viernes, 30 de noviembre de 2018

La Lagunilla de Prado Redondo


        La laguna de Prado Redondo es una gran desconocida para la práctica totalidad de los habitantes de Ciudad Real, incluso de los más camperos. No es de extrañar, pues se trata de una pequeña laguna tras una valla, dentro de una propiedad privada y al borde de la buena llanura de inundación de Picón-Alarcos en el Guadiana, por lo que muchos pescadores, cangrejeros y amantes del campo, van a estas tablas y no reparan en la pequeña laguna que hay en el centro del anfiteatro formado por estos montes.


A la derecha se ve la laguna en el anfiteatro formado por los montes de la sierra de Picón

  Por estos lares, el fantástico río Guadiana empieza a mostrar sus mejores galas como río, tras pasar por los cuasi artificiales esplendores de las Tablas de Daimiel, por las atribuladas Tablas de Calatrava y tras dejar el “pajarero” pantano del Vicario, se constriñe en las primeras serrezuelas del macizo ibérico, tras abandonar la Mancha y en este punto, tras pasar bajo el puente de Picón, comienza a vivir el esplendor de una llanura de inundación poco alterada.

Parte de la llanura de inundación y vista de la misma desde la ermita de Alarcos

      El Guadiana, tras el puente de Picón, en Santa María, recibe al arroyo del Raso, donde se amplía enormemente la llanura de inundación para luego irse estrechando en un entorno que, de no haberle sido claramente usurpado al Guadiana por la agricultura en su lado norte (Santa María) o por la ganadería en su lado sur (Sedano), gozaría de unas características medioambientales muy similares a lo mejor de las Tablas de Daimiel, aunque menos salobres y problemáticas; incluso en el entorno de esta junta de cauces, se encuentra un “ojuelo” protegido por una valla para que no caiga ganado en él. 


Llanura de inundación de la margen izquierda claramente usurpada
Espantapájaros y valla rodeando un ojo o nacedero en medio de la llanura de inundación en la junta de los ríos

 Tras esta considerable ampliación del valle, el río forma la tabla de la Patata, donde hay una pequeña área recreativa, para luego, volver a estrecharse al ser atravesar una serrata que crea un pequeño congosto, a la salida del cual, se vuelve a ampliar definitivamente en la llanura de inundación de Alarcos y aparece, en la orilla derecha, al pie de la ladera que mira al sur, la laguna de Prado Redondo.


A partir de esta laguna se ensancha la llanura de inundación

       A pesar de encontrarse en el borde de la llanura de inundación del Guadiana, esta laguna se encuentra rodeada de montes, una mitad al norte y otra al sur del río, formando un círculo de montes que da nombre al lugar, “Prado Redondo”, y en su centro se encuentra esta especial laguna. Especial porque pocas lagunas, y hay muchas, en todo el campo de Calatrava, tienen ese origen y dinámica tan particular. Esta laguna se encuentra en la terraza fluvial y, aunque se encuentre solo a poco más de un metro por encima del nivel actual del río, las riadas no llegan hasta ella.


El Guadiana y al fondo derecha, a unos 100m. en el llano verde, el borde de Prado Redondo

Su secreto, su singularidad, consiste en que, al pie del encinar de la loma más cercana a ella, nace un buen manantial que alimenta un arroyuelo con olmeda que se prolonga, ya sobre la llanura, dando lugar a esta laguna. Esa fuente de agua pura, probablemente es la que haya ido disolviendo con el paso de los siglos, esos materiales calizos de la terraza y haya profundizado el fondo de la laguna hasta enrasar con el nivel del cercano Guadiana, con unos tres metros de profundidad respecto al campo que la rodea.


Tras los manantiales y su olmeda, viene otra olmeda lineal que desemboca en la lagunilla. (Foto: J.M. Hernández)

El nombre de “prado” le viene de antiguo, pues al pie de las lomas esos manantiales alimentaban un buen prado que a su vez se unía a los húmedos pastizales de la llanura de inundación del río y que afirmaba bien a las claras, la vocación netamente ganadera de este enclave. Aquí empieza la gran llanura de inundación que va desde este pequeño congosto, hasta el puente y la histórica ciudad ibérico-medieval de Alarcos, edificada sobre la escarpada sierra que se alza sobre el Guadiana.

Llanura de inundación con Alarcos al fondo y detalle excavaciones

  Pero ya hace años que desapareció la vocación ganadera de este lugar para pasar a ser claramente agrícola, por decisión de sus propietarios. Desde entonces parece ser que la laguna no fue más que un mero estorbo para las labores agrarias de esa finca.



En 2007 se aprecia el rastro del paso de tractores para verter escombros. Luego en 2011:

Comprobando su estado actual y viendo la evolución de las imágenes aéreas, podemos asistir a una especie de lucha del hombre por dominar la naturaleza, a una larga batalla por irle ganando metros para el cultivo, por ir haciendo desaparecer la laguna. Hace muchos años, la laguna llegó a tener salida hacia el río, y el prado, que dio nombre al lugar, haber sido mucho más amplio e importante, pero la sucesión de imágenes muestra el trabajo de continuo vertido de escombros y brozas agrarias sobre ella, para ir reduciéndose a su lamentable estado actual.


Restos de broza y escombro vertidos al interior de la lagunilla


  Aparte de su singular belleza paisajística, este rincón atesora una gran riqueza botánica y faunística, a pesar de sus reducidas dimensiones. En muy pocos metros cuadrados tenemos representados varios ecosistemas naturales de interés, en la loma un buen encinar manchego, rico en orquídeas; al pie de la loma y alimentada por varios manantiales, una olmeda que en tiempos debió de llegar hasta la orilla del Guadiana; un pastizal-juncal, es decir un prado higrófilo, con multitud de especies de este tipo de medios, desgraciadamente en trance de desaparición en toda Castilla la Mancha y, finalmente, una buena laguna con su orla de vegetación parcialmente bien conservada.


Vegetación tras el secado de la laguna a finales de verano

  Conozco esta laguna desde hace muchos años y, aunque no fuese de dominio público, seguía teniendo una importante vida animal y vegetal. Pero tras las últimas alteraciones sufridas a finales de este invierno en esta finca, ya no puedo silenciar más, la alta probabilidad de desaparición total de este magnífico enclave natural.


Zanja lateral uniéndose a la zanja lineal de drenaje del empradizado

 A las tradicionales acciones de retirada de piedras y broza del campo de cultivo que eran vertidas al vaso lagunar, este último invierno, se han arado los bordes del arroyo y de la olmeda apurando al límite; también se ha hecho o re-excavado una zanja de drenaje que recoge el agua de la olmeda de pie de monte y también, en el arroyo que vierte directo a la laguna, para así reducir el área inundable, desecándola y aumentando la superficie de cultivo, arando hasta el borde de la zanja, dejando la olmeda lineal final, reducida a su mínima expresión, y retirando maleza y troncos de olmos caídos, hacia la laguna.


A la derecha de la anterior, cultivos hasta el mismo borde del arroyuelo, con su zanja de drenaje, abajo

Solo con ver algunas de sus plantas, como el aquí abundante lirio, Iris spuria subsp. maritima (hoy Chamaeiris reichenbachiana) o la oreja de liebre, Senecio doria (hoy Senecio laderoi), ya tengo información suficiente para saber que este lugar es un fiel testigo de lo que fueron y, aún hoy deberían ser, los ecosistemas húmedos del entorno del Guadiana. El lirio, teóricamente extinto en la cuenca del Guadiana y el senecio, también desaparecido recientemente de sus escasas localidades pasadas, nos dan la idea de lo que es la vegetación de las aguas sin contaminar y la de los cauces inundables.


El lirio Iris spuria, (Chamaeiris reichenbachiana) y detalle de la flor

  A estas especies hay que añadir una buena cantidad de plantas poco comunes y aquí reunidas, como Agrimonia eupatoria, Althaea officinalis, Carex spp., Centaurium tenuiflorum, Cyperus fuscus, Equisetum ramosissimum, Euphorbia hirsuta, Juncus bufonius, Kikxia lanígera, Linum tenue, Lythrum tribracteatum, Ornithogalum umbellatum, Phalaris caerulea, P. minor, Potentilla reptans, Pulicaria paludosa, Rosa pouzinii, Samolus valerandi, Schoenoplectus lacustris, y otras ya más comunes como Asphodelus albus, Epilobium hirsutum, Dipsacum fullonum (cardencha), Juncus spp., Lactuca serriola, L. saligna, Lytrum salicaria, Medicago spp., Rumex conglomeratus, R. crispus, R. pulcher, Scirpioides holoschoenus, Scolymus hispanicus, Trifolium spp., Verbena officinalis o  Xanthium extrumarium entre otras.

  
Las grandes hojas de la oreja de liebre (Senecio laderoi) junto al lirio amarillo (Limniris pseudacorus)
Linum tenue y Samolus valerandi

Este lugar sería un candidato idóneo para llevar a cabo una ejemplar recuperación ambiental de estos ecosistemas. Habría que delimitar dentro de la finca, el terreno a intervenir; por un lado, el de la arboleda, prados y arroyo, y por otro, el de la propia laguna. En la laguna, lo primero sería desescombrar completamente, con cuidado de no llevarse la parte de terreno libre de escombros que posee el humus, plantas de interés y el banco de semillas del suelo.


Tras la retirada de escombros la laguna ganaría en superficie y en profundidad

   La superficie total lagunar ampliaría considerablemente su perímetro, aumentándole para suavizar las pendientes de caída a la lámina de agua y dando margen perimetral para una transición vegetal acorde y suavizar las posibles afecciones del arado de la zona agraria de la finca.


Prado Redondo parece demasiado estorbo para la rectilínea labor de los tractores (Foto: J.M. Hernández)

La recuperación hídrica pasaría por deshacer o suavizar las zanjas de drenaje y la canalización del arroyuelo, para que el agua se desparrame superficialmente y abarca con su humedad, la mayor cantidad de terreno posible, para que riegue la olmeda y una buena superficie de pastizal. El banco de semillas aún se encuentra en el suelo y la recuperación vegetal sería relativamente rápida, cuidando de eliminar las abundantes plantas nitrófilas fruto de la alteración y remoción del terreno, actual o fruto de los trabajos de restauración.


Este rincón atesora un encinar, una olmeda, un buen prado y una laguna junto al Guadiana

Prado Redondo, a parte de la intervención de recuperación, requiere un protección efectiva e inmediata, bajo alguna figura de protección como bien pudiera ser la de Microrreserva, la de Monumento Natural o uniéndola a su entorno, como Paisaje Protegido. Una de las formas de recuperación debería ser a través de intervención colectiva, dirigida por la propiedad, el ayuntamiento de Picón y organizaciones ambientales, educativas o sociales, por medio de una Custodia del Territorio, siempre contando con el apoyo de la propiedad de la finca o en su defecto, con la de su adquisición pública.



Prado Redondo nos ofrece la poco común oportunidad de que en una única localización, se puede mostrar una buena gama de los ecosistemas de esta zona, una auténtica “aula de la naturaleza”, siempre cuidando de no alterar la fauna y los procesos biológicos que dan la vida a estos ecosistemas. Aquí podría mostrarse conjuntamente el encinar, la olmeda, la vegetación dulce-acuícola de arroyos, una buena pradera-juncal y un completo ecosistema lagunar y fluvial, al contar también con la inmediata llanura de inundación del Guadiana y los montes aledaños.



 Toda esta área del noroeste de Ciudad Real capital, cuenta con áreas de importancia natural sin igual, para colmo todas en un más que inestable estado de conservación. Aquí aparecen lagunas de génesis hidromagmática, llanuras de inundación fluviales, elementos geomorfológicos singulares como puedan ser los volcanes o los cortados rocosos cuarcíticos, arroyos con vegetación de influencia volcánica, retazos de mesas calizas delimitadas por la red fluvial, y un buen número de arroyos y lagunillas en buen estado de conservación que merecerían mucha más atención de la que las autoridades han demostrado hasta ahora hacia ellas. 



   Mención aparte merecen los numerosos vestigios históricos aledaños (castillo y ermita de Alarcos, poblado ibérico de Taiba, castillo de Benavente, torre de Galiana, ermita de Sancho Rey, caserón de Santa María, ermita y casas de Sancho Rey, molino de Gaijón, etc.).


Unión del arroyo de Benavente con la llanura de inundación de Alarcos, también usurpada al río. Esta llanura podría ser una de las mejores zonas naturales de Ciudad Real si se recuperaran. Al fondo volcán de Peñarroya

 A los crónicos problemas de ocupación ilegal del Dominio Público Hidráulico que el estado debería estar obligado a recuperar, hay que añadir la intensificación agraria extrema (ej: viñedos de Pagos del Vicario), el exceso y permisividad de usos lúdicos como el motocross o el abundante vertido de escombros en cunetas, bordes de caminos y arroyos, dada la cercanía de la capital manchega.


  Ya va siendo hora de que se ponga freno a la destrucción de un medio natural que parece que los ciudarrealeños no valoran lo suficiente como para defenderlo, pensando en que lo van a hacer quienes les administran. De hecho incluso el recién diseñado Camino Natural del Guadiana, evita pasar por lo mejor de esta arteria fluvial, dando un rodeo, por no entrar en conflicto con los propietarios de las propiedades aledañas al río.


Parte superior de Pradorredondo hacia Fuente Guillén

Yo sigo insistiendo en que podríamos tener el mayor corredor ecológico y uno de los mejores espacios naturales de la península, definido por un Guadiana indómito y desconocido que desde Extremadura, vertebraría con su protección, ya como Parque Nacional o con cualquier otra figura de protección eficaz, hasta las mismas lagunas de Ruidera, pasando por estas tablas fluviales y por las de Daimiel. Sería la manera de aunar toda esa serie de Monumentos Naturales, Microrreservas, L.I.C.s, lagunas volcánicas que bordean su cauce ancestral y cuyo re-nacimiento en los Ojos del Guadiana estamos cercanos a ver, si continúa lloviendo como debe y si comenzamos a regar como se debiera.


Un Guadiana salvaje y desconocido en el occidente de Ciudad Real

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