La garganta Lóbrega es una de las gargantas más largas del sur de Gredos y, paradógicamente, de las menos conocidas y por ello, una de las más salvajes y mejor conservadas. Su rectilíneo valle tiene una longitud de unos 12 kms. hasta llegar a Candeleda, último pueblo abulense del oeste del valle del Tiétar, por lo que está región por poco no pertenece a la Vera cacereña, aunque solo se trata de una frontera política, pues geográfica y ecológicamente coincide con ésta en casi todo.
El risco del fraile asomándose a la garganta Blanca, por encima de las majadas de las Albareas
A unos 7 kms. de su cabecera la Lóbrega recibe por su derecha a la garganta Blanca que drena el cuchillar de los Hermanitos, creando un desnivel de cima a valle de casi 2.000m en muy un corto trayecto. Una vez reunidas las dos gargantas, aunque la línea directriz del valle es la de la Lóbrega, la garganta resultante pasa a llamarse de Santamaría que llega hasta Candeleda. A partir de este punto se abre al valle del Tiétar y se rodea de un “mar” de bolos, que son esas características y redondeadas rocas graníticas que tapizan toda esta fachada norte del valle hasta que comienza la rampa de la sierra.
Bolos graníticos de todos los tamaños se acumulan en la garganta
La marcha hasta la cabecera de la Lóbrega que es la cara suroeste de La Mira, es una marcha muy poco usada por los montañeros que sí que van a los cercanos Galayos - La Mira, por el vecino valle de Guisando o que también, pero pocos, suben al cordal principal de Gredos por el sur desde Candeleda, dadas la gran distancia y el desnivel que hay que salvar. Subir por el sur directamente a los Tres Hermanitos, al Casquerazo o a los riscos del Frances y el Fraile, ya son palabras mayores.
Llevo varios intentos de llegar hasta aquí, por diferentes vías, la fácil es la de la pista forestal hasta las Albareas, pero su estado habitual no es apto para coches normales; el camino desde el pueblo es una maravilla, pero hay que sumar tres horas y un muy buen estado físico. Desde Guisando hubo camino, por el sur del Cabezo del Cervunal, dehesa de Arbillas y bajada a la Lóbrega, pero está muy perdido y son muchos kms. y desniveles.
Desde la Plataforma, por el norte, una vez lo intente, pero tras subir la cuerda, era como bajar a un pozo de nubes en ebullición, por el mal tiempo reinante en la cara sur, además no existe camino y los piornos de más de dos metros solo son superados por los “bolos gigantes” de las Molederas.
Por arriba de la cuerda va el camino hacia la Plataforma o también al puerto de Candeleda
No suelo dar muchas pistas de los lugares que aparecen en este blog, pero aquí no tengo problemas, este sitio hay que ganárselo con esfuerzo, por lo que cualquiera que vaya, se convertirá en un “compañero de fatigas”.
Hubo un camino que como pude comprobar llegó a ser apto para caballerías, bien hecho, con grandes lajas y drenajes, de los tiempos del comercio entre dos vertientes de una sierra tan diferentes climáticamente que es fácil pensar en lo útil y provechoso de intercambios comerciales entre la una y la otra. La ruta fácil, la del Puerto del Pico con su célebre calzada romana, estuvo durante siglos sometida a portazgo y control.
Por desgracia a pesar del madrugón, ha sido un día de calor como la mayoría de los de este mes de agosto
Restos de lo que fue un camino construido con muchísimo trabajo
Camino hay, pero está muy perdido y su calidad no le diferencia mucho del terreno circundante, pero te mantiene siempre en el lado bueno, para ello es necesario cruzar repetidas veces la garganta aunque suele ir por su derecha.
A falta de mantenimiento institucional, como sí que pasó con el puente del Puerto, al poco de unirse la Blanca y la Lóbrega, los puentes que cruzaremos son todo un alarde de cultura popular, aunque la potencia del agua y la dinámica geomorfológica puede ser terrible, solo hay que ver el caos de bolos de todos los tamaños que puede remover, por lo que los puentes están sometidos a una vida útil bastante limitada.
A falta de mantenimiento institucional, como sí que pasó con el puente del Puerto, al poco de unirse la Blanca y la Lóbrega, los puentes que cruzaremos son todo un alarde de cultura popular, aunque la potencia del agua y la dinámica geomorfológica puede ser terrible, solo hay que ver el caos de bolos de todos los tamaños que puede remover, por lo que los puentes están sometidos a una vida útil bastante limitada.
Peldaños de grandes bloques hasta el pilar que sostiene el puente
Breves ayudas para quitar un poco el miedo
Este valle y todos los vallejos laterales (Castaño, Hocino, Cerradillas, Carcajón, los Cabrones, Berrocosillo, Quebrada, etc.) están plagados de majadas para el manejo de las cabras, el único ganado que le puede sacar buen partido a estos montes y aquí se pueden apreciar las miserias y la dureza de la vida rural hasta hace un par de décadas.
Hay majadas hasta en lugares inverosímiles. Aquí la gente vivía, al menos durante todo el verano hasta hace pocos años en unas condiciones que no les diferenciaban demasiado de los pastores neolíticos. Cualquier roca que librase algo de la lluvia ostentaba varios muretes para redondear un aprisco, desde buenos corrales a corralillos para los chivitos.
Las acrobáticas cabras están siendo sustituidas poco a poco por vacas sin pastor
Hoy solo resisten las majadas a tiro de vehículo, las demás se van hundiendo sin remisión, apenas son apreciables las peanas de sus muros, corrales y huertecillos. Hoy esto se está llenando de otro ganado, las vacas sueltas por todo el valle. Me di cuenta antes de verlas por las podas que tenían los enebros del fondo de valle, para su mejor trasiego, ramoneo o sombra bajo ellos.
Con ganado sin pastores no me extraña que no quieran la necesaria, por no decir perentoria, vuelta del lobo a estas sierras tan llenas ya de cabras salvajes, corzos y venados. De los últimos pensaba que dado lo abrupto del terreno, no habría, pero encontré una buena cuerna sobre la hierba.
Encina sobre-ramoneada por los animales
La vegetación está muy condicionada por la rocosidad. El bosque potencial es un robledal como queda demostrado de manera abundante, donde existe algo de suelo digno de tal nombre. Entre las copiosas lluvias orográficas que tienen lugar en estas laderas tan bien orientadas a los vientos ábregos y la verticalidad del terreno, es fácil comprobar que los suelos profundos son algo escasos.
Aquí es súmamente importante conservar la vegetación para aportar estabilidad a los suelos de estas tortuosas laderas. Si no fuese por ella, el cercano embalse de Rosarito en el Tiétar, haría tiempo que estaría colmatado y todas sus buenas tierras regables aguas abajo, baldías.
Pocos puntos del alto valle de la Lóbrega tiene una alta vegetación forestal
Al fondo apenas se esboza el pantano de Rosarito, destino final de los materiales arrancados de por aquí
A pesar de que estamos en la potencialidad del roble, el bosque dominante es un gran enebral, me creo que mayor que el de Losar de la Vera.
Enebral que en realidad viene a ser el bosque serial de un encinar berroqueño, pero la mayor palatibilidad de la encina frente al enebro y los fuegos, la han llevado a tener una escasa regeneración, pero como aquí abundan las zonas donde es difícil que llegue el fuego e incluso las cabras domésticas, es uno de los valles meridionales con más encinas.
Gran enebral casi puro, abajo retamares seriales de Cytisus multiflorus
Encinar en las altas laderas de solana a unos 1500m.
Climáticamente estamos en el piso supramediterráneo, pero tanto por el efecto solana, como por las variadas facilidades topográficas, aparece vegetación relacionada con el piso mesomediterráneo (encina, cantueso, mejorana, etc.) y solo al final del valle se aprecia la vegetación oromediterránea (piorno serrano, festuca de Gredos, etc.). Me llama la atención
la variedad arbustiva de la zona, con helechares, brezales, escobonales blancos,
codesares, escobonales negros, piornales, etc.
En contados puntos de la garganta de Santa María, debido a la alta humedad y temperatura, existe un bello arbolillo tropicaloide, el loro (Prunus lusitanica) y en otros lugares grandes almeces; los alisos solo abundan donde las orillas de la garganta se encuentran más estabilizadas y lejos de la “petanca” producida por el movimiento de los bolos en su cauce.
Si las plantas menores estaban pasadas, las moras empezaban a estar en su punto
Esta entrada tiene más que ver con la geomorfología que con la vegetación, lo avanzado de la estación y la ausencia de chaparrones estivales han dejado las plantas menores achicharradas, y la finalidad de la excursión es indagar en los procesos que han podido remover todos esos bolos en la cabecera y que luego se han ido garganta abajo. Finalmente no he resuelto mis incógnitas y he tomado nota de la enorme magnitud y complejidad de los procesos que intervienen en este acarreo.
Caos de formaciones de bloques al W de la Mira y cuchillar del Amealillo
A medida que se remonta la garganta se van viendo, a un lado y otro del cauce, numerosas antiguas formaciones de terrazas torrenciales. La remoción es y ha sido tan potente que es difícil apreciar si por encima del cauce actual hay una o dos generaciones de antiguas terrazas.
Los numerosos arroyos o canales tributantes dejan en su junta buenos y ejemplares conos torrenciales que por si solos serían capaces de taponar el valle en su confluencia.
Altas formaciones, probablemente torrenciales, por encima de la terraza actual
Magnífico cono torrencial ocupando todo el valle del Hocino
De entre todos esos grandes conos podría destacar el del Hocino, un corto arroyo que baja de los 2200, con una cabecera incialmente glaciada, el hielo bajaba en vertical tobogán hasta el inicio del cono. Aquí aparecen muy desgastadas por el paso del tiempo, las morrenas laterales que dan paso a un rectilíneo cono de blancos bloques que llegan a tocar la otra ladera del valle, en el punto en que el camino remonta la Lóbrega.
El choque de la Lóbrega con este arroyo dibuja una gran hoquedad, tan acusada, y con unas formaciones de bloques adosados a la ladera oriental de la Lóbrega que estuve barajando la posibilidad que se tratase de la morrena frontal del hielo que en su día debió de bajar por la Lóbrega.
Unión del cono del Hocino con el valle principal y oquedad interior sobre la Lóbrega
Abruptas formaciones lineares de bloques señalan la posibilidad de morrenas bajo el SW de La Mira
Remontando el último tramo de la Lóbrega hube de dudar de lo anterior, tal es la erosión y las formaciones de grandes bloques reinantes a partir de aquí que el rango de posibilidades de explicaciones a todas estas líneas de bloques, superpuestas en el tiempo, tiene una difícil explicación.
Muchos de los grandes bloques que aparecen aquí en el fondo de esta reunión de vallejos que es la cabecera de la Lóbrega, posiblemente sean “bloques erráticos”, aquellos que cabalgando una masa de hielo móvil han llegado hasta donde no podrían haber caído por su propio peso.
Reunión de formaciones rocosas al pie del cuchillar del Amealito
Bloque errático al fondo del valle bajo los Cotriles
Aquí tienen lugar procesos de una magnitud difícil de imaginar, como podría ser imaginar fuerzas capaces de llevar bloques de más de diez toneladas, por la fuerza de un deshielo combinado con fuertes lluvias (torrencialidad), por la fuerza de la gravedad sobre un largo tobogán de nieve endurecida (caída asistida); por la fuerza de la caída de un pedazo de ladera de materiales sueltos y empapados en un chorro de barro y rocas (colada de bloques).
Cabecera occidental mostrando las heridas de varias coladas de bloques
Cicatriz de una gran colada de bloques y alineaciones basales morrenoides
El risco de los Cotriles preside, desde una posición intermedia la cabecera final de la Lóbrega
Domina este
amplio rincón el risco de los Cotriles con su mole piramidal, presidiendo las
verticales canales que bajan de los contrafuertes de La Mira, a 2323m., por los
que bajan los aludes en invierno hasta acumular toneladas de nieve a los pies
de los Cotriles, en las épocas frías esta acumulación podía dar lugar a
lenguas de hielo que por estar tan poco favorablemente orientadas, nunca
tuvieron mucho desarrollo. Lo mismo ocurre, y esto vino después de esa época fría,
con las coladas de bloques y en todas las épocas también ha habido lluvias
torrenciales, capaces de arrastrar miles de toneladas de roca hasta irla
redondeando a base de golpes entre ellas.
Uno de los escasísimos tejos de la ladera sur del Alto Gredos
Entre tanta
preponderancia geológica, no puedo dejar de resaltar la buena vegetación y
fauna de esta zona, aquí aparece una de las buitreras más altas de Europa a
casi 2200m. apenas vimos un acebo y un tejo enriscados, pero en un valle tan
largo y lleno de arroyos y vericuetos, seguro que hay de todo, como la buena población
del muy escaso endemismo abulense Misopates rivas-martinezii que encontró
el mejor conocedor de la flora de Ávila, Bernardo García Muñoz.
En este alto escalón rocoso se asienta, aislado, un acebo
El sol de
justicia que empieza a caer, ya pasado el mediodía es inmisericorde y mi
compañero Toño, empieza a tener rozaduras en los pies. La retirada es rápida,
pero al volver nos damos cuenta de todo lo que hemos andado que es más de lo
que pensábamos; menos mal que al acabar nos pudimos zambullir en el oasis de una poza con un agua de las más bellas que he visto.
Yo he subido por la vertiente Sur desde Candeleda a la portilla Bermeja por el conocido como 'Camino del Tío Domingo', en honor al Blázquez que lo trazó, acompañado del propio autor del mismo. Salvo un tramo que está interrumpido por un brutal aterrazamiento forestal invadido de zarzas, es el mejor y más practicable y está señalado en el mapa de rutas de Aurelio delgado. Un saludo
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