sábado, 30 de julio de 2016

Una Buena Fresneda Toledana



               La provincia de Toledo es tan rica y variada como la mayoría de las provincias españolas. Su superficie se puede dividir en función de sus suelos, aproximadamente la mitad son de naturaleza silícea, los situados al oeste y en los extremos norte (sierras de El Piélago y estribaciones del Sistema Central) y sur (Montes de Toledo e incursiones silíceas en La Mancha), y los suelos manchegos de naturaleza básica, entre los que se incluyen los suelos yesíferos de la cuenca del Tajo.


               Los fresnos son unos árboles que se tienen por silicícolas, si bien son capaces de prosperar en suelos neutros, como son todos aquellos bien lavados por ríos y arroyos en regiones de suelos básicos dominantes, donde en general forman fresnedas conformadas también por otros árboles y arbustos no tan silicícolas, como los olmos. Ocasionalmente aparecen fresnedas en laderas umbrosas con humedad edáfica y, caso más raro aún, en laderas sobre yesos.

Una fresneda de ladera sobre yesos

               Dicho esto, el 90% de las fresnedas se localizan en el oeste provincial y el resto en la inmediata vecindad de rocas de naturaleza ácida, ya sean cuarcitas o granitoides de la meseta cristalina del sur de Toledo o también en suelos aluviales arenosos procedentes de áreas graníticas de las estribaciones del Sistema Central (ríos Guadarrama, Tiétar y Alberche). Fuera de estas áreas, apenas aparecen ejemplares aislados en los pocos arroyos de caudal algo digno, en algún momento del año, de la leve divisoria de aguas entre Tajo y Guadiana.

Fresneda con algunos rasgos termófilos (lentiscos) en el cercano Guadiana en Los Montes

               Son los “sotos”, hoy tenidos por fresnedas de vega, antaño bosque mixto, al menos en áreas bajas ya menos oligótrofas, de fresnos y olmos. En el norte ibérico, este término geográfico señala a los castañares de fondo de valle. Antaño zonas muy apreciadas por ser los agostaderos de la cabaña ganadera no transhumante (trasterminante), por tanto de alto valor y casi siempre, cuando no dehesas boyales del común, en manos de la nobleza para conseguir rentas de los ganados ajenos. Los distintos tramos del curso medio de los ríos pasaban a denominarse con dicho topónimo: soto del Piul, soto de Viñuelas, soto Luzón, etc.., y en afluentes y arroyos menores, fueron los “sotillos”.


               La fresneda de la que voy a hablar aquí, es sumamente especial porque goza a nivel edáfico y por ende, a nivel botánico, de lo mejor de dos mundos. Es una mezcla poco común, y más para los tiempos que corren, de plantas silicícolas y basófilas en un mismo hábitat, tan abundante en agua que hace que no haya una preponderancia clara de una sobre otra, incluso llegan a aparecer algunas plantas de tendencia halófila.

Schoenus nigricans, un junco salino en medio de la fresneda

               Aparentemente todo lo que rodea a los arroyos que se reúnen en éste, es territorio cuarcítico, pero partes de terreno, constituidas por calizas marmorizadas y la inmediata vecindad de la planicie manchega, hacen que las aguas tengan carácter básico. Además el régimen climático, con sus ciclos de inundaciones y sequías de las áreas llanas que drena, hace que incluso estas aguas adquieran un leve contenido en sales.

Alysma plantago-aquatica, abundante en las aguas de la fresneda

               Esta gran área higrófila se da en un amplio valle en los extremos orientales de Montes de  Toledo. Se trata de un amplio valle donde confluyen varios arroyos de trazado meandriforme, dada la planitud de estas áreas. También aparecen aquí varios nacederos que crean otros tantos arroyuelos que se unen a los anteriores.

El enorme Senecio doria, antes abundante y ahora cada día más escaso

           Hace años el trazado y caudal de los arroyos principales era movible e intercambiable, formando casi una llanura de inundación, con lo que en el seno de este llano quedan cauces descolgados o abandonados, solo húmedos en épocas de lluvias, donde vuelven a renacer antiguas tablas con aguas sin apenas circulación.

Todo tipo de pequeñas áreas higrófilas distribuídas por el interior de la fresneda

               Toda esta área deprimida, cerrada frente a la boca o paso del Congosto, debió ser un enorme bosque tipo soto, de fresnos y olmos que con la desaparición de éstos a finales de los 80 y principios de los 90, y el “zarpazo” agrícola para cultivos en su interior, ha venido recortando esa antigua riqueza forestal hasta la que tenemos hoy en día, que aún sigue siendo espectacular y más para una provincia tan seca como la toledana

Un lirio de juncal entre el abundante Tetragonolobus maritimus

            Este amplio tramo del arroyo ha sido secularmente lugar ganadero, con una buena cabaña de todo tipo de especies que en las últimas décadas ha pasado a ser exclusivamente bovina, con una parte de reses de lidia y una creciente cantidad de bovino de carne.

Las orquídeas, como esta Orchis coryophora abundan en la fresneda

          La desaparición de las ovejas y el gran incremento del vacuno de carne, unido a los primeros “golpes” del cambio climático, ha hecho que cambien a peor, las condiciones que tiene que soportar la variada vegetación de este lugar.

Grandes cardales nitrófilos entran a competir con las especies más "nobles" y adaptadas

Se trata de un lugar histórico del antiguo camino de Toledo a Córdoba. Aún se mantiene en pie el castillo de las Guadalerzas, de construcción inicial árabe, pasó luego a la Orden de Calatrava, funcionando durante los belicosos años de la reconquista como Hospital de cuerpos y almas de monjes guerreros; posteriormente Felipe II vende el castillo al Cardenal Silíceo quien lo compra para instalar en su seno el Colegio de Doncellas Nobles de Toledo. Posteriormente el castillo se despobló y lo único que queda en la zona es la “cervantina” Venta de Juan de Dios.

Castillo de Guadalerzas tras la fresneda

En las crónicas de los viajes fundacionales de Santa Teresa, se llega a mencionar dicha fresneda: “a dos leguas del río Algodor, entre parajes desérticos, altos montes y una inmensa fresneda, se divisa el castillo de Guadalerzas junto al río Bracea” que en la fecha de su viaje era Calatravo. 


    Posteriormente, aprovechando esta gran distancia sin ninguna población del camino de Toledo a Andalucía, se instala la famosa venta. Llama la atención que la hoja topográfica 1:50.000 de Las Guadalerzas, sea de las pocas hojas españolas en donde no aparece una sola población.

Aquí abunda el "inexistente" en Toledo Plantago media

   No existe ninguna localidad tan rica y completa en vegetación como ésta en todos los Montes de Toledo, y mira que hay fresnedas, pero esta goza de una amplitud y variedad como pocas.

De gran tamaño, la Stachys germanica subsp. lusitanica prospera en esta fresneda

     La mayoría de los ríos y arroyos de Montes de Toledo tienen un cauce en el que inicialmente colonizan saucedas atrocinéreas, luego, si el caudal es permanente o retiene agua en verano bajo los bloques del lecho, aparecen alisedas, aunque más abajo al abrirse los valles y aumentar la evaporación y la dispersión sub-superficial del agua, ya solo pueden subsistir las fresnedas, al igual que ocurre, lo normal en toda la región, en los cauces más intermintentes.

Mancha de ciperáceas rodeando a unos fresnos

       Cuando el régimen del río es aún más seco, desaparecen los fresnos para dejar paso a tarayales o más comúnmente, tamujares (Flueggea tinctorea).

Hace pocos años que ya no encuentro el nenúfar blanco por aquí

      Conozco esta fresneda desde hace unos 25 años, nunca profundamente, pero lo suficiente como para haber visto en ella joyas botánicas que hoy en día ya no encuentro, y eso que son plantas tan llamativas como el nenúfar blanco Nymphea alba o el junco florido Butomus umbellatus, incluso, investigando, vi que se mencionaba hace tiempo por aquí una de las plantas más bellas y en peligro de toda la flora española, el “medio” nenúfar Hydrocharis morsus-ranae.

Hace muchos años que no he vuelto a encontrar al junco florido en esta fresneda

      No sé fehacientemente si se han extinguido, pero todo apunta a ello. Estas extinciones y la variación temporal de la vegetación, con un incremento constante, año a año, de la flora de tipo oportunista, ruderal o nitrófila, hacen que la increíble biodiversidad de esta localidad se esté reduciendo a ojos vista, haciendo peligrar una de las mejores localidades botánicas de todo el centro peninsular.


      Casi siempre he visto esta fresneda en primavera, pero no deja de ser impresionante en invierno, donde ramas y troncos de los fresnos se colorean de tonalidades anaranjadas de los líquenes que los cubren (Xanthoria parietina). Siempre que he parado, no he salido de mi asombro, aunque viese lo mismo que las veces anteriores. El espectáculo de esas masas de lirios, de orquídeas o de la vegetación higrófila, no me deja indiferente y más aún, siendo tan difícil encontrar localidades con una vegetación higrófila saludable por estos pagos manchegos.


Lirio español (Xiphion vulgare), alto, sin flor y de hojas estrechas, y lirio de junquera (Chamaeiris reichenbachiana), abajo con flor y hojas anchas

    En teoría, a nivel de vegetación, estamos en una fresneda caracterizada por Ranunculus ficaria, es decir, una fresneda mesomediterránea luso-extremadurense, diferente de otras fresnedas de cotas algo más altas como la fresneda con melojos, tan típica de las áreas frescas del Sistema Central.


Detalle de la  Dactylorhiza elata subsp. sesquipedalis

        Es una comunidad permanente riparia, la típica representación de soto o bosque galería de vegetación ligada al agua del subsuelo. En suelos más ricos en bases, pueden aparecer los fresnos, pero la alta presencia de olmos (al menos antaño) y la abundancia de álamos blancos y negros, hace que sea más una alameda, pobeda o chopera que una fresneda.

Retama loca, Osyris alba entre rosales al borde de un arroyo

Se trata de una fresneda muy rica en especies, compendiando flora de carácter higrófilo de todo el centro y oeste peninsular. Aquí no llegan como en otras fresnedas de Sierra Morena para el Sur o de los extremos sur-occidentales, la adelfa, el mirto o la zarzaparrilla. Los clásicos elementos silicícolas o neutros del centro peninsular son: Agrimonia eupatoria, Alysma plantago-aquatica, Apium nodiflorum, Arum italicum, Baldellia ranunculoides, Brachypodium sylvaticum, Cyperus longus, Galium verum, Filipendula vulgaris, Flueggea tinctorea, Lycopus europaeus, Lysimachia vulgaris, Lythrum salicaria, Mentha pulegium, Mentha aquatica, Phalaris arundinacea, Plantago media, Potentilla reptans, Prunella vulgaris, Oenanthe croccata, Ranunculus bulbosus subsp. alleae, Ranunculus ficaria, Thalictrum speciosissimum, Veronica anagallis-aquatica, etc.

La bella Ophrys apifera

Los elementos, entre otros, que individualizan a esta fresneda frente al resto de fresnedas silicícolas del oeste peninsular son: Achillea ageratum, Aegylops triuncialis, Aegylops ventricosa, Althaea officinalis, Bartsia trixago, Chamaeiris reichenbachiana, Centaurea cyanus, Cirsium pyrenaicum, Convolvulus lineatus, Lepidium heterophylum, Lepidium latifolium, Oenanthe lachenalii, Plantago marítima subsp. serpentina, Rhamnus alaternus, Senecio doria,  Stachys germanica subsp. lusitánica, Tetragonolobus maritimus, etc. Aparte también abundan numerosas especies que son indiferentes edáficos o propios de estos tipos de medios tan húmedos: como diferentes tipos de orquídeas, aunque faltan las Serapias; abundantes los lirios Limniris pseudacorus, Xiphion vulgare y Chamaeiris reichenbachiana, y muchas las especies de cárices, juncáceas y ciperáceas.

Achillea ageratum

      No me gusta señalar localidades interesantes, porque es exponerlas a que las visite más gente de la que debería o la menos adecuada, pero en este caso al menos llamar la atención de cómo, poco a poco, sin atentados ecológicos ni salvajadas, una buena localidad se va echando a perder poco a poco de una manera irreversible y espero que finalmente, no sea este el caso.

Filipendula vulgaris

     Está claro que en este tipo de localidades es el manejo agropecuario y el control adecuado de las aguas quien determina el estado de salud del medio. Han desaparecido varias importantes joyas botánicas nacionales, no por su enorme escasez, que también, sino joyas por su enorme belleza. No se puede consentir que desaparezca ninguna especie más.

El tamujo solo aparece en las partes más secas de la fresneda

Mucho se puede deber a la dura climatólogía de los últimos años, pero si no ponemos los medios para atenuar estos problemas, de nada servirá lamentarse o imaginar cómo debió de ser esta localidad en su día. Yo lo sé y eso que hay cosas que se me han escapado, pero no permitamos que se nos escape una localidad tan valiosa como esta.


      No hace falta hacerlo Parque Natural ni imponer severas prohibiciones, el manejo del lugar ha sido el adecuado hasta hace dos días. Es una cuestión de tacto y de saber qué es lo que se tiene entre las manos. Quizás una fresneda no sea algo tan emblemático como una lorera o un abedular, pero si vemos todo lo que encierra en su interior, sabremos que es una locura desperdiciar la oportunidad de conservar este lugar que ha podido llegar en su plenitud hasta nuestros días.



9 comentarios:

  1. Un reportaje maravilloso. Esperemos que se pongan manos a la obra. Saludos.

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  2. Interesantísimo artículo, muchas gracias.

    Creo que el fresno debió abundar mucho más en La Mancha central en el pasado, a pesar de que hoy sea difícil imaginarlo formando parte de la (hoy inexistente) vegetación de ribera de sus ríos más importantes, el Gigüela, el Záncara y sus afluentes Riansares y Amarguillo.

    En la cuenca alta de los dos últimos aparece, lo mismo que en el Záncara (si bien es cierto que sólo hay una zona bien conservada al lado de Zafra de Záncara donde domina el fresno, el fresno consigue llegar de forma esporádica incluso hasta el tramo cercano a Socuéllamos) y en el Gigüela (en las cercanías de Uclés).

    Más rara aún es su presencia en la Alameda de Cervera, donde hay un fresno aislado de 14 metros de alto que fue incluido en un libro de árboles singulares que editó el ayuntamiento de Alcázar de San Juan.

    En cuanto a especies desaparecidas por esta zona, hay citas muy esporádicas y dudosas (no confirmadas, que yo sepa, últimamente) sobre la presencia del aliso, el acebo y el avellano.

    Un saludo

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  3. Gracias por la información Antonio. Hace poco me contaron algo impensable si conoces el sitio: los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos. Ahora es un erial, con un buen albardinal, dunas y restos de unos mantiales y zanjas que los drenaban. Hoy los últimos sin apenas algún vestigio de flora higrófila. Pues me contaron que hace alrededor de un siglo, era una enorme fresneda llena de manantiales donde se criaba una de las cabañas ganaderas de lidia más antiguas de la península.
    Hoy es historia-ecoficción, pero no tengo ninguna duda de que fue una realidad.
    Si esto lo fue, no te quepa ninguna duda de que las fresnedas, y sobre todo las olmedas, tuvieron una gran impronta en las zonas húmedas no salinas, de toda Castilla la Mancha.
    Gracias de nuevo por tu comentario.

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  4. Muchas gracias a ti Enrique.

    No conozco en persona la zona que comentas, pero sí de oídas, porque la ganadería a la que te refieres, la Jijona, o Gijona, perteneció a los antepasados de unos familiares míos de Villarrubia. Pero no sabía de la presencia de ese tipo de vegetación.

    Tu comentario me ha despertado la curiosidad y buscando por internet he encontrado esta iniciativa que pretende la recuperación de ese toro en la zona de donde era originario: http://castajijona.blogspot.com.es/p/ruta-del-toro-jijon-villarrubia-de-los.html

    Pero para empezar, habría que recuperan los niveles de agua subterránea de entonces, algo difícil sin duda. Por si no lo conocieras, te dejo el enlace a una página en el que un forero (Willy Alegre) comparte el seguimiento exhaustivo de los niveles de agua que hay en los afloramientos de agua que aparecieron hace pocos años: http://foros.embalses.net/showthread.php/17072-Acu%C3%ADfero-23-año-2016/page10

    Espero que te sean de interés estos enlaces.

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  5. Cuando era más joven e intolerante que ahora, como profesor ayudante de Ecología, me tocó dar clases de ecología general a un curso de bioquímica (En la Autónoma de Madrid habría tres ramas en Biología: General, Ambiental y Biología molecular, fundamental o Bioquímica, no sé si han cambiado). Un alumno me interrumpió en medio de la clase para preguntarme precisamente que era una fresneda. Le dije que lo mirara en un diccionario y seguí con la clase.

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  6. Excelente artículo, como todos los del blog,
    Doy fe que hubo fresnos en el Gigüela antes de confluir con el Guadiana, en la zona de los Ojuelos. Hay documentos históricos de las fresnedas de El Lote, al sur de Villarrubia, y hasta los años noventa han sobrevivido algunos fresnos sobre sustrato de evaporitas pero también turberas.
    Saludos.

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  7. Maravillosa entrada, com o todas las de tu blog
    Un saludo
    Miguel del Corro

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  8. Me encanta el fresno, es mi árbol predilecto de sombra, el alimento de los escarabajos rinoceronte (Oryctes nasicornis) que salen en julio desde las decrépitas raices secas de un ejemplar que envejece en mi casa retorciéndose como sólo ellos saben hacerlo: dibujando fortaleza. El escarabajo es a su vez el atrayente de la gran avispa megascolia, que también se deja ver por casa, al igual que muchos pajarillos, mariposas, etc. Por cierto, me ha llamado la atención la multitud de especies acompañantes que comparten las fresnedas de mi pueblo, El Boalo, con las que aparecen en tu entrada. Enhorabuena por la entrada, tan ilustrativa y bien documentada como nos tienes acostumbrados.

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  9. Bonita Anacamptis palustris.
    Emilio

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