas de campo. Abajo Bácor y Olivar (al fondo) con tantas cuevas como casas


       Desde las diputaciones provinciales y ayuntamientos se hicieron campañas en contra o prohibiciones de habitar viviendas cueva, como en el interior de la cuenca del Duero (Zamora, Palencia, Valladolid o Burgos), de la del Tajo (Toledo) y otras zonas españolas, también costeras, para erradicar la vida en la cueva, y según parece, a raíz de una serie de artículos de descrédito hacia el gobierno franquista por parte de medios de prensa extranjera en los años 50’ que pretendían subrayar la pobreza en la que mantenía ese gobierno a su población.

Cuevas en uso ganadero, de las pocas supervivientes

A pesar de estas campañas de descrédito y prohibiciones, estas tierras granadino-almerienses fueron las que mejor resistieron, con muchas familias que continuaron viviendo en ellas, a pesar de que muchos de los antiguos moradores se mudaron a los pueblos de casas con tejado a dos aguas. Hoy en día y ya desde hace un par de décadas, estas cuevas vuelven a tomar un nuevo auge y se calcula que pueda haber cerca de la nada despreciable cifra de 35.000 cuevas en uso en esta región, muchas en uso como establecimientos de turismo rural, como establos, como almacenes, como garajes, como bodegas, como restaurantes, etc.

Original establecimiento turístico con vistas al borde de un cañón.
Abajo casa-cueva en los altos de Gorafe


       Llevo tiempo que voy encontrando coincidencias que apuntan a este lugar, pues al vivir yo en un lugar relativamente parecido, el interior de la cuenca del Tajo, al comparar su historia geológica y vegetación con este Altiplano granadino, puedo ver que lugares que tienen características comunes, como puedan ser el encontrarnos en una cuenca interior, con un clima bastante continental y en “sombra de lluvias” que incremente la aridez, nos lleva a grandes coincidencias geográfico-biológicas.

Hastalos líquenes terrígenos se esfuerzan en proteger el débil suelo frente a los agentes erosivos

        Estos importantes factores, a pesar de la distancia y el contexto biogeográfico, conducen a ser colonizados por una vegetación, una fauna, un aprovechamiento humano del medio, es decir una agricultura, ganadería y formas de vida relativamente similares en lugares tan alejados uno del otro.

Distribución mundial de la Krascheninnikovia ceratoides, Astragalus guttatus y A. oxyglotis, sobra el explicar las conexiones con el mundo estepario asiático

       Desde mi conocimiento de la “cuenca de Madrid”, he podido comprobar difíciles coincidencias florísticas, incluso faunísticas, con el interior de la cuenca del Duero, el valle del Ebro, las áreas más áridas de la Mancha y, lo que era aún más impensable, las cuencas interiores del Altiplano de Granada. Tenemos especies escasas pero comunes en ambas depresiones como Aizoon hispanicum, Anchusa puechii, Astragalus clusianus, A. oxyglotis, A. scorpioides, Clypeola eriocarpa, Cynara tournefortii, Ferula loscosii, Silene oropediorum, Sisymbrium cavanillesianum, Sonchus crassifolius, Teucrium spinosum  y un largo etcétera.

Astrágalus scorpioides y Anchusa puechii, aquí y en Madrid

Las grandes depresiones, cuencas u hoyas ibéricas tienen en común, salvo la del Guadalquivir, abierta al Atlántico, y la del Ebro, abierta al Mediterráneo, el estar rodeadas de montañas desde las que han descendido los sedimentos continentales hasta rellenarlas en mayor o menor grado, aquí el relleno puede llegar al medio kilómetro, pero por ejemplo en la del Tajo puede alcanzar los tres. Todas contienen una serie de rellenos continentales en sus áreas de pie de monte y unos rellenos lacustres o evaporíticos en sus áreas centrales (aquí de escasa importancia), dando unas sucesiones estratigráficas y facies relativamente similares.


El medio natural del altiplano granadino se ha ido manteniendo más o menos al margen de las grandes agresiones que sí que han sufrido otras depresiones peninsulares, primero las cuencas abiertas del Guadalquivir y Ebro, con un gran desarrollo agrícola que ya venía siendo importante desde antiguo, pero que hace décadas ha supuesta una revolución agraria que, en la mayoría de los casos se ha llevado por delante lo poco que quedaba de la naturaleza salvaje de estos lugares y ha impuesto una explotación agraria muy consumidora y dependiente, primero del agua y luego de los fitoquímicos, amén de someterse a las urgencias económicas de rápidos rendimientos en cortos plazos. Casi que a esta desmesura agrícola se la podría denominar “jaenización”, pues el medio natural de las áreas inferiores de toda esa provincia, prácticamente ha desaparecido bajo la sombra de dieciocho millones y medio de olivos (y creciendo).

Nuevo parcelario con nuevos cultivos y olivos en intensivo en el altiplano

       La historia es similar en casi todas estas cuencas y el supuesto desarrollo económico agrario se está llevando por delante los recursos hídricos, actuales y futuros, y reduciendo a su mínima expresión la naturaleza salvaje. La escasa población de la alarba, está vegetando entre bordes de nuevas parcelas agrarias. También, como las restantes depresiones ibéricas, está experimentando una colonización desmedida y menos aún regulada, de explotaciones fotovoltaicas, donde por ejemplo, una bella mariposa endémica, la Euchloe bazae, se encuentra en peligro por el desarrollo de esta industria, incapaz de trastocar ligeramente una línea de evacuación. 

La profusión de barrancos hace de este un lugar ideal para la instalación de personas creativas. Abajo Euchloe bazae. Foto de Agustín de Orduña-sierradebaza.org


       Aquí en Guadix-Baza, dado lo intrincado del relieve , es lugar poco apto para negocios especulativos, pero el duro clima y la escasez de agua, otorgan una gran fragilidad a su medio natural frente a actuaciones que no suelen tenerlo en cuenta. Esperemos se sepa llevar una explotación racional del medio, con el mantenimiento de sus altos valores naturales y culturales de esta maravillosa región ibérica, estamos en un Geoparque internacional y en un lugar refugio de gran cantidad de seres únicos, sin reemplazo posible, todos nos merecemos que perduren estos altos valores naturales y culturales.


Más info:

- Altiplano granadino:
https://www.granadaaltiplano.org/
https://altiplanogranada.org/
https://sierradebaza.org/

- Pinares:
file:///C:/Users/kikel/Desktop/Altiplano%20Granada/Retos%20de%20gesti%C3%B3n%20forestal%20ante%20la%20masiva%20mortandad%20de%20%C3%A1rboles%20sufrida%20en%20la%20Sierra%20de%20Baza%20(Granada).html

- Euchloe bazae: 
https://www.miteco.gob.es/content/dam/miteco/es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especies/dictamencc24-2017euchloebazaeweb_tcm30-487504.pdf

miércoles, 29 de mayo de 2024

Las aguas desbocadas de Cazorla


La vida es agua, es un fluir entre formas cambiantes, estados que rielan como luces y sombras que se alternan, momentos que se suceden, diferentes, pero esencialmente continuos. Pertinazmente cambiados por la relativa velocidad del tiempo, variable para cada estado, para cada forma, para cada momento, ajena al reloj, desde el ínfimo cronómetro al dilatado tiempo geológico.


El agua dio la vida a estas rocas que ahora son Cazorla, los fósiles dan testimonio de las vueltas que da la vida, de lo muy diferente que puede ser la vida, las vidas; de que todo permanece, dejando su poso aunque también sepamos de la viva fugacidad del instante, a menudo destructivo o brusco creador de nuevas situaciones. El agua ha labrado estas montañas, sus laderas, sus valles, sus cerradas. Ahora tras una temporada de fértil diluvio, regresa a la tierra en abundancia, a las fuentes, rezumando entre arenas y sobre rocas o arcillas, puliendo rocas como una lima, llenando las lóbregas concavidades inferiores de la piel de este ibérico planeta. Ahora muestra su poderío, su maestría en criar vida, su belleza desatada de los estériles silencios de la sequía.

Cascadas entre un caos de bloques de tobas

Muchos años hacía que no volvía a Cazorla, en aquellos tiempos de libres acampadas, hoy mi conocimiento es más amplio, pero el disfrute no ha sido mayor que el de entonces, y mucho ha sido, pues nunca he visto estas montañas tan rebosantes de agua, y nunca mejor dicho, aunque ahora al plasmar este texto, transcurrido más de un mes sin lluvias, queden lejos aquellas desatadas abundancias. Ha sido un disfrute hidrológico y geológico, para el disfrute botánico, en estas frescas alturas, ha faltado más de una quincena para el fértil aprovechamiento de todas esas humedades.


Con mis compañeros Eduardo y Pascual, gran conocedor de estos montes y “cazorlodependiente”, hemos podido disfrutar enormemente de un día redondo, desde la madrugada hasta altas horas de la noche. En el recuerdo el libro que una vez me dejó Pascual sobre el furtivo Justo Cuadros y otros personajes no menos protagonistas de ese Cazorla pre-parque natural, en esa época de hambruna y grisácea oscuridad franquista, donde las pocas y pobres gentes que habitaban estas tierras tenían que tirar de ingenio y tenacidad para poder sobrevivir en estas ásperas serranías. Un libro ecológico y también, todo lo contrario, como el lance en el que el protagonista consigue cobrarse con toda su astucia, riesgo y resolución, todas las águilas reales de un nido, a los dos pollos y a sus dos progenitores, para poder conseguir las cuatro subvenciones que las autoridades daban por la capturas de “alimañas”, o el episodio en que un conocido maquis hace comerse los tubérculos de una peonía a uno que le menospreció. Libro más que recomendable para entender la dureza de la vida entre peñascos o lo que pueden cambiar los tiempos en varias décadas y dar gracias, a pesar de todo, por lo bien que vivimos en la actualidad.


Ya desde el comienzo, con una parada que hicimos para ver la panorámica del  alto Guadalquivir en el mirador de Las Palomas, contemplando el valle recién abierto por este río naciente pocos kilómetros más arriba. Aquí se nos mostró un frondoso y espectacular paisaje, tajado por llamativas líneas blancas que cortaban las profundidades de la parte media y alta de varios vallejos, eran las aguas desbocadas en lo más vertical de estas gargantas, destacando poderosamente el blanco tajo de la cascada de Linarejos y otros, ya más abiertos y desparramados aguas abajo. Ante la elección de qué garganta recorrer, entre el Aguasmulas y el Borosa, nos decantamos por este último.

Abajo vista en la lejanía de la cascada de Linarejos

El Borosa estaba pletórico, recogiendo afluentes a un lado y a otro que normalmente bajan secos, pero que hoy lo hacen potentes y llenos de vida como pocas veces los hayamos visto. Pascual lleva más de treinta años viniendo por Cazorla y reconocía no haber visto nunca tanto caudal ni tantas cascadas en el río y sus afluentes. Sus aguas calizas, algo teñidas de tonalidades verdes o suavemente azuladas es algo que solo se puede ver en montañas tan calizas o dolomíticas como éstas.

Un afluente llega al Borosa por el centro de un pliegue fácilmente reconocible

El agua escurre por todos lados, bien de forma tumultuosa o resbalando despacio sobre suelos y musgos, dándose tiempo a fabricar piedra, a crear roca, la famosa toba o travertino, esa roca porosa, llena de huecos de variadas formas y tamaños, pero bien dura que se forma cuando los carbonatos se depositan sobre plantas y suelos, solidificándose, aunque luego muera la planta sobre la que se depositaron y al hacerlo deja el hueco de sus anteriores hechuras para siempre. Es una magia que necesita de las aguas en movimiento, cargadas de carbonato y sobre soporte vivo, como suelos o plantas para su creación, ya que éstas aportan dióxido de carbono y retiran oxígeno, contribuyendo primero a convertir el bicarbonato cálcico que es el que lleva el agua en disolución, primero a carbonato cálcico y, posteriormente, a precipitarlo en las superficies de contacto.

Agua sobre la misma toba en proceso de creación, abajo hierba de los anteojos sobre tobas

       En general, ya circule ese agua tan mineralizada por el interior de los suelos o sobre plantas, a todo el material endurecido se le denomina travertino, pero cuando el soporte son solamente plantas o animales (usualmente pequeños moluscos), queda clara muestra de los diferentes tamaños y formas de los mismos en la textura de la roca. Entonces se utiliza para denominarla más el término toba o roca de toba, muy usada en jardinería por su belleza, aunque de menor dureza y resistencia que el travertino, formado en el interior, ya más profundo, de suelos o formaciones minerales porosas.

Rocas de toba sobrevolando la superficie del agua en la Cerrada de Elías

La subida por el río no deja de perder la intensidad inicial, incluso va ganando, según el río se mete en profundas “cerradas”, como la Cerrada de Elías, o abriéndose y dando vista a las cumbres serranas. Las tobas no dejan de apreciarse, pero al aumentar el número de cascadas, aumenta en volumen e importancia las formaciones tobáceas, ocurriendo a menudo que al formarse éstas de arriba hacia abajo, no tienen sus bases bien asentadas o permanecen suspendidas por encima del suelo y que, sean fácilmente erosionables por su base, descalzándose y produciéndose grandes derrumbes, que a veces se acumulan en los llamados caos de bloques que hacen muy difícil el avance cerca de las gargantas. De hecho, vimos una poza donde con estas potentes lluvias, el caudal se había llevado la parte inferior de varias formaciones que ahora ya no contactan con el agua como lo hacían antes.

Tobas formando viseras por las que cae el agua que también las destroza, abajo enorme madroño
La zarzaparrilla solo aparece en las áreas más bajas y térmicas

Hemos dado un paso en altura que tiene su réplica en la vegetación que nos acompaña, abajo, hasta unos 800-900m teníamos un bosque de pino carrasco (Pinus halepensis), coscojas y encinas con un variado cortejo de madroños, zarzaparrillas, agracejos (Phillyrea latifolia), lentiscos (Pistacea lentiscus), sabinas moras (Juniperus phoenicea), coronillas (Coronilla glauca) y otras especies que ahora, tras este escalón altitudinal y una cerrada de por medio, ha dado lugar a un bosque de pinos laricios (Pinus nigra) de blancos troncos antagónicos con su nombre específico, acompañado por cornicabras (Pistacea terebinthus), arces de Granada (Acer opalus subsp. granatense) y algunos agracejos (Berberis hispanica) escasos manzanos silvestres o maillos (Malus sylvestris) que ahora están en plena flor y que en estas sierras son especialmente abundantes, incluso hay una fuente del maillar.

Arces y pinos laricios en contraluz
Acebos y tejos a menudo comparten rincones umbrosos

El subvuelo del bosque es muy variado, están en flor las llamativas globularias (Globularia vulgaris) y ya sin ellas las muy tempranas coronillas de fraile (Globularia alypum), algunos narcisos rupícolas, pero en general, todavía es un poco pronto, eso sí destacan por los prados unas grandes y amarillas euforbias (Euphorbia clementei) y en las rocas, la bella Linaria verticillata subsp. cuartanensis y pocas más especies herbáceas floridas, entre las que destacan las numerosas y amarillas hierbas de los anteojos (Biscutella valentina). En los lugares más umbríos y húmedos aparecen especies tan escasas en el sur como tejos o acebos, normalmente juntos en manantiales umbrosos.

Globularia vulgaris y abajo la Linaria verticillata

Geológicamente esto es un disfrute, desde la gran escala, puesto que estamos en las sierras Prebéticas, la parte más norteña y occidental que junto con las sierras Subbéticas, y el techo peninsular (en Sierra Nevada) de la Penibética, forman en conjunto el Sistema Bético. Las Prebéticas están constituidas por rocas sedimentarias organizadas en un curioso sistema de cabalgamientos como a trozos, son las llamadas escamas tectónicas que se suceden casi rítmicamente señalando las altas montañas aisladas, los yelmos. Pero todo es básicamente una sucesión de estratos calizo-dolomíticos, plegados, retorcidos o despegados sobre otros niveles de estratos más blandos que casi han desaparecido por la erosión. 

Anfiteatro montañoso y, abajo, cascada empotrada entre paredes y tobas
Abajo estratos de diferentes tipos de calizas como hojas de un libro de piedra

       Geomorfológicamente destacan los profundos cañones que muestran toda esta serie de estratos visibles en cualquier corte ribereño y, también aunque menos comunes, en ocasiones pueden verse distintos tipos de pliegues, como los pliegues en “rodilla” que aparecen en varios lugares, incluso otros en “silla de montar”. Aquí en esta ruta es fácil observar al menos un par de ellos muy claros.

Tumultuoso y vertical nacimiento del río Borosa
A los pocos metros ya es todo un río

  Geomorfológicamente llaman mucho la atención en estas sierras Prebéticas, aunque esta vez me quedé con las ganas de visitarlas, unas grandes superficies planas retocadas por la erosión cárstica, dejando potentes calares organizados espacialmente como panales de abejas con sus paredes y sus depresiones interiores, formadas por rítmicas sucesiones de dolinas y paredes, con vallejos que son dolinas alargadas (uvalas) o poljes, si son de grandes dimensiones, que a veces acumulan láminas de aguas superficiales y son con sus pastos, el sustento de la  adaptada ganadería de ovejas segureñas.

Imágenes de los Campos de Hernán Pelea


    Superficies rocosas estas con sus rocas blanquecinas convertidas en lapiaces, afiladas rocas donde es difícil andar, pero lo merece. Ya solo de verlo en imágenes, impresiona ver esos pequeños mares de oquedades y crestas recorriendo las grandes llanuras cimeras que coronan algunas de estas montañas, como los Campos de Hernán Pelea una casi siberiana llanura situada a casi 1700 de altitud media, situados no muy lejos de donde acabamos la marcha.

Paso del tunel y pedreras al otro lado del río
Laguna de Valdeazores

Esta marcha tiene el aliciente de su gran variedad de ambientes, una larga garganta, una lóbrega “cerrada” con pasarelas, varios anfiteatros montañosos, caos de bloques, formaciones travertínicas, pedreras calizo-dolomíticas, túneles, lagunas, aunque sean artificializadas para operar minicentrales eléctricas en los Órganos o Aguasnegras y en el Valdeazores, nacimientos como el del Borosa y mucho más si se tienen fuerzas para seguir andando y remontar las cumbres o ver esos impresionantes calares. Pero esta ocasión ha sido la de las mil cascadas, la del agua desbordante y desbordada que no olvidaré y que quedará unida al recuerdo de Cazorla, o el mar de sierras y serrezuelas al que genéricamente se llama Cazorla.

Maillo entre madroños y pinos resineros. Ladera variada con fresnos ribereños

       Estos magníficos paisajes, espacios y montañas no saben de límites provinciales, su extensión se mete ampliamente en Albacete, en Granada o en Murcia; no solo es Jaén, aunque el Parque Natural homónimo se ciña a esta provincia, Tales dimensiones deberían dar lugar a un gran Parque Nacional intercomunitario para realzar y mejor proteger sus numerosos valores naturales y más aun siendo el gran manantial que abastece a media Andalucía y buena parte del Levante, Murcia incluida. Solo por esto se debería dejar de extraer madera de sus bosques, vale más la conservación y el buen mantenimiento del ciclo del agua en estas áreas tan sumamente importantes para todo el sureste ibérico que toda la hipotética rentabilidad comercial de la madera de estos bosques que habría que cuidar con un mimo exquisito, no solo para conservarlos, sino para extenderlos y potenciarlos.

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