miércoles, 4 de julio de 2012

Mijares, vegetación del norte en el centro peninsular

Cuando la primavera se ha ido definitivamente, no hay nada como subir a buscarla a las alturas, ir a otro piso altitudinal a disfrutarla. Este mes de mayo ha sido demoledor, pocas veces la primavera ha sido tan breve y precipitada como este año. Nació helada y sedienta, solamente abril tuvo algún miramiento, lloviendo un poco más de lo normal, paliando en algo la seria sequía que se ha ido acumulando mes a mes.

En plena canícula estos rincones norteños hacen olvidar el ambiente africano reinante

Mayo empezó con una semana de temperaturas inferiores a las normales que con el agua caída en abril, auguraba una buena explosión primaveral. Pero las expectativas duraron poco, el 12 de Mayo, haciendo fotos de orquídeas, ya soporté los 35°C que se mantuvieron durante toda una semana. El mes acabó con dos grados por encima de la media, ya caldeada, de los últimos 30 años y eso provocó el marchitamiento, en muchos casos anticipado, de gran parte de la vegetación.

Malva tournefortiana abundante en esta zona del sur de Gredos

Desde entonces ha hecho tanto calor que casi solo me apetecía salir a lugares frescos, que en estas latitudes son cada vez más escasos. He estado buscando lugares frescos por esta zona central ibérica, auténticas "islas atlánticas en un mar de vegetación mediterránea", como las denominó el insigne botánico don Salvador Rivas Goday, describiendo lugares de Sierra Morena y del occidente de Ciudad Real. Fruto de esas salidas haré una próxima entrada sobre los robledales manchegos de zonas bajas.

Dianthus lusitanicus, el clavel de las rocas; en cotas mucho más elevadas también vi Dianthus deltoides

El pasado fin de semana dio una tregua el asfixiante inicio de verano que llevamos y, aunque ventoso, daba gusto estar al aire libre sin agobios. Estuve dando un paseo por la vertiente sur de Gredos, en la localidad abulense de Mijares. Este pueblo posee, a diferencia de casi todos los pueblos de la cara sur de Gredos, un genuino carácter norteño que se refleja claramente en su vegetación. Los encinares de las zonas bajas que llegan hasta los 450m del río Tiétar, aparecen ya totalmente agostados, pero en las zonas de media montaña aún es primavera e incluso en las áreas superiores, pues el término de Mijares supera los 2200m, aún está empezando la floración.

La manzanilla de Gredos, Santolina oblongifolia, aquí a 1000m, pero en los 2100m aún no ha florecido

Aquí la vegetación, a pesar de las antiguas repoblaciones de pinos resineros y de la recurrencia de los incendios de piornal que azotan las zonas superiores del bosque, aún se mantiene en buen estado de conservación. Afortunadamente los clásicos grandes incendios forestales de la zona pinariega del valle del Tiétar han flanquedo ambos lados de este valle (como en Gavilanes y Casavieja), pero no han llegado a entrar aquí.

La bella Argynnis pandora, una gran planeadora, sobre Carduus carpetanus

La explotación humana, como en todo largo y racional aprovechamiento del monte, ha dado un mosaico de usos en sintonía total con las posibilidades del terreno y un aprovechamiento mesurado y acorde a los recursos disponibles, tanto para la ganadería como para la agricultura; si bien el aprovechamiento forestal ha llevado a una expansión excesiva, y hoy en día poco rentable, del pino resinero (Pinus pinaster).

El acebo destaca con el brillo del sol pareciendo mojado como reza su nombre latino Ilex aquifolium

El bosque previo que partía de unas muy antiguas repoblaciones de pino resinero, aparecía en los mapas de mediados del siglo XX como bosque mixto. La abundancia de arroyos, zonas rocosas y una abigarrada orografía han creado una gran variedad de situaciones microclimáticas que han potenciado la pervivencia de especies forestales atlánticas que se encuentran en franca recesión en ambas caras de la sierra.

Un buen vallejo atlántico: en flor genistas floridas y saúcos, más oscuros, tejos y acebos

Con los años y el abandono agrario, este bosque mixto ha ido derivando a un monocultivo del pinar en detrimento de todos los demás usos. Las pistas de acceso fueron orientadas más a la extracción de la madera que al acceso a las fincas agrarias; esto junto a la profusión de cortafuegos, en unos terrenos sometidos a una fuerte régimen de precipitaciones de carácter orográfico, han provocado que la erosión debida a la torrencialidad sea una constante en las laderas maltratadas, por desgracia abundantes en estos valles.

Zygena trifolii sobre botón azul (Jasione montana)

En lugares cercanos a fincas agrícolas, bordes de caminos, linderos y situaciones topográficas de difícil explotación pinariega, abundan los robles (Quercus pyrenaica) que son la auténtica vegetación potencial de estos montes. Por otro lado, sobre los cursos de agua se asientan las alisedas, acompañadas por algunos fresnos y sauces, vegetación muy extendida fuera de estos lugares, dado el gran aprovechamiento de los arroyos, con acequias, regueras y desvíos para regar los abundantes prados, lo que amplía el área de esta vegetación de carácter ribereño.

Entre la aliseda un gran ejemplar de olmo de montaña (Ulmus glabra)

La vegetación potencial de estos montes fue cediendo a la explotación humana del terreno que aquí se muestra en forma de prados de siega y castañares. En los últimos años ambos aprovechamientos están en desuso, los castaños poco cuidados y aquejados de varias enfermedades que están diezmando sus efectivos; y los prados perviviendo solo los más accesibles y con sus vallados de mampostería desmoronándose poco a poco, lo que lleva a que el ganado suelto se enseñoree de lugares y bebederos a los que antes no tenían acceso, acrecentando el deterioro de prados, vallas y fuentes.

Los castaños (Castanea sativa) en plena floración

En la vecindad de arroyos y en vallejos con buena orientación abundan especies atlánticas cada día menos comunes, como son los olmos de montaña (Ulmus glabra), tejos (Taxus baccata), saúcos (Sambucus nigra) y acebos (Ilex aquifolium); en zonas rocosas poco accesibles al fuego quedan aún los pinos que dominaban las laderas más rocosas desde tiempos inmemoriales, los pinos cascalbos (Pinus nigra) como los denominan en esta zona; también algunos arces (Acer monspessolanum) muy escasos en Gredos. Subiendo en altura ya no es tan necesaria la humedad extra aportada por los arroyos y, tejos y acebos, solo necesitan estar en posiciones inaccesibles al fuego para prosperar, también aquí entran en escena los abundantes serbales de cazadores (Sorbus aucuparia)..

Un gran pino cascalbo, ya muy escaso en Gredos, tras un enebro

En la vegetación de menor talla también hay un gran cambio respecto a las cercanas áreas inferiores, aquí aparecen especies propias de lugares más fríos y húmedos. Donde mejor se aprecia esta vegetación es en la orla forestal y en las zonas de elevada humedad (Digitalis purpurea, Lamiun roseum, grandes helechos, etc.). A esta vegetación hay que añadirle el elemento propio de estas sierras, los endemismos gredenses y carpetano-leoneses: (Echinospartum barnadesii, Adenocarpus hispanicus, Carduus carpetanus, Reseda gredensis, Santolina oblongifolia, Thymus bratychina, Linaria nivea, etcétera).

La hermosa Linaria nivea gusta de suelos ricos en materia orgánica

Posteriormente subí hasta la zona de los 1500m., aquí estaba ahora en su apogeo la floración del cambrón de Gredos (Echinospartum barnadesii) y la de la grande, y aquí abundante, genista florida, ya pasada la del masivo piorno serrano (Cytisus oromediterraneus) y lejos ya de la del codeso (Adenocarpus hispanicus). Todos contribuyendo a la estampa típica de Gredos en este tiempo, una estampa en tonos amarillo-anaranjados de los piornales, verdes de los cervunales y grises graníticos, siempre con un cielo fuertemente azul en el que destacan unas blanquísimas nubes de evolución.

El cambrón en plena floración arroja una de las clásicas imágenes de Gredos

También fui a ver alguna muestra de una de las comunidades vegetales más interesantes de Gredos, las comunidades megafórbicas, literalmente: vegetación de grandes hojas. Ésta se da en lugares donde se conjugan una gran humedad, áreas sombreadas y suelos con mucha materia orgánica, unidas aquí a una prolongada innivación. Aquí aparecen plantas de montaña que podríamos encontrar en los Pirineos o en los Alpes (azucena silvestre: Lilium martagon, sello de Salomón: Polygonatum verticillatum, uva de zorra: Paris quadrifolia, primavera: Primula elatior, clérigos boca abajo: Aquilegia vulgaris, acónitos: Aconitum napellus y A. neapolitanum, vedegambre: Veratrum album, Doronicum sp., etc.).

La azucena silvestre, también conocidas en jardinería y ramos de novia como Lilium, una planta escasa propia de comunidades megafórbicas

Todas ellas auténticas joyas y plantas en su mayoría en trance de desaparición por el aislamiento de sus poblaciones, por el cambio climático, por la recolección dada su belleza e incluso por la herborización botánica. Plantas que debemos cuidar especialmente por su fragilidad y por su rareza, unas candidatas perfectas para la instalación de micro-reservas que las preserven aunque a veces con esta protección se les da a estas áreas una peligrosa publicidad extra no deseada.
Aún así y desmereciendo las fotos, vaya una muestra de su belleza.

1 comentario:

  1. Descubro hoy este blog y veo que es muy interesante. Enhorabuena por su calidad.
    Un saludo,
    Honorio

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