jueves, 27 de febrero de 2020

Por las Barrancas de Talavera


       Hace unos años, en un hueco navideño, me di un corto paseo con mi hermano por el sur de Talavera. A pesar de lo inapropiado de la época, encontramos unas pocas plantas sin flor aún, de la orquídea ibérica más escandalosa, la Barlia robertiana o Himantoglossum robertianum.

Grupo de Barlias con el primer sol matinal

       Tenía que volver alguna vez para verlas floridas y hace pocos días, he podido hacerlo y disfrutar tanto con ellas, como con los espectaculares paisajes y rincones de este tramo de las impresionantes Barrancas de Talavera que forman parte del conjunto de barrancos (los más nombrados son los de Burujón) que la erosión remontante de los cortos arroyos que dan al Tajo, han formado sobre los débiles materiales sedimentados desde hace millones de años en sus orillas.



El origen del terreno que estoy pisando, arcosas (arenas compactadas con arcillas), es del terciario y está formado por materiales erosionados de las estribaciones de Gredos por el norte, y fundamentalmente, de Montes de Toledo por el sur. Tras la apertura hacia el Atlántico, de la gran zona sedimentaria del centro peninsular, (Cuenca de Madrid), ésta comenzó a disecarse, abarrancarse, aterrazarse y vaciarse paulatinamente, hasta conformar el relieve actual.

Cárcavas y espolones coronados por enebros

      Toda esta topografía accidentada es la que define y da una personalidad propia a toda esta área de barrancas del Tajo que va desde los alrededores de Toledo, sobre las rojizas facies Toledo (influencia de las cabeceras del Jarama-Henares) o sobre las blancuzcas facies Madrid (influencia de las cabeceras del Guadarrama y Alberche) hasta el límite provincial occidental, donde ya penetra en los granitos, pizarras y cuarcitas del Zócalo Ibérico donde se inician los "riberos" del Tajo.


Estos paisajes abarrancados, las Bad Lands de los norteamericanos, han preservado gran parte de estos montes salvajes e ignorantes del arado y se han convertido en un reducto de montes incultos, cuya única utilidad práctica ha sido el pastoreo, la caza y el esparragueo, al que tan aficionados son los Talaveranos.


Tras subir el primero de los empinados barranquillos de la umbría, veo que progresar me cuesta más de lo que pensaba; el avance por esas cuestas casi verticales de arenas poco consolidadas es bastante penoso y tengo que agarrarme a ramas y retamas, descubriendo casi a arañazos en la cara, las plantas de la zona: grupillos de los madrugadores nazarenos, palomillas Platycapnos spicata, jaramagos, caléndulas, etc.

Grupillo de nazarenos Muscari neglectum, una de las flores más madrugadoras

  De ese primer repaso florístico veo que son abundantes las plantas nitrófilas, pero aquí, al contrario que en sembrados o cunetas, donde éstas aparecen por alteraciones humanas, aquí lo hacen por tratarse de un sustrato tan sumamente erosionable como estas arcosas, cuya remoción produce inestabilidad y alteración, dando una vegetación con numerosos tipos de cardos, ortigas, lenguas de perro, etc. Plantas que yo creía poco comunes en áreas inalteradas por el hombre como éstas, como el hinojo Foeniculum vulgare, la basta gramínea Piptaptherum milliaceum, etc.

Arum italicum, abundante en los umbrosos fondos de valle

  Desde el primer vistazo de la región, oteándola desde un punto alto, con unas magníficas vistas al valle del Tajo y con los barrancos cayendo hacia el río y a la multitud de vaguadas que cuajan esta región, me di cuenta que la vegetación arbórea dominante es, sin ninguna duda, el almendral.

¿Quién dijo que el almendral no es una vegetación autóctona ibérica?

       Una pena está pasada semana de calores extemporáneos, colofón de un invierno que no ha conocido ninguna helada relevante, porque otro año más “normal” lo hubiera contemplado en todo su esplendor floral; ahora ya solo quedan algunos almendros en flor en umbrías o fondos de barranco.

El almendral es sin dudarlo la vegetación "natural" dominante

  Fuera del almendral, el encinar le sigue en importancia y, de una manera muy peculiar, el enebral se impone en los crestones, solanas y en las pendientes más complicadas. Puntualmente aparecen acebuches, creo yo, porque están en áreas muy alejadas de olivos cultivados y por sus pequeñas aceitunas. En el fondo de las vaguadas aparecen tarayes, algunos de gran talla y puntualmente, álamos blancos muy aislados; de los olmos, solo algunos esqueletos en las zonas más proclives.

Barlia y acebuche al borde de un crestón

  Voy recorriendo cordales, subiendo y bajando barranquillos. La vegetación cada vez me parece más peculiar, tras los almendrales, me llamó la atención la conjugación de los retamares con la aromática ontina Artemisia herba-alba que también forma parte de los tomillares, los retamares locos de Osyris alba, las Ballota nigra, las Artemisia glutinosa de los fondos de valle arramblados por las aguas, etc.

Ontinas entre el alto pastizal de Hyparrhenia hirta

       En umbrías y fondos de valle, un oscuro matorral de retama loca Osyris alba, en solanas romerales y altos pastos de la térmica Hyparrenia hirta, en bordes de cortados compactos setos de uñas de gato Sedum sediforme, etc.

Viejas matas de retama loca Osyris alba cargadas de líquenes

  El terreno que antaño yo creía silicícola, muestra abundantes signos de vegetación caliza, como la presencia de este matorral de ontinas, jazminorros, jaras estepas, salvias varias, orquídeas basófilas, Sedum sediforme, etc. Ya estudié en geografía, con Julio Muñoz, esta influencia caliza en las facies terminales de las grandes rañas que, desde las faldas de los Montes de Toledo, llegan hasta el borde del Tajo; este final de raña, combinado con su mezcla con las terrazas más altas, en su época regadas con aguas carbonatadas, les termina dando esa fuerte impronta caliza.

Los basófilos nazarenos Muscari neglectum y Salvia verbenaca detrás

  El manto amarillento de los jaramagos se enseñorea de todas las lomas en esta época, pero en un altozano distingo un tono de amarillo mucho más intenso. Cuando remonto la loma y me acerco, compruebo que es una gran mancha de narcisos, uno de los más escasos de Castilla la Mancha, Narcissus fernandessi, no reconocido por Flora Ibérica que lo asimila al aragonés Narcissus assoanus, pero a pesar del parecido, somos muchos los que pensamos que es una clara especie independiente y una errata de este libro. Afortunadamente, una nueva y buena localidad para esta arrinconada especie.

Una muy buena población del escasísimo Narcissus fernandesi

      La fauna es uno de los alicientes de esta área, uno de los últimos reductos del águila perdicera, a la que pude ver en un breve instante y deducir su presencia, por los restos de plumas de lechuza que vi en lo alto de un espolón; vi aún más muestras de festines emplumados, de palomas, ahora probablemente de halcón, otra rapaz cada vez menos común en el campo y más en las capitales.

Plumas de lechuza, lástima, una especie en peligro como la perdicera se como a otra especie protegida; también he conocido el caso inverso, búhos que se han comido nidadas de perdicera

      Recuerdo de chaval, fijarme en la carretera del Cerro Negro, tatuada con la multitud de grandes serpientes atropelladas, algo común entonces, pero que he comprobado que hoy en día, es muy difícil de ver una sola, y menos aún de gran tamaño. Una prueba más del terrible declive reptiliano nacional.


      Yo aún conservo recuerdos de mi infancia talaverana y algunos nombres de esa salvaje parte sur del Tajo, la Labranza el Alto, el Cerro Negro, el barranco del Diablo o el del Águila. Alguna excursión con mi padre y mucho esparragueo con mi abuelo y familia. Siempre me llamó la atención los magníficos pies de enebro que parecían como colocados ahí, para adornar esos  montes y barrancos, con formas redondeadas o picudas que más parecían sabinas que enebros.

Grupo de enebros asomados a un barranco

      Hace pocos años me enteré de que esta zona se había nombrado Lugar de Importancia Comunitaria, posteriormente Zona de Especial Conservación de Las Barrancas de Talavera, con casi 1200 has., me alegró que se tuviera en cuenta un lugar tan especial, pero la importancia de este reservorio de diversidad, en un medio tan humanizado como el valle del Tajo, es incuestionable. Lamentablemente la protección solo se concentra en dos áreas, dejando fuera mucha más cantidad de hectáreas de, al menos, igual importancia.

La mayor planta de orquídea que ví, fue pasto de algún excursionista desaprensivo, es una pena no haber podido verla en todo su esplendor. Sé que es muy llamativa, pero todos tenemos derecho a su disfrute

      Hoy la intensificación de cultivos, en busca de subvenciones más que de producción o la ganadería semi-intensiva de vacuno, dejan el suelo muy degradado en estos terrenos tan susceptibles a la erosión. La vocación de estos terrenos es la de permanecer como han llegado hasta nosotros en la actualidad.

Masas y de gran altura de la cebolla albarrana Urginea maritima

      Generaciones de campesinos nos han legado estos terrenos sin roturar, bien vegetados para la producción de leñas, aprovechamiento cinegético y, de rebote, para la protección contra una erosión que aquí sería galopante, si desapareciera este manto protector.

Canteras de áridos al pie del barranco del Águila. Paisaje protegido??

      Leí la declaración de protección de estas Barrancas de Talavera y luego pude comprobar como desaparecía el espíritu y la protección dada, al ver como las explotaciones de áridos se están comiendo por la base algunos de los mejores lugares de toda la zona, a pesar de las limitaciones impuestas por esta normativa; otras veces tras la explotación de áridos se aprovechan esas cavidades como vertederos, legales o no.


         Ahí están las numerosas e impresionantes barrancas del Tajo, terreno áspero y difícil de recorrer, quizás con bastantes fincas privadísimas, pero con una naturaleza abundante y sana, capaz de limpiar los aires sobrecargados del valle del Tajo, un buen pulmón para Toledo y Talavera y aún, fuente de posibles descubrimientos botánicos o faunísticos. Esta región hace de puente, por el norte con las dehesas cuasi extremeñas y las estribaciones de Gredos y por el sur con los Montes de Toledo. Se trata del mejor pasillo ecológico que pone en comunicación el valle del Tajo con el del Guadiana.

Aquí los almendros llegan incluso hasta los carrizales del Tajo
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