jueves, 31 de marzo de 2016

A vueltas con las Tablas de Daimiel y la Mancha


Cuando lo azul eran aguas, las Tablas se llamaba "Laguna de las Islas"

El otro día me invitaron a participar en una Mesa Redonda sobre las Tablas de Daimiel, en el mismo Parque Nacional en unas Jornadas sobre Arte y Ecología, promovidas por la asociación “Cultura de Ribera” bien llevada por Víctor Díez, alma mater de su ideario y por gente de tanta valía como Valentín Rubio. El alumnado y la mayor parte del numeroso público asistente correspondía principalmente a gente con estudios en Bellas Artes, pero también había Geógrafos y Biólogos.


Esta entrada es una reflexión sobre el campo manchego y un resumen de esas conversaciones y, como si de un mal tertuliano se tratase, hablar de aquello que quedó en el tintero por cuestiones de turno de palabra y de una gripe de caballo que arrastraba. Por eso pido disculpas a mis compañeros de mesa: Jesús Casas, antiguo director del parque hoy ejerciendo por tierras asturianas, y Carlos Ruiz de la Hermosa, actual director del Parque, por esta continuación no pactada, de un debate que quedó cerrado ese 10 de marzo.

Almarjal hoy desaparecido en las cercanías del castillo de Calatrava la Vieja

Iba a la mesa sin ningún tipo de guion, como a resultas de lo que saliese en el debate, aportando mis conocimientos de la zona o lo relativo a las propuestas de Ampliación del Parque que ya conoceréis de anteriores entradas de este blog. Pero me dieron el primer turno de palabra y, ante dos directores de Las Tablas, me vi en la tarea de iniciar la polémica, de hacer de abogado del diablo y sembrar en el público asistente, las dudas sobre si ha merecido la pena tanto esfuerzo y tanto dinero, para llegar al punto en que nos encontramos.

El Guadiana se va despidiendo de la llanura manchega

El punto actual de Daimiel es aparentemente bueno. Hace años prácticamente solo se usaba un indicador ambiental del Parque, la superficie cubierta por las aguas, tan lamentable ha sido su historia en los últimos 25 años, que todo se resumía a saber cuánta superficie de agua había en el humedal y que no hubiese incendios ni botulismo. 
Tubería de socorro al Parque a finales de 2009

       Hoy, en teoría, nos encontramos en un punto óptimo, se supera el 90% de encharcamiento y desde hace casi  seis años. Pero la realidad ecológica es otra, la calidad de las aguas (por contaminantes y turbiedad) ha bajado mucho, vegetación y fauna original se ha ido sustituyendo por otra más banal. Símbolos del Parque, como la masiega (el mayor masegar de Europa) o el pato colorado, hoy son minoría. Algo lamentablemente parecido ocurre con los peces y la flora sub-acuática.

Lamentable aspecto del río Gigüela

Tras esparcir dudas y posibilidades fallidas, así como constatar el sacrificio del Gigüela para revivir Las Tablas, Jesús Casas mostró el cambio de paradigma respecto al concepto de zona húmeda, de las antaño zonas insalubres y palúdicas a los paraísos de biodiversidad de hoy, y de la dificultad de gestionar un Parque que dependía de unas aguas que no llegaban ya al Parque por su uso agrícola, tras la explosión de la cultura agrícola de los pozos en profundidad.


Carlos Ruiz de la Hermosa destacó el esfuerzo del Parque por restaurar las condiciones  hídricas a base de comprar tierras a la vez que  derechos de riegos en el entorno del Parque y la dificultad de tratar con cientos de agricultores, expedientes, plazos, alegaciones, en fin el maremágnum administrativo. Así mismo se mostró a favor del estudio de las propuestas, (aún en fase de Alegaciones) a la Ampliación del Parque. Aunque opinó que si se cambiase el uso de las tierras, de  agrícola a natural,  probablemente la sociedad  actual ni lo entendería ni lo  aceptaría. 



       En esto yo no estoy de acuerdo, pero aquí sí señaló el hueso duro de roer, el núcleo duro de la política en CLM. En esta tierra manda ASAJA, hay muchos tipos de agricultores, desde personas con visión ecológica de su trabajo, hasta las más productivistas al precio que sea; pero ASAJA ya desde su inicio se hizo con las  riendas del poder político en el campo manchego.

Fumarolas de turba ardiendo bajo los cultivos en áreas anteriormente inundables

Así comenzó el debate y las intervenciones del público donde se discutieron acciones y posibilidades a realizar. La peor parte se la llevó la Confederación Hidrográfica del Guadiana, por su inacción e inoperancia,  por predicar una cosa y luego hacer la contraria o no hacer nada, y por su famoso y retrasadísimo deslinde del Dominio Público Hidráulico. También salió mal parada la  Política Agraria Común,  otra fuerza que  habla de ecología y de adaptación al clima y que luego prima el riego.

Tras la sequía el agua del Gigüela va inundando el Parque

La idea generalizada de zona húmeda: tifus y malaria, fue la excusa ingenieril para transformar las tablas fluviales en campos de cultivo, pero esa idea general y manipulada hasta la saciedad, al menos, en esta región nunca predominó; al contrario, a estas áreas venía la gente cuando tenía tiempo libre, a bañarse, pescar, cazar, coger sus cangrejos, hacerse sus paellas, es decir, a disfrutar. 


Tramo inicial del Guadiana antes de llegar al Parque

       Pero había bastante gente que vivía (económicamente malvivían) de lo que les dejaba la naturaleza. Con unas pocas ovejas, unos cuantos jornales en vendimia y lo que sacaban de los cangrejos, los peces, la caza o la enea, podían sacar adelante una familia. Aquí ha existido una “envidia retórica” hacia los más asilvestrados, pero luego, a la hora de las canalizaciones, no hubo la menor contemplación.

Llanura de inundación de Alarcos, ¿un espejismo?

Finalmente los dragados y canalizaciones llegaron a los ríos manchegos y sus amplias llanuras de inundación. Esta invasión fue promovida por numerosos “emprendedores” locales que, casualmente, salieron muy beneficiados con el cambio, bien vía contratas o bien en nuevos terrenos que no eran de nadie aunque, obviamente, fueron de todos.


Dominio Público usurpado al  río, como puede verse en el carrizal que crece a la izquierda de lo segado

      Lo de las puertas giratorias, los favores debidos, la información privilegiada, el paso de lo público a privado (incluso por aquellos que deberían velar por su cuidado) es un tema delicado de tratar por esta zona y, probablemente, sea un capítulo de la historia ecológica manchega que nunca llegue a escribirse.

El  canal del Guadiana, una zanja de 6m. de profundidad  en medio dela llanura de inundación

Jesús Casas nos contó como imagen que reflejaba la continua ambivalencia de Las  Tablas, su accidentado origen, con las bombas trabajando de día, desecándolas por orden del IRYDA y de noche, anegándolas por orden del ICONA y así una de cal y otra de arena, hasta llegar a nuestros días. También puso el énfasis en las pequeñas acciones, las pequeñas compras de tierras, los pequeños pasos que según él son los que han conducido a la actualidad y que les gustaría ampliar el Parque pero recordó lo difícil, administrativa y jurídicamente que era.


La Lagunilla (Gigüela arriba del Parque), muestro los procesos de salinización actuales

      Aquí nos dejaron con la boca abierta cuando admitieron y apoyaron que era mucho mejor comprar las tierras que recuperarlas denunciando a los “okupas” del Dominio Público; también opinaron que "bien se deben haber hecho las cosas" para que llevemos varios años consecutivos de ríos corriendo tras la desastrosa situación de 2009.

Tubería de socorro del Parque en 2009

Algún participante puntualizó y creo que acertadamente, que si no se ampliaba el Parque era por falta de voluntad política, pues el Interés Público, las expropiaciones forzosas, los expedientes por usurpación del Dominio Público y otras, eran vías más rápidas y justas que la compra de parcelas, una a una, a los aprovechados de turno. Pero lo más lamentable es que ese comentario de "lo bien que se habían hecho las cosas", también lo leí en portada de periódicos locales hace tiempo, donde decía literalmente que si el acuífero se había vuelto a llenar y los ríos a correr, era gracias a los sacrificios de los regantes del Acuífero 23.



      Ni las autoridades del Parque ni mucho menos los regantes; si  corrieron los ríos, fue gracias a las lluvias intensas y continuadas de varios años. También Jesús Casas alabó los  pozos de recarga realizados en algunos lechos fluviales, pero ahí creo que tampoco, que el agua profundizó rápido, pero con toda su basura y contaminación, lo que no habría ocurrido de haber empleado los mismos lechos de las llanuras de inundación para una infiltración, quizás más lenta, pero más limpia e igualmente efectiva.

El mundo al revés, un antiguo Ojo trabajando como sumidero

El paisaje ha cambiado drásticamente en pocos años, la viña en “vaso” está desapareciendo ,reconvertida y ampliada, en viña en “espaldera”. Hoy es un paisaje alambrado y lleno de tubos, regado con goteo, sí, pero en superficies exponencialmente crecientes. De un cultivo social con mucho empleo, a otro casi totalmente mecanizado; los campos de plástico para los melones; los cultivos adaptados al clima, como los almendros y olivos, ahora también se riegan, para que produzcan más.


Tramo del renacido Guadiana entre los Ojos y las Tablas de Daimiel

      El límite es el agua, pero al empresariado no le van los límites. Se está invirtiendo en regadíos que probablemente no puedan disponer de agua en próximos años y entonces, qué pasará con los créditos de los agricultores a los que prácticamente se les ha obligado a reconvertirse; qué pasará con sus tuberías vacías y sus pozos “ilegales” pero fomentados. Hoy si aún cultivas en secano estás quedando como un tonto ante los demás agricultores, por lo que todo es una carrera hacia el agua. Dicen que el acuífero dá para mucho más regadío y los regantes están pidiendo más, incluso tras ser considerado el acuífero 23 como "masa de agua en riesgo" por la Confederación del Guadiana.

Primera intervención humana, una zúa romana cerca de los Ojos

Detrás de la pantalla verde, de la ecología, los patos y la superficie encharcada, subyace la agricultura de Castilla la Mancha. No es otro tema, si desaparece esa pantalla verde, la agricultura va detrás. El acuífero es la madre del cordero, hay que mimarlo y mantenerlo en niveles saludables, como así lo pretende (al menos sobre el papel) el Plan de Cuenca del Guadiana, donde incluso se estiman aportaciones superficiales naturales en los Ojos del Guadiana, el más preciso y cuantificable de los indicadores del estado de salud de los más de 10.000 km2 que lo alimentan.

Llanura de inundación usurpada y arada en los Ojos del Rincón

      Es preciso cuidar, como leí en una portada del ABC en 1973, el mayor embalse de Europa (subterráneo). Estamos en el camino de no retorno, a punto de perder la posibilidad de abastecimiento a la población por medio de pozos, el sistema más lógico en un país sin ríos; pero la calidad de las aguas, dado su desmedido uso y el aporte de fertilizantes y herbicidas, no hace sino descender. A finales del 2009, hubo cosechas que se echaron a perder al depositarse en las hojas las partículas sólidas y disueltas del riego con el agua del “culo” del acuífero. Hay gente que está pidiendo estudios de la incidencia de sulfitos y otros contaminantes en la salud de los pueblos manchegos.


Algunas luces y fuertes sombras  se  ciernen sobre el futuro del campo manchego

     Si no cuidamos esa agua, nos jugamos la agricultura, pues podríamos llegar a ganarnos el marchamo de producto manchego: producto contaminado. Dudo que esté exagerando y lo realmente práctico sería cuidar ese agua subterránea y regar y beber de ella sin tener que recurrir a costosos y poco prácticos sistemas de canalizaciones y tuberías entre cuencas sedientas.


       El futuro no es nada prometedor, el campo manchego en algunos casos puede y debe usar el agua para el regadío, pero en la mayoría de los casos debería, aunque la rentabilidad no sea tan alta, adaptarse al secano, con nuevas técnicas limpias, con espacios y áreas de pastoreo dedicadas (al menos las llanuras de inundación) a la infiltración del agua de lluvia. Hay que tomar conciencia clara del agua disponible, de pensar en el futuro y de la vida que queremos mantener con ella, la natural y la humana.

Tablas de Santa María a la  altura de Picón

     El momento de la agricultura productivista a gran escala, artificialmente subvencionada  y derrochadora de agua, energía y químicos, debe ceder el paso a otra más respetuosa con el medio ambiente, más social y más consensuada con el conjunto de la sociedad. Suena manido y rimbombante, pero es esa vía o avanzar hacia la desertización. Creo y espero que aún estemos a tiempo de reconducir esta situación. Busquemos  una salida.

La última población de narcisos en la orilla del Guadiana


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