La costa
occidental asturiana no tiene tanta fama como su hermana oriental, esta es
caliza, llena de rincones y vericuetos, y mucho más llena de gente y
construcciones y la occidental tiene una litología alternante de rocas duras
(cuarcitas) y blandas (pizarras) que generan cabos las primeras y entrantes o
pequeños golfos las segundas; a veces las cuarcitas en su ondulante sucesión
crean una serie casi continua de cuevas y salientes que conforman tramos de
costa abundantes en cuevas de mayor o menor tamaño.
La costa
accidentada no se queda en la frontera tierra-mar, el mar se llena de islotes
de diversos tamaños y las mareas cambian el paisaje hasta niveles difíciles de
imaginar.
En el extremo cercano a Galicia, enormes peñascos aparecen en el
centro de algunas playas, como en Peñarronda que como indica el nombre, tiene una isla rocosa en medio de
la playa, hasta con una cueva para atravesarla en marea baja; en el extremo
occidental, antes de llegar a Cudillero y pasado Cadavedo, el mar se llena de enormes
rocas como dados, dejados al azar en una partida inconclusa.
Si como nos
pasó, se coincide con una fase de luna llena, los ya de por sí fuertes
contrastes mareales, se ven exagerados por las mareas vivas. Entonces el cambio
de paisaje es aún mayor, el cambio puede pasar de no haber playa, a encontrar
una playa enorme y variada. Tal es el contraste y la belleza de un mar tan
anormalmente bajo, que incluso teníamos la costumbre de bajar a la orilla con
la marea baja en plena noche, entonces la irrealidad del paisaje se tornaba
onírica, una luna llena esplendorosa iluminando las arenas y creando un
contraste enorme con las negras rocas, unas en la orilla, otras en el mar pero emergiendo
mucho más de lo acostumbrado.
Afortunadamente,
algo tarde, pero ya se van respetando los arenales de la post-playa, un ambiente rico en plantas
especialmente adaptadas a vivir en esas, ya algo menos, móviles arenas. La
clásica zona donde se instalan los chiringuitos y aparcamientos y que es el
paso obligado para ir de los coches al borde del agua, ahora en muchas playas
se ve surcada por pasarelas bien repartidas que canalizan el trasiego y atenúan
la presión a la que sometemos a unas especies que tienen francamente difícil
recuperar el terreno perdido a no ser que se las ayude.
Euphorbia paralias una de las especialistas más playeras
El interior
está formado por un planicie a unos cincuenta metros por encima del mar, la
“rasa” costera, surcada por todas partes por las grandes vaguadas de los
arroyos y ríos que bajan de las cercanas montañas al sur. La rasa está
totalmente cultivada, aunque el cultivo que más auge toma es de las segundas
residencias, aunque de una forma dispersa y autónoma. Las vaguadas son casi
terreno exclusivo de pinares-eucaliptales y un agresivo matorral de lacerantes
tojos.
La vegetación natural se acantona en el borde de los cursos fluviales
Para ver la
vegetación natural hay que acudir a algunos barrancos tan verticales que no han
podido entrar las máquinas o mirar los retales de los setos de bordes de prados
y cultivos. La presión de las plantas invasoras que a través de la jardinería
han ido saltando de los chalets al campo, empieza a ser preocupante, aunque no
tanto como en el norte de Portugal o en Santander-País Vasco. Es muy frecuente
encontrarse los gladiolos naranjas (Crocosmias),
las uñas de gato del Cabo (Carpobrotus),
el amor de hombre (Tradescantias), las
campanillas azules (Ipomoeas), las capuchinas
(Trapaeolum) y los plumeros de la
pampa (Cortaderias) y algunas más,
pero el auténtico problema son los eucaliptos en unos montes monocultivados, donde apenas se puede entrar, por los tojos, y mucho menos disfrutar.
"O abó", el abuelo, el eucalipto más viejo de España
La cercanía a
Galicia me llevó a visitar los árboles más altos de España que no son nativos
sino los padres de los invasores de Galicia. Eucaliptos, unos eucaliptos
enormes, de los que no cambian las proporciones sino la altura, su imponente
tamaño que en ejemplares pasa de los ochenta metros, pero que, a ciencia
cierta, no se sabe exactamente cual es el más alto. Estoy seguro que el mayor
fue alguno de los gigantescos tocones que vi por el camino. El resto del
paisaje gallego que vi me decepcionó más que el asturiano, quizás porque esta
parte de Galicia es más montuosa y menos pastoril que la asturiana, y aquí el
eucaliptal se sucede monte tras monte en todas sus fases, desde la de la del
retoño al maderable.
Antes de cortarle debió ser uno de los más altos de España
En Lugo puede
que la costa esté un poco más saturada, pero las playas de buena arena y el
reclamo de la playa de las Catedrales hacen que así sea. La playa de las
catedrales está muy bien, pero las numerosas playas por toda esa zona no la
desmerecen en absoluto, tan o más sorprendentes pero menos visitadas. Bueno
cualquier cosa es menos visitada en comparación, porque no sé si el Sardinero
montañés o la Concha donostiarra tendrán más visitantes. Pero aprovechando la
luna llena la disfrutamos cerca de la una de la madrugada, pero ni por esas,
también había gente, no tanta como de día
pero fue un placer.
Alguna salida
al interior, a ver a los amigos de la montaña en Redes, ya en el cercano límite
con León y tomar un “baño de bosques” y también a ver las Hoces del Esva,
fueron las excepciones a unos días de playa y costa. En una envidiable rutina
de playas, atardeceres, mareas bajas y baños; baños de belleza, como lo eran
cuando el sol se ponía o nadando despacio en ríos en medio del bosque antes de
su desembocadura.
Ilustrativo recorrido que, afortunadamente veo que hiciste el la luna llena más próxima al equinoccio, tiempo de mareas extremadamente vivas que trastocan por completo las costas cantábricas.
ResponderEliminarSaludos, Enrique.
Hola Javier, a la playa nocturna no solo fuimos por ese ambiente tan especial, sino aconsejados por unos amigos, a ver unos estraños seres planctonicos que al remover la arena cerca de las pocillas que habian quedado aisladas, se iluminaban como microluciérnagas. Alucinamos, aunque nos dijeron que a veces es totalmente espectacular, ya no recuerdo el nombre, vulgar, de estos bichos nada vulgares.
EliminarSalud y campo
Estupendo post y las fotografías fantásticas.
ResponderEliminarBarallo
ResponderEliminarSe saltó la playa más interesante del Occidente (que noes Barallo)
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