domingo, 11 de agosto de 2013

El Incendio de Mijares

Monte y cultivos ardiendo en la umbría de La Pinosa

            Llevo casi toda la vida yendo por Gavilanes, concretamente en frente de un monte, estribación inicial de la sierra de Gredos desde el fondo del valle del Tiétar, llamado La Pinosa que, aún quedando linealmente más cerca de Gavilanes, pertenece por entero a Mijares, aunque en los telediarios a este incendio se le ha llamado el Incendio de Gavilanes, realmente ha sido el “Incendio de Mijares”.

A la media hora de comenzar el fuego ya estaba acercándose a la cima del monte

            Estábamos comiendo la familia en el jardín para mitigar un poco el calor del interior de la casa, cuando vimos enturbiarse el cielo por el sur y oír el agorero sonido de los medios aéreos anti-incendios. Fue asomarnos y ver las pesadas burbujas de humo oscuro avanzando rápidamente hacia nosotros de un fuego iniciado en la parte baja del valle, en los pinares cercanos al charco del Tudón y avanzando por momentos laderas arriba.

Afortunadamente en zonas el fuego corrió por abajo y no se convirtió en un peligroso fuego de copas

            Eché un rápido vistazo a la espléndida vista de toda esa ladera oeste de la Pinosa, llena de grandes pinazos afortunadamente aún sin cortar a pesar de su edad y tamaño, como despidiéndome de ese paisaje porque por el sur, destacando tras la espesa cortina negra, ya empezaban a verse las rojas heridas de las llamas que subían ladera arriba. En una apocalíptica imagen, un gran pino algo solitario, fue engullido como de una sola bocanada, por una gigantesca llama acrecentada de golpe por esa leña que hizo levantarse una gran voluta de humo negro y marrón que a su vez alzó un alto pináculo en la montaña de humo que se levantaba de todo el bosque.

Un nuevo foco recién provocado a kilómetro y medio del fuego

          Terminé rápido de comer, hice alguna foto de los helicópteros soltando profesionalmente su líquida carga sobre la base de las llamas y en esto me dice mi hija que parece que alguien acaba de hacer una hoguera en la ladera noroeste, miro hacia allí y veo convertirse un hilillo de humo en una gran hoguera que prende los árboles cercanos en cuestión de segundos. Parece claro que alguien quiere incendiar deliberadamente toda la Pinosa, esto no ha sido una pavesa encendida que haya prendido a kilómetro y medio del fuego, todo esto ha sido claramente orquestado como, desgraciadamente, pude constatar más tarde con otros focos en la umbría, nacidos de la nada.

El mismo foco anterior cobrando fuerza tras un par de minutos

            Cogimos mi hermano y yo una pala, un azadón y un hacha, aparte de ropa de manga larga, guantes y varias botellas de agua, y partimos con el coche hacia la antigua pista forestal, hace tiempo asfaltada que baja de Mijares a su cantina, en la carretera general. Al pasar por Mijares vimos el trajín de la gente preparando coches y llenando garrafas de agua en las fuentes. Al salir por esa carretera, un grupo de mujeres nos paró para ofrecernos garrafas y darnos trapos empapados en agua para poder enfrentarnos a las llamas, usándolos de mascarilla húmeda y a la vez de refresco. Llegamos a uno de los aparcaderos como otros que vimos, llenos de coches y con las cunetas llenas de garrafas y botellas de agua a disposición de quienes las necesitasen.

Coches que corrieron peligro, un tractor con cisterna y garrafas por doquier

            Todo lo que se veía eran voluntarios, cargados como nosotros, de herramientas y garrafas; había personas del pueblo con furgonetas llevando y trayendo gente, arriba y abajo, en contacto con todo el mundo, con los de la brigada antifuegos, con los diferentes grupos de voluntarios, siempre informados de dónde saltaba un nuevo fuego, de dónde se necesitaba gente urgentemente, etc. De hecho llegaron y se llevaron una carga de voluntarios para la parte baja pero nos dijeron que había aparecido un nuevo foco por el Escurialejo, una variada zona de olivares y monte en la umbría de la Pinosa, a donde nos dirigimos andando unas quince personas.

Acabando con el fuego en un olivar ya frente a La Pinosa, al pie de la sierra principal

            Algunos de los del grupo iban casi a la carrera, algunos de los olivos y viñuelas que se estaban quemando eran suyos o de parientes. Al acercarnos al fuego nos dijeron que estaban bastantes ya y que tenía mucho más peligro de que se extendiera a toda la sierra el fuego que vimos en la otra ladera. Llegamos tras una nueva caminata, a la hora más calurosa del día. Estábamos apagando un fuego en una zona relativamente fácil de bancales de olivos, allí el azadón y la pala en conjunto, tirando paletadas de tierra al pie de las llamas era bastante efectivo, afortunadamente llegamos a tiempo para que el fuego no pasara al monte, un monte donde hace años fui a veces a por madroños del único gran madroñal de toda la zona, también con robles, una isla en medio de un mundo pinariego.

Este otro foco en la umbría costó buenos sudores apagarlo, conseguimos salvar un robledal por los pelos

            Tras acabar aquí bajamos a la fuente del Escurialejo a refrescarnos y beber algo, y vuelta para arriba en esa umbría, a la zona a la que fuimos en principio, pues el fuego se había extendido y había pasado del borde del bosque a los cultivos. Aquí tuvimos que emplearnos a fondo, no era como lo de antes, era el borde de los olivares con pinos, bastante insalvables por arriba, y robledal por los lados. Aquí las llamas eran grandes, aquí ya solo de acercarme a apagar llamas a golpe de escobón de ramas, se me enrojeció la cabeza del calorón; el humo también soplaba en nuestra dirección y había que saltar y alejarse a cada rato para recuperar la respiración. Afortunadamente éramos bastantes y pudimos contener el fuego sin que entrase en el espeso robledal de al lado.

A pesar de estar casi sofocado el fuego, había que irse lejos para respirar

            Era el primer golpe fuerte de curro y me sentía agotado por el calor, por el humo y por cargar con una mochila que fue un estorbo, con una cámara que apenas usé porque no iba de reportero sino de apagafuegos. Entre los cambios de tarea, alternando palas con escobazos, descansos y movimiento a zonas donde se necesitaba más gente despisté el azadón, horas más tarde correría la misma suerte la pala, pues la guardia civil cortó el paso carretera abajo donde la dejé.

La carretera cortada  por la guardia civil. Los bomberos tuvieron que emplearse con un foco cercano, orientado a Gavilanes

            Encontré un par de brigadistas de las BRIF (brigadas de refuerzo de incendios forestales), con todo su pesado equipo anti-incendios que me contaron que llevaban ya dos días apagando fuegos, pero que eran de la zona y que moralmente no podían irse a descansar como les ordenaron, con el consiguiente riesgo de perder su trabajo por no cumplir los tiempos de descanso para reponerse; tras charlar con ellos se largaron ladera arriba, hacia la parte donde se oía crujir los pinos con más crudeza.

Otro nuevo foco en la ladera orientada hacia Gavilanes

            El fuego ya estaba controlado en esta ladera, había una gran pila de leña recién cortada ardiendo sin manera posible de apagarse y tuvieron que quedarse un par de personas allí de guardia. El resto nos fuimos otra vez para la carretera donde volvimos a subirnos a la furgoneta que hizo antes dos viajes a toda velocidad para llevar gente a la ladera de la caseta forestal. A nosotros nos llevó más abajo, pues había un gran frente progresando hacia el puente de Gavilanes. Afortunadamente el fuego era bajo, pero estaba a punto de llegar a una zona espesa del pinar. Mucha gente se quedó por el camino protegiendo las zonas cultivadas. Era desesperante porque el fuego era fácil de apagar pero no tenía las herramientas adecuadas e iba ganando terreno.

Muestra de la pericia de los pilotos, acrecentada por demasiados días de práctica continuados

            Por fortuna bajó un camión cisterna por esta zona que tenía un pequeño camino y allí poniendo tramos y tramos de manguera, conseguimos que un hábil brigadista fuese apagando de una forma más que eficiente todo esa línea de fuego, nos quedamos cortos de manguera y de agua, pero afortunadamente apareció ladera abajo una balsa de agua que regaba un huerto, accesible por ese mismo camino. Bajó el camión, pasamos las mangueras, el camión se conectó con la balsa, nuestra manga al camión y a empalmar tramos de manguera ladera arriba por una zona donde un par de otoños atrás cogí una buena cesta de níscalos. Solamente con cuatro personas conseguimos hacer avanzar al brigadista por todo el perfil del fuego hasta dar con otro equipo de brigadistas que venían siguiendo la línea del fuego en sentido opuesto .

La torreta de vigilancia de la Pinosa seriamente amenazada por las llamas

            Durante todo el tiempo no pararon de caernos cargas de agua de los helicópteros o del hidroavión, eso era una magnífica noticia porque significaba que no eran ya tantos los sitios que necesitaban con urgencia los medios aéreos. Tanta fue el agua caída que la temperatura bajó bastante, incluso el negro musgo de las rocas se fue tornando verde. Al encontramos con los brigadistas del otro corte, la alegría empezó a cundir entre los rostros negros y sudorosos, por este lado al menos, el fuego estaba controlado. Eso sí, más que agua lo que querían era bocadillos, como las bolsas que habíamos visto en la furgoneta, preparados por las mujeres de Mijares, aunque cuando llegamos ya habían ”volado” entre los hambrientos.

La disponibilidad de medios aéreos y la cantidad de voluntarios fueron determinantes para la extinción del fuego

            Esta vez había habido un final feliz, quedaban focos tozudos, rodeados pero casi inextinguibles, ya la gente se juntaba en la carretera de charla y comenzaban a volver coches al pueblo. Por suerte, no continuó el viento que al principio soplaba del sur amenazando con subir a toda la sierra, pero entre el despliegue humano y una súbita calma de ese viento, pudo ser reducido. Además ese día fue de los pocos que, tras el de Cebreros, no hubo varios  incendios simultáneos y todos los medios, aéreos y humanos, pudieron emplearse a fondo, a pesar de sus “recortados” efectivos.

Un helicóptero pasa "empequeñecido" ante las terribles columnas de humo

            Me comentaba un agente medio-ambiental toledano que a ellos ya les enseñan a cortar el paso a los voluntarios y que no los suelen admitir en esas peligrosas labores, pero recuerdo a los mijariegos de la furgoneta diciendo que como un guardia civil o quién fuese, les impidiese el paso, le daban lo suyo. Hay que reconocer que sin los voluntarios este fuego hubiese sido, sin duda, mucho más devastador, y hay que felicitar a todos los habitantes de Mijares (también a muchos forasteros), por su unidad, tenacidad y solidaridad a la hora de enfrentarse sin tardanza para salvar su magnifico patrimonio natural, ya fuesen huertas, olivos, pinos, robles o matorral. Esa misma mañana subimos por encima de Mijares y, a parte, de los pinos cascalbos, tejos, acebos y olmos de montaña, mi hermano me enseñó un rodal de álamos temblones, el único del sur de Gredos.

La población entera de Mijares colaboró de una manera o de otra para apagar el fuego

            No puedo evitar recordar el anterior incendio de Arenas de San Pedro en 2009 que empezó cerca de esa ciudad y acabó cruzando la sierra por el puerto del Pico, arrasando incluso el último pinar natural de pino silvestre de todo Gredos. Un incendio absolutamente descontrolado en el que los habitantes de El Arenal lloraban de impotencia y de rabia cuando las autoridades les prohibieron intentar atacar un fuego, (ya asesino) que dejó un enorme y arenoso secarral donde antes hubo tanta riqueza.

Los restos del último pinar verdaderamente autóctono de Gredos que ardió en el terrible incendio de Arenas

            El incendio fue provocado, yo vi la aparición de tres focos distantes del fuego inicial y me comentaron que al menos fueron cinco. Oscuros intereses se ocultan y se solapan, esta vez no ha estado la imprudencia más clásica de este verano, la de máquinas trabajando en el campo (incluso para el control de incendios), bien podría ser de intereses madereros, pues hay contratistas y madereros que mueven grandes cifras con la devaluada madera quemada o a saber que otros infames intereses.

Gavilanes, indemne tras el fuego que ya lo ha visitado en demasiadas ocasiones por el oeste

            Al campo y al monte hay que mimarlo tras tantos años de abandono y de éxodo, aunque alguien pueda pensar que es bueno para la naturaleza, no es así, el monte se espesa en exceso, los caminos se pierden, las especies más pirófilas (las que se aprovechan de los fuegos, incluído el propio pino), van conquistando terreno. Llevo más de 35 años viniendo por aquí, y he podido comprobar en las partes bajas de la Pinosa como los pinares ganaban terreno a una rica arboleda de encinas, alcornoques, quejigos y robles, muchas veces fomentado por el hombre y, también claramente, de forma natural; debe ser el famoso cambio climático, ante el que claramente debemos prepararnos, mucho mejor de lo que lo estamos.
P.D./ Mi agradecimiento y admiración al furgonetero-estratega (Hnos. Sánchez de la Paz)


6 comentarios:

  1. No lo había leído ni visto en las noticias. Me he llevado un gran disgusto pues he pasado muchas horas en esos pinares disfrutando de la compañía de amigos y naturaleza.
    Tal y como están las cosas en España con los incendios, quizás deberían hacerse cursillos para organizar al voluntariado ambiental.
    Y desde luego, castigos ejemplares y la NO construcción o transformación del suelo quemado para que incendiar deje de ser un buen negocio para algunos.
    Saludos.

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  2. Qué pena y qué triste!!!. cada vez que hay un incendio muere una pequeña parte del ser humano.. Un saludo..

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  3. Aun después de haberlo vivido en persona se me saltan las lágrimas al leer este relato, tanto como al oir el pregon de las fiestas de Mijares que fue en honor de todos los que ese dia luchamos contra las llamas de una manera u otra.
    El reconocimiento no es solo a los mijariegos sino también a todos los vecinos de Gavilanes y Casavieha que se unieron a nosotros y fueron parte esencial, sin ellos y sin los medios de extinción no lo hubiéramos conseguido. Vino gente de Piedralaves y mas pueblos asi como brifadistas que se jugaron su puesto de trabajo por luchar por nuestro monte.

    Yo sigo pensando que la union hace la fuerza y es lo que tiene este valle.
    Enhorabuena al creador de esta página por ella y por ran magnífica redacción que esperemos sea la última sobre esre tema y al piromano se le hayan quitado las ganas porque con nosotros no puede ni podrá

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  4. Impresionante narración.
    Un nativo de Mijares agradecido.

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    Respuestas
    1. Gracias por vuestros comentarios y recordaros que lo peor del incendio no son las imágenes dantescas ni los pinos quemados. En Gavilanes ya dos veces se quemó todo desde el pueblo a Pedrobernado y es increíble como por las noches no refrescaba como lo hacía antes, como se secaban las fuentes a mitad de julio o incluso como cambian las pozas de las gargantes al llenarse de arena, una vez en el Tudón me clavé de brazos en la arena al tirarme de cabeza desde arriba.
      Ni os hablo de la pérdida de biodiversidad que ahora aún conserva Mijares y que Gavilanes ha perdido, entre otros algunos magníficos tejos, todos sus escasos pero enormes pinos silvestres, y así un largo etcétera hasta que ahora tras muchos años los suelos, la vegetación y el microclima se vuelven a nivelar algo, pero con mucho ya irremediablemente perdido.
      Eso también, a los mijariegos (y a todo el mundo), cuidado con el tema recurrente de los incendios de piornal, provocados, en teoría para ganar pastos o paso, por algunos ganaderos y que luego degeneran y se comen los pinares de las zonas altas.

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