sábado, 31 de octubre de 2015

Los Ültimos Albardinales Manchegos. Los Ojuelos de Villarrubia



                   Mucho y acaloradamente se ha discutido en el ámbito geográfico, sobre las estepas ibéricas, principalmente en el siglo pasado, tras varios estudios que tildaban de esteparios, amplios paisajes del centro peninsular.


               La estepa, propiamente dicha, es un vasto ámbito geográfico situado al sur de la taiga euro-asiática que por sus duras peculiaridades climáticas y/o edáficas, no es apto para el desarrollo del bosque, pero si para diferentes comunidades herbáceas. Pertenecen al clima templado, pero de características semi-áridas y con una acusada continentalidad.


           Es el paralelo euro-asiático de las praderas norteamericanas o de la pampa argentina; las sabanas africanas y los sub-desiertos, que con parentescos vegetales y grandes solapamientos, ya serían más propias del clima tropical.

La estepa ocupa actualmente áreas marginales, como este borde de cañada

               La geográfica discusión partía del cómo sería la vegetación potencial, de estas llanuras castellanas, aragonesas y andaluzas. Pues es común la opinión que de no ser por la mano del hombre, la ardilla de Estrabón-Plinio-Félix Rodríquez de la Fuente (?) que se habría paseado antaño, de Pirineos a Gibraltar sin tocar el suelo, por estos secarrales de hogaño, y que desde entonces, perdidas las condiciones edáficas originales, fue imposible recuperar la vocación forestal de todos estos terrenos.

En un espacio bien  conservado, los albardinales ocupan el fondo yesoso y algo salino de una "val"

               D. Eduardo Reyes Prósper hizo un magnífico y enciclopédico trabajo de todas las estepas españolas, máxime para las condiciones de inicios del siglo XX, llamando estepas a esas desertificadas llanuras; al igual que también lo hizo D. Mauricio Willkomm, casi más español que alemán, aunque pueda adolecer de haber viajado en verano y en un año muy seco, donde se le escaparon algunas de las entonces numerosas, lagunas manchegas.



               Otros estudios posteriores, como los de Emilio Huguet del Villar, concluían que las estepas ibéricas no eran verdaderas estepas, sino que la mayoría, simplemente, eran paisajes desarbolados por una u otra razón, como el paso paulatino a pastos o cereales; puesto de manifiesto en casos muy claros como La Serena extremeña o las grandes áreas cerealísticas castellanas.


Área castellana esteparia por deforestación continuada

Posteriormente, otros estudios de finales de siglo, han venido concluyendo que grandes áreas del interior seco peninsular o en sombra de lluvias orográficas, que coinciden con la parte central de las cuencas de los principales ríos, muestran, dado el clima y el carácter de sus suelos, una gran ineptitud para la vida forestal. Las condiciones edáficas generales son la de suelos excesivamente arenosos, yesosos o salinos y extremadamente variables en cuanto a las condiciones hídricas.


Albardinal casi  inundado tras un  invierno muy lluvioso

En este rango verdaderamente estepario, por la ausencia de arbolado, entrarían, las otrora grandes áreas temporalmente inundables, hoy en peligro de desaparición, como las amplias llanuras de inundación de los grandes ríos y sus afluentes; las lagunas temporales de carácter endorreico, con su gran variación espacial, en función de las lluvias; las áreas salinas que en bastantes casos coinciden con las anteriores y, finalmente, las áreas de arenas móviles, localizadas puntualmente en ambas mesetas.


Retazos de albardinal con la escasa crucífera Lepidium cardamines. Al fondo Villarrubia de los Ojos

Vista la extensión que debieron llegar a tener en su  día estas regiones, la famosa ardilla, tendría que haber dado grandes rodeos para cruzar la península y una de esas regiones a esquivar, debió ser La Mancha, región de arcaica ocupación y aprovechamiento, que  sumado a una climatología de escasas lluvias y una continentalidad que extrema veranos e inviernos, haría difícil la recuperación de unos suelos antaño forestales, como atestiguan estudios polínicos que muestran la presencia de pinares y encinares en muchas áreas hoy desertizadas.


Muy escasa en la  Mancha, pero presente en los Ojuelos de Villarrubia, Centarurium quadrifolium indicadora de yesos en los suelos

Pero lo forestal no es el no va más de la naturaleza y las estepas a veces muestran una diversidad florística que no poseen muchos bosques. A esto hay que unir la historia de esas especies y estirpes de especies, pues muchas de ellas muestran  espectaculares recorridos desde áreas tan  lejanas como esas verdaderas estepas irano-turanianas, hasta llegar al centro de la Mancha, y un comportamiento y gama de adaptaciones, verdaderamente admirables para soportar esas duras condiciones de vida.


Los últimos albardinales, la vegetación esteparia, relegada a reductos marginales como puedan ser los bordes de caminos

De lo que Reyes Prósper denominó la Estepa Central Ibérica que iba desde Madrid a Valdepeñas o desde Talavera a Albacete, poco o muy poco queda de la estepa manchega. Estoy hablando de grandes espacios ocupados por una dura vegetación herbácea, señalada florísticamente por una dura gramínea, el albardín Lygeum spartum, también llamado esparto fino, y por una serie de plantas de escaso porte y perfectamente adaptadas a esas duras condiciones ambientales, con una  muy escasa presencia arbórea, de tarays cerca de las charcas temporales o de carrascas en áreas ya más pedregosas y en cotas superiores.




La agricultura, en buena parte aupada por las subvenciones y por un agua ahorrada durante siglos, ha puesto cerco a los últimos restos de estos espacios, incluso ahogando a lo poco que queda del pastoreo, tan ligado a estos medios esteparios.


La llamativa y luminosa espata de la flor del albardín

 El albardinal, sus últimos retazos, solo aparecen de forma extraordinariamente fragmentada y marginal, en linderos de parcelas, bordes de cañadas y cercanías de lagunas y arroyos, hoy encauzados y “rebañados” por el arado. Para encontrar retazos algo dignos, prácticamente hay que recurrir a las escasas áreas protegidas, que lo son de manera muy marginal, al ser hábitats que coexisten con lagunas temporales, donde lo que realmente se ha  querido proteger, son sus especies orníticas.

Terreno de suelos   grises, ricos en yesos y sales solo aptos para el cultivo de subvenciones en una llanura recién roturada en los Ojuelos

 El único caso de protección de una estepa como tal, es una micro-reserva que hace verdadero honor a la palabra “micro”, la de los Albardinales entre La Solana y Membrilla en Ciudad Real; aunque mayores son los de la Reserva Natural de las Lagunas y Albardinales del Gigüela, y los mucho menores, de los complejos lagunares de la llamada Mancha Húmeda. Pequeños restos quedan en rincones incultos o abandonados por la agricultura de alguna llanura de inundación (Záncara, Córcoles, Riansares o Azuer).

Ultimos retazos de albardinal en los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos

Uno de esos últimos dignos retazos de la estepa manchega, se encuentra en la vecindad del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en su esquina noreste, en conexión con algunos buenos arenales manchegos. Es la zona de los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos, una serie de antiguos manantiales, defenestrados hace décadas, que vertían al río Cigüela a la entrada del actual Parque Nacional.

Depresión de una antigua laguna reiteradamente rellenada

 Esta zona también es rica en yesos, donde hubo hornos para la explotación artesanal de yeso y está surcada por viejas zanjas de drenaje de esa antigua área de manantiales, para la expansión de cultivos para una villa en constante crecimiento.


En tono gris área esteparia de los Ojuelos y a la izquierda, en tonos verdes, Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

      Las  parcelas privadas alternan su arado, con largos períodos de inactividad; otras áreas permanecen incultivables por varios motivos y existen  restos de lagunas que la labor de reja tiende, machacona y reiteradamente, a rellenar, pero que buenos periodos de lluvias resucitan milagrosamente.

Área afectada por los drenajes y la extracción de yesos en los Ojuelos de Villarrubia

Estas áreas son muy poco productivas y problemáticas; los problemas vienen de su posible inundación en épocas de lluvias fuertes y por la aparición de socavones, también relacionados con las variaciones del nivel freático; la escasa producción viene de la pobreza de los suelos, abundantes en yeso y de su salinidad. Ambos  problemas comunes a casi todas las áreas esteparias manchegas.

Zona esteparia de los Ojuelos con Gypsophila (izquierda) y Sonchus (derecha) en los claros de un albardinal

Los albardinales obran en un medio ligeramente cambiante, en función de la abundancia de precipitaciones que pueden convertir estas regiones en cenagales, dada la retención de un suelo abundante en limos y arcillas, o bien por la cercanía del nivel freático. 



Gráfico de Óscar Jerez García en "La Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda y...

    Por esto es común el ecotono con formaciones más propias de un saladar, en las áreas de fondo de cubetas más áridas, o con formaciones de juncal,  tarayal o carrizal, en áreas más húmedas y menos influidas por la salinidad.

Los tarays  y el pastizal (rico en acelguillas saladas)  indican  el contacto de la estepa con áreas más húmedas

La vegetación acompañante del albardinal es pobre en especies, pero éstas son, y más debido a la paulatina restricción de este hábitat, muy poco comunes y se encuentran en los catálogos de especies en  peligro, destacando entre ellas, por su belleza, rareza y extrema adaptación  a estos  medios,  Senecio auricula y Lepidium cardamines. Mucho más comunes son las acelguillas o Limonium (dichotomum, carpetanicum, supinum, echioides, costae, latebracteatum, etcétera), ligadas también a la salinidad.

La joya del albardinal  manchego,  presente en los Ojuelos y en verdadero peligro  Senecio auricula

Otras especies están empezando a medrar dado su carácter intermedio entre este tipo de medios y lo nitrófilo o sea, lo removido y alterado, y de tal manera que son incluso una sorpresa para los agricultores que antes, apenas las conocían. Son plantas como el cardo Sonchus crassifolium, Gypsophila tomentosa o Zygophyllum fabago. No sé si tiene que ver con el cambio climático o con la reiterada alteración mecánica de los suelos.

Masas del muy adaptado  Sonchus  crassifolius sobre albardinal alterado en los Ojuelos

Al igual que como con otros ecosistemas de importancia, por su rareza y biodiversidad, desde la asociación Ojos del Guadiana Vivos, solicitamos y preparamos un extenso y minucioso trabajo, para la inclusión de éstos en una ampliación del menor de todos los parques nacionales españoles, el de las Tablas de Daimiel, en un vano intento por  conservar, en  un solo espacio protegido, todos los hábitats en peligro, representativos del medio natural de La Mancha.

Bella estampa florida del escaso Lepidium cardamines también presente en los Ojuelos

Para los menos informados, este tipo de paisajes  no  pasan de ser secarrales improductivos, pero la realidad es que son una rica y diversa comunidad natural, con una interesante fauna y micro-fauna asociada, en verdadero peligro de desaparición. Son terrenos de muy  escaso valor agrícola, aunque de importancia pastoral, el terreno idóneo para la dura oveja de raza manchega, o bien para aprovechamiento cinegético.


Lamentable y ruinosa (?) puesta en cultivo de un área esteparia pegada al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Desde este blog, quizás clamando en el desierto, abogo por la protección y recuperación de estas últimas hectáreas de la antigua Estepa Central Ibérica, aún contando con que ya son Hábitats Prioritarios para  la Comunidad Europea, por su rareza y biodiversidad, como Estepas Salinas Mediterráneas (1510), y que solamente por ello, deberían seguir existiendo en buen estado de conservación.

Senecio auricula y Lepidium cardamines, ambos presentes en los Ojuelos de Villarrubia, a las puertas del P.N. de las Tablas de Daimiel

Para estar al día sobre los Ojuelos de Villarrubia:
http://losojuelos.blogspot.com.es/

2 comentarios:

  1. Referente al entorno de Las Tablas de Daimiel, términos municipales de Villarrubia de los Ojos del Guadiana y Daimiel, se ha hablado y comentado bastante sobre su medio ambiente... Hoy es la primera zona productora de vino del mundo y se está sembrando mucho olivo desde los años ochenta... Desde 1600 hasta 1800, estos términos estuvieron poblados de monte mediterráneo y en ellos se criaron importantes ganaderías de toros bravos. Aquí se fundamenta la Casta Jijona, una especie de toro bravo castellano que se extinguió durante la guerra civil de 1936... Todavía podemos ver encinas en muchas zonas. Por otra parte, estamos hablando del mayor cenagal de La Península Ibérica, que desgraciadamente ya no se puede saber donde empezaba y donde acababa, debido a la desastrosa gestión realizada ¡hace tan sólo un siglo! Está claro, que donde no había encinas y quejigos, había tarays, fresnos, sauces y chopos... Y en ciertas zonas, de suelos muy especiales, debido a la humedad crecerían juncos, los famosos majadales de los montes mediterráneos asentados sobre arenas, en los que no habitan los árboles, por sus condiciones ecológicas. Por lo que he visto... las estepas y áreas subdesérticas de La Península, son las consecuencias de la gestión y la sobreexplotación de los recursos naturales, que las civilizaciones han hecho. Entre los siglos XVII y XVIII, Villarrubia de los Ojos fue uno de los pueblos de España, que más leña y carbón vegetal produjo para Madrid....
    Has realizado un artículo bastante interesante y objetivo, de como son ahora ciertas áreas del entorno del Parque Nacional. Son el bioindicador de lo que está por venir en más zonas, si la gestión ambiental sigue siendo dañina.
    Enhorabuena por el artículo.
    Un saludo.

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  2. Como siempre, Enrique, muy bien texto y fotos, con algunos deslices tipográficos más que ortográficos. El debate sobre las estepas centrales de España hizo correr ríos de tinta y casi casi de sangre entre los ‘forestalistas’ como Huguet del Villar (bendita Geobotánica) y los ‘estepistas’, es decir, entre los que atribuían a la deforestación su existencia y los que hacían hincapié en las duras condiciones edafoclimáticas; como siempre la ‘verdad’ tenía un pie en cada lado.

    Y no olvidemos que el albardín es una planta rizomatosa y aunque aparezca en zonas sin pendientes acusadas, sujeta los suelos y evita erosión, sobre todo la hídrica; aunque solo fuera por eso habría que protegerlos en los perímetros de áreas protegidas como Daimiel. Además tienen una ornitofauna esteparia muy interesante.

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