jueves, 15 de septiembre de 2011

Las Póvedas y los alamillos

        
              Hoy he visitado un lugar que por instantes me ha hecho olvidar el caluroso septiembre que llevamos por estas latitudes. Me he acercado a un paraje al sur del parque de Cabañeros, en otra de esas sierras que conectan este parque con el Guadiana y luego por otras, con Sierra Morena. Ahora que estamos en lo más seco del año, pues aún no hemos llegado al equinoccio que marca el comienzo de la temporada de lluvias, ha sido un placer ver estos arbolados lugares.


Fenomenal quejigo en medio de una pedrera a salvo del fuego

 Todo está seco, todo amarillo, menos las fuentes y manantiales, y este año gracias a las generosas lluvias de dos inviernos consecutivos todavía corren o permanecen “tablas” en los arroyos y ríos principales. El agua marca la diferencia en estos campos, este año abundan las huertas, pero otros años sólo existen escasos puntos de agua en el campo, son los bonales, manaderos a pie de monte, en que el agua mana lentamente del subsuelo, manteniendo una rica vegetación que nada tiene que ver con la que crece a escasos metros. Hoy el paseo es en Las Póvedas, con "v" y con acento, como también se llama así un tramo de la sierra bajo la que se halla. Esos nombres antiguos sugieren que en el pasado tuvieron una importancia territorial mayor que lo presente. Algo más moderno es el nombre Pobo que da Pobeda, es chopo y chopera, álamo y alameda; en Portugal aún se conserva el Povo o Povoa con "v".


Raña de Cabañeros y sierra del Chorito al fondo

Los bonales son relativamente abundantes en los Montes de Toledo; aunque estemos en Ciudad Real, casi todas estas pequeñas sierras pertenecieron por siglos, a la ciudad de Toledo y otra parte de la región formó parte de los Estados del Duque (de Medinaceli), que jurídicamente ha amparado una mayor colonización que la parte "toledana". Una muestra, con gran influencia en la ecología del lugar, de esta diferente gestión histórica de los montes, es la abundancia de grandes propiedades cinegéticas en lo toledano, frente a lo comunal y el mayor aprovechamiento de ganado caprino en los Estados del Duque.
Se puede decir que casi todos los pueblos y aldeas de la región, se formaron en torno a las mejores fuentes y bonales, hoy en los pueblos grandes es difícil de ver, pero en los pequeños, “anejos” o “pedanías”, se puede apreciar perfectamente, pues abajo del caserío siempre aparece una pobeda, olmeda o sauceda o como poco, unos grandes juncales rodeados de las huertas del poblado. El Cebero, las Ravinadas, el Trincheto, Navalrincón, Navajarra, el Alcornocal, El Bonal, el Sotillo, etc., son claras muestras.


Brezal ramoneado hasta la madera por las cabras

Por los bonales que acabo de ver, no hay pueblos, si acaso más adelante, las casas ganaderas de Navalrincón y Navajarra, a los pies de la sierra homónima, lo que sí que hay son caseríos que aprovechan estos manaderos para dar de beber a sus rebaños de ovejas y cabras.
Estamos en un ambiente de bosque mediterráneo bien conservado, no en vano se puede ver hacia el norte la famosa raña de Cabañeros. La vegetación aquí responde a un aumento pluviométrico y una condiciones algo más “montanas” y, si bien el roble aparece más en la toponimia que en la realidad, el que sí se enseñorea del territorio es el quejigo, el occidental Quercus broteroi, también se puede empezar a ver el alcornoque Quercus suber, donde en Ciudad Real su área casi coincide con los rebordes provinciales de la mitad occidental, marcando una “C” desde el puerto del Milagro en Montes de Toledo, hacia el oeste, bajando por casi todo el límite con Extremadura hasta Sierra Morena, donde llega hacia el este hasta poco más allá de Despeñaperros.


Alcornocazo, casi inexistente hacia el centro provincial

Ya conocía el grupo de castaños de las Póvedas, pero no dejan de sorprenderme y a las seis de la tarde con casi 35ºC no puedo sino refrescarme como en un baño, en el verde frescor de su hojarasca. Se mantienen bien vivos sin cuidados y sobre un suelo apelmazado por el pisoteo del ganado. Me entretengo un rato haciendo fotos de los dibujos de su corteza y raíces.



Otro arbolillo muy abundante por esta zona es el piruétano o peralillo silvestre Pyrus bourgueana, de tendencia hidrófila pero no tanta como para aparecer en los bonales. Según me cuenta mi primo Álvaro (agente medioambiental en Montes de Toledo) tienen una enfermedad que los está diezmando a cascoporro. Aquí veo muchos sanos y, salvo algún difunto, la verdad es que sí están casi todos tocados, pero sólo en sus ramas superiores.


Piruétanos o peralillos "tocados" en sus ramas altas

       Desde Alcoba de los Montes hacia el oeste, cada bonal se puede localizar desde lejos por la presencia de grandes árboles, poco numerosos, de hoja caduca, ya sean chopos, sauces o castaños. Luego la sierra acaba en la cuenca del Bullaque, pero al otro lado en condiciones parecidas a éstas, pero más de solana, vuelve a aparecer el mismo tipo de vegetación. En esa vegetación tan peculiar destaca poderosamente un tipo muy especial de chopo, el alamillo, el pobo de la pobeda, el árbol que le presta el nombre a la sierra y lugar.
El alamillo también se podría llamar chopo de bonal, o álamo oretano, pues su área  coincide a grandes trazos con la prerromana Oretania, las zonas montuosas entre el Tajo y Sierra Morena. Es un álamo muy cercano al álamo blanco (Populus alba), pero tiene un fuste muy recto que casi nunca se divide en ramas de importancia y su corteza es muy blanca, sin erosionar u oscurecer o sólo lo acusa en su base, a parte de ser una planta amante de los suelos ácidos. Estas características y detalles menos obvios en la morfología de hojas y amentos, lo diferencian claramente del álamo blanco Populus alba.


Alamillos de gran porte, véase la rectitud de sus fustes

He leído que podría tratarse de Populus x canescens (como señala Jesús Charco en su "Árboles y arbustos de CLM), un híbrido entre álamo blanco y álamo temblón (Populus tremula), al que se parece de joven en lo masivo de sus rodalillos y en sus formas; pero un híbrido no tiene esa capacidad de reproducirse tan promiscuamente, además su “padre” temblón más cercano o está en el norte de Gredos (excepto al sur, en el Piélago) o en los altos arroyos de la Serranía de Cuenca.
También he leído que es un “cultivar”, un híbrido de jardinería, como tantos otros chopos, un árbol de sombra que se podía comprar o simplemente trasplantar, pero lo pongo en duda a pesar de haber visto en las áreas fronterizas de su areal, ejemplares de chopos intermedios entre éste y el chopo de italiano (Populus italica), cerca del cordal principal de Montes de Toledo, o entre el alamillo y el álamo negro (Populus nigra), por umbrías de Sierra Morena. Sería por tanto necesario un estudio genético para identificar correctamente este chopo de los bonales.


Rodal de jóvenes alamillos que recuerdan a su  cercano pariente el álamo temblón

Hace mucho tiempo me enteré de que en Montes de Toledo existían abedules; los estuve buscando por muchos vallejos y siempre desde lejos los cría ver, pero al acercarme ilusionado me encontraba con estos alamillos. Más adelante fui encontrando esos famosos abedules y veo que ocupan un nicho ecológico muy similar, pero más agreste, más duro; el abedul es más especialista que el alamillo que parece más termófilo y a pesar de ser de suelos ácidos, no puede vivir en esos medios tan pobres en nutrientes (suelos oligótroficos lavados).
La verdad es que es difícil encontrar bonales en buen estado, casi todos tienen algún tipo de aprovechamiento aunque siempre lo han tenido, a no ser que estén en localidades muy agrestes o lejanas. Suelen tener, o mejor dicho, haber tenido, huertos asociados, es por eso que muchos con el abandono rural, se han vuelto a naturalizar pero aún conservan algún frutal incluído entre quejigos y sauces, o incluso como muestro en una foto, el resistente membrillo que puede llegar incluso a expandirse por el arroyo; en Sierra Morena no daba con una especie de arbolillo que colonizaba un buen trecho de garganta hasta que lo vi por otros ríos, era el membrillero y juega un buen papel ecológico en la protección de márgenes fluviales en ausencia de vegetación de más valor.


Alamillos y membrilleros en el otoño de las Póvedas hace un par de años

El uso más usual de un bonal es el de servir de suministro de agua, bien para uso agrícola o ganadero que es lo que ocurre aquí en las Póvedas o para consumo humano y abastecimiento de pueblos, pero con el tiempo se les ha pedido más agua de la que daban y se les ha drenado para acelerar el flujo de agua hacia el lugar que se necesitase (una balsa, una goma al depósito de un cortijo, un pantanillo, etcétera). Es curioso ver el contraste, en esta parte de las Póvedas que se llama fuente de las Canalejas, hay una pequeña propiedad vallada de antiguo, el cambio en vegetación no podía ser más claro, allí crecía un tropel de alamillos bordeado de un muro de grandes madroños frente a la casi rala vegetación al otro lado de la valla, expuesta al paso del ganado.


Alamillos y muro de madroños en un área sin ramonear tras una valla

Me pareció muy triste hace ya años, cómo al hacerse el pantano que abastece al Cristo del Espíritu Santo y Fuencaliente en la sierra de Malagón, se llenó de surcos de drenaje el bonal de El Valle, uno de los más salvajes y extensos de todo Montes de Toledo y se pobló de pequeñas casetas para bombas o compuertas de cañerías destrozando la rica vegetación del valle y bonal. Un inútil desastre natural cuando lo que hace un bonal es soltar el agua pausada y mansamente. ¿Por qué acelerar el proceso?, no hace falta reventar un bonal para que dé agua, si el pantano está poco más abajo, ya le llegará el agua más despacio y, probablemente, más limpia y constante.



Ahondamiento en el bonal para drenaje, véase la estéril arena blanca extraída

Pero el uso más usual de estos medios es el de abrevadero de ganado, aquí se nota mucho la presión del ganado. Cuando se pasa determinado “límite de carga ganadera” el bonal empieza a no poder regenerarse. Cuando la vegetación (varios tipos de brezos, grandes gramíneas y otras especialistas en estos pobres medios) deja de proteger el suelo, éste va perdiendo sus propiedades físicas y químicas que pueden hacer que desaparezca incluso el propio manadero. En otros bonales más bravíos el problema viene del “otro ganado”, de la caza mayor que a pesar de ser especies algo más cuidadosas y limpias (salvo el jabalí), puede sobrepasar la capacidad de aguante del bonal  y convertirse en bañeras de jabalíes sin vegetación alguna.


Sphagnum (con sus puntas secas) y hojas de Potamogeton

La vegetación de los bonales es un mundo aparte, aquí llegan muchas especies amantes del frescor y la humedad a su límite más meridional. Como me gustan mucho estos medios ya haré algunas entradas más sobre ellos, baste reseñar las especies fotografiadas, como el clásico musgo de turbera del género Sphagnum y todo un galimatías para concretar cada especie. Este musgo, que retiene tanta agua como una esponja, prácticamente define la turbera, si lo hay, es una turbera, si no, es casi una turbera.
Otras plantas que aparecen son Senecio elodes, aquí en un rebrote post-veraniego y el flotante Potamogeton polygonifolius, ambas especies muy exigentes. Los bonales en origen eran turberas, hoy si son ambas cosas depende sólo del buen estado de conservación del medio, vaya el nombre de bonal, para todo nacedero y el de turbera para el bonal y su vegetación asociada característica.



Más información:

     Sobre bonales, Ramiro García Río: Sierra Morena y Bonales oeste CR
     Sobre especies alóctonas ecológicamente útiles: Artículo en el Boletín de ARBA, por el autor de este blog

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