El
río Jarama es uno de los mayores ríos del centro peninsular, hace años era tan temido que ningún municipio se asentó en sus orillas. Su fama no
era figurada, en su haber contaba con un exceso de cadáveres que pocos ríos se
pueden adjudicar. Sus riadas eran famosas al igual que sus cambios en el cauce, con sus nuevos meandros, con su
socavamiento de paredes y con sus salvajes avenidas.
Playa de cantos de todo tipo de procedencias con su vegetación asociada (Andryala ragusina, Scrophularia canina, Sedum album, Alkanna, etc.)
En
los últimos años su cauce está tan regulado, sus orillas tan explotadas, sus
aguas tan usadas, aprovechadas y contaminadas que ha perdido el carácter salvaje e
impredecible que siempre le caracterizó. Pero ahí está y en cualquier momento
puede volver a demostrar el tipo de río que siempre ha sido y este año y otros más, ha estado a punto de demostrarlo.
A mitad de siglo
pasado se estimó que en su cuenca media-baja, se encontraban las mayores
reservas europeas de gravas y cantos, por lo que ha sido un río de terrazas
super-explotadas para la extracción de áridos, dejando como buen recuerdo, en
muchos casos, unas lagunas que pronto han sido ocupadas por una naturaleza
desbordante.
Lagunas de graveras como las del Picón de los Conejos jalonan su curso bajo, es el Parque Natural del Sureste madrileño
En otros casos han servido para tapar las vergüenzas madrileñas,
lagunas escombreras, lagunas hiper-contaminadas como la "del Aceite" que continúa siendo la
otra gran vergüenza de las autoridades medioambientales de la Comunidad
madrileña, después del espectacular destrozo de Centro de Transportes de Coslada, donde se arrasó su única y privilegiada vegetación. Esta laguna es un verdadero cóctel explosivo de todo
tipo de sustancias químicamente peligrosas; también hay alguna llena de automóviles.
Laguna de El Campillo al atardecer invernal
El río Jarama tiene una cuenca enorme al recibir a grandes e importantes
tributarios como son el río Lozoya, el Manzanares, el Tajuña y el río Henares, que prácticamente viene de
Soria, por eso no es nada extraño el poderío de este río que desde hace
muchos años, parece que en lugar de desembocar en el Tajo, cerca de Aranjuez, es éste quien desemboca en el Jarama.
La cuenca del Henares es tan variada que en sus
orillas se pueden encontrar todos los materiales pétreos posibles en la península,
los granitos y esquistos del Guadarrama, las pizarras y cuarcitas de Ayllón,
las calizas de Valdelaguna, los yesos rojos de Uceda, los alabastros de
Jadraque, sílex, etc., por no hablar de los deleznables materiales de las zonas bajas que más que ser
arrastrados, son disueltos por el agua, como arcillas, sales y yesos.
1946
1956
Duras variaciones del Jarama en lo que hoy es la laguna de Campillo, inexistente en esos años. Abajo-izquierda, el famoso puente de Arganda
La
parte baja del río atraviesa los yesos del sureste madrileño, material muy
deleznable y que el río, a lo largo de su historia se ha encargado de ir erosionándolo y hacer retranquear sus impresionantes cantiles que es una morfología típica
de estos yesos masivos y fallados.
Este impresionante desprendimiento hizo cambiar el lineal curso del Jarama para rodearlo
Las paredes van retrocediendo, no como
paredes inclinadas que van perdiendo poco a poco su verticalidad, sino por una
sucesión de derrumbes paralelos a esa paredes, de las que se van separando
paquetes generados por fisuras de descompresión que crean planos que se van
agrandando por disolución hasta inestabilizar el paquete rocoso y provocar un gran
desprendimiento. Son las llamadas “fallas panameñas”, a similitud de las que se
produjeron en las obras de construcción del Canal de Panamá y que provocaron la
muerte de demasiados obreros.
Nacedero a media pared de un cantil yesífero
La
zona que describo aquí, es una zona intermedia en estos cantiles yesíferos y, afortunadamente, todavía goza de una naturaleza privilegiada a pesar de la
cercanía de la gran urbe madrileña y podría ser todavía mejor de haberse
cuidado con un mínimo de atención y consideración, cosa que las autoridades
ambientales madrileñas desconocen por completo, a pesar de tenerla protegida, solo "sobre el papel" como Parque Natural del Sureste.
Rincones inusitados de la naturaleza centro ibérica
Ha sido lamentable está época
reciente que ha traído, necesariamente, una crisis que mejor hubiese llegado un par de años antes, para que haber cortado antes esa orgía
constructora y destructora que ha llenado esta región de proyectos urbanísticos
sobre-dimensionados, ahora vacíos, o de infraestructuras como autopistas sin viajeros y otras que parecen ser el futuro del
sureste de Madrid, como son los grandes complejos para la destrucción (ahora lo
llaman "valorización") de todo tipo de basuras.
Un cañal en cascada sobre el río
El
bosque galería del Jarama, salvado en muchos casos gracias a estos cantiles, su topografía y
sus derrumbes, es un ecosistema completo, con una rica gama vegetal y
animal, quizás bastante transformada, pero de una riqueza impensable, y quizás de
las mejores representaciones ribereñas de todo el centro peninsular.
Los bosques de la unión del Jarama con el Henares, el Jarama ripense, las lagunas
del Porcal, el soto de las Juntas y la presa del Rey, el Manzanares final, el soto de Bayona, son
de las mejores muestras de la naturaleza madrileña. Ecosistema ripario que
unido al aljezar, las áreas salinas y los encinares de las zonas bajas
madrileñas forman un conjunto que rivaliza y gana en
biodiversidad a la más considerada, sierra madrileña.
Ribera y espartal, ausencia y abundancia acuática en unos pocos metros
El
invierno y los albores de la primavera, son una de las mejores épocas para apreciar la
naturaleza de estos pagos. Los sucesivos estados de las yemas de
los árboles dan diferentes tonalidades a las distintas masas boscosas. Pronto
empiezan a desarrollarse y abrir sus amentos, que cambian el
aspecto de estos lugares, incluso, cuando se producen las semillas, que muchos
toman por pólenes, el interior del bosque se llena, como de una brillante
neblina que se queda enganchada a ramas y hojas, creando un ambiente casi onírico
Bosque, con megaforbios, con una luz especial, lleno de la borra de los álamos
Esta
época de frío da más oportunidades de ver su fauna, que cada día es más variada
e incluso anacrónica. Veo que cada vez hay
más jabalíes, ya he visto varias veces a los mapaches, no sé quién sería el “iluminado”
que soltó o dejó escapar algunos de ellos, pero ahora son un peligro para todos
los animales del bosque, incluso para las muy escasas nutrias que llegan a la
zona. La primera vez que vi uno me quedé asombrado de su tamaño.
Bando de ciguieñas en el cercano Manzanares que a diferencia del Jarama, es arenoso y lleno de fresnedas
Mucho más
facil de observar es su vida ornítica, donde destacan las grandes
concentraciones de aves; notoria por la abundancia de lagunas y riberas y
potenciada hasta la exageración, por la cercanía del gran basurero madrileño de
Valdemingómez, hacia o desde donde parten a sus dormideros legiones de
garcillas, cigueñas o gaviotas.
La
vegetación también se encuentra bastante modificada, en la ribera es fácil
encontrar especies exóticas, como ailantos, olmos siberianos, negundos, sauces llorones, acacias o melias. La
vegetación nitrófila campa a sus anchas, aunque también es propia de esta
ecología de excesos de materia orgánica y crecidas que mueven y nitrifican las
orillas.
La extraña flor del aro Arum italicum en lo más umbroso del bosque de ribera
Los árboles más comunes, tras la debacle de los olmos, son los sauces,
los álamos negros y blancos y los tarays, de los que la mayoría,
al contrario de lo que dicen los libros, son Tamarix mascatense y T.
matritensis, y no T. gallica. (en un par de meses Dario Melia y cía, tendrán, por fin,
certeramente identificados todos los tarays de la vega del Jarama y
alrededores). Ya menos abundantes son los olmos, saúcos y unos pocos alisos.
La flor del taray es uno de sus pocos y difíciles rasgos identificativos de cada especie
De
gran importancia es la vegetación lianoide y la orla espinosa de este bosque, por eso es una
ventaja poder andar en esta época del años sin su barrera. Aquí abundan altas esparragueras,
zarzas, parras, calistegias, nuezas, lúpulo y el extraño y termófilo Cynanchum acutum.
Selva de lúpulo, zarzas, rosales y calistegias, bajo el dosel arbóreo ribereño