jueves, 31 de mayo de 2018

Por la meseta cristalina de Toledo. Paseo por el río Algodor


                Esta es una región poco conocida , a caballo entre la depresión del Tajo y los Montes de Toledo, un verdadero puente entre una y otra región y la transición también, geológicamente hablando, de los últimos restos de la mesa de Ocaña - Tarancón, en la Cuenca de Madrid al macizo Hercínico o macizo Ibérico, en cuyo suelo nos encontramos; con ese cambio litológico de las calizas, margas y arcillas por un lado, a los granitoides y cuarcitas por el otro.


       El material que conforma esa clara y compacta región, es conocida geológicamente como la plataforma cristalina de Toledo, aunque hasta hace pocos tiempo se conocía como la comarca de la Sisla que es toda la región comprendida entre los Montes de Toledo y el río Tajo, con la Sisla Mayor, en cuyo extremo oriental, el delimitado por el río Algodor, he dado este paseo, y la Sisla Menor, ya más encajonada entre los montes y el río.



       Se trata de una meseta, elevada más de 200m. sobre el Tajo comprendida por materiales ácidos, fundamentalmente granitoides (pues hay granitos, granodioritas y migmatitas mayormente) y algunas alineaciones de cordales de cuarcitas que en su borde norte, en paralelo al Tajo, forman un rosario discontinuo de elevaciones aisladas que ha venido en llamarse como los Montes Isla de Toledo. Aunque realmente los montes isla, en sentido geológico son sedimentarios y serían otros: el monte de Magán, al norte de Toledo, reconocible por la cementera que ha acabado con su cubierta caliza cimera, u otros montes de los bordes occidentales de la Mesa de Ocaña en Yepes, Valdecarábanos o La Guardia.



      He recorrido parte del borde oriental de esta meseta cristalina, concretamente en entorno del río Algodor. Las rocas aflorantes por aquí, no son granitos, como poco más al oeste, ni cuarcitas, como al sur, donde podemos ver el castillo de Peñas Negras en Mora, en una cresta dominando esta industriosa ciudad, ni margas o arcillas como ocurre más al este y sureste. 


Roca de migmatita con las gramíneas Hyparrhenia hirta y las crucíferas en flor Coincya monensis

         Estamos sobre unas rocas muy parecidas al granito, son las migmatitas, una roca a medio camino entre las metamórficas y las plutónicas. Es como un granito deformado (gneis) en el que aparecen materiales transformados y sin transformar, dispuestos en bandas coloreadas de tonos claros, oscuros e intermedios dispuestos rítmicamente. A todos los efectos son rocas ácidas que se comportan como los granitos.


Tonos marrones de la migmatita en contraste con el blanco de Omphalodes linifolia.

          Pero estas rocas, incluídas los granitos cercanos, a pesar de su acidez muestran un compartamiento a nivel edáfico y botánico, bastante cercano a lo basófilo. Aquí está bastante reciente la denudación superficial que hizo aparecer estas rocas subyacentes, como son todas las rocas plutónicas, y además en condiciones tan xéricas, hace que los materiales tengan la impronta calcícola de miles de años de influencia de esa capa superior caliz.<400mm .="" a="" aumentar.="" b="" cenozoica="" comportarse="" cubierta="" de="" dejado="" el="" en="" eso="" esta="" hacen="" han="" hay="" i="" impronta="" lavado="" los="" manera.="" materiales="" mica="" nico="" no="" o:p="" ph="" por="" predominantemente="" qu="" que="" sicos="" suelos="" tiende="" una="" y="">
   Llama la atención que plantas típicamente acidófilas como las claverlinas, los escobones, los cantuesos, junto a otras, compartan espacio con especies típicamente basófilas, como las aquí dominantes Artemisia herba-alba , tomillos vulgares y otras. Y más llama la atención la presencia de especies como la abundante escoba blanca acidófila (Cytisus multiflorus). 



          Planta que siempre supuse que necesitaba una buena dosis de precipitación para prosperar y que en esta zona, creo no llega a los 400mm., mientras que en las peanas norte de Montes de Toledo, Gredos o en Extremadura, donde es abundante, la media de lluvia supera los 500mm.



           Otra planta, mejor dicho, árbol, que descubrí hace unos años, gracias a una magnífica entrada en el blog “En el Ecotono”, también aparece profusamente por aquí. Es el verdadero almendro silvestre que no “asilvestrado”, el Prunus webbii, un almendro, no reconocido unánimemente por los botánicos, nativo del sur (Italia y Grecia) y también suroeste (España) de Europa.



          Se cree que de la misma manera que griegos y romanos injertaron nuestros bastos acebuches para crear los olivares de aceite y aceituna, también fueron mayoritariamente injertados, pues sus frutos eran demasiado pequeños para que mereciese la pena su cultivo. Es curioso que tras validar la autoctonía de castaños y nogales, nadie quiera darle el certificado de nacionalidad a este arbolillo.



           Este almendro silvestre es muy fácil de confundir con un almendro asilvestrado que es lo que solemos ver mayoritariamente en montes y barrancos. Pero si ponemos atención no es tan difícil de identificar. Tiene un aspecto arbustivo, espinoso, seco y desaliñado y más ramas secas que verdes. Sus estrechas hojas y los frutos, son bastante más pequeños que los de un almendro asilvestrado. Las ramas se abren dejando ángulos cercanos a los 90º y a veces lo hacen en forma de abanico. Las puntas de esas ramas tienden  a terminar casi en pincho y sin hojas.



         Por suerte o desgracia, se suelen hibridar con almendros escapados, de los que hay bastantes por la zona, pero una vez vistos los primeros ya es fácil identificarlos. De hecho yo los he encontrado en algunos volcanes del Campo de Calatrava, donde además es tradicional que algunos de ellos lleven el repetitivo nombre de Arzollosa que es el nombre del almendro silvestre (y asilvestrado) en árabe y que en la Mancha ha perdurado, también bajo el nombre, menos común que el anterior, de “allozo”.



           Este año se nota que el campo sonríe a la cantidad de agua que le ha venido cuando más lo necesitaba después de la dureza del año y medio anterior a los últimos días de febrero, que fue cuando empezaron las lluvias de verdad. El Algodor no corría hasta mediados de marzo y ahora, ya ha llenado sus presas de El Castro y Finisterre. Comienzan muchas floraciones y otras ya se agostan, como ocurre con los primeros calores, aunque no sean muy fuertes.

Los dientes de león ya se han pasado hace pocos días

           Apenas hay unas pocas encinas y el árbol dominante es el almendro, con algunos ejemplares sueltos de olivos silvestres, más que acebuches propiamente dichos. 


Olivo silvestre entre arzollos o ayozos (almendros silvestres)

          La gama arbustiva pasa por las retamas, escobas blancas, jazminorros, espinos blancos en las vaguadas y negros en las rocas. Abundantes esparragueras y vegetación ribereña, con taray, algunos sauces y chopos.


Carrizales, con sauces y chopos en la vega fluvial del Algodor

             La vegetación tiene una cierta buena gama, porque aparentemente hay mucho esparto o artemisas, más propias de fases degradadas, pero la escoba blanca, jazmines, retamas locas y esparragueras podrían indicar lo contrario. También llama la atención la abundacia entre y al pie de los grandes bloques, de la gran labiada Ballota hirsuta, todavía sin florecer.


Ballota hirsuta en rellanos rocosos

      En las laderas, incluso altas, vecinas de río, me llama la atención, como también he visto en otras localidades, cómo remontan las laderas los tamujos (Flueggea tinctorea), quién iba a decir que es un arbusto ribereño. Quizás es que todos los ejemplares están conectados entre sí y se repartan un agua que, lógicamente, falta en esas, ya altas laderas.

En primer término tamujos remontando estas pedregosas laderas

          Eso ocurre con un tipo de vegetación bastante abundante en este tramo de la cuenca del Tajo. La vegetación relacionada con las arenas. Sobre esta meseta cristalina, el resultado de las alteraciones, es la arenización de estos granitoides y materiales parecidos, a lo que hay que añadir, las arenas de las facies sedimentarias procedentes del Sistema Central que llegan hasta el mismo Toledo, las arcosas.


Suelos arenizados con la bella compuesta Prolongoa hispanica

        Al norte de Toledo, esta formación sedimentaria toma un tono anaranjado, en la facies “Toledo” y un tono más blanquecino en la facies “Madrid” más cercana al río Guadarrama. Además hace tiempo, (geológico), el Manzanares venía a desembocar prácticamente enfrente de donde lo hace el Algodor, hasta que un pequeño afluente del Jarama, capturó su antiguo cauce aguas abajo del barrio de Villaverde, y todo lo que traía el Manzanares eran arenas.

Paisaje arenizado al pie de las rocas

           No hace falta fijarse mucho, ahora mismo es el momento de una pequeña, bella y abundante compuesta típica de las arenas no muy ácidas, la Prolongoa hispánica. Aunque el apellido es muy de aquí, el nombre es algo retorcido, pero es la margarita amarilla de las arenas. También, como no, aparecen sabulícolas clásicas como las pequeñas Malcolmia triloba, Linaria spartea, Rumex bucephalophorus o el Erodium aethiopicum, entre otras. Otro toque especial, aunque aún no ha llegado a su llamativa floración es la de la Pistorinia hispánica, planta muy parecida a un Sedum.


Tonos rojillos de Rumex bucephalophorus y abajo la Pistorinia hispanica aún sin florecer

             Este tipo de rocas tiene una buena colonización liquénica, destacando por el fuerte y colorista contraste con las rocas, los Acarospora de fuertes tonos amarillos.
            

                En unas lomas al borde de los berrocales y barrancos veo una tremenda colonización del cactus americano Opuntia streptacantha. Se escaparía de algún chalet y ahora avanza descontrolado, cerrando buenos espacios a otras especies nativas o incluso al paso humano. No es la primera vez que lo veo en medio del campo.


Esto va pareciendo un paisaje de la meseta central mejicana

               Rincón bastante desconocido, quizás debido a que a partir de principios de mayo es una zona muy calurosa y sin fuentes, aparte de lo quebrado del terreno, lo que, por otro lado, da pie a muchas sorpresas y todo tipo de rincones insospechados que habría que conocer, en este rincón de la geografía castellana.



3 comentarios:

  1. Pues la fotos se parecen mucho al Guajaraz

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  2. Acabo de leer la entrada, en cuanto he buscado el tema de los arzollos. Solo tu y Feo, habláis del tema. Creo que por cercanía los almendros que encontré en las barrancas de burujón tienen algo del Prunus webbii o son ese tipo de arzollos. Por cierto, me sorprendió encontrar Celtica gigantea en esa zona, no he visto que hables de su presencia en este paraje, pero no me extrañaría.

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