domingo, 31 de agosto de 2014

Abedulares Manchegos




            Sí,  has  leído bien,  aunque donde los abedules se encuentran no es la llanura manchega,  sí que se trata de Castilla la Mancha, en concreto, el oeste de Ciudad Real, en su porción norte y central,  y parte del suroeste de Toledo, sin llegar a Extremadura. También existen algunos abedules en altas áreas puntuales del Sistema Ibérico de Cuenca y Guadalajara, pero estos ya tienen otra ecología más en consonancia con la idea de bosque atlántico-alpino que los abedules suelen transmitir; pero estos otros, son los abedules más mediterráneos y termófilos del mundo al ser el abedul un árbol de distribución circumboreal y los pocos que hay en las montañas del Riff marroquí, están en altas cotas altitudinales.



            Cuando hace años, apenas conocía varias localidades en Gredos y me enteré de que en Ciudad Real había abedules, apenas me lo creía. Me dediqué a buscarlos infructuosamente por aquellas carreteras. Eso sí, descubrí la existencia de quien siempre, desde lejos, me engañaba con su blanca corteza y recto fuste, un álamo desdeñado por los estudiosos, entre el álamo blanco (Populus alba) y el temblón (Populus tremula) de tronco muy recto y corteza apenas maculada. Un “alamillo” oretano, de distribución poco más extensa que este abedul.

Alamillos oretanos con el  mismo aspecto y ecología que los abedules


            Posteriormente, viajando por los montes hacia el gran Cíjara, sí di con ejemplares sueltos, en alguna fuentes y cabecera de arroyo. Por fin los había visto y a partir de ahí fui descubriendo la mayoría de las localidades, menos dos o tres a las que intenté llegar, pero los altos vallados cinegéticos, la video-vigilancia o la larguísima aproximación que hacía necesario echar el día entero o pernoctar, me hicieron desistir, quedándome cerca.



            El abedul luso-extremeño, como le llamaba uno de sus descubridores, D. Manuel Peinado Lorca, no es exclusivamente oretano, aunque hay que señalar que lo de los abedules ibéricos son un galimatías en el que no ha quiso “mojarse” nuestra Biblia botánica, Flora Ibérica, pues prácticamente se adaptó Flora Europea a la península. Más acertada veo la escuela de Salvador Rivas-Martínez que, aparte de mostrar las pequeñas diferencias morfológicas entre las especies, sí establece unas diferencias ecológicas y corológicas muy claras, al menos en  Betula pubescens.



En la península hay dos grandes grupos de abedules, los más alpino-atlánticos, Betula pubescens (B. alba) y los más mediterráneos Betula pendula. Los primeros tienen las subespecies carpatica (pirenaicos), pubescens (atlánticos) y celtiberica (extra atlántico-pirenaicos). Betula pendula tiene las subespecies pendula y fontqueri, contando el primero con la variedad pendula y meridionalis, y el segundo con las variedades, fontqueri y parvibracteata. Los alpinos llegan a los Sistemas Central e Ibérico (Betula pubescens subsp. celtiberica), y los segundos son de las altas montañas andaluzo-rifeñas con irradiaciones hacia el norte, dándose el caso de que en algunas localidades puedan vivir ambos abedules, como en puntos del sur de Ayllón y el norte de Gredos; en esas localidades, los requerimientos ecológicos son distintos, asentándose unos en las pedreras y cauces encajados del límite superior del bosque, y los norteños en situaciones riparias o turbosas de cotas inferiores.



            El abedul que habita desde los montes de Toledo hasta el Guadiana es el Betula pendula subsp. fontqueri var. parvibracteata, son los abedules que viven en las condiciones más térmicas y mediterráneas del mundo, y han sobrevivido hasta hoy, casi milagrosamente, dado el buen estado de conservación de estas zonas del suroeste ibérico. Aunque algunas localidades, como su mejor y mayor población, la de Riofrío, se libraron de la repoblación salvaje con pinos por asentarse en terrenos demasiado húmedos para máquinas y pinos.



D. Salvador Rivas Goday llegó a conocerlos en el los cercanos Valle de la Viuda y el Gargantón, localildades que no superaron el atentado ecológico en  toda regla que supuso el aterrazamiento previo al pinar. Su areal se supone que fue mucho mayor en el pasado, constituyendo la clímax forestal de la vegetación de bonales y  arroyos iniciales de aguas puras, casi-permanentes, sobre suelos ácidos del sur de Gata y Gredos, Montes de Toledo y norte de Sierra Morena y estribaciones. Si el agua fuese más permanente sería desplazado por alisos o álamos, y si fuese menos permanente, tampoco podrían vivir, aunque viéndolos sobrevivir en pleno agosto o septiembre, parece creíble que puedan soportarlo todo.

Remanso con Potamogeton polygonoides y nomeolvides en el borde de un abedular


          Este árbol como he dicho es la cabeza de una serie de vegetación riparia exclusivamente manchega, desapareciendo el abedul, la etapa siguiente es una arbusteda higrófila comandada por dos especies, aparte de varios tipos de brezos y helechos, el hediondo, como llaman por estos montes al arranclán (Frangula alnus) y el espléndido y fragante mirto de turbera (Myrica gale), al que dedicaré alguna entrada para reafirmar el enorme valor y significancia de su presencia en estos lugares que aún está lejos de reconocérsele.

Rodal de mirto de Bravante (Myrica gale) en el  interior  de  un  abedular


En una ignota localidad puede verse (quien pueda llegar), una mezcla impensable, el abedul mezclado con el loro (Prunus lusitánica), no de forma puntual  como al norte de Montes de Toledo, sino  en una larga banda,  con el abedul en el contacto con la ladera y, mezclados y en paralelo, el loro, más en contacto con el arroyo. Pero esta coincidencia no es tan impensable pues su ecología es potencialmente la misma, de hecho creo que de no ser por la apetencia del hombre sobre su madera o por el ramoneo de sus hojas, en las cacereñas Villuercas compartiría el protagonismo de las cabeceras de los valles con las loreras. Su memoria ya casi se ha perdido, pero recuerdo pastores que me comentaban que daban el ramón del “aliso blanco” a sus animales a finales de verano, cuando apenas tenían qué comer.

Pajonal con arranclanes, brezos y algún madroño, atrás los abedules


A partir de la arbusteda de brezos, hediondos y mirtos, la vegetación viene a ser una mezcla entre la clásica vegetación riparia y la de los bonales, aunque quizás posee una peculiaridad distintiva en su orla espinosa, la participación en el zarzal-espinar de la bella trepadora Clematis campaniflora, una clemátide de apetencias termófilas de los arroyos del suroeste ibérico, como también ocurre con la parra silvestre.

La trepadora clemátide acampanada, acompaña a los abedulares más térmicos

Es más fácil ver abedules dispersos que abedulares, bosquetes hay solo en tres o cuatro gargantas del norte de Montes de Toledo, varios en Cabañeros, con mucho ejemplar disperso; alguno protegido por el silencio comprado por un moderno señor feudal de turno, uno cerca del Bullaque y otro en uno de sus tributarios (valle del Beato) y dos más al sur, el de los Horcones y, la localidad más celebrada, Ríofrío, donde llegan a bajar de los 600m. de altitud, ambos ya muy cercanos al río Guadiana.



La localidad de los Horcones, también conocida como Valdelapedriza o Santa María, ya era bien conocida por los lugareños antes de un trabajo botánico que los dio a conocer, de extraña adscripción geógrafica, sobre varias fincas dispersas y Piedrabuena, inmediatamente al norte del Guadiana. Una de las zonas clave para un futurible Parque Nacional del Guadiana y que recientemente acaba de ser adornada con una enorme pista de aterrizaje en las fincas de la familia Botín, familia que al menos en Cantabria, ha tenido en consideración los árboles singulares de esa tierra y que aquí poseen unas enormes fincas, dignas de ser Parque Nacional, con algunos de estos abedules.

Macizo de helechos Blechnum spicant acompañante típico de estos abedulares

Una característica típica de este abedul, consiste en la ausencia de pilosidad de las ramas jóvenes; un  día al acercarme al abedular de la Ventilla, pensé que debería estar confundido y que realmente lo típico era esa pilosidad (aún no sabía que a Betula alba le  llamaban B. pubescens). Poco tiempo después, leyendo un artículo sobre el abedul en los Montes de Toledo, descubrí que precisamente esa localidad era la única en que existía el otro abedul, Bétula pubescens subsp. celtiberica.


Canal ¿artificial? en el abedular  de la Ventilla

    Pero ésta es una localidad en sospecha, las aguas del bonal se ven (algo) dirigidas por antiguas canalizaciones y no hace mucho, a su vera había un variado plantel de especies exóticas, por eso hay quien dice que esos abedules fueron introducidos. Aún así la conjunción con el medio es perfecta y los abedules se han mantenido sin ningún tipo de artificialidad, lo que apunta, por otro lado,  a su naturalidad.



En una  buena turbera de los montes toledanos se re-introdujeron los abedules con un resultado magnífico y si no fuera por la desmesurada presión de los herbíboros, (no olvidemos que en su práctica totalidad se encuentran en grandes fincas cinegéticas), estaríamos hablando de un tipo de bosque en expansión. Pero ocurre todo lo contrario, apenas hay plantones, y eso que se trata de una  especie muy  prolífica, porque en cuanto nace un plantón, hay verdadera competencia por comérselo o por bañarse encima, como ocurre en estos lugares tan proclives a ser bañaderos de los jabalíes.

Bañera de jabalíes en un bonal con pajonal que alimenta al abedular


En principio las grandes fincas cinegéticas han sido un factor clave para su supervivencia, al conservar grandes espacios ajenos al mercantilismo agropecuario de quienes necesitan hacer productiva la tierra, pero hoy en día las altas densidades de jabalíes y ungulados, en prácticamente todas estas fincas (es más productiva la caza que la agricultura), están llevando a la decrepitud y falta de relevo poblacional de los abedulares, lo que apunta a un futuro muy negro para este árbol tan blanco, máxime si le sumamos el previsible efecto, del cambio climático.

Ejemplar centenario en una localidad sin apenas  relevo  generacional


El  abedul podría vivir casi en cualquier bonal o arroyuelo limpio, desde el sur de Gredos-Gata hasta  Sierra Morena, en Extremadura y en todo el oeste de Castilla la Mancha. No se le ha dado la  importancia que tiene y estamos cerca de quedarnos sin la cabeza de serie, sin la vegetación clímax de ese ecosistema de bonales y arroyos en buen estado de toda esta gran región. Ya se ha comprobado que es fácil y factible su recuperación, a pesar de los años hidrológicamente malos, siempre y cuando no se les agreda y se impida que los hervívoros esquilmen sus renuevos.

Nido de azor sobre un abedul


Desde aquí llamo a la sensatez (?) de las autoridades  responsables de velar por una  naturaleza que es  de todos, no solo de cuatro cazadores, generen o no, puestos de trabajo, en un medio rural que a pesar de la devacle poblacional sigue despoblándose. Con poco más que pequeños cercados temporales o algunas repoblaciones idóneas, podríamos contribuir a la salud y diversidad de un medio ambiente que posee especies tan señeras y llamativas como ésta.

Raíces del abedul impidiendo la erosión de los suelos estos años pasados de abundantes precipitaciones

"Dedicado a Lansky"

No he podido evitar introducir, aunque alargue esta entrada, una aclaración taxonómica de un estudioso de los abedules de esta región, Santiago Sardinero:


 - Desde el punto de vista taxonómico lo más simple es que hay dos niveles de ploidía: diploides 2n=28 (grupo pendula), y tetraploides 2n=56 (grupo pubescens, =alba).

Los pendulas eurosiberianos se caracterizan por tener sámaras largas y estrechas con alas grandes, lo que les da largos vuelos para colonizar nuevas localidades en climas templados centroeuropeos con lluvia de verano. Tienen las ramitas glabras. El limbo de las hojas es biseriado.

Los pubescens eurosiberianos tienen las sámaras más cortas y anchas, con alas más pequeñas y suelen estar asociados a hábitats más húmedos, como por ejemplo, turberas colmatadas. Tienen las ramitas peludas. El limbo de las hojas tiende a ser uniseriado.

Los dos grupos mantienen su independencia debido a la incompatibilidad sexual derivada de su diferente ploidía. Pero esta incompatibilidad no es insuperable. Existen bastantes trabajos que estudian fenómenos de introgresión bidireccional.

La adaptación más importante del grupo pendula en su camino hacia el sur, sería la progresiva disminución del tamaño de las alas y de la longitud de la sámara ("pubescenización de B. pendula). Así en las pedreras pirenaicas Moreno y Peinado describieron ya una B. pendula var. meridionalis, que luego se transforma en B. fontqueri y por último en B. parvibracteata. A medida que el hábitat se hace más pequeño debido a la aridificación del clima, las sámaras tienen que volar menos o "se salen" de su hábitat. En mi tesis conté cromosomas en los fonqueri gredenses, que en meiosis n=14, y en mitosis radicular 2n=28. Algunos entraban en parvibracteata, aunque no lo dije en el catálogo florístico. El óptimo de B. parvibracteata está en las cabeceras de los arroyos de los Montes de Toledo, asociados a aguas nacientes oligótrofas que no dejan de manar en verano. B. fontqueri en la Garganta de los Caballeros (Gredos occidental) está en umbrías pedregosas que recuerdan a las pedreras pirenaicas con B. pendulas var. meridionalis. En Somosierra hay un par de valles repletos de B. fontqueri. También en Sierra Nevada y el Rif norteafricano, de donde Rothmaler describió la especie. La vía de migración que me parece más verosímil para B. fontqueri sería desde el Sistema Ibérico al Sistema Central, Valle del Jerte y por Monfragüe llegaría hasta los Montes de Toledo; por el camino sus brácteas y sámaras se irían haciendo más pequeñas (parvibracteización de B. fontqueri). 

La adaptación más importante del grupo pubescens en su camino hacia el sur, sería la aparición de glándulas que aparecen junto con lo pelos típicos en las ramillas, así como la "biserración" del limbo foliar ("pendulización de B. pubescens"). Su óptimo, donde forman abedulares, son las turberas colmatadas como en La Ventilla (Cabañeros), turberas de Navalonguilla-Navalguijo (Gredos occidental). Individuos aislados salen por aquí y por allá.

Desde el punto de vista taxonómico, los tetraploides serían del grupo B. pubescens (2n=56) y los diploides serían del grupo B. pendula (2n=28). Peinado & Moreno, para las poblaciones de los Montes de Toledo, en Flora iberica lo que hacen es ir colgando táxones jerarquicamente hasta llegar a B. pendula subsp. fontqueri var. meridionalis, que es un salto enorme desde la descripción de B. parvibracteata como especie por Velasco (de especie a variedad). Una opción más moderada es el reconocimiento de B. fontqueri como especie y B. fontqueri subsp. parvibracteata como subespecie para las poblaciones de los Montes de Toledo. Serían los diploides iberonorteafricanos mediterráneos, un concepto muy bonito.

Del mismo modo se reconoce B. pubescens subsp. celtiberica como un tetraploide pendulizado, con glándulas y limbo foliar sub-biserrado. Un tetraploide ibérico, otro bonito concepto.

sábado, 2 de agosto de 2014

Por la Sierra de Béjar


Hace pocos días tuve la oportunidad de subir con mi familia a la sierra de Béjar, en una excursión casi improvisada aprovechando una estancia en Hervás (Cáceres). Coincidiendo, afortunadamente, con unos días de bajada de temperaturas estivales, llegamos a esas cimas en lo mejor de su primavera (julio), cuando todo a sus pies se encuentra ya agostado.


No sé como llamar propiamente a esta sierra de la que mi amigo Ángel Vázquez publicó hace poco más de un año el único libro sobre sus rutas montañeras más destacadas. Gredos es la porción del Sistema Central entre el Guadarrama y la Sierra de Gata-Peña de Francia; dentro del cordal principal de Gredos están Gredos Oriental, el Alto Gredos y Gredos Occidental, y aquí están las sierras del Barco-Tormantos y la de Bejar-Traslasierra, flanqueando respectivamente a este y oeste la gran falla de Plasencia que entre el valle del Jerte al sur y el Aravalle al norte, forma el puerto de Tornavacas.

Tras el valle del Trampal, Gredos, vemos desde el Almanzor, cima del Alto Gredos (izqda.), a la Covacha, cima de la sierra del Barco (dcha.)

Hay quien independiza la sierra de Béjar (o de Candelario) de Gredos, pero mayoritariamente se la incluye en Gredos Occidental, como Santiago Sardinero que realizó su magnífica tesis sobre la vegetación de este macizo. Aquí voy a llamar sierra de Béjar a las sierras al oeste de Tornavacas aunque gran parte de ella sea abulense.

La clavelina de Gredos domina las praderas de gran altura de la sierra

Hace bastantes años realicé junto con el Club de Montañeros Sierra de Béjar  una ruta inolvidable con una de los mayores descensos que he realizado, de casi 1800m; entonces subimos a la sierra desde el refugio de Candelario, recorrimos toda la cuerda del Calvitero hasta el Torreón y bajamos directamente a Hervás donde una suculenta comida dio fin a la reunión de madrileños y salmantinos.

Momento álgido de la floración de la rosada uña de gato Sedum brevifolium

            Ahora subo desde la plataforma de El Travieso a la enorme cuerda del Calvitero, una loma uniforme de 11km de longitud y una altura entre 2250 y los 2400m. que muestra todos los signos de haber soportado un casquete o montera de hielo de la que partían aparatos glaciares en todas las direcciones, siendo los mayores los orientales, los del Trampal y Malillo hacia tierras abulenses; hacia el oeste, en Salamanca, el mayor es el de la Hoya Moros, cabecera del río con uno de los nombres más sugerentes, el Cuerpo de Hombre; hacia el sur, hacia Cáceres las huellas glaciares son mucho menores y algo de su vegetación se puede saborear en “Desde el Torreón”.

Echinospartum ibericum subsp. pulviniformis, muy parecido E. barnadessi del resto de Gredos

            La floración del piorno en las laderas ya se ha pasado, pero en la parte alta y en la ladera abulense aún continúa, como también lo hace la del cambrón (Echinospartum pulviniformis). En este momento queda claro cuales son los lugares donde ha durado más tiempo la nieve, pues la ladera está tachonada de grandes oquedades alargadas de piornal  en plena floración, en claro contraste con el piornal ya pasado que las rodea. 


Los "hoyos" amarillos señalan los neveros fundidos hace poco. Al fondo derecho un par de morrenas paralelas.

         Casi al coronar la cuesta me desvío del camino para asomarme a la Hoya Mayor, cabecera de la garganta que baja directamente al pueblo de Candelario, todavía con impresionantes neveros de más de 5m de espesor, ahora teñidos de color rosa, la “watermelon snow” de los sajones, color debido a la micro-alga Chlamydomonas nivalis.

Los ingleses la llaman "watermelon snow", no confundir con polvo sahariano sobre la nieve

            Ya estamos, al coronar la loma, en el piso bioclimático crioromediterráneo con su vegetación característica, un escaso y ralo pastizal que apenas llega a cubrir la mitad del suelo, aquí abundan las plantas más específicas de la sierra, muchas formando cojines o pulvinículos y gastan nombres específicos como “alpina” "nivalis" o “gredensis”.


Linaria alpina en el piso crioro-mediterráneo

          Destacan ahora, el florido clavel de Gredos, Dianthus gredensis, en vaguadas nivosas Plantago alpina; entre la grava blanca, el color violeta y anaranjado de Linaria alpina, el cardillo rastrero Jurinea humilis, también en flor, y los compactos coginetes de Minuartia recurva subsp. juressi, muy diferentes de la subsp. recurva que fotografié en el Pico del Lobo en Ayllón.


Una Campanula herminii entre un pulvinículo de Minuartia recurva subsp. juressi

            Voy con mi mujer y mi hija mayor, y al poco de coronar la cuerda quiero que vean las lagunas del Trampal desde lo alto y abandonamos el camino para ir bajando hasta tener una magnífica vista de ellas. Al ver a alguien pululando por rellanos inferiores cercanos a la laguna y la aparentemente fácil bajada, me decanto por tomar la directa. Yo estoy muy acostumbrado a estos terrenos y a buscar salidas y requiebros a los cortados, pero he sido tan torpe e irresponsable como para subestimar las dificultades y meto a las chicas en un berenjenal detrás de otro.

Entre este rellano y la laguna hay un laberinto de cortados, lagunillas y rocas aborregadas

            Todo es una sucesión de cortados y rellanos, sobre rocas aborregadas por el paso de los hielos, y como es habitual, estas cabeceras de los antiguos glaciares son hoy en día los lugares donde más dura la nieve. Pero no eran los neveros sino las aguas del deshielo, las que hacían peligroso el paso por cervunales y rocas pulidas. El lugar era magnífico, con los cervunales cuajados de flores, con la nieve fundiéndose y creando lagunillas en los rellanos, pequeñas cascadas y arroyuelos.

Jardín de orquídeas en un rellano

         Pero el horno no estaba para bollos, al principio iba haciendo fotos, pero ya lo importante era ir encontrando las mejores o simplemente, las posibles bajadas para salir del atolladero. Ví maravillas como el flamante Ranunculus amplexicaulis en flor y grupos florales impresionantes, pero estaba al borde del divorcio o de un parricidio; finalmente llegamos al borde de la laguna superior del Trampal donde descansamos  y comimos.

El símbolo de la flora de Gredos, la boca de dragón endémica Antirrhinum grossi

            En esa bajada de alturas escalonadas por donde bajé a la laguna me fijé en la abundancia de ericáceas, muy rara en Gredos a estas alturas (2200m.) de matas de brezos de buen porte (Erica arborea) y, ya más común, la brecina (Calluna europea) y el brezo de turbera (Erica tetralix), bordeando los trampales y cervunales húmedos, todo esto más difícil de ver en Gredos donde las cabras monteses los ramonean hasta su final.

En esta ladera y a 2200m no es raro el brezo blanco, junto con la calluna y el brezo de turbera

         A partir de aquí ya todo lo que recorreríamos serían caminos, pero como de costumbre dediqué la siesta a escaparme a ver los sitios más apetecibles, que eran demasiados para tan poco tiempo, porque no podía haber llegado a este lugar en mejor momento, su momento álgido, con el piorno florido, bastantes neveros todavía y un día con una buena temperatura para andar por la sierra.


            La primera gran hoya del valle es la que da nombre a toda la garganta y sus lagunas, pues se trata de una alargada laguna recién colmatada, con unas enormes pedreras de bloques gigantes que le llegan desde la cuerda de la Ceja, punto culminante de esta sierra a 2428m. Este lugar está lleno de manantiales, turberas, arroyos zigzagueantes que en el Pirineo llaman "aguas tuertas". Es el Trampal, la gran turbera, uno de los ecosistemas que en esta sierra, es donde los he visto en mayor abundancia de la península, si exceptuamos el alto Pirineo granítico leridano.

La primera hoya del valle es una lagunilla colmatada convertida en un gran "trampal"

            Voy montaña arriba, la base de las grandes paredes están llenas de grandes bloques fruto de desprendimientos masivos durante la rápida deglaciación de la sierra. Uno de estos taludes forma por delante un gran lóbulo de rocas, lo que denota la existencia de un buen lentejón de permafrost relativamente reciente.


Este enorme lóbulo gelifluidal evidencia que el periglaciarismo sigue activo en lo más alto de la sierra

       La vegetación aquí apenas aparece y casi todo son cervunales, helechos (Cryptogramma crispa y Dryopteris oreades), plantas rupícolas (Saxifraga almanzorii, Armeria bigerrensis, Valeriana tripteris, Murbeckiela boryi, etcétera), junto a algunas plantas de hojas grandes, los megaforbios.


Gran comunidad megafórbica llena de calabacera, angélicas, helechos y valerianas en flor.

        Subo a las grandes comunidades megafórbicas al pie de los paredones de la Ceja, son las únicas formaciones vegetales que alcanzan una buena talla en estas alturas, pues los piornales cimeros están fuertemente baqueteados por el viento y no llegan al metro de altura.

Angélicas y las hojas redondas de calabacera (Adenostyles alliaria)

            Frente a los megaforbios de Gredos dominados por el Veratrum album, aquí dominan las grandes hojas de Adenostyles alliaria acompañada por la Angelica sylvestris. La cantidad y variedad de musgos es sorprendente; admirándolos me llama la atención una plantita que destaca. No me lo puedo creer, es una planta que más de un botánico pagaría por verla al natural, el raro helecho Botrychium lunaria, del que sabía que había alguna cita para Gredos.

El rarísimo helecho Botrychium lunaria

            Esta sierra, dada su alta pluviometría, es ideal para todos los ecosistemas ligados a la abundancia de agua. Las aguas nacientes e iniciales crean unos apretados céspedes, herbáceos o muscinales, que en los rellanos dan turberas, lagunillas, ambientes de aguas temporales o permanentes. Unas de las comunidades típicamente gredenses ligadas a estos medios son las fontinales, con Myosotis stolonifera, Stellaria alsinae y Saxifraga alpigena, y las de los ajos de Gredos, de las aguas rezumantes de neveros sobre rellanos y grietas.

Ajillos de Gredos a punto de florecer

            Caminando por estas rocas me he acordado de Bernardo García, el mejor conocedor de la vegetación de Gredos que me decía que la boca de dragón de Gredos (Antirrhinum grosii) es una planta estrictamente rupícola en Gredos, pero solo por culpa de las cabras, pues aquí en Béjar, al no haber cabras, aparece por todas partes, en pedreras, en rellanos, en grietas horizontales. Me doy cuenta de que tiene toda la razón, no deja de ser el símbolo de lo rupícola esta hermosa flor creciendo en medio de altas paredes, pero aquí presenta una ecología más variada. También me contó que encontró aquí el extremo sur de la distribución europea (y española) del también rarísimo helecho, Huperzia selago.


Esta sierra es la primera gran altura que encuentran los vientos atlánticos, los ábregos, en su trayecto de suroeste a noreste, y por eso es uno de los lugares de la península donde más precipitaciones se registran. Si en el Alto Gredos tenemos precipitaciones muy por encima de los 2000mm, aquí debe llover entre un 10-20% más, a falta de pluviómetros o de registros duraderos de datos, la precipitación, a estima, debe rondar los 3000 litros anuales.

El bello Doronicum kuepferi al borde de una laguna

A pesar de ser el mismo macizo que el Alto Gredos, con idénticas alturas y litologías, la vegetación, aún siendo la misma en rasgos generales, se enriquece en especies con mayores requerimientos hídricos: Angelica major, Doronicum kuepferi, Echinospartum pulviniformis, Eleocharis acicularis, Isoetes lereschi, Minuartia juressi, Ranunculus amplexicaulis, Ranunculus omiophylus, Trichophorum germanicum, etc.

La extraña flor de Phyteuma hemisphaericum

Una de las grandes diferencias con Gredos, es la “difícilmente explicable” ausencia de cabras monteses. Esta ausencia conlleva una serie de consecuencias que marcan una gran diferencia con el macizo de Gredos, empezando por la libertad de movimientos que se puede tener a la hora de recorrer la sierra, abierta por sus cuatro costados a quien quiera recorrerla, tarea que recomiendo sin ninguna duda, a pesar del general abandono de los caminos serranos menos transitados, aunque afortunadamente, el movimiento de los ganados de unos pastos a otros, conlleva que los pastores mantengan gran parte de los caminos y manantiales.

La manzanilla de Gredos (Santolina oblongifolia), debido a las monteses, ha pasado de ser muy abundante a poco corriente

En la vegetación esta ausencia de cabras monteses, que en Gredos ha pasado de ser una especie silvestre a ganado suelto por el monte, está teniendo consecuencias nefastas sobre la vegetación. Seguro que si se hiciera un trabajo comparativo entre la vegetación de ambas sierras, daría unas señales alarmantes sobre la pérdida de biodiversidad que se está produciendo en Gredos, en especial sobre sus especies endémicas o más relevantes. Especies como la manzanilla de Gredos, la viborera de montaña, las bocas de dragón y cualquier otra que no sea venenosa, están desapareciendo a ojos vista de Gredos.

La gran viborera Echium flavum (para mí Echium cantabricum) es una de las plantas más comidas por las monteses

La acción de las cabras es apreciable para cualquiera que lo intente observar, pero me remito a la imagen que me mostró Bernardo García, yo estoy más acostumbrado a ir durante el verano, pero él va todo el año y me contó que las cabras se disponen en una franja inmediatamente por debajo de la nieve, peinando y ramoneando todo en esa área. La línea nival va bajando según avanza el invierno y con ella las cabras van triscándolo todo laderas abajo, luego con la primavera la línea va subiendo y ellas vuelven a repasarlo todo en sentido inverso. En verano es cuando ocupan una mayor superficie, aparentando, frente a la vegetación, una densidad y una presión menor de la que realmente existe. 


Realmente es imprescindible que el lobo vuelva a estas sierras para poner un poco de orden, ya que la caza realmente hace una selección natural a la inversa y como suele ocurrir que se prefiere la cantidad a la calidad, todo esto acarreará, a largo o medio plazo, un debilitamiento genético sobre este símbolo vivo de la naturaleza salvaje de Gredos, tras haber puesto su vegetación endémica en el límite de la desaparición. Pero, a pesar de todo, a nadie le cabe la menor duda de que estamos en uno de los lugares más maravillosos y salvajes de España y de Europa.