Mucho y acaloradamente se ha discutido en el
ámbito geográfico, sobre las estepas ibéricas, principalmente en el siglo
pasado, tras varios estudios que tildaban de esteparios, amplios paisajes
del centro peninsular.
La
estepa, propiamente dicha, es un vasto ámbito geográfico situado al sur de la taiga
euro-asiática que por sus duras peculiaridades climáticas y/o edáficas, no es
apto para el desarrollo del bosque, pero si para diferentes comunidades herbáceas. Pertenecen
al clima templado, pero de características semi-áridas y con una acusada
continentalidad.
Es el paralelo euro-asiático de las praderas norteamericanas o
de la pampa argentina; las sabanas africanas y los sub-desiertos, que con
parentescos vegetales y grandes solapamientos, ya serían más propias del clima
tropical.
La
geográfica discusión partía del cómo sería la vegetación potencial, de estas
llanuras castellanas, aragonesas y andaluzas. Pues es común la opinión que de no
ser por la mano del hombre, la ardilla de Estrabón-Plinio-Félix Rodríquez de la Fuente (?) que se habría paseado antaño, de Pirineos a Gibraltar sin
tocar el suelo, por estos secarrales de hogaño, y que desde entonces, perdidas las condiciones edáficas originales, fue imposible recuperar la vocación
forestal de todos estos terrenos.
En un espacio bien conservado, los albardinales ocupan el fondo yesoso y algo salino de una "val"
D. Eduardo Reyes Prósper hizo un magnífico y enciclopédico trabajo de todas las estepas
españolas, máxime para las condiciones de inicios del siglo XX, llamando estepas a esas desertificadas llanuras; al
igual que también lo hizo D. Mauricio Willkomm, casi más español que alemán,
aunque pueda adolecer de haber viajado en verano y en un año muy
seco, donde se le escaparon algunas de las entonces numerosas, lagunas
manchegas.
Otros
estudios posteriores, como los de Emilio Huguet del Villar, concluían que
las estepas ibéricas no eran verdaderas estepas, sino que la mayoría, simplemente, eran paisajes desarbolados por una u otra razón, como el
paso paulatino a pastos o cereales; puesto de manifiesto en
casos muy claros como La Serena extremeña o las grandes áreas cerealísticas
castellanas.
Área castellana esteparia por deforestación continuada
Posteriormente,
otros estudios de finales de siglo, han venido concluyendo que grandes áreas
del interior seco peninsular o en sombra de lluvias orográficas, que coinciden con
la parte central de las cuencas de los principales ríos, muestran, dado el clima y el
carácter de sus suelos, una gran ineptitud para la vida forestal. Las
condiciones edáficas generales son la de suelos excesivamente arenosos, yesosos
o salinos y extremadamente variables en cuanto a las
condiciones hídricas.
Albardinal casi inundado tras un invierno muy lluvioso
En este rango
verdaderamente estepario, por la ausencia de arbolado, entrarían, las otrora
grandes áreas temporalmente inundables, hoy en peligro de
desaparición, como las amplias llanuras de inundación de los grandes ríos y sus
afluentes; las lagunas temporales de carácter endorreico, con su gran variación
espacial, en función de las lluvias; las áreas salinas que en bastantes
casos coinciden con las anteriores y, finalmente, las áreas de arenas
móviles, localizadas puntualmente en ambas mesetas.
Retazos de albardinal con la escasa crucífera Lepidium cardamines. Al fondo Villarrubia de los Ojos
Vista la
extensión que debieron llegar a tener en su
día estas regiones, la famosa ardilla, tendría que haber
dado grandes rodeos para cruzar la península y una de esas
regiones a esquivar, debió ser La Mancha, región de arcaica ocupación y
aprovechamiento, que sumado a una
climatología de escasas lluvias y una continentalidad que extrema veranos e
inviernos, haría difícil la recuperación de unos suelos antaño forestales, como atestiguan estudios polínicos que muestran la
presencia de pinares y encinares en muchas áreas hoy desertizadas.
Muy escasa en la Mancha, pero presente en los Ojuelos de Villarrubia, Centarurium quadrifolium indicadora de yesos en los suelos
Pero lo
forestal no es el no va más de la naturaleza y las estepas a veces
muestran una diversidad florística que no poseen muchos bosques. A esto hay que
unir la historia de esas especies y estirpes de especies, pues muchas de ellas
muestran espectaculares recorridos desde áreas tan lejanas
como esas verdaderas estepas irano-turanianas, hasta llegar al centro de la
Mancha, y un comportamiento y gama de adaptaciones, verdaderamente admirables para
soportar esas duras condiciones de vida.
Los últimos albardinales, la vegetación esteparia, relegada a reductos marginales como puedan ser los bordes de caminos
De lo que Reyes Prósper denominó la Estepa Central Ibérica que iba desde Madrid a Valdepeñas o desde Talavera a Albacete, poco o muy poco queda de la estepa manchega. Estoy hablando
de grandes espacios ocupados por una dura vegetación herbácea, señalada
florísticamente por una dura gramínea, el albardín Lygeum spartum, también
llamado esparto fino, y por una serie de plantas de escaso porte y
perfectamente adaptadas a esas duras condiciones ambientales, con una muy escasa presencia arbórea, de tarays cerca
de las charcas temporales o de carrascas en áreas ya más pedregosas y en cotas superiores.
La
agricultura, en buena parte aupada por las subvenciones y por un agua ahorrada
durante siglos, ha puesto cerco a los últimos restos de estos espacios, incluso ahogando
a lo poco que queda del pastoreo, tan ligado a estos medios esteparios.
El
albardinal, sus últimos retazos, solo
aparecen de forma extraordinariamente fragmentada y marginal, en
linderos de parcelas, bordes de cañadas y cercanías de lagunas y arroyos, hoy encauzados
y “rebañados” por el arado. Para encontrar retazos algo dignos, prácticamente hay que recurrir a las escasas áreas protegidas, que lo son de manera muy marginal, al ser hábitats que coexisten con lagunas temporales, donde lo que realmente se ha querido proteger, son sus especies orníticas.
La llamativa y luminosa espata de la flor del albardín
Terreno de suelos grises, ricos en yesos y sales solo aptos para el cultivo de subvenciones en una llanura recién roturada en los Ojuelos
El
único caso de protección de una estepa como tal, es una micro-reserva que hace verdadero honor
a la palabra “micro”, la de los Albardinales entre La Solana y Membrilla en
Ciudad Real; aunque mayores son los de la Reserva Natural de las Lagunas y Albardinales del Gigüela, y los mucho menores, de los complejos lagunares de la llamada Mancha Húmeda. Pequeños restos quedan en rincones incultos o abandonados por la agricultura de alguna llanura de inundación (Záncara, Córcoles, Riansares o Azuer).
Ultimos retazos de albardinal en los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos
Uno de esos
últimos dignos retazos de la estepa manchega, se encuentra en la vecindad del
Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en su esquina noreste, en conexión
con algunos buenos arenales manchegos. Es la zona de los Ojuelos de Villarrubia
de los Ojos, una serie de antiguos manantiales, defenestrados hace décadas, que
vertían al río Cigüela a la entrada del actual Parque Nacional.
Depresión de una antigua laguna reiteradamente rellenada
Esta zona
también es rica en yesos, donde hubo hornos para la explotación artesanal de
yeso y está surcada por viejas zanjas de drenaje de esa antigua área de manantiales, para la expansión de cultivos
para una villa en constante crecimiento.
Las parcelas privadas alternan su arado, con largos períodos de inactividad; otras áreas permanecen incultivables por varios motivos y existen restos de lagunas que la labor de reja tiende, machacona y reiteradamente, a rellenar, pero que buenos periodos de lluvias resucitan milagrosamente.
En tono gris área esteparia de los Ojuelos y a la izquierda, en tonos verdes, Parque Nacional de las Tablas de Daimiel
Las parcelas privadas alternan su arado, con largos períodos de inactividad; otras áreas permanecen incultivables por varios motivos y existen restos de lagunas que la labor de reja tiende, machacona y reiteradamente, a rellenar, pero que buenos periodos de lluvias resucitan milagrosamente.
Área afectada por los drenajes y la extracción de yesos en los Ojuelos de Villarrubia
Estas áreas son muy poco productivas y problemáticas; los problemas vienen de su posible inundación
en épocas de lluvias fuertes y por la aparición de socavones, también
relacionados con las variaciones del nivel freático; la escasa producción viene
de la pobreza de los suelos, abundantes en yeso y de su salinidad. Ambos problemas comunes a casi todas las áreas esteparias
manchegas.
Zona esteparia de los Ojuelos con Gypsophila (izquierda) y Sonchus (derecha) en los claros de un albardinal
Los albardinales
obran en un medio ligeramente cambiante, en función de la abundancia de
precipitaciones que pueden convertir estas regiones en cenagales, dada la
retención de un suelo abundante en limos y arcillas, o bien por la cercanía del
nivel freático.
Por esto es común el ecotono con formaciones más propias de un saladar, en las áreas de fondo de cubetas más áridas, o con formaciones de juncal, tarayal o carrizal, en áreas más húmedas y menos influidas por la salinidad.
Gráfico de Óscar Jerez García en "La Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda y...
Por esto es común el ecotono con formaciones más propias de un saladar, en las áreas de fondo de cubetas más áridas, o con formaciones de juncal, tarayal o carrizal, en áreas más húmedas y menos influidas por la salinidad.
Los tarays y el pastizal (rico en acelguillas saladas) indican el contacto de la estepa con áreas más húmedas
La vegetación acompañante
del albardinal es pobre en especies, pero éstas son, y más debido a la
paulatina restricción de este hábitat, muy poco comunes y se encuentran en los
catálogos de especies en peligro,
destacando entre ellas, por su belleza, rareza y extrema adaptación a estos
medios, Senecio auricula y Lepidium
cardamines. Mucho más comunes son las acelguillas o Limonium (dichotomum,
carpetanicum, supinum, echioides, costae, latebracteatum, etcétera), ligadas
también a la salinidad.
La joya del albardinal manchego, presente en los Ojuelos y en verdadero peligro Senecio auricula
Otras especies
están empezando a medrar dado su carácter intermedio entre este tipo de medios
y lo nitrófilo o sea, lo removido y alterado, y de tal manera que son
incluso una sorpresa para los agricultores que antes, apenas las
conocían. Son plantas como el cardo Sonchus crassifolium, Gypsophila tomentosa
o Zygophyllum fabago. No sé si tiene que ver con el cambio climático o con la reiterada alteración mecánica de los suelos.
Masas del muy adaptado Sonchus crassifolius sobre albardinal alterado en los Ojuelos
Al igual que
como con otros ecosistemas de importancia, por su rareza y biodiversidad, desde
la asociación Ojos del Guadiana Vivos, solicitamos y preparamos un extenso y
minucioso trabajo, para la inclusión de éstos en una ampliación del menor de
todos los parques nacionales españoles, el de las Tablas de Daimiel, en un vano
intento por conservar, en un solo espacio protegido, todos los hábitats
en peligro, representativos del medio natural de La Mancha.
Bella estampa florida del escaso Lepidium cardamines también presente en los Ojuelos
Para los menos
informados, este tipo de paisajes no
pasan de ser secarrales improductivos, pero la realidad es que son una rica y
diversa comunidad natural, con una interesante fauna y micro-fauna asociada, en
verdadero peligro de desaparición. Son terrenos de muy escaso valor agrícola, aunque de
importancia pastoral, el terreno idóneo para la dura oveja de raza manchega, o
bien para aprovechamiento cinegético.
Lamentable y ruinosa (?) puesta en cultivo de un área esteparia pegada al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel
Desde este
blog, quizás clamando en el desierto, abogo por la protección y recuperación de estas últimas hectáreas de la antigua Estepa Central Ibérica, aún contando con que ya son Hábitats Prioritarios para la Comunidad Europea, por su rareza y biodiversidad, como Estepas Salinas Mediterráneas (1510), y que solamente por ello, deberían seguir existiendo en buen estado de conservación.
Senecio auricula y Lepidium cardamines, ambos presentes en los Ojuelos de Villarrubia, a las puertas del P.N. de las Tablas de Daimiel
Para estar al día sobre los Ojuelos de Villarrubia:
http://losojuelos.blogspot.com.es/
http://losojuelos.blogspot.com.es/
Referente al entorno de Las Tablas de Daimiel, términos municipales de Villarrubia de los Ojos del Guadiana y Daimiel, se ha hablado y comentado bastante sobre su medio ambiente... Hoy es la primera zona productora de vino del mundo y se está sembrando mucho olivo desde los años ochenta... Desde 1600 hasta 1800, estos términos estuvieron poblados de monte mediterráneo y en ellos se criaron importantes ganaderías de toros bravos. Aquí se fundamenta la Casta Jijona, una especie de toro bravo castellano que se extinguió durante la guerra civil de 1936... Todavía podemos ver encinas en muchas zonas. Por otra parte, estamos hablando del mayor cenagal de La Península Ibérica, que desgraciadamente ya no se puede saber donde empezaba y donde acababa, debido a la desastrosa gestión realizada ¡hace tan sólo un siglo! Está claro, que donde no había encinas y quejigos, había tarays, fresnos, sauces y chopos... Y en ciertas zonas, de suelos muy especiales, debido a la humedad crecerían juncos, los famosos majadales de los montes mediterráneos asentados sobre arenas, en los que no habitan los árboles, por sus condiciones ecológicas. Por lo que he visto... las estepas y áreas subdesérticas de La Península, son las consecuencias de la gestión y la sobreexplotación de los recursos naturales, que las civilizaciones han hecho. Entre los siglos XVII y XVIII, Villarrubia de los Ojos fue uno de los pueblos de España, que más leña y carbón vegetal produjo para Madrid....
ResponderEliminarHas realizado un artículo bastante interesante y objetivo, de como son ahora ciertas áreas del entorno del Parque Nacional. Son el bioindicador de lo que está por venir en más zonas, si la gestión ambiental sigue siendo dañina.
Enhorabuena por el artículo.
Un saludo.
Como siempre, Enrique, muy bien texto y fotos, con algunos deslices tipográficos más que ortográficos. El debate sobre las estepas centrales de España hizo correr ríos de tinta y casi casi de sangre entre los ‘forestalistas’ como Huguet del Villar (bendita Geobotánica) y los ‘estepistas’, es decir, entre los que atribuían a la deforestación su existencia y los que hacían hincapié en las duras condiciones edafoclimáticas; como siempre la ‘verdad’ tenía un pie en cada lado.
ResponderEliminarY no olvidemos que el albardín es una planta rizomatosa y aunque aparezca en zonas sin pendientes acusadas, sujeta los suelos y evita erosión, sobre todo la hídrica; aunque solo fuera por eso habría que protegerlos en los perímetros de áreas protegidas como Daimiel. Además tienen una ornitofauna esteparia muy interesante.