lunes, 31 de enero de 2022

Cerro Gordo, Granátula de Calatrava

 


       Esta entrada no es personal, es el ligero acompañamiento fotográfico a un gran trabajo literario, el de Pedro A. González Moreno, al que en su día también acompañé con mis fotos, en su maravilloso texto de El Sueño de las Aguas Desbordadas, que al igual que con éste otro texto, comparto y siento plenamente, reconozco mi imposibilidad de llegar a esa casi poética explicación de unos sentimientos que vienen dados por la comunicación con un paisaje y una naturaleza que nos vienen calando muy hondo, aunque muchos mortales no vean en ello más que rastrojeras y rempojos.


El texto no es actual, yo esperaba hacer una visita, digamos que oficial, con cita previa y guías con sus geológicas explicaciones y con esas fotos, y las que ya tenía de años, hacer esta entrada, pero no lo he podido cuadrar, pero el lugar sigue esperando, no solo mi reconocimiento, que ya lo tenía, sino la voluntad de que esta información llegue a cuantas más personas mejor y que conozcan, el interior, los entresijos y tripas geológicas del vulcanismo ibérico menos conocido. También mi agradecimiento a la multinacional como LafargeHolcim, empresa que no duda en dejarse millones y esfuerzos en devolver a la naturaleza y a la sociedad, parte de los beneficios que de ella ha extraído, siendo un ejemplo, frente a unas empresas que por desgracia son la mayoría, que no llegan ni a cumplir con unos mínimos no solo éticos, sino los obligados por la legislación vigente.


       Pedro Antonio González Moreno   -   15 Abril 2016 en el Diario Lanza (Ciudad Real)

Por fin, tras varios años de espera desde que se hizo pública la realización del proyecto, hemos sabido que el volcán Cerro Gordo va a convertirse en un lugar visitable. Una iniciativa de la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava que, con la colaboración del ayuntamiento de Granátula y el Grupo Geovol de la Universidad de C-La Mancha, hará posible que estos parajes de nuestra tierra sean mucho más conocidos.


Quienes venimos disfrutando, desde hace años, de las espectaculares vistas panorámicas de este cerro, sabemos de su singularidad y de su rara belleza, por eso debemos aplaudir dicha iniciativa, que debería hacerse extensiva a otros espacios naturales de nuestra región. Ojalá este cerro oretano, transformado ahora en un auténtico museo volcánico, llegue a convertirse en un santuario de peregrinación turística, y no ocurra lo mismo que con otros dos lugares muy próximos (el poblado ibérico del Cerro de la Encantada y la necrópolis visigoda), que también en su momento fueron acondicionados y rehabilitados, pero que hoy permanecen sumidos en un incomprensible estado de abandono.


Con ese deseo y con la intención de rendir mi personal homenaje a este cerro volcánico, recupero ahora alguna de las páginas que hace tiempo escribí sobre él y que, desde la admiración y la pasión más decididamente reivindicativa, incluí en uno de los capítulos de “Más allá de la llanura”: Frente a la cueva de La Encantada, exultante, solitario y como ensimismado, con las suaves pendientes de su silueta cónica, y tal vez herido en su orgullo más profundo, entre los cerros oretanos destaca, con cierta desamparada majestad, el Cerro Gordo.

Coladas vertiendo hacia el sur-sureste

Contemplado desde el cerro de La Encantada, el paisaje que rodea a este volcán se vuelve de una insólita, cruda y desolada hermosura. Una vasta y agreste extensión de cerros grisáceos, por cuyas laderas descienden rastrojos que semejan cauces de azufre. Mirando hacia poniente desde los riscos de La Encantada, si no fuese por la negra curva de la carretera, se diría que estos parajes se encuentran perdidos en mitad de la nada.


Por aquí solo se ven las motas aisladas de algunos chaparros, hazas de tierra negruzca y el cono volcánico del Cerro Gordo, con su graciosa hilera de árboles rampantes que ascienden por su ladera. Todo adquiere, en esa dirección, la apariencia de un mundo ancestral y precivilizado, con una orografía de líneas sinuosas y formas convulsas donde no se advierten huellas de la mano del hombre: tan solo las huellas telúricas de la geología.


Desde arriba, desde la pedregosa cumbre del Cerro Gordo, se puede contemplar la más completa y asombrosa panorámica del Campo de Calatrava. Es el gran mirador que se abre, en un vastísimo círculo, hacia lejanos horizontes donde la belleza se transforma en una prodigiosa ondulación de conos y colinas volcánicas, y donde los únicos rastros visibles de civilización, hacia el norte, son los de Almagro y Bolaños. Desde aquí se repiten, aún más espectaculares y sugerentes, las vistas del Cerro de la Encantada.

Al noreste del volcán, Almagro y el comienzo de la gran llanura manchega

Y otra vez se asiste al impacto cromático de los amarillos que se curvan en las lomas, se derraman por las pendientes como cauces de lava, o estallan como escorrentías de oro líquido entre los cerros. Es el imperio de los amarillos, que se vuelven quietos y rectilíneos en el llano, o quedan aprisionados, a manera de doradas lagunas, entre las laderas. Amarillos agresivos, que tal vez Van Gogh ni siquiera pudo soñar en sus más delirantes pesadillas; y dorados que parecen de hueso calcinado, hueso de tantas culturas que regaron estos campos con su sangre.


Hacia el oeste, desde el Cerro Gordo se contempla un insólito paraje que transmite la sensación de encontrarnos en medio de un mundo inhóspito que aún estuviese a la espera de ser colonizado. En medio de este entorno solitario, que parece extraído de las páginas más oscuras de la prehistoria, no son visibles, hacia el sur, los pueblos de Calzada o Granátula, ni las aguas del embalse del Jabalón, como si la naturaleza, desde esta altura fagocitadora, pretendiese borrar del paisaje todas las creaciones que le son ajenas, todas las obras levantadas por la mano del hombre.


Pero el Cerro Gordo es un volcán herido. Una de sus laderas está socavada por las máquinas excavadoras que, como despiadados gusanos metálicos, perforan incansablemente su interior. Los taludes verticales y las vetas color ceniza de sus paredes muestran, a modo de cicatrices, las huellas del expolio. Las polvaredas que el aire levanta, desde lejos podrían parecer emanaciones de humo de este gigante dormido, pero desde cerca se comprueba que esas falsas humaredas son las nubes de polvo que levantan las máquinas. Su implacable acción erosiva ha acabado convirtiendo las negras entrañas del cerro en una triste hormigonera.


El interior de ese inmenso socavón parece un yermo paisaje lunar, donde el gusano de las explotaciones industriales continúa royendo las formas y relieves que la naturaleza quiso modelar con su mano alfarera. A una cierta distancia, esta cantera parece un gran mordisco, una falla del terreno, una herida que se tiñe de púrpura al atardecer, como un decorado de sangre que emanara, acusadoramente, desde el tuétano negro de sus entrañas minerales.

Inmediatamente al sur, cultivado el maar de Barondillo

El majestuoso cono del Cerro Gordo, vigía impasible y altivo de estos campos calatraveños, es un volcán desvalido cuyo vientre va royendo, con avariciosa lentitud, el metal frío de las máquinas excavadoras. Una muestra más de la desidia y el abandono al que tenemos sometidos algunos de nuestros más emblemáticos espacios naturales.  Estos campos de lava de la antigua Oretum son ahora no solo un llanto de huesos milenarios y piedras sumergidas, sino también un grito de protesta, un grito de lavas profanadas por los intereses mineros e industriales.


En el libro “Aportaciones recientes en Volcanología” (2005-2008), preparado por un equipo de editores científicos entre los que se encuentra la profesora Elena González Cárdenas, infatigable estudiosa y defensora de los volcanes del Campo de Calatrava, se denuncia esta tétrica situación en los siguientes términos: “En la actualidad, en torno al 20% de los edificios volcánicos se encuentran gravemente alterados por los procesos de explotación en minas y canteras.  Esta actividad ha provocado un continuo deterioro. El proceso poco a poco se ha ido convirtiendo en un gran expolio por parte de concesiones mineras nacionales, que gravemente están modificando el paisaje y la morfología de algunos de los mejores ejemplos de edificios volcánicos de la zona, y posiblemente de la Península, por su alto valor científico, como en el caso del volcán Cerro Gordo, donde literalmente se están ‘comiendo’ el edificio”.    Cerro Gordo, viejo gigante con los cimientos arrasados por la más cruel de las erosiones. Alto mirador del Campo de Calatrava que vio nacer y extinguirse tantas culturas, mudo testigo que contempló con misericordia el paso de los cataclismos y el paso de los hombres; titán que no tuvo Virgilios que cantaran su historia y su leyenda.


Cerro Gordo, frágil milagro de la geología, coloso con los pies heridos que hoy, en el centro del Campo de Calatrava, vuelve a entonar ilusionadamente su antigua canción de lavas muertas: una canción que sigue sonando como un grito de socorro y que, hasta hoy, casi nadie se había detenido a escuchar.

Pedro A. González Moreno (publicado en el diario Lanza el 15 Abril 2016)




Algo ha cambiado desde que estas letras se escribieron, a día de hoy, algún volcán más o algún maar (cráter explosivo por la interacción agua-magma) de los mejor conservados han pasado a ser Monumento Naturales y sobre todo, se está desarrollando un ilusionante proyecto que no solo protegerá y pondrá en valor los volcanes calatraveños, sino también la gran riqueza natural, la fauna y flora que estos lugares atesoran y que está siendo desvelada poco a poco. Este proyecto es el de la creación de un Geoparque, una figura de importancia internacional, el próximo y espero que en corto plazo Geoparque de los Volcanes del Campo de Calatrava

Mapa del futuro Geoparque de los Volcanes del Campo de Calatrava-Mercurio de Almadén y Cuenca Carbonífera de Puertollano


El volcán Cerro Gordo, situado entre Granátula y Valenzuela de Calatrava (Ciudad Real), se convertió a partir del 15 de abril de 2016 en un volcán-museo que analiza y muestra didácticamente el fenómeno volcánico en el Campo de Calatrava, ya que, través de un recorrido interpretativo por su interior, será el primer recurso de estas características visitable de la Península Ibérica. Proyecto impulsado desde el Ayuntamiento de Granátula y la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava, que gestiona fondos Leader, y que se ha podido llevar a cabo tras a la cesión de los 2.000 metros cuadrados de la cantera San Carlos, donde se sitúa el volcán, por parte de la empresa LafargeHolcim, titular de la explotación minera, al Ayuntamiento.

                                                                                                Foto: LafargeHolcim
                                                                                    Foto:Laura Espinar-Lanza 15-04-2016


Enlaces:
    https://volcancerrogordo.es/
    https://www.facebook.com/Grupo-de-Investigaci%C3%B3n-GEOVOL-239123382803613/

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