domingo, 31 de enero de 2016

“Timberline”. La Fragilidad del Límite Superior del Bosque


     El límite superior del bosque, el “Timberline” de los países anglosajones, nos remite directamente a la idea de alta montaña que a diferencia de la baja o media montaña y obviando discutibles criterios altitudinales, es aquella que posee una franja altitudinal superior carente de vegetación forestal natural. Es significativo el nombre alemán de esta línea: “Krummholz” que literalmente significa madera retorcida, debido a las duras condiciones que tienen que soportar los últimos árboles del bosque, pues aparecen enanizados, retorcidos e incluso, tocados por el rayo.






















   Esta zona, muy desnaturalizada en los últimos tiempos, presenta unas características ecológicas que la hacen diferente y  peculiar. Es ecológicamente un medio fronterizo, un ecotono, la zona intermedia entre dos mundos, entre dos medios vegetales dinámicamente muy diferentes, el arbóreo y el arbustivo.


Pedreras inestabilizadas por el hielo y la escorrentía en los tubos de Cabezas de Hierro

   Aquí la crudeza climática y los procesos geomorfológicos asociados, marcan un límite altitudinal, más o menos neto, al desarrollo de la vegetación de gran talla. A partir de esta línea solo en refugios, bajo condiciones microclimáticas más favorables, podremos encontrar algún arbol. El relevo de lo forestal lo toma la vegetación arbustiva con lo que las características edáficas, lumínicas y microclimáticas cambian por dejar de ser nemorales, aunque tenemos la riqueza combinada de esos dos mundos.

En la Cantábrica pasamos  del bosque a un gran brezal-tojal con escobas

     El clima se caracteriza por un descenso generalizado de la temperatura, la acción persistente del viento y la mayor cuantía de las precipitaciones, siendo las invernales mayormente en forma de nieve. Las precipitaciones se ven potenciadas por la altitud y, en muchos casos, también por el efecto de pantalla orográfica frente a la circulación general de los vientos dominantes.

Tras el fuego las fuertes lluvias del sur de Gredos erosionaron brutalmente estas laderas

     Al disminuir la temperatura y aumentar la precipitación, dentro del macrobioclima mediterráneo se hace posible la existencia de numerosas especies de carácter atlántico o eurosiberiano. En muchos sistemas montañosos del centro y norte ibérico, en razón al incremento de la altura pasamos directamente de estar bajo un macrobioclima mediterráneo al templado, lo que lleva asociado todo un cambio vegetacional y una neta frontera biogeográfica en esas mismas laderas.

En las montañas templadas el límite del bosque  viene marcado por los abedulares, situados por encima del hayedo

         Los factores climáticos aquí, salvo el aumento de precipitaciones, son limitantes de la actividad vegetal y ponen en marcha procesos apenas relevantes en áreas inferiores, como son todos aquellos relacionados con la congelación del agua en el interior del suelo. Los ciclos diarios o estacionales de congelación/deshielo actúan enérgicamente sobre la capa superficial del suelo inestabilizándolo o sobre el material rocoso, cuarteándolo y arenizándolo; Ciclos de mayor duración crean en el interior del suelo vejigas o hinchazones de proporciones muy variables, fenómeno llamativo principalmente en las zonas húmedas, siendo capaces de, por gravedad, movilizar masas de terreno. 

Lóbulo solifluidal de barro y césped  fluyendo entre pinos que sufren el "efecto bandera" del fuerte viento dominante

        La congelación de los suelos queda amortiguada por la presencia de la vegetación, aunque un régimen hídrico potenciado por precipitaciones puntualmente importantes y los deshielos pueden combinase peligrosamente. Esto queda patente cuando desaparece la cubierta vegetal y se producen, avalanchas de terreno, acarcavamientos o grandes surcos torrenciales que hacen desaparecer la rica capa superficial del suelo. Estos materiales arrastrados colmatan las pozas de las gargantas y, río abajo, el fondo de los pantanos.

Estos pinos sujetan con sus raíces el suelo y los materiales rocosos en  el borde de la garganta

      Esta es la zona con mayor  biodiversidad de la montaña, pues la condición fronteriza y su variada topografía crea un gran mosaico de microhábitats. Los ambientes van de lo rupícola a lo megafórbico, de lo heliófilo a lo esciófilo, de las condiciones más xéricas, impuestas por la exposición a los agentes atmosféricos: sol, vientos, una rápida escorrentía, etcétera; a las más higrófilas: umbrías, abundancia de manantiales, sombras topográficas,.. Por esto aquí aparecen cercanos reductos de la flora cacuminal y de la flora de cotas inferiores.

Abedulares sobre el pinar de Lillo marcando el límite del bosque

     Es por esta mezcolanza de ambientes ecológicos una zona de hibridación; especies adaptadas a uno u otro medio se encuentran aquí en vecindad; no en el mismo nicho ecológico, pero en nichos que están muy próximos: son áreas idóneas para la especiación. Por ejemplo, en Gredos el caso de las santolinas o de los tomillos. Santolina oblongifolia de cotas altas y S. rosmarinifolia de las bajas, coincieden en el timberline donde es frecuente encontrar individuos intermedios S. virescens; otro tanto ocurre con los tomillos, el  supraforestal Thymus bracteatus, contacta con el T. mastichina, de zonas inferiores, resultando un tomillo con olor a melisa que es el Thymus bratichina, dado por híbrido pero, en mi opinión, una nueva especie en toda regla, y así numerosos ejemplos.

Santolina virescens, intermedia entre la  oromediterránea S. oblongifolia y la supramediterránea S. rosmarinifolia

               Numerosos elementos norteños se dejan ver en este límite: tejos, acebos, serbales varios, abedules, etc.; así como especies relictas: roble albar, pinos cascalbos y silvestres en el sistema central; pinos negros o moros y sabinas rastreras en el Ibérico; pinsapos y quejigos alpinos en las sierras andaluzas y especies alpinas en el eje cántabro-pirenaico. A nivel arbustivo se produce una dominancia explosiva  al reducirse la competencia arbórea.  También existe  potencialidad hibridógena y generadoras de especies,  mezclándose arbustos de cotas superiores e inferiores. Ej: Cytisus oromediterranus x C. multiflorus: Cytisus praecox.
Santolina oblongifolia rodeada de Thymus bracteatus y una solitaria y supramediterránea Festuca elegans

       El caso del Sistema Central Ibérico es paradigmático de la fragilidad del timberline.  A Gredos, en sentido amplio, llegan ganados de regiones vecinas e incluso distantes, lo que finalmente ha resultado en que solo existan bosques en las áreas bajas, en las de importancia ganadera marginal, en la vecindad de los pueblos o en la retícula del parcelario, donde se mantiene algo de la primitiva riqueza forestal.  Ni que decir tiene que los mejores pastos casi coinciden con el área de timber, aunque hoy, hay que sumar a los recurrentes incendios de piornal (climácico o serial), la plaga de los incendios forestales, el mayor desastre ecológico en los veranos contemporáneos.



           El límite del bosque por la acción antrópica es un tema controvertido, no como en el Guadarrama, donde por encima del piso del roble existe un claro piso del pino silvestre, apareciendo algunos tortuosos pies de pino incluso por encima de los 2200m. Según recientes investigaciones hasta no hace mucho existió en Gredos un límite forestal de pinar, el resto de los pinares de pino silvestre actuales, (Hoyocasero y Alto Tormes), son pinares probablemente naturales pero favorecidos por el hombre frente al robledal.
Paso del robledal al piornal en lo alto del Pinajarro en el timber del valle de Ambroz

        El roble es quien tomó el relevo al pinar silvestre en la paulatina dulcificación del clima a mitad del Holoceno. El robledal tiene un límite forestal difuso en torno a los 1300-1500m. pero no es difícil encontrar pies en localizaciones rupestres que rozando los 2000m., en ambas vertientes y en puntos de difícil acumulación de nieve, factor que parece ser más restrictivo a nivel climático que el descenso de la temperatura con la altitud. En la mitad occidental de Gredos de influencia atlántica dominan los robles, mientras que en su mitad oriental, más continental, dominan los pinares, aunque muy favorecidos por el hombre.

Límite del bosque totalmente natural, algo inusual en la sierra Madrileña

           La idea de los pisos bioclimáticos altitudinales o pisos de vegetación es un concepto antiguo. Para el centro peninsular fue el geógrafo Huguet del Villar quién primero los definió. Hoy en día el planteamiento científico más acertado y admitido para la cliserie altitudinal de la montaña mediterránea es el de Salvador Rivas-Martínez que los caracteriza clara y matemáticamente por medio de valores umbrales climáticos. El timberline se encontraría en el límite entre el piso supramediterráneo (robledal) y el oromediterráneo; aunque si existe pinar silvestre, el timber estaría entre el horizonte inferior oromediterráneo y el piornal del horizonte superior. 

En Guadarrama Huguet del Villar comprobó la zonación altitudinal de la vegetación ibérica

       En el esquema clásico para el Guadarrama,  estaba el piso de la encina, por encima de éste, el piso del roble; por encima de éste, el piso del pinar; por encima de éste, el piso del piornal y por encima de este último, el piso del pastizal  vivaz de alta montaña. Este esquema, con ligeras variantes,  parece haber sido válido en el pasado para la práctica totalidad de las grandes montañas peninsulares, incluso la cordillera Cantábrica albergó una secuencia similar en su vertiente mesetaria, con grandes pinares reducidos en la actualidad a Lillo y Velilla del rio Carrión. Las Béticas y el sistema ibérico también parecen haber seguido este esquema, aunque los robledales (en calizas quejigares y acerales) están francamente mermados por la potenciación de los pinares. En estas áreas, mayoritariamente calizas, el papel del pino silvestre también ha sido desempeñado por el pino laricio y los sabinares.

Por encima del cantábrico pinar de Lillo, por encima del límite forestal aparece el arbustivo Quercus orocantabrica

     Ha sido el fuego quien ha dejado literalmente pelado el timber de la mayoría de nuestras sierras. Desde los celtas para mantener sus idolatrados ganados, a romanos y reconquista, con  el uso del fuego como táctica de guerra, hasta los incendios de nuestros días,  se ha ido calcinando esta región; pero hay un fuego  especialmente dañino, en mayor medida al tratarse de unos fuegos que se suelen provocar cuando se da por  concluída la campaña de incendios. Es el fuego intencionado de los piornales (o brezales en climas más húmedos) para recuperar o conseguir pastos. Antes era una herramienta que era casi un arte y hacían poco daño, pero hoy es el mayor azote de lo más alto de nuestros montes.

Acebos ramoneados por los venados en su parte inferior en el timber asturiano

           Un nuevo factor degradante se viene a sumar hoy en día a los incendios forestales en el timberline, es la actual pujanza de la caza mayor que en el Sistema Central ha venido del incremento exponencial de la cabra montés en los últimos años. Su número es francamente excesivo en todo el Sistema Central, con un serio problema en Gredos; otro tanto ocurre con los jabalíes, síntoma del abandono rural y prueba de la dureza de estos animales, es muy corriente el observar grandes áreas de pastizal totalmente arados por ellos. Con los cérvidos y debido al cambio climático, en esta área que debido a la nieve tenían vetada, se ha pasado de la ausencia más absoluta a la abundancia. Aumento, poblacional muy considerable en todo el Sistema Central e Ibérico, pero espectacular en la Cantábrica. Si la evolución siguiera su curso probablemente daría una nueva especie más adaptada al frío y la nieve, el ciervo de piornal.

Zona  gredense deforestada y abundante en jabalíes y venados

   El efecto de esta fauna tan alabada por los escopeteros, sobre la vegetación, unida a las causas provocadas directa o indirectamente por la acción del hombre (principalmente los fuegos), está dejando esta franja zonal de vegetación en unas condiciones precarias para enfrentar un incierto futuro que los vaticinios climáticos nos presentan como poco o nada halagüeño.

Un fuego o el rayo acabó  con uno de los últimos pinos silvestres del valle del Tiétar, cara sur de Gredos

           Entre las medidas que se deberían tomar para impedir el deterioro de esta franja altitudinal, aparte de las coherentes con todas las normativas de protección ambiental nacionales y europeas, de las que muchas atañen a estas áreas por entrar en áreas de protección manifiesta, y manifiestamente ampliable, se deberían observar otras de sentido común que no suelen entrar en las miras de gestores más proclives a un falso sentido económico.

Reversión de la pista de esquí de Valcotos a un estado más natural

Por todo esto habría que asentar medidas indispensables para esta región tan delicada y tan importante para garantizar la seguridad de las áreas inferiores tales como:


- Prohibir la explotación forestal en áreas con pendiente mayor de 20°, como factor protector del suelo frente a las abundantes precipitaciones que aquí se producen y sus ulteriores destrozos erosivos. Actuar pensando en el bosque como reservorio de humedad y fábrica de fertilidad. El cuidado y protección del bosque es asegurar un ciclo hidrológico limpio y bien secuenciado, protegiendo desde arriba toda la cuenca y el suministro a las zonas inferiores.

Al fondo paso del hayedo-robledal al piornal-brezal de Ayllón. En primer término montes aterrazados

- Racionalizar y conjuntar un sistema silvo-pastoral. Ocurre que grandes áreas se dedican en exclusiva a uno u otro uso. Es corriente ver buenos pastizales reforestados cuando serían más productivos ecológica y ganaderamente siguiendo como prados y viceversa; si se plantaran árboles en altos y oteros, vallándose los árboles cuando jóvenes, darían en el futuro mayor humedad y protección al terreno, así como cobijo al ganado en verano.

- Reforestar con especies del terreno o recientemente desaparecidas de la zona, con un abanico de especies autóctonas e incluso no tanto, al menos en las áreas de menos valor ecológico, adecuando las especies a las áreas del terreno más favorables a ellas. Dado los variables tiempos que se avecinan es absurdo jugársela a una sola carta.


Últimos silvestres  del sur de Gredos con un fondo de laderas deforestadas por los fuegos reiterados

- Control poblacional de las especies cinegéticas con el establecimiento de unas densidades máximas y no impedir por más tiempo, la entrada del lobo como actor y parte de la dinámica poblacional de los herbívoros en las áreas donde aún no está presente.


- Una labor educativa digna y pagada en el medio rural, las ideas preconcebidas, antiguas o los prejuicios frente a la protección del territorio están a la orden del día entre los paisanos que son finalmente quienes van a cuidar y sufrir o disfrutar de las acciones de protección. Este puede ser el punto clave de cualquier gestión del espacio rural. La valoración del factor humano y el ganar racionalmente la colaboración de los pueblos tiene una importancia crucial ante cualquier acción de futuro.


- Hacer de la lucha contra el fuego un asunto de estado y conseguir la erradicación del incendio de piornal como práctica de manejo de los pastos ganaderos. Antes se sabía quemar en tiempo y forma, y siempre bajo estricta vigilancia. Hoy se prende y se escapa porque es ilegal y luego el fuego sigue su curso desbocado.

Poco a poco esos pinillos van conquistando la cima de las montañas, vetadas antes de estos tiempos más cálidos

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