jueves, 12 de mayo de 2016

Los Arenales del caudaloso Guadyerbas


      Sigo a vueltas con los arenales, despúes de estudiar los de Villarrubia de los Ojos y algunos arenales costeros, voy con algunos arenales en buen estado que quedan por el interior peninsular.
Los arenales del Guadyerbas pueden ser uno de los mejor conservados de la sub-meseta sur, no son ni mucho menos los mayores, para eso está el hiper-cultivado Campo de San Juan en Ciudad Real, pero dado el estado general de este tipo de ecosistemas, bajo la teórica protección de la Directiva Hábitats, no nos podemos quejar.

El alcornocal suele sustituir al encinar en estos terrenos más arenosos

Como con otros ecosistemas puntuales y aislados, como puedan ser los bonales, su aparición con su medio físico, su geotopo sin alterar y con las especies vegetales que le son propias, se antoja algo especial y chocante. Con el paso del tiempo, más información y un poco de imaginación, no es difícil constatar que este tipo de medios tan puntuales, en otros tiempos eran desdeñados por el agricultor y bastante más abundantes que hoy y no tan inconexos, como se podría pensar.

Áreas de pastizal y cereales en los Llanos de Velada que se extiende muchos km2 hacia el oeste

Las acumulaciones arenosas son bastante comunes, al menos en la mitad silícea ibérica, casi todas tienen que ver con la alteración de los granitos que terminan convertidos en arenas gruesas por los distintos procesos erosivos y removidas a las zonas bajas por las aguas y en contadas ocasiones, como ésta, por unos vientos constantes y moderados.


      Los ríos de esta región, al llegar a áreas de escasa pendiente tienen un drenaje indeciso y variable, espacial y temporalmente, creando con su cambiante recorrido, amplias superficies arenosas que son finalmente asentadas por la vegetación, a no ser que de nuevo las aguas o  un viento persistente, las torne de nuevo móviles y acumulables en determinados lugares.

Al norte del Guadyerbas un relieve duro, montuoso y adehesado; al sur el Baldío y los Llanos de Velada

Esta zona de la que hablamos se encuentra a medio camino entre el Tajo y el Tiétar, rodeada por ligeras elevaciones, crecientes hacia el este, que hacen de embudo frente a los vientos constantes del oeste a suroeste. Hacia poniente pronto desaparecen las dos pequeñas alineaciones montuosas que separan el valle del Guadyerbas del Tajo y del Tiétar respectivamente, y el interfluvio entre ambos ríos apenas resalta entre ellos. Es la gran zona detrítica entre las estribaciones de Gredos al norte, y las Villuercas al sur. Es el Campo Arañuelo, continuado en Toledo por la Campana de Oropesa. Toda esta área actuó de área fuente para las finas arenas que se acumularon en los Llanos de Velada.

Forma ovalada del alvéolo  granítico del Baldío de Velada

A esta disposición geográfica de orografía y sedimentos, se une la disposición del terreno granítico sobre el que se asientan los arenales. A parte de los glacis o piedemontes, (arenosos también) del Berrocal que lo separa de Talavera, una buena parte de las arenas se localizan en un gran alvéolo granítico, un área de confluencia de fracturas que produjeron finalmente un área deprimida de forma oval, rellenada por arenas fluviales, traídas de la montaña del Piélago por el Guadyerbas (el caudaloso Guadyerbas como decía con guasa mi abuelo), y por los vientos del oeste, por el gran área deprimida del arroyo de los Huertos-Alcañizo en el interfluvio Tajo-Tiétar.

Entre el alcornocal aparecen arroyos y charcas que drenan la llanura cerca del Guadyerbas

Bajo este manto arenoso se encuentra el acuífero de Velada; hacia dicho pueblo más profundo y hacia el Guadyerbas, somero puntualmente, alimentando algunos manantiales y pequeños arroyos que nos sorprenden con una vegetación de rasgos norteños y atlánticos en medio de una reseca llanura. Hace bastantes años casi no me podía creer la presencia de robles melojos, quejigos portugueses e incluso alisos, entre espesos brezales, zarzales y helechares en esta región. A ese elenco, se le une algún manzano silvestre y plantas de carácter atlántico como Genista anglica, G. tinctorea, Serapias cordigera, Succisella microcephala, Lobelia urens, etc. Por lo que al difícil carácter sabulícola de la vegetación hay que añadirle esos “bonales” y arroyos llenos de vida.

Este año  bueno de lluvias la orquídea Serapias cordigera aparece en más zonas deprimidas que el típico bonal

El ecosistema dominante es el alcornocal, hasta tal punto en algunos momentos los grandes alcornoque semejan las “pajareras” de Doñana, incluso una de las plantas características, exclusiva de estas arenas, el Halimium calycinum, también forma paisajes en Doñana y solo faltaría el Halimium halimifolium para poder llamar a este matorral igual que lo hacen allí: “monte blanco”, cosa que casi se consigue gracias a otro protagonista especial de esta vegetación, el codeso Adenocarpus aureus. Algún punto he conocido más al oeste, en el límite con Cáceres en que la unión de este codeso y la retama blanca Cytisus multiflorus, sí que pintan el monte de blanco. Pero aquí en Velada esta escoba blanca aparece solo al oeste del arenal.

El plateado Adenocarpus aureus poco antes de su espectacular floración, Cachis!!

Fuera de la vegetación algo relacionada con el agua, dominan las cistáceas del género Halimium: H. calycinum, H. umbellatum subsp. viscosum y H. ocymoides. Hace unos años vine aquí para afotar el H. calycinum y me llevé H. ocymoides por un error que luego me recordarían. Ahora he visto que la flor es muy parecida, pero que no coinciden casi ni en época de floración. Todos ellos aparecen mezclados con el abundante Adenocarpus aureus, y cogerlos en los escasos días en que todos coinciden en su floración es algo espectacular.

Halimium ocymoides a la izquierda, sin florecer y H. calycinum a la derecha. No confundir

Halimium calycinum entre ramas secas por la sequía de estos dos últimos años

       Otras jaras que aparecen son Cistus salvifolius, relativamente abundante y C. psilosepalus, ya más relacionada con la humedad edáfica y la sombra. Podemos ver dispersos torviscos Daphne gnidium, piruétanos (Pyrus bourgaena) y en enclaves algo elevados o pedregosos al cantueso Lavandula stoechas susbsp. sampaioana. La jara pringosa solo aparece fuera del arenal en las laderas del norte.

La jarilla blanca (Halimium umbellatum subsp. viscosum junto a H. calycinum)

Cistus  salvifolius creciendo en medio de las arenas

Cistus psilosepalus cerca de un arroyo y protegida por los alcornoques

Esta es la vegetación arbustiva, pero la vegetación de escasa talla, está tan fuertemente adaptada al sustrato arenoso que muchas especies solo pueden medrar en este medio. De entre las especialistas (Andryala arenaria, Erodium pulverulentum, Linaria spartea, Corynephorus canescens, Rumex bucephalophorus, Euphorbia matritensis, etc.), destacan la pequeña matilla Mercuriales elíptica y sobre todo, Thymalea lythroides que no pude encontrar, una rareza que solo crece aquí y en otra única localidad sevillana muy parecida a esta y en el gran alcornocal marroquí de Mámora.

No me cabe duda que el alcornocal sobre arenas es vegetación permanente con su flora asociada

Realmente la vegetación de las arenas en toda esta región (incluyendo los arenales del Tajo, Alberche y Perales), vienen marcados por la presencia de Adenocarpus aureus, que ha llegado a verse incluso en arenales de Retamares-Alcorcón en Madrid. Estos arenales cada vez más escasos, aparecen en las áreas señaladas y en las cercanías del Alberche en Talavera, al sur de Gamonal y puntualmente en áreas deprimidas del interfluvio Tiétar-Tajo entre Toledo y Cáceres. Muchos de estos puntos se encuentran en proceso de recuperación. El Halimium calycinum llegó a estar en los areneros del Manzanares en Rivas según Cutanda (Madrid) y cada día es más escaso en Fuente el Fresno. Pero es muy fácil de reintroducir en estos puntos que estoy citando, para recuperar un ambiente que está viviendo sus últimos días si no los protegemos debidamente.

La belleza de esta planta ha desaparecido de casi todas partes, pero puede  volver de nuevo a ellas.
Insisto, no confundir la anterior Halimium calycinum con H.  ocymoides, la siguiente:


Afortunadamente estamos en una zona protegida como “Reserva fluvial de los Sotos del Guadyerbas y arenales del Baldío de Velada” desde 2002, además de formar parte del L.I.C. “Sierra de San Vicente y valles del Tiétar y Alberche”. Pero esto no es garantía de conservación como he podido comprobar. Existe una práctica perversa en gran parte, al menos, de Castilla la Mancha que cosiste en reforestar para acogerse a las ayudas para tal fin, sobre terrenos ya forestados. 

Estos terrenos ya tiene una producción corchera, una repoblación conduciría a una espaciación del arbolado compitiendo por el agua y los nutrientes, parecida a la anterior a la repoblación.

      Es destrozar un terreno para cultivar encinas, pinos o alcornoques alineados y tener garantizados unos dineros anuales hasta que dicho monte pueda producir por sí mismo. La perversión del asunto es que usualmente no se trata de superficies deforestadas, sino usualmente de un buen mosaico de árboles, arbustos y pastizal, muy aptos para el pastoreo y para la biodiversidad del medio. Aún peor es que se introduzcan especies foráneas que empeoran la situación más que si se tratase de terrenos deforestados.

Se puede observar aquí la trama asurcada de la repoblación realizada hace algunos años en el arenal

Como se puede apreciar en las imágenes de satélite, una gran parte de la superficie del Baldío de Velada fue roturado para plantar alcornoques y pinos, aunque al parecer la situación ha ido revertiendo hacia su naturalidad y homogeneización con los terrenos vecinos.

El cantueso  aparece como las encinas, al exterior del arenal y fuera de la humedad

    Algunos pinos siguen adelante al igual que bastantes alcornoques y llama la atención la facilidad con la que arraigan de manera espontánea los pinos en estas arenas, y es que pienso que es la ecología oportunista del pino la que no tiene competencia, a pesar de la idoneidad del alcornoque que tiene en contra su escaso  reclutamiento y lentitud de crecimiento.

No es raro encontrar algún pino creciendo entre jarillas y helechos en el arenal

Toda esta región tiene una clara vocación ganadera, como bien muestra la Cañada Real que a partir de la cola del pantano de Navalcán va hacia el oeste y que todavía se usa para la transhumancia. Las partes algo más altas de los Llanos de Velada, siguen con su clásica tradición de cultivo de las  célebres sandías de Velada, algo que a pesar de los tiempos sigue siendo bastante productivo, como se puede constatar con los numerosos sombrajos apostados en la carretera para su venta en pleno rigor veraniego.

Entre las muchas plantas que ví, me llamaron la atención los altramuces. El azul Lupinus angustifolius, el rosado L. hispanicus y, abajo el amarillo, L. luteus.


      La conexión de las áreas bajas luso-extremadurenses, desde Campo Arañuelo hasta las cumbres del Piélago con sus fantásticos robledales que ya quisiera Gredos para sí, son de libro, con una catena vegetal en muy buen estado de conservación. En medio de ese ecológico viaje, aparece como una isla cargada de biodiversidad, esos sotos y arenales del Guadyerbas, con sus áreas higrófilas de carácter norteño y sus arenales emparentados con el suroeste andaluz y marruecos.



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