sábado, 2 de agosto de 2014

Por la Sierra de Béjar


Hace pocos días tuve la oportunidad de subir con mi familia a la sierra de Béjar, en una excursión casi improvisada aprovechando una estancia en Hervás (Cáceres). Coincidiendo, afortunadamente, con unos días de bajada de temperaturas estivales, llegamos a esas cimas en lo mejor de su primavera (julio), cuando todo a sus pies se encuentra ya agostado.


No sé como llamar propiamente a esta sierra de la que mi amigo Ángel Vázquez publicó hace poco más de un año el único libro sobre sus rutas montañeras más destacadas. Gredos es la porción del Sistema Central entre el Guadarrama y la Sierra de Gata-Peña de Francia; dentro del cordal principal de Gredos están Gredos Oriental, el Alto Gredos y Gredos Occidental, y aquí están las sierras del Barco-Tormantos y la de Bejar-Traslasierra, flanqueando respectivamente a este y oeste la gran falla de Plasencia que entre el valle del Jerte al sur y el Aravalle al norte, forma el puerto de Tornavacas.

Tras el valle del Trampal, Gredos, vemos desde el Almanzor, cima del Alto Gredos (izqda.), a la Covacha, cima de la sierra del Barco (dcha.)

Hay quien independiza la sierra de Béjar (o de Candelario) de Gredos, pero mayoritariamente se la incluye en Gredos Occidental, como Santiago Sardinero que realizó su magnífica tesis sobre la vegetación de este macizo. Aquí voy a llamar sierra de Béjar a las sierras al oeste de Tornavacas aunque gran parte de ella sea abulense.

La clavelina de Gredos domina las praderas de gran altura de la sierra

Hace bastantes años realicé junto con el Club de Montañeros Sierra de Béjar  una ruta inolvidable con una de los mayores descensos que he realizado, de casi 1800m; entonces subimos a la sierra desde el refugio de Candelario, recorrimos toda la cuerda del Calvitero hasta el Torreón y bajamos directamente a Hervás donde una suculenta comida dio fin a la reunión de madrileños y salmantinos.

Momento álgido de la floración de la rosada uña de gato Sedum brevifolium

            Ahora subo desde la plataforma de El Travieso a la enorme cuerda del Calvitero, una loma uniforme de 11km de longitud y una altura entre 2250 y los 2400m. que muestra todos los signos de haber soportado un casquete o montera de hielo de la que partían aparatos glaciares en todas las direcciones, siendo los mayores los orientales, los del Trampal y Malillo hacia tierras abulenses; hacia el oeste, en Salamanca, el mayor es el de la Hoya Moros, cabecera del río con uno de los nombres más sugerentes, el Cuerpo de Hombre; hacia el sur, hacia Cáceres las huellas glaciares son mucho menores y algo de su vegetación se puede saborear en “Desde el Torreón”.

Echinospartum ibericum subsp. pulviniformis, muy parecido E. barnadessi del resto de Gredos

            La floración del piorno en las laderas ya se ha pasado, pero en la parte alta y en la ladera abulense aún continúa, como también lo hace la del cambrón (Echinospartum pulviniformis). En este momento queda claro cuales son los lugares donde ha durado más tiempo la nieve, pues la ladera está tachonada de grandes oquedades alargadas de piornal  en plena floración, en claro contraste con el piornal ya pasado que las rodea. 


Los "hoyos" amarillos señalan los neveros fundidos hace poco. Al fondo derecho un par de morrenas paralelas.

         Casi al coronar la cuesta me desvío del camino para asomarme a la Hoya Mayor, cabecera de la garganta que baja directamente al pueblo de Candelario, todavía con impresionantes neveros de más de 5m de espesor, ahora teñidos de color rosa, la “watermelon snow” de los sajones, color debido a la micro-alga Chlamydomonas nivalis.

Los ingleses la llaman "watermelon snow", no confundir con polvo sahariano sobre la nieve

            Ya estamos, al coronar la loma, en el piso bioclimático crioromediterráneo con su vegetación característica, un escaso y ralo pastizal que apenas llega a cubrir la mitad del suelo, aquí abundan las plantas más específicas de la sierra, muchas formando cojines o pulvinículos y gastan nombres específicos como “alpina” "nivalis" o “gredensis”.


Linaria alpina en el piso crioro-mediterráneo

          Destacan ahora, el florido clavel de Gredos, Dianthus gredensis, en vaguadas nivosas Plantago alpina; entre la grava blanca, el color violeta y anaranjado de Linaria alpina, el cardillo rastrero Jurinea humilis, también en flor, y los compactos coginetes de Minuartia recurva subsp. juressi, muy diferentes de la subsp. recurva que fotografié en el Pico del Lobo en Ayllón.


Una Campanula herminii entre un pulvinículo de Minuartia recurva subsp. juressi

            Voy con mi mujer y mi hija mayor, y al poco de coronar la cuerda quiero que vean las lagunas del Trampal desde lo alto y abandonamos el camino para ir bajando hasta tener una magnífica vista de ellas. Al ver a alguien pululando por rellanos inferiores cercanos a la laguna y la aparentemente fácil bajada, me decanto por tomar la directa. Yo estoy muy acostumbrado a estos terrenos y a buscar salidas y requiebros a los cortados, pero he sido tan torpe e irresponsable como para subestimar las dificultades y meto a las chicas en un berenjenal detrás de otro.

Entre este rellano y la laguna hay un laberinto de cortados, lagunillas y rocas aborregadas

            Todo es una sucesión de cortados y rellanos, sobre rocas aborregadas por el paso de los hielos, y como es habitual, estas cabeceras de los antiguos glaciares son hoy en día los lugares donde más dura la nieve. Pero no eran los neveros sino las aguas del deshielo, las que hacían peligroso el paso por cervunales y rocas pulidas. El lugar era magnífico, con los cervunales cuajados de flores, con la nieve fundiéndose y creando lagunillas en los rellanos, pequeñas cascadas y arroyuelos.

Jardín de orquídeas en un rellano

         Pero el horno no estaba para bollos, al principio iba haciendo fotos, pero ya lo importante era ir encontrando las mejores o simplemente, las posibles bajadas para salir del atolladero. Ví maravillas como el flamante Ranunculus amplexicaulis en flor y grupos florales impresionantes, pero estaba al borde del divorcio o de un parricidio; finalmente llegamos al borde de la laguna superior del Trampal donde descansamos  y comimos.

El símbolo de la flora de Gredos, la boca de dragón endémica Antirrhinum grossi

            En esa bajada de alturas escalonadas por donde bajé a la laguna me fijé en la abundancia de ericáceas, muy rara en Gredos a estas alturas (2200m.) de matas de brezos de buen porte (Erica arborea) y, ya más común, la brecina (Calluna europea) y el brezo de turbera (Erica tetralix), bordeando los trampales y cervunales húmedos, todo esto más difícil de ver en Gredos donde las cabras monteses los ramonean hasta su final.

En esta ladera y a 2200m no es raro el brezo blanco, junto con la calluna y el brezo de turbera

         A partir de aquí ya todo lo que recorreríamos serían caminos, pero como de costumbre dediqué la siesta a escaparme a ver los sitios más apetecibles, que eran demasiados para tan poco tiempo, porque no podía haber llegado a este lugar en mejor momento, su momento álgido, con el piorno florido, bastantes neveros todavía y un día con una buena temperatura para andar por la sierra.


            La primera gran hoya del valle es la que da nombre a toda la garganta y sus lagunas, pues se trata de una alargada laguna recién colmatada, con unas enormes pedreras de bloques gigantes que le llegan desde la cuerda de la Ceja, punto culminante de esta sierra a 2428m. Este lugar está lleno de manantiales, turberas, arroyos zigzagueantes que en el Pirineo llaman "aguas tuertas". Es el Trampal, la gran turbera, uno de los ecosistemas que en esta sierra, es donde los he visto en mayor abundancia de la península, si exceptuamos el alto Pirineo granítico leridano.

La primera hoya del valle es una lagunilla colmatada convertida en un gran "trampal"

            Voy montaña arriba, la base de las grandes paredes están llenas de grandes bloques fruto de desprendimientos masivos durante la rápida deglaciación de la sierra. Uno de estos taludes forma por delante un gran lóbulo de rocas, lo que denota la existencia de un buen lentejón de permafrost relativamente reciente.


Este enorme lóbulo gelifluidal evidencia que el periglaciarismo sigue activo en lo más alto de la sierra

       La vegetación aquí apenas aparece y casi todo son cervunales, helechos (Cryptogramma crispa y Dryopteris oreades), plantas rupícolas (Saxifraga almanzorii, Armeria bigerrensis, Valeriana tripteris, Murbeckiela boryi, etcétera), junto a algunas plantas de hojas grandes, los megaforbios.


Gran comunidad megafórbica llena de calabacera, angélicas, helechos y valerianas en flor.

        Subo a las grandes comunidades megafórbicas al pie de los paredones de la Ceja, son las únicas formaciones vegetales que alcanzan una buena talla en estas alturas, pues los piornales cimeros están fuertemente baqueteados por el viento y no llegan al metro de altura.

Angélicas y las hojas redondas de calabacera (Adenostyles alliaria)

            Frente a los megaforbios de Gredos dominados por el Veratrum album, aquí dominan las grandes hojas de Adenostyles alliaria acompañada por la Angelica sylvestris. La cantidad y variedad de musgos es sorprendente; admirándolos me llama la atención una plantita que destaca. No me lo puedo creer, es una planta que más de un botánico pagaría por verla al natural, el raro helecho Botrychium lunaria, del que sabía que había alguna cita para Gredos.

El rarísimo helecho Botrychium lunaria

            Esta sierra, dada su alta pluviometría, es ideal para todos los ecosistemas ligados a la abundancia de agua. Las aguas nacientes e iniciales crean unos apretados céspedes, herbáceos o muscinales, que en los rellanos dan turberas, lagunillas, ambientes de aguas temporales o permanentes. Unas de las comunidades típicamente gredenses ligadas a estos medios son las fontinales, con Myosotis stolonifera, Stellaria alsinae y Saxifraga alpigena, y las de los ajos de Gredos, de las aguas rezumantes de neveros sobre rellanos y grietas.

Ajillos de Gredos a punto de florecer

            Caminando por estas rocas me he acordado de Bernardo García, el mejor conocedor de la vegetación de Gredos que me decía que la boca de dragón de Gredos (Antirrhinum grosii) es una planta estrictamente rupícola en Gredos, pero solo por culpa de las cabras, pues aquí en Béjar, al no haber cabras, aparece por todas partes, en pedreras, en rellanos, en grietas horizontales. Me doy cuenta de que tiene toda la razón, no deja de ser el símbolo de lo rupícola esta hermosa flor creciendo en medio de altas paredes, pero aquí presenta una ecología más variada. También me contó que encontró aquí el extremo sur de la distribución europea (y española) del también rarísimo helecho, Huperzia selago.


Esta sierra es la primera gran altura que encuentran los vientos atlánticos, los ábregos, en su trayecto de suroeste a noreste, y por eso es uno de los lugares de la península donde más precipitaciones se registran. Si en el Alto Gredos tenemos precipitaciones muy por encima de los 2000mm, aquí debe llover entre un 10-20% más, a falta de pluviómetros o de registros duraderos de datos, la precipitación, a estima, debe rondar los 3000 litros anuales.

El bello Doronicum kuepferi al borde de una laguna

A pesar de ser el mismo macizo que el Alto Gredos, con idénticas alturas y litologías, la vegetación, aún siendo la misma en rasgos generales, se enriquece en especies con mayores requerimientos hídricos: Angelica major, Doronicum kuepferi, Echinospartum pulviniformis, Eleocharis acicularis, Isoetes lereschi, Minuartia juressi, Ranunculus amplexicaulis, Ranunculus omiophylus, Trichophorum germanicum, etc.

La extraña flor de Phyteuma hemisphaericum

Una de las grandes diferencias con Gredos, es la “difícilmente explicable” ausencia de cabras monteses. Esta ausencia conlleva una serie de consecuencias que marcan una gran diferencia con el macizo de Gredos, empezando por la libertad de movimientos que se puede tener a la hora de recorrer la sierra, abierta por sus cuatro costados a quien quiera recorrerla, tarea que recomiendo sin ninguna duda, a pesar del general abandono de los caminos serranos menos transitados, aunque afortunadamente, el movimiento de los ganados de unos pastos a otros, conlleva que los pastores mantengan gran parte de los caminos y manantiales.

La manzanilla de Gredos (Santolina oblongifolia), debido a las monteses, ha pasado de ser muy abundante a poco corriente

En la vegetación esta ausencia de cabras monteses, que en Gredos ha pasado de ser una especie silvestre a ganado suelto por el monte, está teniendo consecuencias nefastas sobre la vegetación. Seguro que si se hiciera un trabajo comparativo entre la vegetación de ambas sierras, daría unas señales alarmantes sobre la pérdida de biodiversidad que se está produciendo en Gredos, en especial sobre sus especies endémicas o más relevantes. Especies como la manzanilla de Gredos, la viborera de montaña, las bocas de dragón y cualquier otra que no sea venenosa, están desapareciendo a ojos vista de Gredos.

La gran viborera Echium flavum (para mí Echium cantabricum) es una de las plantas más comidas por las monteses

La acción de las cabras es apreciable para cualquiera que lo intente observar, pero me remito a la imagen que me mostró Bernardo García, yo estoy más acostumbrado a ir durante el verano, pero él va todo el año y me contó que las cabras se disponen en una franja inmediatamente por debajo de la nieve, peinando y ramoneando todo en esa área. La línea nival va bajando según avanza el invierno y con ella las cabras van triscándolo todo laderas abajo, luego con la primavera la línea va subiendo y ellas vuelven a repasarlo todo en sentido inverso. En verano es cuando ocupan una mayor superficie, aparentando, frente a la vegetación, una densidad y una presión menor de la que realmente existe. 


Realmente es imprescindible que el lobo vuelva a estas sierras para poner un poco de orden, ya que la caza realmente hace una selección natural a la inversa y como suele ocurrir que se prefiere la cantidad a la calidad, todo esto acarreará, a largo o medio plazo, un debilitamiento genético sobre este símbolo vivo de la naturaleza salvaje de Gredos, tras haber puesto su vegetación endémica en el límite de la desaparición. Pero, a pesar de todo, a nadie le cabe la menor duda de que estamos en uno de los lugares más maravillosos y salvajes de España y de Europa.




1 comentario:

  1. Espléndido. ¿No conoces a Antonino Gonzalez Canalejo, el boptánico farmaceútico de Barco de Ávila?

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