miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un glaciar activo a 60km de la puerta del Sol de Madrid

     

          Esta sorprendente noticia lo es más, al constatar que para colmo no está localizado en las alturas vecinas al Peñalara (2430m.) sino muy cerca de la cota inferior madrileña (560m). La noticia, tan poco rigurosa como el autor de este blog, pudo ser posteriormente confirmada.         En la Semana de la Ciencia, tuve el gusto, como aparecerá en otra entrada, de dar con unos amigos una charla e Itinerario Geobotánico por un lugar del sureste madrileño, allí coincidí con un hombre que se apuntaba a todas las actividades relacionadas con la geología y el medio ambiente del sureste madrileño, él me habló de un “glaciar de sal”.



             Conocida mi afición por la geomorfología glaciar, no pasaron unas pocas horas sin que me empleara en su búsqueda en San Google, y buscando buscando, apareció. Tal como se ve desde el cielo, este amigo tenía toda la razón, era un glaciar hecho y derecho, con sus ojivas, crevasses, lóbulos frontales..., la única “pequeña diferencia” consistía en que se trataba del material de rechazo de una explotación de fosfato sódico, compuesto por gran cantidad de sales que daban al residuo un gélido color blanco.



            Al poco me organicé una salida para confirmar esa informática realidad y, de paso, ver los yesares del sur del Tajo, en tierras toledanas aunque lindando con las de Cuenca y Madrid. Dí con el lugar rápido, rodeé toda esta zona e hice un intento de meterme dentro; pero no estaba por la labor de hundirme en sal, aunque me conservase estupendo. Es más, me llamó la atención las numerosas huellas de jabalíes que seguro, vienen por la sal que se deposita en eflorescencias superficiales. 



La extracción de sulfato sódico (Na2 SO4) se obtiene a partir de otras sales, Glauberita y, principalmente, Thenardita que se encuentran en profundidad y a las que se accede por medio de grandes túneles para el paso de camiones. Este sulfato no es peligroso e interviene en la fabricación de detergentes, papel, vidrio, textiles, excipiente farmacéutico, etc. España es el único país productor de la UE gracias a esta mina y a otra, algo mayor, en Burgos, ambas de la empresa Minera Santa Marta.



           Todos los materiales que aparecen en la zona son evaporitas, es decir, minerales formados en un ambiente de lagos interiores salinos sin salida al mar. Estos lagos se formaron a partir de la orogenia alpina que rodeó la región de montañas, con el Sistema Central al norte, los Montes de Toledo al suroeste y la Cordillera Ibérica al este, entre las cuales quedó confinada una depresión, llamada Cuenca de Madrid. Las aguas fueron realizando un lavado y arrastre de materiales desde las montañas hasta estos lagos, cargándose en su recorrido de minerales, tanto en disolución como en suspensión, acumulándolos en esa cuenca.



El ambiente paleoclimático originario era de mayor aridez y temperatura que el actual, con lo que al ser mayor la evaporación que la alimentación, aumentaba la concentración de solutos en las aguas, en la salmuera, hasta que precipitaba, formando sales y yesos. En las áreas de borde existe toda una gama de facies laterales con sílex, alabastro, sepiolita, arcilla, etc.
La cuenca de Madrid tiene tres unidades principales, una superior carbonática, que se corresponde con las duras y rojizas “calizas del páramo”, luego una unidad intermedia, formada por yesos e intercalaciones de estratos o lentejones de calizas, dolomías, margas, arcillas, etc.; y una unidad inferior, en la que nos encontramos, formada por yesos y sales. Al parecer la presencia aquí, de estas sales sódicas, indica que nos encontramos en lo que fue la parte central y más profunda de esa cuenca, con predominio de sales y formación de yesos a partir de la hidratación de las mismas (yesos secundarios).

Glaciar salino, al fondo, hotel y ermita del Castellar
   
            La actividad minera parece ser muy antigua en la zona, pudiéndose encontrar bastantes bocaminas, mostrando una gran gama temporal. Frente a esta minería subterránea perdura, aunque en reciente desuso, la obtención de sales por el método de evaporación de aguas cargadas de sales, las salinas, como las de Belinchón, toda una cultura de la sal, a punto de desaparecer ante nuestras narices.
           Según me han contado, ha existido una contaminación por la salida de la depuración de la cercana ciudad de Tarancón hacia el área fuente de las aguas que alimentan estas salinas. Algo factible, como una mejor depuración o un cambio del punto de salida de aguas depuradas, podría resucitar una fuente renovable de recursos como son estas salinas.

Salinas de Belinchón

            A ojos de un profano, estamos en un semi-desierto, por dos razones, aquí en el centro de la cuenca, las precipitaciones son más escasas que en sus bordes, y fundamentalmente que los materiales geológicos, salvo las calizas del páramo al sur (mesa de Ocaña) y los suelos aluviales de la vega del Tajo, son fundamentalmente yesos, uno de los materiales menos propicios para la vida de las plantas.
        


         Los paisajes actuales, suelen ser ralos tomillares gypsícolas (jabunales) y espartales, aunque se presenta toda la gama vegetal posible que en el mejor de los casos, es un monte muy abierto de encinar manchego o de pinar, la mayoría de repoblación, pero con un pinar que yo creo totalmente climácico, el pinar de La Encomienda, aunque los botánicos no se pongan de acuerdo en este extremo.

Pinar de la Encomienda, un "tesoro botánico" del sureste madrileño

            Ante los yesos, a las plantas no les queda otra táctica que la de la especialización, las aguas tienen una infiltración rapidísima, el suelo tiene compuestos casi venenosos para ellas, las sales compiten con las plantas por el agua, el polvo de yeso lo blanquea todo, la falta de suelo bien formado es dramática... Ante esto las plantas recurren a todo tipo de estrategias: enanismo, vellosidades, epidermis gruesas o céreas, colores blanquecinos, espinas, eliminación de hojas, raíces desmesuradas, metabolismo crasuláceo, reducción de número y tamaño de estomas,...
            Un caso especial, ya en el colmo de la adaptación, son las plantas que viven en terrenos ricos en sales, con todo un gradiente catenal desde las zonas de borde a centro de saladar. Estas comunidades están en los límites de su areal, baste decir que son el ecosistema en situación más dramática del centro peninsular, donde sólo quedan unos pocos saladares llenos de plantas raras o en peligro. Aquí en estos barrancos salobres vemos como abundan, las osagras (Atriplex halimus), las acelguillas saladas (Limonium dichotomum) y más escaso el albardín (Lygeum spartum).

Vegetación salina: osagra (Atriplex halimus), albardín (Lygeum spartum) y el rojizo Limonium dichotomum

            Es notorio como coloniza la flora del aljezar (el yesar) los bordes del área de vertidos, con los lepidios, resedas,  incluso las osagras, contempladas en los planes de restauración de la explotación minera para revegetar la zona, están invadiendo, por sí solas, taludes y barrancos.
         Cuando me metí a andar por la vecindad de los cantiles que dan al Tajo y los que dan al vallejo que viene del sur, me pude percatar de la enorme dificultad que tiene andar por estos andurriales, incluso en una ocasión, entre unas efedras, (prehistóricas retamas), me hundí en una grieta hasta el pecho, y pude ver por doquier enormes grietas, con profundidades verdaderamente peligrosas. Al ver en San Google el terreno, no pude sino confirmar el enorme peligro que tienen estos barrancos, como ya conozco de Rivas con sus desprendimientos, también presentes y recientes por aquí.

Ladera desmoronándose en progradación de grietas

            La dinámica de derrumbes tiene lugar por medio de “fallas panameñas”, al caer un paquete rocoso se desestabiliza la nueva pared y comienzan a aparecer grietas que por descompresión y por infiltración del agua, van profundizando la grieta hasta repetir el episodio, como en la caída de páginas de un libro apoyado sobre su canto.
Además, por este motivo, no apuesto mucho por el tan horrible como poco rentable hotel (****), asentado al borde del barranco (no sé quién habrá sido el “lumbreras”). Este vacío hotel de 60 hab. rompe definitivamente el paisaje de los cortados con la bella ermita del Castellar recortándose sobre el abismo y que ahora queda a sus pies, como su limpiabotas.

Ermita del Castellar

Desde el borde del hotel se puede apreciar un amplio paisaje dominado por la llanura aluvial del Tajo, rodeada de cantiles yesíferos a ambos lados, más altos y desgajados los del sur, donde como es habitual se puede apreciar un gran desprendimiento reciente que fue a parar al mismo río. En esa rampa que ha quedado pelada, asoman petrificados chorros salinos que se corresponden con la veta de las sales en explotación.



Afloramiento de sales en el talud barrido por un gran derrumbe

La vegetación ribereña está dominada por los álamos blancos y los tarays, y en las laderas destacan poderosamente las bolas grisáceas de las grandes efedras, (aquí incluso en orientación norte cuando en Madrid y Guadalajara solamente aparecen orientadas al sur), y las bolas blanquecinas de las osagras, orzagas, saladillas o salado blanco (Atriplex hallimus).

Osagra (Atriplex halimus) y sisallo (Salsola vermiculata) colonizando taludes

Todo el monte hacia Villarrubia de Santiago se encuentra repoblado con pino carrasco, pero me recuerda mucho a las fracasadas repoblaciones en los castellanos “tesos” que aparecen en el libro Las Ratas, de Miguel Delibes. Con los pinos plantados en surcos y pequeñas terrazas que desmoronan la ladera, en la que parece que andas entre los bastos surcos de un huerto. Al menos en algunas laderas, parece que prospera el pinar, pero el éxito no llega al 50%.





















         Esta región es de las más dejadas de todo el centro peninsular, en la parte madrileña, el "Rincón de Espe", las carreteras pueden pasar, sin exagerar y para colmo de la comunidad más rica, por las peores de España. También es la zona de “debajo de la alfombra” madrileña, aquí vienen a parar las industrias más nocivas u olorosas, con un rosario de proyectos pendientes o en ejecución y ambientalmente peligrosos, como cementerios de residuos peligrosos, centrales térmicas, incineradoras, etc.
       Desde las alturas de estos cortados se puede ver el fuerte impacto minero de graveras y grandes areneros, yeseras (ahora de capa caída),   y minas como la descrita, impactante pero sin grandes problemas ambientales.


Toda la tarde estuvieron pasando las grullas por el "pasillo" del Tajo

Tras un rebote de correos me cuenta Javier, geologo de Belmonte de Tajo que: El glaciar son descargas de los vacies (vaciados) de la mina de El Castellar; se extraen, thenarditas (sulfato de sodio puro) pero también se extraen yesos de la falla de Valdepuerco (serie gris del mioceno), halita, sal común y glauberita (sulfato de sodio y calcio), también hay margas grises (caliza mas arcilla); como extraen todo esto tienen que tirar todo lo que no es sodio y lo tiran encima de la mina muy saturado en agua que junto con el agua de lluvia, empapa todo el residuo y eso es lo que hace que fluya creando colados de barro de color blanco.  descargas de los “vacies” (vaciados) de la mina del Castellar, se extrae yeso, thenardita (sulfato de sodio puro), pero también extraen los yesos de la falla de Valdepuerco (serie gris del mioceno), halita (sal común) y glauberita (sulfato de sodio y calcio) y también hay margas grises (caliza más arcilla)

martes, 15 de noviembre de 2011

Otoño impresionista en Cuenca


Como conté en otra ocasión, no hace falta irse a los bosques de los Apalaches ni a Japón, para encontrar la belleza de los colores otoñales. Yo tuve el privilegio a inicios de noviembre de ir a la montaña astur-leonesa, pero este año el otoño nos ha llegado tras un par de meses de “seca”, bastante más apagado que de costumbre, la eclosión de colores no se ha producido al unísono y cada especie se ha tomado el otoño como bien ha podido.




El día 6 de noviembre estuve con unos amigos por Cuenca (gracias Gabi por tu hospitalidad), pero no anduvimos por las altas hoces o los nacimientos de los grandes ríos, los clásicos lugares botánicos abundantes en especies atlánticas. Estuve en la misma ciudad y desde ella nos encaminamos Júcar arriba. Por allí  todo aparecía lleno de rincones privilegiados para la contemplación de un otoño fugaz que parecía finiquitado con el par de días de frío, viento y agua que soportamos, con esa dura avanzadilla del invierno. A pesar del viento, la poca luz, y mi enfermiza idea de no cargar con el trípode por primar la ligereza frente a la calidad fotográfica, finalmente conseguí las fotografías que os muestro.




         Frente a la idea conceptual de que cuanto más nos alejemos de la ciudad, de la civilización, encontraremos mejores lugares y más puros, la verdad, como ya he comprobado en multitud de ocasiones, es que en lo cercano suele saltar la liebre. En el entorno de los primeros tres o cuatro kilómetros fue donde pudimos disfrutar de lo mejor del recorrido, pues posteriormente el paisaje se hizo bastante monótono al perder el punto de diversidad introducido por “el factor humano”.




         Los cañones ribereños son lugares de una elevadísima biodiversidad dada la gran cantidad de microambientes que encierran entre sus paredes, desde las umbrías permanentes a las solanas rigurosas se puede pasar por todo tipo de sombreados y exposiciones, y el río siempre incrementa la humedad ambiental. Es en estos lugares donde muchas especies han resistido el paso de las glaciaciones, o al revés, donde especies más norteñas han podido aguantar los veranos mediterráneos.




         Pues bien en este lugar varias de las especies más vistosas y originales no son amenazados endemismos ni arcaicos supervivientes, son plantas cultivadas por el hombre, unas de ellas, antiguas: como es el caso del vistoso zumaque (Rhus coriaria), el esbelto almez (Cestis australis) y el flamígero chopo castellano (Populus italica), este chopo, ahora desapareciendo poco a poco, es el clásico de las mesetas castellanas, el que sombreaba las carreteras cuando las caballerías, con su forma típica de llama de vela y sus espectaculares colores otoñales.


Ni una autóctona: Populus deltoides, Salix babilonica y plantación de pinos


Frente a este chopo con carta de naturaleza hispana, prosperan otros modernos chopos, como el americano de grandes hojas y amplio ramaje abierto (Populus deltoides), muy utilizado en plantaciones por su rápido crecimiento, que están machacando nuestros bosques ribereños autóctonos y, en otros casos, rentabilizando huertas abandonadas. También veo por aquí otro chopo, el ornamental (Populus lombardi), con sus vibrantes hojas blancas por una cara y verdes por la otra, de moda en hileras de  paseos y vallados.




         El zumaque es un arbusto que estuvo muy extendido en todas las regiones mediterráneas del interior peninsular desde los árabes, aunque se discute si es prerromano e incluso autóctono. Su cultivo fue significativo hasta los años 60’, cuando la química sintética (con el cromo), superó comercialmente sus propiedades como curtidor en las tenerías, aunque para cueros finos y altas calidades no ha sido superado, también es usado como condimento culinario y posee buenas propiedades antioxidantes.




Desde entonces ha desaparecido de los cultivos y ha saltado a vallados, taludes y baldíos de las áreas de baja montaña, principalmente, rodeando todo el Sistema Ibérico, existiendo una comarca en Cuenca llamada Campo Rus de antiguo cultivo masivo de zumaqueras. Fuera del mundo calizo, donde es más abundante, fue famoso el “zumacal” de Puertollano, del que hoy no queda ni la muestra.







         Respecto al almez, sí es genuinamente autóctono pero no le gustan las bajas temperaturas, los que están aquí han debido ser potenciados por el hombre, pues por sus ramas de escaso ángulo de apertura y gran resistencia, eran ideales para aperos agrícolas, mangos de herramientas o útiles tales como horcas y tridentes. Una prueba de su termicidad es su distribución circum-mesetaria, aparece en los barrancos de los Arribes del Duero y Tormes; en las gargantas del Jerte y la Vera, al sur de Sierra Morena y en las bajas hoces de la Ibérica, Maestrazgo y Cazorla. No es árbol de ribera pero poco le falta, en las gargantas del suroeste de Gredos se posiciona sobre grandes bloques en las torrenteras por encima del agua, alcanzando grandes dimensiones.








El bosque de la hoz del Júcar en la vecindad de Cuenca está muy transformado, su vegetación potencial estaría formada por un bosque mixto y variado con quejigares al pie de las laderas, encinares con algunas sabinas por encima, en lo que se llama inversión térmica pues se subvierte el orden normal de, abajo la encina – arriba el quejigar, pero el frío aquí, no es por altitud, sino por acumulación y estancamiento en valles cerrados como este.




La gran diversidad vegetal viene dada por la mezcla de especies, a las propias de la zona: quejigos* (Quercus faginea), encinas (Q. rotundifolia), cornicabras* (Pistacea terebintus), agracejos* (Berberis hispanica), cornejos* (Cornus sanguinea), enebros (Juniperus communis), se le unen las de zonas más altas: pinos salgareños (Pinus nigra), arces* (Acer monspessolanum), sabinas (Juniperus thurifera), boj* (Buxus sempervirens), guillomos* (Amelanchier ovalis); y las de áreas más bajas: almeces* (Celtis Australis), pino carrasco (Pinus halepensis), muy potenciado por plantaciones forestales, coscoja (Quercus coccifera), sabina negra (Juniperus phoenicea), espino negro (Rhamnus lycioides).


Agracejo (Berberis hispanica), inconfundible con sus grandes espinas doradas

A esta vegetación hay que añadir las propia de los sotos: álamos negros* (Populus nigra), olmos (Ulmus minor), sauces (Salix eleagnos, S. alba,..), fresnos* (Fraxinus angustifolia), tilos* (Thilia platyphyllos), majuelos (Crategus monogyna), avellanos* (Corylus avellana), endrino* (Prunus spinosa), etc., y especies espontáneas o antrópicas como los zumaques* (Rhus coriaria), higueras* (Ficus sativa), moreras* (Morus alba), membrilleros* (Cydonia oblonga),...
                                                                         (*)   Poseen una llamativa coloración otoñal




 El bosque mediterráneo calizo, cuando aumenta su humedad edáfica, se llena de lianas o bejucos como esparragueras (Asparagus acutifolius), nuezas (Tamus communis, Bryonia dioica), rubias (Rubia peregrina), etc. pero aquí destaca poderosamente por sus frutos como penachos blancos la clemátide* (Clematis vitalba) y la parra* (Vytis vinifera).


Zumaque (Rhus coriaria), almez (Celtis australis) y los pompones de la clemátide (Clematis vitalba)

Pero esta variedad es un espejismo que no hay que generalizar a los cañones de la Ibérica, la proliferación del pino a costa de las caducifolias desde que las necesidades de la marina española acabaron con la mayoría de los antiguos robledos, no ha frenado. Robles de varios tipos, arces o tilos han quedado relegados a situaciones de abrupta topografía, donde no se pueden realizar faenas silvícolas. Pero la potencialidad del territorio es clara y la diversidad debe ser una norma por naturaleza y como previsión de los cambios ecológicos que se avecinan.




La Ibérica, con sus Montes Universales (Cuenca) y Albarracín (Teruel y Guadalajara), posee, si se la deja, una capacidad enorme de regeneración, un poco de ayuda humana y un mínimo mantenimiento del monte, podrían mejorar unos bosques que ya, en su estado actual, son impresionantes.




Dedicada a el blog : "El Ultimo Bezano"  (entrada: Otoño en los Montes Universales). 




               ...¡Ojito!                                                             Salud y campo


Errata: Tomé  los grandes arces, vistos de lejos, de los cortados por arces granadinos que el año pasado ví en medios parecidos por la sierra de Segura, pero son los de hoja pequeña, los A. monspessolanum ya que del Jucar sólo aparecen en los cañones inferiores y más meridionales.        Gracias Eritaco por la corrección





jueves, 10 de noviembre de 2011

La laguna de Alcolea - Ciudad Real


         La laguna de Alcolea (aunque pertenece a Corral de Calatrava) o de Las Maestras, debe llamarse propiamente laguna de Peñarroya por estar a los pies de este volcán. Es una gran depresión rodeada de serratas cuarcíticas a poco más de un kilómetro al norte del Guadiana y a cuatro al sur de Alcolea de Calatrava. Esa depresión o maar como otras muchas en el Campo de Calatrava, fue formada a consecuencia de una explosión freato-magmática, es decir, aguas subterráneas que fueron calentadas por la acción del magma hasta alcanzar la presión suficiente para romper violentamente todos los materiales bajo los que se encontraban.


Laguna de Alcolea en todo su esplendor en marzo de 2011

         Alcolea de Calatrava posee el privilegio de contar con un ramillete de las mejores lagunas calatravas y gran cantidad de volcanes, la mayoría simples “cabezos” que pasan desapercibidos para el profano, entre los que destaca poderosamente el volcán Peñarroya que hace honor a su nombre por su roca rojiza y la abundancia de líquenes anaranjados. Pero este privilegio no se ve correspondido ni valorado, pues el estado de sus fantásticas lagunas está lejos de presentar un aspecto, cuando menos, decente.


Laguna del Bú con su drenaje lleno de basura y la cañada que la circunda sobreelevada con escombros

         A un escaso km. de Alcolea está la bella laguna del Bu, rodeado por una carretera y la cañada que se ha sobreelevado a base de escombros, rodeando y mermando la laguna, también tiene un gran canal de desagüe y una explotación ganadera en su borde oeste; coge agua solamente tras los grandes episodios de lluvias y no dura demasiado.
         Algo más lejos y rodeada lateralmente por la carretera a Badajoz hacia Piedrabuena se encuentra la laguna del Lucianiego, perpetuo pastizal vacuno que por eso posee un aspecto más silvestre al no estar arada; suele coger agua, al menos una lámina fina, casi todos los años.


Laguna de La Camacha con su gran canal de drenaje y la cañada con rodadas


         Al pie del volcán del mismo nombre, La Camacha, también rodeada al sur por una carretera y la Cañada Real, lleva los últimos años arada, el drenaje, hace años hacia la cañada, drena hacia una mina abandonada, para ello se ha profundizado su gran canal que impide que el agua llegue al vaso lagunar desviándola; antes se llenaba casi siempre pero ahora solo en años buenos y una lámina de agua no muy duradera. Parece ser (sin confirmar totalmente) que alguien de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, quienes deberían velar por su buena salud, la compró y la cultiva.


El volcán Peñarroya, cubierto de líquenes anaranjados, y la laguna de Valverde al fondo


         Entre Alcolea y la pedanía de Valverde está la laguna del mismo nombre, dividida entre varias propiedades agrícolas, no tiene drenajes; suele coger agua los pocos años buenos de lluvias y tiene bastante avifauna al estar en un lugar muy tranquilo.
         Más al sureste se encuentra la más conocida de las lagunas calatravas, La Posadilla o Fuentillejo (debería decirse Fuentillezgo), al suroeste de Valverde de Calatrava.


El agua  llena todo el vaso lagunar, incluso más allá del canal de desagüe a la izquierda de la foto


         De gran importancia paleontológica, pero sin capacidad para acumular agua desde hace mucho tiempo está el maar de las Higueruelas, con una excelente representación en el Museo de Ciudad Real, de maquetas y fauna plio-cuaternaria hallada en ella.
         Finalmente, aparte de algunos buenos charcones temporales, se encuentra la mayor y más serrana de ellas, la de Alcolea o de Las Maestras, se encuentra en un vallejo a buena altura, separada del Guadiana por la serreta de las Medias Lunas y de Alcolea por el cordal del Peñarroya, del cual hace tiempo pensé que una de sus coladas obturó el drenaje de este valle formando la laguna, pero me corrigió Rafa diciéndome que no, que tiene todos los elementos característicos de un maar, (cráter, anillo de tobas y restos de las oleadas piroclásticas basales).

La famosa lugana de Fuentillezgo o de La Posadilla, al fondo Valverde

          Como todas estas lagunas, los cultivos que puedan generar están sometidos, aparte de a sus correspondientes años de barbecho, a otros de barbecho obligado por la pluviometría; también los precios agrarios hacen que su rentabilidad sea exigua y que sea un buen lugar de aprovechamiento ganadero al tener más humedad, mejores pastos y más duraderos. 
         La laguna de Alcolea posee una lamentable singularidad en su drenaje que clama al cielo, el larguísimo canal de drenaje que circunda esta laguna (4,5km.), desagua al Guadiana rompiendo la montaña por medio de una zanja de casi 500m. de largo cortando ladera, roca y derrubio, hasta unos 10m. de altura. Nadie en su sano juicio pagaría la millonada que supondría llevar la maquinaria pesada y ponerla a romper la montaña, para cultivar temporalmente unas hectáreas de secano. Pero a saber que dineros o amistades tienen o tuvieron los dueños de la finca Valtravieso.


Laguna vacía y drenaje lleno gracias a los recientes movimientos de tierras

         Unos años atrás se ha creado en la zona un pequeño movimiento de apoyo a la recuperación de las lagunas de Alcolea y al estar la laguna al borde de la Cañada Real Segoviana y ser, además, Ruta del Quijote hay muchos visitantes que no se sustraen a añadir su granito de arena al cierre del canal de drenaje. Este año el agua ha durado hasta bien entrado el verano alimentando a una buena colonia de fumareles, cigueñuelas, avocetas y demás aves acuáticas.
         Una tarde me acerqué allí con Anzaga (bloguero de Un Paseo Manchego), estábamos haciendo fotos y se nos acercó, a echar un rato, el vigilante de la finca, nos contó que este año duraba más el agua porque unos ecologistas habían venido de noche con una máquina y habían obturado la salida del canal de drenaje hacia la zanja grande. Yo no me lo creí, me pareció exagerado, pero días más tarde me lo confirmaron.
     

Se puede apreciar (comparar con la otra foto), la reciente restauración del puente de Las Merinas

         En estos días, 9 de noviembre, leo en los periódicos que los dueños de la finca han re-excavado el drenaje de la laguna con la correspondiente denuncia ecologista para llamar la atención sobre esta tremenda acción sobre un Monumento Natural.
         Al día siguiente me acerqué por allí, fui desde el Guadiana, que todavía no ha dejado de correr en dos años, toda una cifra récord para la agonía de este río y un punto de esperanza para que así se mantenga. Me llama la atención la gran cantidad de galápagos que a estas alturas del año todavía están activos, si creyese en las señales, diría que este otoño va a ser benigno en temperaturas.


Galápago en una roca del centro del Guadiana, ¿presagio de un otoño sin fríos?


         Echo un vistazo al puente de las Merinas que estuvo a punto de ser arrastrado por las aguas de la última riada, quedando más dañado de lo que ya estaba, pero al par de meses se procedió a una rápida restauración que apoyo, pero que le ha dejado demasiado "museizado", con la plantación de alóctonos olmos pumila, sus carteles explicativos, sus banquitos, vamos, que de tener patrimonio antropológico vamos a tener "patriñoño". Pero al menos, el puente esta vivo, más completo y algo más estrecho, como en los tiempos en que sirvió de contadero de ovejas para imponer el pontazgo a los pastores de la mesta.
         La Cañada Real Segoviana, desaparece tras el puente hacia la laguna, hay que echarle mucha imaginación para intuir la cañada, a pesar de la señalización, al trasponer una cancela. Es un camino casi de jabalíes en medio del monte, sin que se sepa bien, lo que es finca y lo que es cañada.


Restos de los últimos viejos olmos del Guadiana el invierno pasado tras la última riada


         El camino va por una vaguada en medio de un buen bosque mediterráneo de carácter termófilo, al encontrarnos en una baja solana hacia el Guadiana, predominan  los olivos silvestres, los acebuches, sobre las encinas, en todas sus formas y tonos. La arbusteda está formada por lentiscos o charnecas (Pistacea lentiscus), coscojas (Quercus coccifera), cornicabras (Pistacea terebintus) y algunos espinos negros (Rhmanus lycioides). En un estrato inferior están casi todas las jaras, de entre las que destaca por su abundancia el jaguarzo negro (Cistus monspeliensis) sobre las otras: la jara pringosa, (C. ladanifer), la jara blanca o estepa (C. albidus), el carpazo (C. salvifolia) y el jaguarzo morisco (C. crispus) además de aliagas (Genista hirsuta) y romeros (Rosmarinus officinalis). Cerca de aquí conozco una población de la muy térmica y llamativa coronilla de fraile (Globularia alypum). Aún así, aquí falta la típica compañera del acebuche, la esparraguera de roca con sus espárragos de invierno (Asparagus albus) que sí lo hace en las solanas de cercanas serretas más altas, con mayor protección frente a los fríos del noreste.


Una otoñal cornicabra entre acebuches, lentiscos, coscojas y encinas


         Cometo la temeridad de dejar el camino y meterme por el final del canal de drenaje, al principio algo se puede andar, entre vegetación higrófila seca y luego entre derrumbes que represan pozas alargadas. lo que demuestra que sí que ha funcionado como canal de desagüe en este otoño. Veo en los bordes de esos charcos bastante poleo blanco, (Mentha cervina) que identifica a la comunidad vegetal de aguas temporales poco mineralizadas. El paso obligaba ya al chapuzón y por no volver, me jugué el tipo escalando sobre material deleznable, ladera arriba, hasta salir de la gran zanja de drenaje.


Alcolea llena a pesar de su profundo canal de drenaje


         Llegué a la laguna y, en efecto, allí había habido movimiento de maquinaria pesada en el punto en que el drenaje circum-lagunar empalma con la zanja, no una gran obra, pero suficiente para, como pude comprobar, desaguar la laguna que por ello se mostraba aún sin una gota de agua. Es una pena ver un lugar tan magnífico sin agua y dudo que los propietarios de la finca estén empecinados en impedirlo, probablemente su acción haya sido para dejar claro que ellos piensan que tienen la  última palabra respecto a lo que le ocurra a la laguna; alguna vez he visto, probablemente a los propietarios, paseando a caballo por los bordes de la laguna, disfrutando de ella como lo puede hacer cualquier ecologista. Veremos en que queda la denuncia y si la administración o la justicia creen de verdad que estamos o no, en un auténtico Monumento Natural dentro de un Lugar de Importancia Comunitaria. Podría ser un cambio de rumbo en la historia de esta laguna y un precedente para otras.


Reciente movimiento de tierras para facilitar el drenaje lagunar

         Esta laguna-cráter es Monumento Natural de Castilla la Mancha, como la mayoría de las del Campo de Calatrava, sufren un uso y manejo, en muchos casos absurdo y arbitrario por parte de los propietarios, algo que debería evitarse haciéndolas revertir a Dominio Público o a Patrimonio del Estado, un bien de todos los ciudadanos y una fuente de riqueza, tanto para ornitólogos como para cazadores, para ganaderos o para quienes quieran disfrutar de lo que Machado decía del agua, "el alma del paisaje". Algo tan simple y barato como comprar la laguna (varias hectáreas de secano) y pasar una niveladora o bulldozer para rellenar el surco de drenaje, supondría una mínima parte, por ejemplo, de lo gastado comprando derechos de agua de fincas del entorno de las Tablas de Daimiel.


Montes al sur del Guadiana tras la laguna de Alcolea

         Desde esta página quiero reconocer y agradecer el ingente trabajo del equipo conformado en torno a la Dr. Elena González Cárdenas, del campus de Ciudad Real de la UCLM que desde hace años está estudiando y poniendo en valor las lagunas y formaciones volcánicas ciudarrealeñas, con una buena labor divulgativa y con la instalación de carteles didácticos in situ. También están logrando, poco a poco, su protección jurídica y el que deban ser tenidas en cuenta por los gestores del territorio.


La línea oscura muestra el nivel alcanzado en el canal de drenaje, abajo a derecha e izquierda, poleo blanco

         Estas lagunas poseen un valor botánico y zoológico tan grande como desconocido que, probablemente en pocos meses, con la tesis del geógrafo Rafael Gosálvez Rey, saque a la luz pública y científica, todos sus valores en un exhaustivo estudio de todas y cada una de estas lagunas volcánicas, su geomorfología y su completa dinámica ecológica. Por mi parte resaltar el hallazgo en Alcolea de una muy rara planta acuática en Castilla la Mancha, Damasonium polyspermum, de característico fruto estrellado.
         Esta laguna junto con la cercana de La Posadilla o Fuentillejo, enclavadas en la muy volcánica sierra de Las Medias Lunas están muy cerca del Guadiana, con el que conforman un conjunto que debería estar protegido bajo el paraguas de Parque Nacional del Guadiana del que escribiré en otra ocasión.


Curva del Guadiana con su llanura de inundación y lagunas en torno a Alcolea

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P.D./  Me acabo de enterar de que en la sierra de Calatrava han realizado obras de drenaje para que no se inunde la Hoya de la Encina al pie del volcan del mismo nombre, otro hábitat prioritario que por lo visto, no importa a las administraciones. También ha sido motivo de denuncia por parte de Ecologistas en Acción.


La hermosa Hoya de la Encina, desde su volcán, en 2008 cultivada tras años sin inundarse, la 
sombra de la nube ocupa parcialmente el área inundable que las recientes obras ilegales pretenden evitar

         En esta otra zona las lagunas están más metidas en sierra, ya hablé en otra entrada de la del Acebuche, pero están Lomillos, Carboneras, Cervera, en fín, si puedo recopilar el material de otras salidas haré una entrada sobre ellas.
         Mientras tanto también se pueden ver las entradas que sobre muchas de estas lagunas se muestran en "unpaseomanchego".

Última hora: ya están cogiendo espárragos de invierno tras las lluvias, ¡¡a 15 de noviembre!!





viernes, 4 de noviembre de 2011

Cacería de colores en el otoño cantábrico


         Desde hace muchos años, no por hacer fotos, sino por puro disfrute, me ha gustado perderme por bosques caducifolios para disfrutar con los colores del otoño. Hace años era más montañero, pero con el tiempo fui pasando del “hacer cumbre” a perderme por valles y rincones. Eran tiempos de galopadas hasta los Pirineos y clásicas las visitas a Ordesa, Irati o Belagua. Lo típico era salir el puente de Todos los Santos, aunque también es la época del año más favorable para las lluvias y en este tipo de montañas cuando llueve, lo hace bien, por ello están ahí esos bosques.




         Desde hace más de diez años frecuento el valle del Nalón, un valle que lo tiene todo, desde lo peor (la cuenca industrial y minera), hasta lo mejor (Reserva de la Biosfera de Redes). Esta zona hasta hace muy pocos años estaba casi incomunicada, los sucesivos escobios (desfiladeros) del Nalón hacían de angosto embudo, los paisanos podían emigrar valle abajo (a la cuenca, a Oviedo, a Gijón o lo más típico, a Argentina), pero pocas veces volver. A esta sangría migratoria habría que añadirle que fue zona de paso del general Franco para sofocar la Revolución de Asturias primero, y en la Guerra Civil después, destrozando entre unos y otros los pueblos de su cabecera, posteriormente rehechos por la Dirección General de Regiones Devastadas con una arquitectura práctica pero poco afortunada.




Todo esto propició el éxodo rural por un lado y la recuperación del bosque por otro, esta recuperación no significa necesariamente una mejora ecológica, ya que antes también eran famosos sus bosques y sobre todo su fauna cinegética, era tierra de los mejores rebecos, en las cumbres y de urogallos o gallones, en sus bosques, y si no que se lo digan a D. Manuel Fraga Iribarne que fue cogido con las manos en la masa, cazando urogallos durante su celo, la época más vedada por lo fácil que resulta matarlos.




La expansión del bosque se está produciiendo a costa de prados abandonados o de brañas o malladas, reduciendo la variedad de hábitats; por otra parte, una legislación quizás demasiado restrictiva respecto a quemas o desbroces, está cosechando cierto rechazo de los paisanos hacia la Reserva de la Biosfera, pues como les he oído, como haya un incendio ahora puede extenderse mucho más que en el pasado, tanto por la continuidad del bosque y ausencia de cortafuegos naturales como (prados y malladas), como por la broza del monte y la pérdida de caminos.




El cambio de color de las hojas de los árboles caducifolios está sujeto a muchas variables, tantas que es muy difícil repetir un otoño igual a otro y puede llegar a frustrar o menoscabar algunos largos desplazamientos. Usualmente es el frío quien va impidiendo la síntesis de clorofila y haciendo desaparecer el color verde de la hoja para que sean otros colorantes los que den el tono final a la hoja.



         Este año parece haber sido más importante la falta de lluvias que el frío para lograr el cambio de color o lo que es peor, la caída de las hojas. En el lado leonés el otoño va algo adelantado y menos brillante pues la sequía ha sido más dura que en Asturias donde, por contra, la benignidad de septiembre y octubre ha supuesto que muchos árboles estén aún verdes, como ocurre con muchas hayas, lo que no es el caso de castaños, cerezos y abedules que aparecen ya muy deshojados, y es una pena porque la gama de amarillos y ocres de los castaños, el amarillo chillón de los abedules y, sobretodo, el rojo encendido de los cerezos, ha hecho que la paleta otoñal se resienta bastante, aunque los robles albares intenten compensarlo con una estupenda gama cromática.




Estamos en pleno dominio del bosque atlántico y en estas montañas podemos ver varios pisos bioclimáticos, el colino por abajo, el montano, por donde trascurre toda la ruta y el subalpino por arriba. Esta región posee una litología variada mostrándose en contacto y alternándose fajas calizas y cuarcíticas con su correspondiente vegetación basófila, la primera y acidófila la segunda. Falta aquí la vegetación "azonal" que aparece en otros macizos cercanos, donde aparecen enclaves de vegetación mediterránea, con sus encinas y quejigos, como islas en un universo atlántico.



Subimos un buen grupo de niños y mayores por un largo e inclinado camino adentrándonos en un valle de difícil acceso, lo que es de agradecer porque estos días son los de mayor aglomeración humana en estas montañas, en principio, poco frecuentadas. El río marca el límite entre las rocas calizas y las cuarcitas, pero el camino va a media ladera hasta alcanzar una pequeña zona de prados en uso, frente a los numerosos prados demasiado inclinados y abandonados que vemos por muchos sitios. Empezamos en una mezcla de castañar y robledal para internarnos, según subíamos, por un buen robledal albar, en el que contra todo pronóstico, y eso que el monte aparenta no haber sido intervenido, encuentro varios ejemplares de roble americano (Quercus rubra), con sus grandes hojas coloreadas.

Inexplicablemente robles americanos  entre los robles albares


Más arriba el bosque se va enriqueciendo con algunas hayas y más acebos, al llegar a una zona de prados y cabañas, aparecen varios decrépitos “roblones”, estos son unos enormes y venerables robles, aquí albares (Quercus petrae) pero muy cerca melojos (Q. pyrenaica), que nos muestran que las hayas son unas “recién llegadas” y que antes de ellas, los robles eran los reyes de este bosque, pero ya hace años que tienen la batalla perdida aunque quede algún superviviente.


Como un vestigio de otra época aún resiste este roblón


 A partir de las cabañas, hacia arriba, empieza a enseñorearse el hayedo, enriquecido, solo por sus bordes, con buenos acebos y algún mostajo. El valle y el recorrido por el oscuro hayedo acaba bruscamente en una buena “vega”, pero aquí, vega no quiere decir rica y aplanada zona aluvial, no, en estas montañas vega tiene un sentido de geomorfología glaciar. En la cabecera de estos valles tan profundos y escavados, aparecen algunos pocos fondos de valle amplios y llanos, que realmente son fruto de un relleno postizo del valle por lo que fue el final de un glaciar, es decir una gran morrena frontal que en tiempos rellenó y obturó el fondo del valle, casi siempre generando una laguna que acabaría de ser colmatada por sedimentos. Estas praderías así formadas son querenciosos lugares para el ganado y en sus bordes siempre hay cabañas ganaderas actuales y restos de otras casi prehistóricas como “corros” (cabañas de techo de piedra en falsa bóveda) y “teitos” (cabañas con techo de escobones tipo palloza).




A estas alturas, sobre cuarcitas y a pie de ladera, abundan las turberas. Sobre cuarcitas las aguas no se filtran y el terreno es muy pobre en minerales solubles, lo que da un agua prácticamente pura que al salir drenando las turberas adquiere una tonalidad oscurecida por el trasiego a través de tanta materia orgánica sin descomponer. Ladera arriba son abundantes las pedrizas y si sabemos buscar, es fácil apreciar los recuencos de pequeños circos glaciares colgados en las vallonadas de las cumbres. Otra figura sobre cuarcitas son los glaciares rocosos, de escasas dimensiones pero que muestran sus crestas de rocas arqueadas a favor de la pendiente, estamos en la zona de España más rica en estas poco corrientes formas periglaciares.


Las genistas muestran el cierre morrénico de la "vega", al fondo el Maciédome


Aquí, a estas alturas nos encontramos en los límites naturales del bosque y la movilidad de la gélida ladera norte marca una frontera que sólo algunos especialistas pueden superar, es el terreno propicio para los abedules que en esta cordillera suelen marcar el límite arbóreo junto con algún mostajo y acebo aislado; pero poco más arriba, entre los brezos y los arándanos, se distingue un arbusto de hojas amarillentas, la primera vez que lo vi no daba crédito a lo que parecía y realmente era.


Rodales de roble orocantábrico incomprensiblemente repoblado de pinos


Se trataba de un roble, no parecía lógico, estaba estudiando la vegetación quionófila, (la que solo vive donde se acumula la nieve), en un pequeño circo donde la nieve perdura más que en otras áreas. Yo que pensaba que estaba en un nicho ecológico solo apto para especialistas adaptados al frío y la nieve, y me encuentro con un roble, apenas llegaban al metro los más altos, pero eran robles, muy parecidos a los que crecen por debajo del hayedo, pero en miniatura. Meses más tarde hojeando una revista especializada encuentro la explicación, se trata de una nueva especie descrita hace poco para la ciencia por el equipo de D. Salvador Rivas-Martínez (Facultad de Farmacia de la Complutense y Biología de León), era nada más y nada menos que Quercus orocantabrica, su nombre específico lo explica todo, aunque también es turolense, (ver blog de José Bezas), y junto con el sur occidental Quercus lusitanica es el roble más escaso de la península.




De regreso nos dimos el lujo de pasar por la joya botánica del Pinar de Lillo, el último pinar natural de la continental ladera sur de la Cantábrica. Allí pude ver en más abundancia el roble orocantábrico y como es cara sur no es tan enano como en el lugar donde lo conocí. Es una lástima pero las mejores laderas de este roble estaban repobladas de pinos, esto solo pasa en la C.A. de Madrid y aquí, con las miles de hectáreas de montañas desarboladas que hay en León y los plantan en medio de un robledal escasísimo.
El Pinar de Lillo es un placer de bosque, en teoría de paso restringido y paraíso de los osos del Mampodre, me acordé del verso de Machado: “quién ha visto sin temblar un hayedo en un pinar”, porque temblé. Se trata de un bosque mixto que ahora, en plena coloración otoñal, hace destacar mucho a las caducifolias sobre el fondo oscuro de los pinos, además con el juego de nubes el espectáculo estaba en auténtica y literal "ebullición".


La joya botánica del Pinar de Lillo


Todas estas montañas, desde el País Vasco hasta Galicia podrían y deberían ser un enorme Parque Nacional Cantábrico, solo hay que coger el mapa y ver lo que son Parques Naturales, Nacionales o Reservas y veremos que ocupan la práctica totalidad de la cordillera, salvo unos pequeños enclaves que corresponden a alguna pequeña estación de esquí y a concesiones mineras, mayoritariamente, de carbón. Lo del carbón en León, en explotaciones a cielo abierto, es un atentado ecológico de dimensiones bíblicas y, para colmo, en medio de buenos bosques y zona osera, y si no, leer lo que dice altosil.blogspot.com del “Señor Oscuro”, D. Victorino Alonso García que ha convertido “la Comarca” del Alto Sil en la tierra de “Mordor”.   Ojito! con los “emprendedores”.


El abedul (casi sin hojas), marca el límite superior del bosque


         Lo de la minería casi se queda pequeño, comparado con lo que representan las fronteras de las diferentes Comunidades Autónomas. Antes había una figura que era el Parque Nacional, regido por unos intereses de conservación nacionales y europeos (no olvidemos su parte de financiación), pero hace pocos años, legalmente, la autoridad medioambiental autonómica queda por encima de los intereses nacionales y ya sabemos lo populistas que son todos los “barones” territoriales. Abría que poner de acuerdo, en muchos temas diferentes, a Castilla y León, Asturias, Santander e incluso Galicia. Para colmo la Junta de Comunidades de Castilla y León en materia medioambiental es todavía más dejada que Madrid. Sin pensar mal, diría que tienen tanto que no lo valoran y dan prioridad a sectores particulares, como el ganadero o el cinegético, cuando no se enfrentan abiertamente a decisiones judiciales que les prohiben estaciones de esquí o urbanizaciones en santuarios naturales.




         Queda otoño para rato, aprovechad, no es necesario viajar hasta las joyas de la corona, como el lujazo que me acabo de pegar, pues siempre hay lugares cercanos, quizá no tan de "foto de calendario", pero más reales y más propios, con otros valores, quizás únicos y, probablemente descubriréis pequeñas joyas que, sin duda, sabréis valorar. Si puedo os mostraré alguno de estos lugares en breve.




Más info:  Mundo de Gea    ( www.alchata.es)
                altosil.blogspot.com
                enelecotono.blogspot.com
                forestman.espacioblog.com
                www.filonverde.org
                www.cordilleracantabrica.org

        

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