viernes, 30 de septiembre de 2011

Las Serenas aguas de la Siberia

           Este título es un juego de palabras con dos de las regiones extremeñas más desconocidas, incluso hasta de los propios extremeños. En esta entrada voy a hablar de agua, de mucha agua. A pesar del absoluto desconocimiento que de esta región se tiene en el resto de España, esta region posee la mayor cantidad de aguas de la península y, probablemente, también de Europa. Estamos en la esquina oriental de Extremadura, región que desborda ligeramente hacia Ciudad Real, Toledo e incluso al norte de Córdoba,  Esta región ocuparía el oeste de lo que vengo en llamar la Oretania, esa enorme región natural entre el Tajo y el Guadalquivir, entre la Mancha y el centro de Extremadura, de la que hablaré más tranquilamente otro día.


Embalse de La Serena con sierra de Pela y castillo de Puebla de Alcocer al fondo


             La región no tiene grandes montañas, pero el desnivel entre sus aguas y las serratas cuarcíticas que la atraviesan hace parecer lo contrario. Desde el oeste de Ciudad Real hasta las zonas regables del Guadiana, estas serratas transversales a la red fluvial, ponen en comunicación Montes de Toledo-Villuercas con Sierra Morena. Estamos en el escalón occidental de la submeseta sur, las hoces o incisiones fluviales sobre las sierras son aprovechadas para tender diques, instalando sobre la red hidrológica numerosos embalses que regulan y aprovechan esos cauces. De igual manera ocurre más al norte con el escalón hacia poniente donde se aprovechan el Duero, el Tajo y sus últimos tributarios, aunque ya en la raya fronteriza.  Es la región de los grandes pantanos españoles y junto con las áreas antes referidas pueden almacenar hasta un 60% del agua embalsada en España.


A falta del Cíjara, García Sola y Orellana sobre el Guadiana, abajo Zújar y La Serena. (Google Earth)


El Guadiana tras cruzar acomplejado y encorsetado La Mancha, se fortalece con el Bullaque y tras pasar el Estrecho de las Hoces, pasa a Extremadura y se remansa en el laberíntico y montuoso Cíjara (1.500 Hm3); le sigue aguas abajo el García Sola (554 Hm3) ramificado como los dedos de una mano que se reúnen para ver los riscos, paraíso de ornitólogos,  de Puerto Peña cerca de su dique; y más abajo el Orellana (808 Hm3) con la primera playa fluvial española bandera azul europea.


Embalse de García Sola, colas en la penillanura y dique en un laberinto de sierras (Google Earth)

Más adelante, al Guadiana le llega desde el sur el Zújar con el pantano del mismo nombre (309 Hm3)  y, cortándole prematuramente la cola, el gigantesco La Serena (3.220 Hm3), cuyas colas llegan al extremo oeste de  Ciudad Real e incluso al norte de Córdoba. Este pantano sólo es superado en la península por la reciente presa de Alqueva en el Guadiana portugués y, en Europa por otra nueva presa en Grecia, existen algunos pantanos menores en otros cauces cercanos pero tras estas cifras, apenas cuentan.


Sierra transversales a los ríos dejan el Cíjara lleno de "fiordos" (Google maps)


            Las comarcas de esta gran región poseen nombres evocadores, La Serena, tierra de grandes pastizales merinos, a la que le sigue hacia el este de esta esquina nordeste de Badajoz, haciéndose el paisaje cada vez más agreste y variado, la Siberia extremeña con Herrera del Duque, y rematando este rincón extremeño, a caballo entre Toledo y Ciudad Real, la Calabria extremeña, con Fuenlabrada de los Montes y dividida por el ramificado Cíjara. La región destaca por sus exiguas cifras demográficas, no hay ninguna ciudad de importancia, a no ser por su límite occidental (Villanueva de la Serena y Don Benito).


Embalse de La Serena con las guadalupanas montañas de LasVilluercas al fondo


             Es una región agraria dedicadas casi exclusivamente a la oveja merina, de la que se producen quesos de alta calidad, y al olivo en las faldas de sus sierras. Las serratas y gargantas permanecen dedicadas a la caza o a la explotación forestal, con los polémicos pinares de mediados del siglo pasado que hoy día apenas producen para pagar los jornales de mantenimiento. Estos aprovechamientos, la escasa población y la ausencia de vías de comunicación de importancia crean las condiciones para un buen desarrollo de la vida salvaje. Siendo muy importante las poblaciones de rapaces, acuáticas y grullas, concentrándose en invierno la mayor población mundial de la especie, reuniéndose más de 30.000 ejemplares. Las llanuras de La Serena, más bien duras mesetas pizarrosas, están muy desarboladas pero son un importante hábitat de aves esteparias incluyéndose por este motivo, y no por motivo edáfico o climatológico, como uno de los hábitats esteparios ibéricos. Hacia el este los llanos dejan de predominar y están mayormente adehesados.


Pueblo de Capilla desde su castillo con  La Serena al fondo


            Vegetalmente estamos en los dominios de la dehesa extremeña, variada por lo variado del paisaje, con lo accidentado de sus pequeñas, pero abundantes sierras y riachuelos. La reina y señora del mundo vegetal es la encina que se enseñorea desde las cuerdas hasta los valles, pero destacan por su abundancia, primero al pie de las serratas o en las umbrías pero hacia el este de manera casi general, las masas de quejigos, que llegan también a formar dehesas. 


Grandes retamares en primer término y encinares al fondo


            El quejigo (Quercus broteroi) no llega a formar una completa serie de vegetación, pero hay lugares aquí y en el oeste de Ciudad Real en que se puede valorar esta posibilidad por ser cabeza de la progresión ecológica de la vegetación y crear con su presencia y sus suelos una serie de compañeros “verdes” que le siguen o preceden como con otras series de vegetación como la encina, el roble o el alcornoque.  


Entrantes y salientes de La Serena en dirección sur-norte


            El alcornoque también aparece con cierta abundancia, decantándose por los crestones rocosos, donde cae algo más de agua o por las faldas de solana, y forma dehesas en zonas más frescas, a veces alternándose con quejigos y encinas. Los robles presentan algunos rodales en las sierras de Siruela y Fuenlabrada-Villarta, pero su área potencial ha sido defenestrada a favor de los cultivos de pinos resineros y piñoneros (Pinus pinaster y P. pinea), e incluso existen unos pocos pies de acebos ya en su límite meridional absoluto.


Peñalsordo al pie de una serrata y muy cerca del embalse de La Serena


             Hacia el lado más térmico de la vegetación dan personalidad al paisaje los grandes y espinosos tamujares (Fluegea tinctorea) que acompañan a los arroyos invernales, destacando sobre todo en las zonas más deforestadas. En esos arroyos, con algo más de agua empiezan a aparecer las floridas adelfas (Nerium oleander) y en las laderas de las vaguadas sudorientales empieza a ser masivo el oloroso mirto (Myrtus communis). Es la vegetación llamada luso-extremadurense, con sus encinares, quejigares, alcornocales y puntualmente robledales. Con su vegetación hidrófila presentando tamujares, fresnedas y puntualmente alisedas.


Vista desde el castillo de Capilla

          
                 Este territorio tiene para mí, uno de sus grandes valores en sus increíbles dimensiones, no siendo posible fijarle un límite nítido hacia ninguna dirección de no ser hacia los regadíos del Guadiana, que también son una importante zona ornitológica. No puedo dejar de aconsejar disfrutar de esos paisajes y pueblos, para hacer respirar a la vista, tan necesitada de horizontes y de paisajes sanos que nos recuerden como y donde vivieron muchos de nuestros ancestros. Tras ver estos paisajes gigantes a uno le puede llegar a parecer claustrofóbico su cuarto, su calle o hasta su ciudad.





Info interesante: extremosdelduero.blogspot.com

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