sábado, 30 de noviembre de 2024

Por las montañas de León en otoño

 

       

       Las montañas de León son la esencia de la cordillera Cantábrica, aunque le falte la cercanía al mar que sí que matiza al resto de la cordillera. Esta mayor continentalidad, como siempre crea una mezcla de mundos, un ecotono, entre lo que pertenece a un mundo atlántico, de atemperada influencia marina, con otro mundo mediterráneo, de cruda influencia continental. 

Vertiente continental de robledal, con Peña Corada al fondo. Abajo, vertiente de carácter atlántico de hayedo con el Peñas Pintas (1989m) al fondo


     Como en todo sistema montañoso, aparte de la buena gama de altitudes, cada una con su correspondiente mundo de especies adaptadas a esas condiciones altitudinales, hay que sumarle la variedad topográfica lleva consigo una alta variedad microclimatológica que, junto a esa otra combinación macroclimática, crea un mundo de enorme riqueza y biodiversidad.



Como una vieja costumbre, por desgracia no satisfecha todos los años, me gusta disfrutar el otoño donde éste se viste con sus mejores galas, es decir, en los bosques con una buena gama de distintas especies que cambian de colores, cada una con su gama cromática característica y su diferente estado fenológico. 

El poco común olmo de montaña destaca claramente con el hayedo de fondo

     Cada especie tiene sus fechas para llegar a sus tonalidades más llamativas, o no, como aquellas que no cambian a lo largo del año (tejos, acebos, sabinas, etc.), pero que hacen resaltar a las otras especies con el contraste creado con ellas mismas. Como dijo Machado, "¿Quién ha visto sin temblar, un hayedo en un pinar?".

Hayas contrastando con las sabinas y las blancas peñas

Un ejemplo de esto último, lo pude disfrutar a placer en el sabinar de Crémenes; no el compacto sabinar monoespecífico, sino allí donde éste se mezcla con el hayedo. Curiosa y poco común mezcla de dos especies tan diferentes y aquí tan entreveradas y sincronizadas por mor del relieve rocoso de las laderas, ocupando las sabinas los puntos más rocosos y las hayas los puntos con suelos profundos, complementado además, por multitud de coloridas especies. 

Hayas y pinos en el magnífico pinar de Lillo


     Algún otro año, pude  disfrutar ese  "machadiano" contraste dado por las oscuras siluetas de los pinares silvestres, abundantes solo cerca de Puebla de Lillo o ya más al este en Velilla de Carrión (Palencia), con algunos ejemplares sueltos en los cordales calizos y, ya muchos más abundantes, en áreas cuarcíticas repobladas hace varias décadas y que hoy ya van llegando a una digna madurez.

Chopos con muérdago y abajo, frutillos del aligustre

       En las vaguadas húmedas aparecen enormes y cargados de muérdago (Viscum album) los chopos y fresnos de montaña (Fraxinus excelsior), con los rayos del sol, destacan poderosamente los plumeros y pompones de las clemátides, como luces blancas en medio de las espesuras y músicas fluviales, amén de una buena cohorte de especies variadas, normalmente en las orlas espinosas cercanas a esos puntos de humedad, con endrinos, majuelos, rosales, clemátides, cornejos, aligustres, lantanas, etcétera, adornados, amén de sus hojas, por sus coloridos frutos.


Onduladas hiladas cuarcíticas, y no muy lejos, hiladas de blancas calizas


Esta zona norte de León tiene también una buena variedad litológica, donde los más llamativo son los blancos riscales calizos, con sus blancas pedreras a sus pies. Muy a menudo, seguidos por lineales estratos de cuarcitas grisáceas y con cortados blanquecinos de los buitreras o amarilleados por los líquenes allí donde se hacen más verticales. Por supuesto, esos distintos ámbitos rocosos llevan un cortejo de flora y vegetación bastante diferentes.

Las hayas jóvenes apenas dejan ver a los grandes robles del pasado

Como de costumbre, las entradas de temas otoñales, son meras excusas para sacar a pasear las mejores fotos de estas salidas de campo. Aunque cada vez creo que voy haciendo peores fotografías, al menos, para los modelos que se me ponen por delante, porque sin quererlo, al final casi siempre salen unas rutas estupendas, aunque como todo no puede ser, no siempre llego al momento estelar de algunos bosques, este año he marrado el esplendor de los hayedos pon unos diez a quince días, pero algo he podido ver, incluso este momento también ha sido estupendo.

Hayedo de Monte Oscuro en medio de bosques de roble y al pie de cordales cuarcíticos

La gama de pequeños árboles salpicados en los bordes del bosque, ríos o bordes de prados, me ha parecido aquí magnífica, incluso con especies que hacía años que no veía y que este año me he hartado, como el fotogénico esplendor de los boneteros (Euonymus europaeus), arbusto/arbolillo con una bella y característica frutos de los que les viene ese nombre de bonete, ese antiguo gorrillo eclesiástico. Árboles que suelen crecer aislados, al menos en esta región, son algunos como los tejos, maillos o manzanos silvestres, el olmo de montaña, los muy llamativos rojos y anaranjados cerezos, en pequeños grupillos, que creo ver cada año más numerosos, y pocos más.

Boneteros con sus llamtivos frutos en los bordes del bosque y de los prados


En esta parte León el bosque es señorío del robledal, las más de las veces del melojo (Quercus pyrenaica) y allí donde hace más frío, humedad y suelos ácidos, el ya más escaso roble albar (Quercus petraea). El hayedo queda relegado a exposiciones umbrosas o al lado ya más altántico de los grandes cordales, como en todo lo vertiente hacia los valles de Riaño o de Porma. El abedul, salvo bellas y amarillísimas excepciones, lo veo más disperso y en grupillos aislado que no formando masas uniformes.

Un abedular, centro-derecha foto, rodeado de robles albares en una umbría cuarcítica. Abajo pequeño abedular al borde de un arroyo
P

Los pueblos van estando más aceptables que hace pocos años, sigue habiendo muy poca gente, pero parece que cada vez, según nos contaron, va volviendo más gente de los emigrados a las diferentes grandes ciudades españolas, aquí principalmente la emigración ha ido a Madrid, Bilbao, Valladolid y León. Parece que está volviendo bastante jubilado, por largas o medianas temporadas que van adecentando las casas, arreglando algunos huertos abandonados y dando un poco más de vida a estos maravillosos pueblos de montaña.

Restos otoñales de los huertos de verano en la cercanía de los pueblos

El monte se va asilvestrando más a ojos vista, los antaño limpios prados, solo en las áreas más comunicada o cerca de las majadas, están dejando de estar tan limpios y cuidados, con el abandono se van llenando de junqueras, con arbolillos colonizando y con los jabalíes hozando, casi arando a sus anchas, a pesar de que va habiendo más lobos que no llegan a controlarlos, por que ellos a su vez están más controlados de lo que proponen las leyes. 

Solo con ver esta imagen es fácil deducir que hay muchos menos lobos de los que debería

     De hecho, vimos una gran cacería que había movilizado a una enorme cantidad de gente, entre ojeadores, cazadores, organizadores y agentes medioambientales. Al ver algunas praderas en medio de esa batida, quedó claro que el número de jabalíes, a juzgar por los prados levantados, debería ser enorme.

El "Corral de los lobos", restaurado, el embudo final conduce un pozo-jaula

Hablando de lobos, en esta región antaño totalmente ganadera y hoy, simplemente ganadera. Pudimos asombrarnos con un "corral de lobos", una trampa para lobos aprovechando la orografía para ir acorralando a los lobos abocados a ir hacia un vallejo que termina, ayudado por vayas de madera, en una gran foso, donde eran finalmente sacrificados.



     Como he podido comprobar en otras áreas, incluso en las aquí cercanas de Valdeón, veo que sobre una fondo nuevo de hayedo relativamente joven, aparecen siempre aquí y allá, dispersos y magníficos ejemplares de roble que vienen a decirnos que el hayedo está introduciéndose o que desapareció hace mucho tiempo y está volviendo. Vaivenes climáticos ?, intervención humana?. No lo sé, pero es un hecho, en umbrías o más hacia Asturias, con roble albar y hacia el sur (aunque siempre en umbría), con roble melojo o tozo, como le dicen en Santander.
 
Despedida lluviosa

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