Esta entrada es una más que lamentable continuación de mi anterior entrada "Requiem por unas piedras con historia" relativa al cierre del Parque Arqueológico Alarcos-Calatrava la Vieja. Al parecer el efecto caída en dominó ha continuado y si para mí era impensable el cierre de la gran e inexpugnable fortaleza de Calatrava la Nueva, acabo de enterarme de ello. La noticia me la ha dado Pedro González Moreno, un gran escritor a quien ya "utilicé" dedicándole una entrada sobre las lluvias de 2009-2010 basada en su artículo, tan realista como poético: "El Sueño de las Aguas Desbordadas". Paso, como entonces, a reproducir íntegro este artículo que nunca debería haberse escrito:
"Abrir heridas y cerrar castillos"
Publicado el 2 de octubre en el Diario Lanza por Pedro
A. González Moreno
El castillo-fortaleza-convento de Calatrava la Nueva
"Vivimos
en unos tiempos de portazo y clausura, y en un país que corre ya el peligro de
parecerse a aquella España de “cerrado y sacristía” de la que,
tan proféticamente, hablaba Antonio Machado en su poema “El mañana efímero”...
Vista de Calatrava la Nueva desde el suroeste
Tiempos
aciagos en los que se cierran bares y comercios, porque el consumo se encuentra
en estado catatónico; se cierran empresas porque han dejado de ser rentables y
competitivas; se cierran bancos, o más exactamente quiebran (o para decirlo en
su propio lenguaje eufemístico, se fusionan o se recapitalizan para enmascarar
sus descalabros financieros); se cierran aulas en los colegios y habitaciones
en los hospitales; se cierran castillos porque la voz de la piedra, que es la
voz viva de la Historia ,
nadie quiere escucharla; y a este paso acabarán también por cerrarnos las
puertas de nuestras propias casas.
Gran rosetón y puerta de entrada al Sacro Convento de Calatrava la Nueva
Después
del cierre de los castillos de Calatrava la Vieja y Alarcos, dos de las más emblemáticas
fortalezas de nuestra región, se anuncia ahora el cierre de Calatrava la Nueva , en lo que parece ser
un episodio más en este delirante proceso de clausuras y portazos. Y cada
castillo que se cierra (esos castillos que tanto saben de antiguas y gloriosas
victorias) es como una batalla que perdemos contra nosotros mismos: una
traición cometida contra nuestros orígenes, contra nuestra identidad y contra
nuestra propia cultura.
Ruinas de Calatrava la Vieja, en tiempos la mayor ciudad-fortaleza entre Córdoba y Toledo
No
hace mucho, a principios del pasado verano, las puertas del castillo de
Calatrava la Nueva
se abrieron para acoger en su iglesia cisterciense un recital poético, donde
algunos escritores de nuestra provincia hicieron oír su voz, y donde también
ciertos cargos políticos aprovecharon en sus discursos para apostar por la
continuidad de semejantes eventos; incluso prometieron que ese prodigioso
recinto no sólo permanecería abierto en el futuro para los poetas, sino para
todo tipo de iniciativas culturales. Sin embargo ahora, inexplicablemente, se
anuncia que también se cerrarán sus puertas.
Interior de la fortaleza de Calatrava la Nueva
En
el año 2007 otro grupo más numeroso de poetas castellano-manchegos promovimos
un movimiento de reivindicación de nuestros castillos, cuyo manifiesto se leyó
al pie de las murallas de Miraflores, en Piedrabuena; de aquel encuentro quedó
como testimonio un proyecto de libro que, por extraños azares, quedó estancado
en los cajones de algún despacho de la Delegación de Cultura de la Junta de Comunidades. Y tal
vez, cinco años después, sea hora ya de desenterrar nuevamente aquel hacha
lírica y empuñar aquellas antorchas reivindicativas para repetir, una vez más,
lo que proclamaban algunos de los puntos de aquel manifiesto:
Castillo de Miraflores, lugar de lectura del Manifiesto de Reivindicación de los Castillos en 2007
“Reivindicamos nuestros castillos porque en
ellos está grabada nuestra memoria colectiva... Debajo de sus piedras están
nuestras raíces, las señas ancestrales de nuestra cultura, las huellas de una
raza que levantó murallas para que un día nosotros, desde ellas, pudiésemos ver
mucho más alto y más hermoso el mundo... No somos adalides de ninguna batalla.
Somos la voz antigua de la piedra, somos el grito y la memoria de la piedra, y
es la palabra de nuestros antepasados la que habla a través de nuestra voz...
Todos hemos crecido a la sombra de nuestros castillos y, desde sus almenas,
queremos ser vigías de nuestra identidad regional, atalayas de todos los
caminos, centinelas de nuestra historia, guardianes de la luz de la llanura.
Calatrava la Vieja al atardecer
Se
cierran castillos, pero se abren costosos y fantasmales aeropuertos que son
como absurdos monumentos a la inutilidad y al vacío. Se cierran castillos, pero
se construyen urbanizaciones no menos espectrales bajo las que se esconden
oscuras marañas recalificadoras y turbios pelotazos urbanísticos. Se cierran
castillos y escuelas y habitaciones de hospitales, pero se abren autopistas
inútiles y deficitarias, parques temáticos ruinosos, incluso puede que
lleguemos también a ver abierto algún fastuoso casino, que es, paradójicamente,
lo que un país en bancarrota necesita...
Fortaleza de Alarcos
Y
cada puerta que se cierra, cada muralla que se clausura, es una nueva herida
que se abre (o que debería abrirse)
sobre nuestras conciencias...
Porque cerrar un castillo, aunque sea apelando
a mezquinos argumentos presupuestarios, no es sólo mutilar nuestros paisajes,
renunciar al turismo y al desarrollo de los pueblos, dar la espalda a la Historia y a la riqueza
patrimonial de nuestra tierra; no es sólo cubrir con una losa las más profundas
raíces de nuestra identidad. Es, más allá de todo eso, secuestrar un bien
público del que todos somos usufructuarios. Y es reconocer, además, que somos
indignos de merecer el legado que nuestros antepasados nos transmitieron.
Calatrava la Vieja desde un desbordado arroyo Valdecañas
Los
cierres de Calatrava la Vieja ,
Alarcos, Salvatierra (que aún continúa incomprensiblemente vallado), y ahora
también Calatrava la Nueva ,
parecen responder a una oscura estrategia de demolición de nuestras raíces y a
un flagrante secuestro de nuestros más preciados bienes culturales.
Cada
vez que se cierra una puerta, se abre una nueva herida.
Restos del castillo de Salvatierra visto desde las alturas de Calatrava la Nueva
Sierra Morena vislumbrada desde Calatrava la Nueva
"La desidia española por el pasado (patrimonio natural y cultural), está contribuyendo, claramente, a que nos estemos dejando imponer este lamentable presente".
Restos del castillo de Ciruela sobre un pitón volcánico
Hola Enrique me gusta tu trabajo, las fotos los comentarios, en general muy bueno, felizidades. Soy Eusebio Loro estuvimos en las tablas, en el hacto de poesia.
ResponderEliminarHe dado casualmente con estas fotografías y este grito tuyo contra la falta de sensibilidad cultural(puede que solo sea desidia) de quienes tienen poder para cerrar o abrir castillos. Quizá consideran que sus centenarias piedras son un montón de ruinas, sin entrever el legado de la Historia, la poesía y la belleza que permanece en ellas. Me adhiero a tu protesta y me felicito por haber encontrado tus justas y hermosas palabras de lamento. También yo soy de la zona, aunque hace muchísimos años que tuve que buscar futuro lejos de ella.
ResponderEliminarSaludos.