domingo, 31 de mayo de 2020

Adios a la naturaleza de Los Berrocales. Los desarrollos urbanísticos del sureste madrileño (I)


       Los Berrocales es una gran zona del sureste madrileño, inmediato a la N-III o autovía de Valencia, entre Santa Eugenia-Vicálvaro y Rivas Vaciamadrid. Es una de las varias piezas del dominó de los proyectados grandes desarrollos urbanísticos del sureste madrileño: Los Cerros – El Cañaveral – Los Ahijones – Berrocales - Valdecarros y que aparte de los vallecanos de la Atalayuela y el Ensanche, ya casi terminados,  están logrando acabar con los últimos espacios naturales que rodeaban la ciudad de Madrid.



       Esta entrada es una despedida, una especie de oda o requiem a un espacio natural que dejó de serlo y que, a pesar de estar recobrando una fértil e insospechada vida, lleva camino de ser otra nueva ciudad dormitorio, y no quiero que estos lugares se vayan al limbo de lo pretérito o de lo que pudieron ser, sin que se sepa, por lo menos, algo de ellos, algo de lo que tuvimos los madrileños a nuestra vera y no supimos, ni valorar, ni defender.



     Conocí estos campos viajando en metro entre Madrid y Rivas, y era disfrutar ese largo tramo pegado a la ventanilla, casi salpicándome del rojo de las amapolas o de la amplitud de esos campos. Al tiempo, desde la carretera de Valencia, vi como las obras saltaban desde el nuevo Ensanche de Vallecas a un lado, a Los Berrocales, esbozando largas avenidas o prolongando la “Gran Vía del Sureste”, gigantesca avenida que pretende ensartar estos desarrollos urbanísticos.


Talud volcando sus derrubios a la vía del metro a Rivas tras las tormentas pasadas

       Ahora  recordando, parece que esos terrenos siempre estuvieron así, desangelados, pues realmente no existen para nadie, salvo para el cuento de la lechera de algunos especuladores. Pero fueron, aparte de unas buenas tierras agrícolas, una fuente de biodiversidad. Hoy todo está arrasado, incluso las áreas no urbanizables cercanas a las vías del tren de Alta Velocidad, están colmadas de tierras añadidas, sacadas de otros lugares cercanos.
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A primeros de los 80' se construyó Rivas, al fondo el arroyo de Los Migueles y campos cerealistas de Los Berrocales

       Con las remociones iniciales, salió a la luz el importantísimo valor arqueológico de estos lugares. Todo está minado, incluso a veces, buscando plantas, encuentro huesos humanos, con las obras de la cercana M-50 salió a la luz que todo esto era lo que hoy llamaríamos un distrito minero, aprovechando la cantidad y calidad del sílex y, frente a lo que se pensaba, ya hace más de 7000 años, existía explotación, industria y comercio organizado de este preciado mineral y las herramientas que con éste se hacían. Los numerosos pozos mineros de la vecina Casa Montero, han dejado claro que estos pozos se extienden por toda esta comarca y no es difícil localizar piezas sueltas talladas y más fácil aún, localizar los lugares en donde eran trabajados, por las acumulaciones de esquirlas.



      Pero lo más importante fue el descubrimiento de la que probablemente sea la mayor necrópolis visigoda jamás encontrada, tan grande, de alrededor de 900 tumbas, que se podía ver fácilmente en Google Earth, imágenes que a pesar de que ya no existen, se pueden seguir viendo en esta aplicación. Con sus curiosas lápidas hechas de los materiales de la zona: losas de sílex, dolomía, cristales de yeso, etc. 

Imagen de Google Earth con la ex-necrópolis visigoda de Los Ahijones

       Si existe un cementerio de tal envergadura, es que muy cerca existió una ciudad de parecidas dimensiones que todavía no se ha encontrado; tampoco hay interés alguno por encontrarla. A día de hoy, un yacimiento de nuestra historia común, es solo un estorbo económico, un caro retraso, en las cabezas y planes de quienes nos mueven a su interés.


Grandes silos excavados en la roca cerca de la cima del cero Peñuelas, cumbre de Los Berrocales

        Todavía quedan más restos por investigar, en varios lugares hay acumulaciones de grandes silos escavados en la roca, tanto en Los Ahijones, como en el medio desaparecido cerro Peñuelas, y digo medio, porque a pesar de ser un buen monte de casi 40m sobre el llano, ya solo queda la exacta mitad de lo que fue. A los constructores les es más fácil (y parece que barato), quitar la mole de un monte entero que adaptarse a sus formas y por eso, ahora mismo existe un buen farallón de más de 30m a plomo sobre el llano urbanizado. Y dicen que, por estos últimos restos arqueológicos, es por lo que se está retrasando la urbanización definitiva de este lugar, no como ya está ocurriendo en Los Ahijones, zona idéntica y solo separada por el arroyo de Los Migueles y su paralela línea de metro a Rivas, por lo que voy a tratar ambas zonas como un todo.


Visibles estratos del cerro Peñuelas, cortado a plomo por la maquinaria inmobiliaria

       Estoy hablando de un territorio de enormes superficies, como un tercio del resto de la urbe madrileña que son los grandes desarrollos urbanísticos del sureste madrileño, que van desde el río Manzanares al oeste (Parque Regional del Sureste), hasta poco más al norte de la carretera de Barcelona por el este. Se trata del más que conocido urbanismo especulador madrileño, aquel que nos condujo a una burbuja y que tiene a tantas familias, prácticamente viviendo para poder pagar al banco y que reventó en la cara de una sociedad que no supo impedir que las cosas llegaran tan lejos, pero que visto lo visto, sigue sin saber o poder impedirlo. 


"La especulación mueve montañas", y también las crea, como las sepiolitas acumuladas para su posterior traslado a la fábrica de Tolsa, al pie del Cerro Almodóvar, en la imagen de abajo

      Esto es lo mismo que decir que quienes viven del ladrillo, de nosotros, de lo público, cada vez lo saben hacer mejor. Saben que hilos hay que mover, que alcaldías deponer, que periódicos untar, porque todo lo que inviertan hoy, y no precisamente en infraestructuras, parques, colegios o servicios sanitarios, les revertirá con creces una vez superados los escollos iniciales, véase, legislaciones urbanística, medio ambiental y arqueológica, o lo que aún es peor, no cuentan ni con el sobre-endeudamiento de las personas, ni con la capacidad real de las infraestructuras y servicios que han de hacerse cargo del enorme crecimiento poblacional que se nos avecina.


Enormes extensiones para la construcción, donde algunos pretendíamos una gran Casa de Campo del Sureste de Madrid

       Estos terrenos son genuinamente madrileños, es decir, tienen algo propio de estos lares que no pasa ni más al norte, es decir hasta donde llega la influencia serrana del Guadarrama (arenas y arcosas madrileñas), ni más al sur, en la llamada Cuenca de Madrid (yesos, calizas, sales y vegas fluviales). Estamos justo en la zona de contacto, de transición entre una y otra, en la orilla de aquel fluctuante mar interior mioceno. Por eso aparecen aquí estos especiales materiales, estas arcillas, arenas micáceas, sílex, dolomías y sepiolitas (contando con el mayor yacimiento explotado del mundo, asomando la fábrica de Tolsa, de fondo en algunas fotos) que difícilmente aparecen en otros lugares.


Berrocales viene de los grandes bloques de sílex que había por aquí, ahora acumulados por las obras

      Tan especial sustrato geológico, lógicamente, lleva aparejado una vegetación adaptada a sus especiales características químicas (silicatos, magnesio, dolomía, etc.) o físicas (formación de grietas y rotura de raíces por la contracción/expansión de arcillas = vertisoles). A pesar de tan peculiar vegetación hemos podido contemplar cómo las autoridades de nuestra adinerada Comunidad Autónoma madrileña, pasaban el rodillo por encima de ellas y de sus protectores “ecologetas” en varias ocasiones y con total impunidad, a pesar de los ignorados avisos de la comunidad científica. Es el caso del Centro de Transportes de Coslada y otras localidades más. De hecho, estamos trabajando para la clara descripción y definición científica de estas comunidades vegetales, a ver si de esa manera, pudieran entrar a formar parte de los Hábitats Prioritarios de la Red Natura 2000 e intentar salvar, al menos alguna mínima muestra, de lo que fue este especial ecosistema del que forma parte la exclusiva vegetación de las arcillas madrileñas.


Astragalus alopecuroides en los tomillares de Los Ahijones, abajo con sus bordes destrozados

      Aunque parezca todo un solar, descampados arrasados y carentes de vida, los rincones sin alterar desde aquella primera agresión de hace unos diez años, han recuperando parte de su antiguo esplendor; es más, muchas de estas especies, acostumbradas a las duras condiciones de estos sustratos, ahora, sin competencia, están desarrollando unas plantas vigorosas y una capacidad de expansión que no para de asombrarme. 


La vulnerable Malvella sherardiana tiene,con seguridad, en Los Berrocales su mayor población mundial
Teucrium spinosum y Klasea flavescens poco antes de florecer

       Son especies raras, poco comunes aquí o en el resto de España, por estar tan unidas a este tipo de sustratos casi móviles y un punto nitrófilo como otra adaptación más y muchas, también tienen carácter termófilo, para mejor adaptar su ciclo al de la humectación y cuarteamiento de las arcillas, por eso no es raro, además de estas especies propias, el encontrar especies que están llegando, inducidas por el calentamiento del clima, a Madrid, precisamente por estos rincones.


Tres típicas y masivas: Linaria caesia, Onobrychis matritensis y Silene colorata

       De las especies recién llegadas, existen primicias importantes, y a veces, no en poca cantidad. De entre las más expansivas y nitrófilas, aparecen en masa Gypsophila pilosa, Moricandia arvensis o Echium creticum, y puntuales o en menor cantidad Ononis pubescens, Capparis spinosa o Sylibum eburneum.


La alcaparra y Sylibum ebuneum, ya han llegado desde el sureste ibérico hasta Madrid en Los Berrocales

       Los abundantes taludes de los que nos han provisto las constructoras, han dado lugar a la instalación de especialistas en ellos en nuestra área como: la bella Linaria caesia, Rumex roseus, Papaver dubium, Ononis pusilla, Glaucium corniculatum, Moricandia arvensis, Ecballium elaterium, Echinops strigosus, puntualmente, el raro cardillo Scolymus maculatus o la lamentablemente escasa Malvella sherardiana. A veces aparecen especies silicícolas como Echium plantagineum, Andryala integrifolia, Rumex induratus, Jasione montana, Spergularia purpurea o tréboles varios.


Malvella sherardiana y el esférico cardo Echinops strigosus, con Crepis alpina y Ornithogalum narbonense

       De la vegetación mesófila, la que debió ser la normal en estos campos de cereales, hay grandes cantidades de la rara compuesta Crepis alpina, el bello cardo Echinops strigosus, Salvia argentea, Echium asperrimum, Linum austriacum subsp. collinum, Lomelosia simplex, Klasea flavescens, Phlomis herba-venti, Thapsia dissecta, etc., que cuando aumenta la humedad, entran especies como la bella Lavatera triloba con su huésped el escarabajo avispa (Neoplagionotus marcae), Cardaria draba, Crepis pulchra,  Ononis spinosa,  Phalaris minor, Ornithogalum narbonense, Sonchus asper, etc. 


Lavatera triloba con su huésped el escarabajo avispa

       Además este lugar tiene la suerte de contar con el magnífico arroyo de Los Migueles, uno de los poquísimos arroyos en relativo buen estado del sureste madrileño, aunque sus arroyos iniciales, has visto desaparecer sus bastos juncales al ser drenados y canalizados.con unos espectaculares juncales. Aquí aparecen algunos rosales, bueno zarzales y juncos de varios tipos, con Bolboschoenus glaucusElymus pungens, Lotus glaber, Phalaris aquatica, Carex distans, Sonchus maritimus y el poco común lirio Chamaeiris reichenbachiana.


Arroyo de Los Migueles con las grúas de El Cañaveral de fondo
Onobrychis matritensis creciendo sin competencia y mezclada son Silene colorata

       A parte de lo dicho, la vegetación es inopinadamente rica dada la variedad de sustratos y texturas, a parte de mezclar lo basófilo con lo silicícola; con unos peculiares tomillares en aquellos asomos sepiolíticos o algo rocosos, caracterizados por la abundancia de cistáceas (Helianthemum angustatum, H. asperum, H. hirtum, Fumana thymifolia, F. procumbens) y otras especies que los hacen muy característicos como Hippocrepis commutata, H. cilliata, Dianthus hispanicus, Asperula aristata, Paronychia capitata, Thymus zygis, Scabiosa galianoi, Aristolochia pistolochia o la abundante, pues llega a dar color a laderas enteras, Onobrychis matritensis, entre las que descolla, por tamaño y vistosidad, el gran Astragalus alopecuroides.


El clavelillo Dianthus pungens subsp. hispanicusFumana procumbens adaptada a un suelo mermante

       Estas especies han visto su banco de semillas desparramado por los bulldozers y las pocas que han conseguido brotar, se han encontrado con grandes extensiones de terreno virgen para ellas solas y han explotado en una progresión que solo puede ser parada o por competencia, estabilización vegetal o de nuevo, por los bulldozers.


Bosquetes disclilmácicos de Ulmus pumilla,con matas de Hippocrepis commutata

       Aunque también aquí, impone su ley el diente de los conejos, dada su abundancia y aunque no es raro ver zorros, incluso criando, no dan abasto con ellos, y es una pena, porque merman la extraordinaria biodiversidad florística de la zona, limitándo las especies a aquellas que pueden competir con ellos, bien por su toxicidad o por sus espinas, aunque cuando no hay nada más que comer, hasta éstas caen.




       Por todo esto no es raro encontrar amplios rodales casi monoespecíficos de Cardaria draba, Diplotaxis virgata, Euphorbia lagascae, Crepis alpina, Carduus bourgeanus, Linaria caesia, Linum austriacum subsp. collinum, Melilotus spp., Onobrychis matritensis, Ononis spinosa, Silene colorata, Stipa spp., etc. Es llamativa la presencia abundante del género Ononis, con la muy abundante O. spinosa en donde hay algo de humedad, al igual que O. pusilla en lo más seco y arenoso, y O. viscosa, principalmente cubriendo algunos taludes, Ononis biflora y muy puntualmente O. pubescens.


Las viboreras Echium (vulgare, creticum y asperrimum), demasiado híspidos para los conejos

       Otras especies también llamativas, abundantes y de buen tamaño son Echium creticum, E. vulgare, E. asperrimum, Salvia argentea, S. verbenaca, Phlomis herba-venti, Thapsia dissecta, etc. La vegetación de mayor tamaño son algunas esparragueras, retamas, almendros y colonizadores como los olmos pumila y algunos almeces. Pero si por algo hay que remarcar la especial vegetación de Los Berrocales es porque probablemente tienen el poco valorado honor de poseer la mayor población española y europea, de la malvácea en peligro de extinción Malvella sherardiana, con multitud de pequeñas poblaciones, algunas de buen tamaño, aparte de contar en el arroyo de los Migueles con el espectacular lirio Chamaeiris reichenbachiana o del muy escaso en Madrid Teucrium spinosum. Siendo también reseñable la presencia de Klasea flavescens y buenos rodales de Astragalus alopecurioides y esos pocos neófitos de áreas más térmicas como la alcaparra, el cardo Sylibum eburneum o la rara Ononis pubescens.


Macizo de lirios Chamaeiris reichenbachiana ex Iris spuria, en el arroyo de Los Migueles

       ¿A que no está nada mal para unos secarrales sin importancia? Pues desgraciadamente, así de importantes son, al igual que sus vecinos campos de Valdemingómez, Valdecarros, etc, de los que no voy a parar de mostrar sus grandes valores y denunciar las tropelías que se ciernen sobre ellos, para ver si entre todos podemos crear o al menos, intentarlo, la "Casa de Campo del Sureste", aunque ya no tan grande como su pretendida superficie inicial.


       Lo verdaderamente coherente sería una ampliación del Parque Regional del Sureste que englobe esos colindantes campos vallecanos de Valdemingómez, Salmedina, Gavia y Valdecarros, y hacer del Cerro Almodóvar y el Arroyo de los Migueles un corredor ecológico y respiradero para los madrileños del sureste y tanto paseante, ciclista, corredor o amante de la naturaleza como hay por aquí. 
Continuará!!
Gracias Rubén por muchas de las mejores fotografías.


Posdata/Actualización:  Primero aquello fue de cooperativas de socios, yo tengo amigos que hoy siguen reclamando su dinero en los juzgados; luego llegó un tiburón de los negocios, el "galáctico" Sergio Ramos que recibió prácticamente de regalo de bodas la autorización de construcción, pero acabo de leer que ahora sí, tiburones de verdad, como el fondo estadounidense Blackstone se queda con los terrenos de Sergio Ramos. Para colmo el Ayuntamiento de Madrid está haciendo una campaña para que sean los ciudadanos quienes aprueben el "ajardinamiento" total del maravilloso Cerro Almodóvar, en lugar de preservar su naturalidad. Estamos apañaos...
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