No todos los años puedo hacerlo pero en esta época del año siempre intento viajar a los buenos bosques de hoja caduca en el momento en que éstos cambian de colores antes de que el viento y el invierno los deshojen.
Los chopos tapan en parte el hayedo, sobre el que se instala un amarillo robledal con Quercus petraea y Q. orocantabricus
Es un banquete estético impresionante aunque también se pueda vestir de excursión montañera o de jornada de setas, pero la idea principal de esta entrada es mostraros una buena tanta de fotos de hojas coloridas de todo tipo y pelaje.
Este año por suerte pudimos ponernos en movimiento y aterrizar en el mismo centro de la cordillera Cantábrica, el área que mejor conozco y que por suerte, siempre me deja con ganas de conocer muchos más de sus mejores rincones.
Nos acompañó un tiempo quizás demasiado bueno, con bastante calor para la época, aunque con una luz anticiclónica que no ayudó para captar la imagen de los magníficos paisajes que se nos presentaron.
Luz de ambiente anticiclónica tras amanecer sobre un hayedo leonés
Hace muchos años era más montañero, a menudo nos pegábamos la paliza del coche compartido desde Madrid hasta los Pirineos, no solo los puentes, sino fines de semana normales.
Los Pirineos son inabarcables y siempre quedan mil sitios que descubrir, pero un verano dí el salto a la Cantábrica, a caballo entre León y Asturias, y el caso es que desde entonces ya poco he ido a Pirineos.
Probablemente haya sido el gusto por los caminos solitarios, la posibilidad de ver algún oso o lobos o que Pirineos ya iba pareciendo un parque temático montañeril, al menos en sus pueblos más turistizados.
La zona central de la Cantábrica empieza a occidente de Picos de Europa que quizás sea lo más parecido a Pirineos, tanto en alturas como en turismo comercial, de toda esta gran región española.
A pesar de la inmediata vecindad a Picos, en las comarcas de las que hablo, hay poca gente por los caminos y es difícil encontrar más de un bar en sus pueblos, ni siquiera el turismo rural ha despegado a pesar de sus posibilidades y de las fuertes subvenciones recibidas.
A pesar de la inmediata vecindad a Picos, en las comarcas de las que hablo, hay poca gente por los caminos y es difícil encontrar más de un bar en sus pueblos, ni siquiera el turismo rural ha despegado a pesar de sus posibilidades y de las fuertes subvenciones recibidas.
Son los valles o concejos de Ponga y Caso en Asturias, últimamente más conocido como Redes, ambos Parques Naturales y Riaño y Lillo por el lado leonés que son la vertiente oriental y occidental respectivamente del macizo de Mampodre y bajo la figura, bastante difusa, de Parque Regional de Picos de Europa en la comarca de la Montaña Oriental Leonesa.
Macizo de Mampodre
Existe una fuerte disimetría entre la cuenca del Duero, con sus ríos Porma (Lillo) y Esla (Riaño) con su tristemente célebre embalse, y el alto Nalón en la cuenca hidrográfica cantábrica. Por el lado de la meseta el desnivel es mucho menor, los valles más abiertos, llenos de prados ganaderos y con sus montes mucho menos boscosos.
Grandes prados en los valles eminentemente ganaderos de la montaña leonesa
El habla y las costumbres de la gente de ambas vertientes es casi idéntico, de hecho hay una romería en León, la de Riosol que reúne casi a más asturianos que leoneses, aunque tengan que sufrir la subida del tortuoso puerto de Tarna. Realmente son todos astures aunque unos también sean castellanos.
Al norte de Riaño destaca poderosamente la mole piramidal fronteriza con Asturias de Peña Ten y también algo menor la de Pileñes que como dice el dicho, ..vaya par de peñes!!
Peña Ten y Pileñes, ¡Vaya par de peñes! La primera en León y la segunda en Asturias
Del lado oriental, desconectado de la divisoria principal de la Cantábrica por el puerto de las Señales y en potente resalte sobre los valles que lo rodean del Esla y el Porma, destacan las alpinas formas del macizo del Mampodre, una modesta cordillera (casi 2200m en varios picos) muy similar en caso todo a los cercanos Picos de Europa.
Oscura mole cuarcítica del pico de San Justo
Del lado castellano hay un predominio general de lo geológico sobre lo biológico, siendo muy visibles las diferentes litologías del terreno que como en la vertiente cantábrica es una retorcida mezcla de blancos cordales calizos alternándose con otras litologías, siendo dominantes en gran parte de la divisoria las cuarcitas.
Genista legionensis, espinoso arbusto exclusivo de las calizas de la montaña Cantábrica
Lo contrario ocurre del lado asturiano, donde bosque y vegetación apenas dejan asomar lo más áspero de la cordillera, como el altivo Tiatordos y el Maciédome que separan Ponga de Redes, la Peña del Viento y el Cantu l’Osu en el centro de Redes o el Torres ya en el límite occidental.
Este viaje ha sido para contemplar los bosques otoñales y hemos llegado en su momento, pero este año no ha sido tan espectacular como otros pues se ha dejado notar, por un lado, la dura sequía veraniega, más acentuada en la vertiente castellana y que solo se ha mitigado ya a mediados de octubre y por otro, la ausencia de heladas que ya si hemos podido constatar con el cambio de mes en los altos valles.
A pesar de ser otoño, los tojos, entre otras plantas, están floreciendo como si fuese el final del invierno
Las consecuencias de esos calores y secas ha llevado a una falta de turgencia de las hojas que no han podido experimentar el cambio de color acorde a la estación sino un paso del verde al marrón sin pasar por las coloridas fases previas.
Por otro lado, la ausencia de heladas ha provocado que muchas de las hojas se mostrasen todavía verdes, lo que era más visible del siempre más húmedo lado asturiano.
Los últimos días de octubre apenas ha cambiado el color de los bosques de Redes
Gran variedad vegetal del bosque leonés
La variedad vegetal de esta región está por encima de la media, incluso por estas zonas de León aparece algún árbol casi exclusivo como puedan ser un par de robles, el Quercus orocantabricus, un roble más arbustivo que arbóreo que crece en el límite superior del bosque en zonas silíceas y otro roble que aún no he visto el Quercus paucirradiata.
Los cerezos como de costumbre son de lo más "flamígero" del otoño
En esta región aparece mezclada la vegetación silícea (roble melojo, serbal de cazadores, arándano, etc.) con la basófila con toda una gama arbustiva (mostajos, agracejos, guillomos, cerezos de Santa Lucía, pudios, clemátides, etc.) que en estas épocas del año lucen sus mejores galas para despedir la temporada vegetativa.
Es recurrente y estará muy visto, pero no me canso de hacer fotos con estos mismos motivos, los contraluces, los frutos, las setas. Años tras años voy acumulando fotos parecidas, pero es que no tengo hartura.
No sé como la hacen, pero las setas muchas veces tienden a mimetizarse con los suelos
Por el lado asturiano, en el interior de Redes, las hojas de los árboles apenas han cambiado su tonalidad. Aquí están, probablemente, los mejores hayedos, combinados con los de Ponga y su famoso monte de Peloño, de toda la península, a pesar de la fama mediática de la Selva de Irati.
Avellanos y fayas apenas han cambiado de color en Asturias en estas fechas
Al estar a caballo entre los valles del Esla, del Porma y del Nalón fuimos viéndolos un poco todos, aunque con alguna buena ruta de coche hasta el corazón de Redes, por donde dimos un buen paseo y cogimos castañas.
Setas también había pero al parecer no había habido suficiente agua para una buena temporada, aunque aquí es temporada siempre que no haga frío y haya agua, pues varios han sido los veranos que hemos comido una buena sartén de setas.
Setas también había pero al parecer no había habido suficiente agua para una buena temporada, aunque aquí es temporada siempre que no haga frío y haya agua, pues varios han sido los veranos que hemos comido una buena sartén de setas.
Pinar de Lillo, últimos vestigios del bosque aciculifolio cantábrico
Las montañas de León tienen menos bosque, pero dado que hace más frío dada la mayor altura, las hojas están mucho más coloreadas que en Asturias. En el fondo de los valles, junto a los ríos destacan desde lejos los inmensos chopos junto a fresnos y algunos cerezos en brasas de puro rojo.
Es una pena, aunque las imágenes no se me van a ir de la retina, por las mañanas temprano, con las primeras luces me iba a correr por el monte, por llevar no llevaba ni reloj ni la cámara. Si la hubiese llevado, ni hubiese recorrido ni hubiese visto la mitad de todo lo que ví y lamento de verdad no haber podido compartir esas imágenes con vosotros.
Primer día de helada en la montaña leonesa
Un día pude ver un amanecer increíble, pues a ratos estaba yo dentro de la niebla y otros ligeramente por encima, superando levemente esos bancos que yacían pegados al fondo de los valles. Sobre esa blanca manta se levantaban los chopos amarillos que estiraban su sombra sobre ella y casi llegaban a reflejarse en ese mar de niebla.
Sobre los neblinosos valles de Riaño se levanta la fenomenal mole del Espigüete
A veces de los árboles solo asomaban las ramas y el resto se difuminaba poco a poco hacia abajo como si el árbol desapareciese en profundidades insondables, degradándose el amarillo chillón de sus hojas al blanco agrisado antes de desaparecer engullido por la niebla.
Uno de los mejores paseos, de los que os ofrezco la mayoría de las imágenes más coloridas, fue por el alto Porma, al pie del San Justo y cerca del pinar de Lillo (Reserva Integral), por un camino paralelo al río donde las ramas otoñales de todo tipo de árboles y arbustos quedaban en contraluz con una ladera en sombra o con los rayos del sol perfilando los árboles que sobresalían del matorral.
Aquí era difícil decantarse por qué era más hermoso, si los álamos temblones que haciendo honor al nombre salían bastante movidos en las fotos, los flamígeros cerezos, los amarillos chopos, los serbales cargados de frutos o los luminosos abedules.
Ahí os dejo esas imágenes por si este año no habéis podido salir de otoñó. Aunque esta entrada es algo tardía, casi un mes posterior a las fotos, aún queda otoño, quizás ya no en el norte, pero los valles interiores y las montañas del sur y oeste de la meseta guardan rincones menos espectaculares que la Cantábrica pero no exentos de especies encendidas y mágicos rincones.