viernes, 28 de febrero de 2014

Sobre los pinos ibéricos

Para quien haya viajado por lo largo y ancho de la península, no le cabrá duda de la importancia que cobran los pinares hoy en día por su dilatado alcance territorial. Dada su tremenda expansión de la mano del hombre, siempre me ha sido difícil reconocer su auténtica y propia ecología, aunque con el tiempo voy reconociendo su papel en nuestros ecosistemas.


Los mayores seres vivos de Gredos, unos escasos Pinus nigra agarrados a las rocas

Este problema también se ha dado en la investigación botánica, como le ocurrió con D. Salvador Rivas-Martínez que después de caracterizar hace años, la totalidad de las asociaciones vegetales españolas (y mundiales), fue muy criticado por no reconocer la mayoría de los pinares ibéricos. Posteriormente, con muchos más datos y estudios, ha ido certificando la naturalidad de nuevas asociaciones vegetales que tienen en los pinos su especie protagonista, pero sigue siendo muy difícil encontrar la vegetación propia de muchos pinos, como los resineros y, más aún, la de los piñoneros, pues es casi imposible encontrar un pinar de garantizada naturalidad.


Resineros conquistando un enebral tras acorralar a los robles del sur de Gredos

Esta expansión del pinar, tergiversada como una expansión del bosque, enmascara los grandes problemas ecológicos de nuestros montes, como cuál es su función y por ende, su futuro. Problemas que no se limitan a la superficie pinariega, sino que afectan a la totalidad de la cuenca hidrográfica inferior y a todo el medio ambiente en general.

Tras el incendio de Pedro Bernardo, llegaron las lluvias y provocaron coladas de bloques destrozando bancales, prados y todo a su paso

Con los años he visto que el pinar ha generado muchos más casos perversos que positivos, lo que me lleva a una política, al menos de contención, respecto a su implantación y desarrollo. Alguno casos positivos han sido la repoblación de grandes áreas deforestadas como en las montañas del sureste, con el clásico ejemplo de Sierra Espuña, donde se recuperó un ambiente que había perdido su condición forestal; lo han sido las repoblaciones de muchas arbustedas y piornales castellanos de paramera, tanto en la iberia caliza como en la silícea, y también lo ha sido, la expansión del matorral y el bosque autóctono bajo su dosel arbóreo, lo que no ha ocurrido de forma premeditada, sino a resultas de una, afortunadamente escasa, limpieza de montes.


Una variada vegetación autóctona prospera bajo la protección de las copas de los piñoneros, 20 años antes todo esto era un erial y antes monte bajo variado con encinas aisladas

La verdadera cara de ese hiper-crecimiento de los pinares, ha sido, en gran medida, la pérdida de biodiversidad de los ecosistemas autóctonos, el destrozo y abandono de los montes y el incremento de los grandes incendios forestales, con sus ulteriores consecuencias de grandes erosiones, pérdidas del suelo fértil y, todo ello, con un alto coste en la lucha contra incendios, vía jornales, infraestructuras, medios aéreos e incluso en vidas humanas.


            Pero para comprender el paisaje forestal actual hace falta recurrir a un par de cuestiones de importancia. El cómo eran los bosques españoles en el pasado y cómo ha sido la política forestal precedente.
             Desde la última glaciación en la península hemos pasado por diferentes fases climáticas con avances y retrocesos de los pinares, pero acercándonos a tiempos históricos, ocurre en todos los análisis polínicos que hemos pasado de un mundo pinariego a uno de frondosas; a más humedad, hayas, arces, robles y quejigos, y a menos humedad, alcornoques, encinas, enebros y coscojas. Aunque esto no es tajante y varía por zonas.

La procesionaria de los pinos, un peligro para pinares fuera de su sitio y para personas alérgicas

Los pinares, en general, han ido quedando relegados a comunidades vegetales cada vez menos climácicas, donde el tipo, la dinámica de los suelos o una climatología especialmente dura, han actuado como factores limitantes para el establecimiento de una vegetación acorde a las condiciones medias de clima y suelos; son las llamadas comunidades permanentes.


En terrenos inestables el pino resinero no tiene competencia, sería un tipo de comunidad permanente

            Históricamente el punto álgido de la implantación del pinar vino a partir de los 50’ con la Dirección General de Montes, posterior ICONA,  donde se da salida a varias generaciones de técnicos forestales con herramientas y maquinaria, para poner los “vastos eriales” en producción. Se crearon políticas territoriales “incontestables” que ningunearon el poder municipal sobre sus montes y se animó la concertación de montes “consorciados” con miles de fincas privadas.


En muchos pinares la ausencia de vida vegetal bajo las copas y el peligro de incendio es palpable

            En casi todos los casos se repuebla con pinos, el más usado es el resinero seguido por el carrasco, convirtiendo lo que eran bosques o sus etapas seriales, en monocultivos, creando espacios totalmente ajenos a las comunidades rurales donde se implantaban. Usualmente la imposición del pinar acabó con la ganadería de cabras, ovejas y abejas, con las majadas y aldehuelas, dando la puntilla a muchos pueblos donde ya había empezado el éxodo rural.


Laderas irrecuperables por varias generaciones tras el incendio del pinar

            Con los 70’, tras la pérdida de uso y habitabilidad, el monte empieza a dar los primeros dineros y jornales, se explota la madera y se crean puntos de recogida de resina. Es lamentable recordar el caso de pueblos que precisamente antes de sus fiestas patronales, sufrían incendios, para que los mozos tuvieran dinero extra para el gasto festivo. Pero esa bonanza no duraría mucho, a partir de aquí los montes dejaron de ser rentables, aunque diesen algunos jornales.


Al pie de Sierra Morena y Montes de Toledo se ha repoblado con pinares de piñonero, pero no son de producción piñonera como los del sur del Duero

        A partir de los 80’ se produce la debacle de los montes españoles, el éxodo rural está en su cenit, los montes han perdido mucha de su rentabilidad por la bajada de precios de la madera y la sustitución de la resina por productos sintéticos más baratos. La población se ha desligado de su monte que apenas se mantiene, los caminos están abandonados y apenas hay ganado que antes limpiaba el monte. Es el momento perfecto para los grandes incendios forestales de los 80’ y 90’. Auténtico "Atila" de la naturaleza española, toneladas de CO2 al aire. azote para suelos y pantanos, y la cantinela más triste del verano.

Pinos salgareños casi muertos por la plaga de procesionarias, finalmente la mayoría se recuperan

            El areal de los pinares ahora es tan enorme debido a su cultivo que es difícil discernir su verdadera naturalidad, en los pinos más exigentes (albar, salgareño y negro) está clara su naturalidad a pesar de la expansión artificial de los dos primeros, tanto en nuevos territorios, como en áreas inferiores a las de sus bosques naturales.

Los últimos restos de los pinares naturales de la cara sur de la Cantábrica, el pinar de Lillo

El pino carrasco (Pinus halepensis) es propio del levante y sureste por debajo de los 800m. pero más dificil es discernir su naturalidad en áreas interiores como los pies del Sistema Ibérico (Cuenca, Guadalajara y Zaragoza) o incluso en los yesos madrileños de Villamanrique, aunque el cortejo florístico y sucesional en algunos casos apuesta por su naturalidad. Tolera bien la sequía y los suelos pobres como yesos y margas. En muchas áreas del sureste es la única vegetación arbórea y tiene potencial creador de suelos y de abrir el abanico vegetacional.


Pinos carrascos abatidos por el viento marino; otros pinos "marítimos" son el resinero de las costas del noroeste y el piñonero del suroeste.

El pino resinero (Pinus pinaster), también negral o rodeno, a pesar de ser el más pirófilo, ha tenido una expansión exponencial, ya sea por plantación directa o por el maltrato de los suelos forestales, (uso de maquinaria pesada en el campo, apertura de pistas, infraestructuras, abandono de cultivos, incendios, etc.), pues las posteriores secuelas erosivas, dejan disponible un suelo des-estructurado y roto, ideal para su colonización por este tipo de pino, pues este tipo de medios inestables y arenizados son su auténtico nicho natural y es ahí donde se debería utilizar para asentar suelos e impedir avenidas. Se baraja una raza del NW (subsp. atlantica), otra centroibérica (subsp. pinaster) y otra dolomítica bética (subsp. acutisquama).


Carlos fotografiando pinos antiguamente trabajados por los resineros en un campo de bolos torrenciales

El pino piñonero (Pinus pinea), por dar piñones de buen tamaño, ha sido tan propagado desde la antigüedad que hoy no se sabe de seguro si es ibérico autóctono, aunque sí lo fue en un pasado cercano, como ocurre también con el otro pino español, el pino canario que en la actualidad solo es macaronésico. Es de zonas térmicas y arenosas, aunque puede aguantar el frio de los arenales del sur del Duero, de donde procede la mayor producción mundial de piñones. Combina bien con la encina dando un monte abierto y variado aunque apenas sin valor comercial.

El pino piñonero es uno de los más queridos por el agricultor

            El pino albar (Pinus sylvestris), de alto fuste anaranjado por arriba, requiere más agua que el salgareño y la misma o más continentalidad, por lo que forma el pinar más montano (a excepción de P. uncinata); tiene la aguja pequeña y por ello bajo su dosel prospera bien todo tipo de vida vegetal. Es el pino más cotizado por las madereras, más por su calidad que por su rapidez de crecimiento. Favorecido por el hombre frente a robles y hayas. Tiene varias razas ibéricas dado el aislamiento de las distintas poblaciones. Es el pino que alcanza las mayores alturas ibéricas, tanto en suelos básicos como ácidos. A pesar de las repoblaciones, estuvo más extendido geográficamente que hoy en día, incluso en todas las altas sierras andaluzas del sureste. Con potencial en todas los grandes brezales y arbustedas de las montañas del sur de la Cantábrica, sierras gredenses y altas parameras castellanas.

Los pinares de Valsaín y Peñalara son una de las mejores masas forestales ibéricas

            El pino salgareño (Pinus nigra), también laricio, doncel o cascalbo, es propio de las montañas calizas de interior, aunque también aparece en los granitos del Sistema Central. Es el pino ibérico más longevo, con ejemplares con nombre propio en numerosas sierras, aunque no llega a tanta altitud como el silvestre. Es el símbolo de Cazorla y la Ibérica; en su límite altitudinal, la mezcla con el pino albar es habitual. Combina la tolerancia con el resto de flora del pino albar con una mayor resistencia a la sequía, tiene aún un gran potencial en toda la ibérica, Sistema Central (donde es residual), y las alturas de las sierras calizas andaluzas.


            El pino negro (Pinus uncinata) es el más alpino de todos, crece en lugares tan duros que su pinar es poco denso; es pirenaico con un par de localidades en Gúdar y Demanda (Sistema Ibérico), no es de uso en repoblaciones por su especificidad ecológica e hibrida con facilidad con el albar.


Últimos silvestres entre los menos exigentes resineros en sierras deforestadas por quemas de piornal, un tipo de incendio no veraniego, y que por lo tanto, pasa desapercibido para los medios y autoridades.

            La explotación económica de los pinares ha cambiado radicalmente respecto a las pasadas previsiones de la mitad del siglo pasado, (salvo en el Sistema Central e Ibérica soriano-turolense), ahora los pinares, a parte de haber sustituido a otros tipos de bosque o matorral, han dejado de ser productivos. Salvo el pino silvestre y algo el laricio (menos expandidos), la madera, mermada en su valor, se destina a aglomerados; la industria resinera ha desaparecido; los jornales del campo se han esfumado debido a la mecanización de las tareas; y por otra parte, han crecido exponencialmente las partidas de la lucha contra el fuego, dándose casos  paradójicos de haber fuegos provocados para que se gaste más en su extinción.


Sobre yesos se ha repoblado con pino carrasco, pero requiere una labor de subsolado que destroza el monte

            Por contra ha aumentado la demanda de madera de leña, que no es producida por los pinos; la necesidad de controlar la retención de humedad por los suelos en las cabeceras hídricas de las cuencas mediterráneas; los aprovechamientos variados del monte: cinegéticos, micológicos, apícolas, recreativos, etc. que mayormente se dan en los otros tipos de bosque. Se ha perdido la oportunidad de la reforestación de tierras agrícolas, donde, a pesar de bastante autóctona, se ha repoblado mucho con pinos en áreas que nunca los han tenido. Incluso, muy a menudo, se ha repoblado desbrozando encinar y bosque autóctono en expansión natural.


El único pinar auténticamente natural de Gredos desapareció por la incompetencia  y el miedo de los técnicos en el terrible incendio de Arenas de San Pedro, iniciado a 15km.

            Por todo y pensando en el futuro y en un supuesto cambio del clima en ciernes, es absolutamente necesario llevar respecto a nuestros montes, una auténtica política de estado, totalmente seria, comprometida y ecológicamente solvente, planteada a largo plazo y pensando en las futuras necesidades perentorias, como la conservación y limpieza de las aguas, el mantenimiento y calidad de vida de la población rural y por ende de los urbanitas, camperos vacacionales o simples “respirantes”.


A algún ingeniero "lumbreras" se le ocurrió repoblar pinos en medio de una de las escasas poblaciones de roble alto-cantábrico, Quercus orocantabricus. No es una mala elección, pero hay miles de has. de brezal baldío para hacerlo.

         Ya no son tiempos de jugársela a una sola carta, la variedad y el respeto, a las personas, a las otras especies, al bosque y a la atmósfera, es algo que no puede ser relegado por planteamientos economicistas, planteados normalmente a corto plazo, sin contar ni valorar todas las variables y, muy a menudo, con las cartas marcadas para que alguien, en particular, gane con ello. 
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