martes, 27 de marzo de 2012

La Laguna del Aceite (Ivan III)



El pasado sábado realizamos otra marcha más para llamar la atención de nuevo, sobre el mortífero abandono que sufre la laguna del aceite de Arganda. Como explicaba en otra entrada, (con la coletilla de -Ivan II- por ser la segunda entrada sobre el tema y tener claro que había serie para rato), la laguna Chernóbil se formó por el vertido continuado de aceites industriales durante casi 20 años. Estos aceites y otros muchos vertidos más, realizados, no con la complicidad, pero si con la connivencia o falta absoluta de control de la C. H. del Tajo, la Comunidad de Madrid (hoy “el Rincón de Espe”) y el Ayuntamiento de Arganda.

  
Este residuo ha ido evolucionando químicamente hasta crear una sopa de compuestos que generan un olor químicamente nauseabundo de una acidez mortal. Ave que aterriza engañada allí por creer que es una de las muchas lagunas de la zona, muere en escasos instantes. No solo eso, al parecer la laguna ha ido creciendo en profundidad al ir corroyendo su base.
La laguna, como se puede apreciar en una imagen de Google, está en pleno corazón húmedo del Parque Regional del Sureste de Madrid, una isla de enorme riqueza ornitológica en un entorno cada vez más urbanizado y maltratado por todo tipo de infraestructuras.


 La marcha transcurrió desde el metro de Rivas Vaciamadrid hasta la laguna, pasando por el antiguo puente de hierro de Arganda y luego por la carretera de Morata hasta desviarnos hacia la laguna, justo en el desvío hay una gran laguna a la que nos asomamos para ver un total de cinco vehículos en su fondo. Rara imagen esa de los coches como pecios con enormes carpas sobrevolándolos.

Unas enormes carpas se cercan al morro de una furgoneta hundida

Es una muestra más del abandono de este rincón madrileño, lo que contrasta con las contiguas Lagunas de las Madres, en buen estado por servir de parque, eco-escuela y mini picadero a los Argandeños; poco más allá están las grandes Lagunas del Porcal, que forman un conjunto que con toda probabilidad es la mayor zona ornitológica de todo el centro peninsular.


Esta vez no fue nadie a recibirnos, después de la última vez de escaso lucimiento de la depuesta gerente de GEDESMA, es preferible no dejarnos pasar dentro que nos acompañe la Guardia Civil y así no comprobar como hace poco alguien ha podido lanzar un coche al agua a pesar del vallado ni arriesgarse a ser pillados en una nueva mentira sobre lo que van a hacer con la laguna. La primera gran mentira fue la de la instalación de una fábrica de tratamiento del residuo in situ por un importe de 20 millones de euros, la siguiente fue la del traslado del vertido a un punto de tratamiento de este tipo de residuos (algo factible).


 Ahora por lo visto, según nos informa en un comunicado informativo y de agradecimiento a los participantes, Raúl Urquiaga y Antonio Martínez, (GRAMA y JARAMA VIVO), la Consejería de Medio Ambiente, tiene sobre la mesa una batería de siete acciones posibles, entre las que al parecer no figura la que realmente se está llevando a la práctica, el “pasar de todo” con la escusa de que no hay dinero. También nos cuentan que se han interpuesto peticiones a la Comunidad Europea, para que tome cartas en este asunto así como en el de la eliminación de los órganos consultivos y participativos en la política ecológica del Rincón de Espe, que aquí dio al traste con el Consejo Rector del Parque del Sureste, única vía de información y comunicación de las acciones que afectan a este espacio natural. Ambas peticiones tienen muchas posibilidades de prosperar.

Balizas, cañones sónicos y todo tipo de desechos
  
Respecto al “no hay dinero” voy a informaros de en que se ha gastado “en ecología” más de 13 millones de euros en este Rincón de Espe. Atención!!


En los montes denominados Las Calerizas, entre Patones y Torrelaguna, se produjo hace años un incendio del enebral, coscojar, encinar y jaral que lo poblaba. Con el tiempo ocurre lo bueno que ocurre en nuestro monte mediterráneo, comenzó la regeneración natural del monte, con abundante matorral y con pies de encina, coscoja, acebuche, espino negro, etc. de varios metros de altura. Hasta ahí bien y barato.
Al poco tiempo se amplió Barajas a costa de acabar con un magnífico soto del río Jarama, casualmente con una buena población de los escasos alisos madrileñós y se desvió el río.

Palabras y datos para no olvidar
  
Para contrarrestar el desagravio, se programaron unas Medidas Compensatorias, un dinero para gastar en asuntos ecológicos. Pues bien de ese dinero se han ido a tirar 13 millones y medio, (supongo que para los firmantes del cartel) en ese monte, aunque sea paradójico, ha sido peor que lo del incendio previo. Aproximadamente el doble de lo que costaría restaurar la laguna del Aceite

Izda: Plantón reciente de olivo, Dcha: acebuche de 2m arrancado por las cadenas
  
            Tras una primera repoblación por medio de hoyos, se trabajó el monte con maquinaria pesada, se pasaron cadenas para desbrozar el terreno,  se aró sobre terreno rocoso, formando en el terreno grandes caballones que durarán así decenios. Luego se ha procedido a plantar, en la solana frondosas (quejigo, encina, coscoja, acebuche,.) y en la umbría en el mejor terreno donde habrían podido agarrar las frondosas se han plantado pinos.
            Comprobados los resultados in situ se han podido ver plantones de acebuche, encinas y coscojas al lado de sus ya altos congéneres nativos destrozados, las marras de los plantones se acercan al 90% a pesar de los buenos años de lluvias y, para colmo, los montes vecinos que no ardieron tampoco se libran del desastre.

Enebro de más de dos metros arrancado de cuajo

            Como escribe (creo que Darío), al final del artículo de la web de ARBA: Si todo lo público se gestiona de este modo, nos espera la ruina. Estoy aterrado!

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lunes, 19 de marzo de 2012

El Arzollar



           Arzollar es el nombre antiguo que se da o daba en la Mancha a los almendrales silvestres. El nombre deriva del ya perdido allozo o arzollo que es el almendro, aunque ha ido quedando relegado para el almendro asilvestrado o para el almendro amargo.


            El almendro es uno de los cultivos más  antiguo que se da en la agricultura ibérica, de tal forma se adapta a nuestro clima que a alguien ajeno a la historia botánica del Mediterráneo le sería imposible discernir si se trata de una especie autóctona o naturalizada. Tal es así que hoy en día el papel ecológico que desempeña en numerosas regiones y barrancos viene a complementar y en muchos casos a sustituir a nuestras “autóctonas” en el papel de regenerar la cubierta arbórea de muchos de los montes más degradados.


            Hace un par de años hice un artículo para el boletín de ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono), en el que hablaba del papel que desempeñan numerosas especies no autóctonas, en sentido estricto, en la ecología de nuestros montes, hablaba de almendros, castaños, higueras, membrilleros, zumaques, etc., en el que destacaba el gran papel del almendro en la recuperación o mantenimiento de la riqueza de nuestros ecosistemas.


            Desde entonces no hago más que comprobar que con especies como el almendro no estamos hablando de una invasión, de una colonización o de una desnaturalización de nuestros montes sino, al contrario, de un enriquecimiento, de una aceleración de la regeneración de nuestros bosques en áreas marginales o degradadas. Tal es su papel que llega a ser más duro frente a la sequía que la encina y que con su protección inicial, bajo su liviano dosel, comienza una seriación progresiva de la vegetación hacia etapas más cercanas a la climácica. Favorecimiento que a la postre va a terminar haciéndole desaparecer del monte.

Suelo cubierto por narcisos de pedrera (Narcissus cantabricus) al pie de un almendro

            El almendro sigue siendo un cultivo, pero de su importancia histórica estamos muy lejos, no lo hemos sabido vender, ni lo hemos querido mantener, salvo en zonas levantinas y andaluzas, incluso en zonas con una alta producción de turrones y dulces a base de almendras como la provincia de Toledo, su cultivo está bajo mínimos. Hace pocos años la hegemonía mundial de su producción nos la arrebató U.S.A. con su saber vender, en forma de “snacks”, aperitivos, lecitinas, añadida a los cereales, etc.

En la esquina superior izquierda se pueden apreciar los "bolos" de basalto de la cantera

            Ni que decir tiene que el almendro es el más Mediterráneo de los frutales, tal es su aguante que en la península ha tolerado casi toda nuestra gama climática, desde el semidesierto del Campo de Nïjar, hasta los extremos continentales del alto Sistema Ibérico, donde típicamente, solo había buenas cosechas uno de cada dos años,  debido a las heladas tardías. Según los libros, como de costumbre y de manera simplista como también se dice de otros frutales, este árbol tiene su origen en las montañas de Asia Central, aunque contradictoriamente pertenece al mundo de clima Mediterráneo.


Parte del Arzollar de Alarcos en todo su esplendor el invierno pasado 

            El almendro se encuentra de forma espontánea en montes del centro, este y sur peninsular, principalmente en zonas abruptas y térmicas no cultivadas, en zonas salvajes o abandonadas en medio de regiones ampliamente culturizadas. Al oeste de la Mancha es abundante en el Campo de Calatrava, con una marcada preferencia por sus montes volcánicos, donde en muchos casos es la única especie arbórea; pero lo normal es que se asocie con la encina en diferentes proporciones, esto ocurre con frecuencia en los barrancos, berrocales y “arribes” de todo el valle del Tajo, aunque en su tramo medio, sobre yesos y margas, muchas veces, junto con la higuera silvestre, sea la única vegetación arbórea.

Puerta de la muralla de Alarcos, ermita románica y el caserío de Valverde al fondo

            Es del oeste manchego donde podermos encontrar con asiduidad la palabra Arzollar en su toponimia, donde destaca poderosamente el famoso Arzollar de Alarcos, tan espectacular a finales de febrero y primeros de marzo como poco conocido o valorado por las autoridades municipales de Ciudad Real.  Alarcos fue el nombre de la mayor ciudad medieval entre Tajo y Guadalquivir, algo olvidado intencionadamente por ser el nombre de la más terrible derrota cristiana de toda la reconquista. Enclavado en un entorno riquísimo, arqueológica, ecológica y geomorfológicamente, en la sierra del Despeñadero al borde del Guadiana.

Cráter del Despeñadero, paredes, maar y un pliegue de cuarcita que cobija una cueva al fondo

            El Despeñadero en cuestión es un gran cráter que rompió transversalmente dicha sierra dejando un enormer socabón, un “maar” ya colmatado. Al pie del Arzollar otro cráter-maar, mucho menos espectacular, al pie de un volcán en rápido proceso de desmantelamiento por una gran cantera; aquí también había una famosa fuente, todos estos elementos (volcán, cantera, fuente y maar) bajo el nombre "del Arzollar". A su lado y coronando el monte la ermita románica de Alarcos y a pocos metros, uno de los mayores y más completos enclaves arqueológicos de la península, Alarcos.


Vista a un Guadiana pletórico desde Alarcos

            Todo este conjunto se encuentra en una elevación cuarcítica parapetada sobre el valle del Guadiana, que en época de aguas colmata una vasta y bien conservada llanura aluvial. Vamos, el entorno perfecto para ser encumbrado a alguna figura de protección que preserve su altísimo valor natural y cultural, (futurible Parque Nacional del Guadiana). Todo a pesar del sobrepastoreo ovino en sus cumbres y de la basura del incivismo de visitantes y romeros de Alarcos.

Llanura de inundación del Guadiana al fondo

            En un radio de menos de 25km. podemos encontrar también el Morro del Arzollar, que es el gran volcán que explica el nombre del pueblo que se asienta al pie de sus “coladas”, Piedrabuena, por lo pedregoso pero muy fértil de su terreno volcánico, con uno de los más extensos campos de lava peninsulares. También y muy parecido es el volcán del cerro del Arzollar sobre el maar-laguna de La Camacha, en Alcolea de Calatrava. Más al sur, en terrenos de Aldea del Rey, tenemos la sierra del Arzollar que acoge en su ladera norte la laguna de Cervera, también de origen volcánico y que posee entre el agua y los altos cortados una enorme pedrera llena de almendros y flanqueada por un espeso acebuchal.

Morro del Arzollar, el mayor volcán de Piedrabuena

            Desde que el abandono rural empezó a castigar nuestros pueblos, hemos ido perdiendo nuestros almendros, poco a poco y sin el mínimo mantenimiento que requieren o quitados para que no estorben las maniobras de los tractores, vamos haciendo desaparecer uno de los árboles más generoso de nuestro país.

Fortaleza de Alarcos, parte de un gran conjunto arqueo-ecológico
            
            Recuerdo el comentario de una amigo, de la parte ya más extremeña que castellana del valle del Tajo que decía que sus antepasados durante generaciones lograron unos buenos almendrales y que por un vuelco comercial, a mediados de los 70`, se empezó a pagar mucho más la almendra amarga que la dulce, con lo que se empezó a recoger la almendra de los arzollos de rocas y barrancos. Lo que hasta entonces  era broza que adornaba el monte a fines de invierno, pasó a ser un recurso de la gente más humilde, como los espárragos, las setas o la caza.


            En otros países tienen árboles sagrados, árboles nacionales o simple devoción por la belleza de algunas especies vegetales. En nuestro país está empezando a pasar algo parecido con los cerezos del Valle del Jerte, (también de todas las sierras vecinas), pero realmente si tenemos un arbol nacional, somos el país que más encinas y almendros tenemos del mundo. No estaría de más valorar, simplemente en lo que vale, el papel ecológico y la belleza del almendro. Hay una ruta de almendros por la que desde finales de enero, en los valles almerienses, hasta primeros de abril, en el Maestrazgo, podemos maravillarnos con el espectáculo de los almendros en flor y aún sin turistizar ni masificar como la anterior.




domingo, 4 de marzo de 2012

Las primeras flores del año


Hoy voy a hablar de las primeras flores del año por estos pagos, lo hago con quince días de retraso desde que tengo todo el material a finales de febrero, con lo que hoy ya veríamos algunas flores ya pasadas y otras desaparecidas.


Narciso de pedrera, el primero en aguantar el frío sin perder el tipo

Por todo el centro de España seguimos con la sequía, desde el cuarenta de mayo la lluvia que ha caído ha sido más testimonial que otra cosa, incluso este otoño, prácticamente, no ha habido temporada de setas, a pesar del agua de noviembre que no ha sido capaz de levantar una otoñada sedienta. En la época del año que más tiene que llover, no ha caído ni una cuarta parte de lo que sería habitual para estas fechas.

Muy poco corriente, pero muy madrugadora la primera de las orquídeas Barlia robertiana

Sigo con mis paseos habituales con cierta desgana, por las malas condiciones en que se encuentra el campo, aunque siempre aparece algo interesante o nuevo. No puedo dejar de comparar el campo, con otros años por estas fechas, aunque hay que reconocer que los dos últimos años han sido excepcionales. La sequía se nota mucho, este año no está el campo ni mínimamente verde, aunque ríos y arroyos siguen viviendo de las rentas de esos dos fantásticos años.

Los garbancillos abundan por ser venenosos para el ganado

La temporada, que en el campo comienza, como en los colegios, en septiembre, empezó seca y más calurosa de lo normal, el invierno llegó tarde pero fuerte, no por desviarse excesivamente de las medias climáticas, sino más por el contraste con los meses previos. A primeros de año estuve por Cuenca, increíblemente, desayunando al exterior al sol, cuando diez días más tarde las temperaturas bajaron varios días seguidos de los diez bajo cero. En todo el centro ibérico no solo las temperaturas y la humedad han sido muy bajas, sino que se ha mantenido así un mes, hasta finales de febrero, en que el invierno se va despidiendo en las tardes, que no por las mañanas.

Romero en flor

 Como de costumbre sigo el ritmo del almanaque natural y voy buscando las primeras floraciones del año. La primera gran flor del año la mostré en mi última entrada, un lirio de invierno, Iris planifolia, un no muy común lirio andaluz que llega hasta los terrenos volcánicos del Campo de Calatrava y poco más; posteriormente fui a buscarlos en su momento álgido, a finales de enero y principios de febrero. Hay plantas que florecen cuando tienen que florecer, caiga la que caiga; es el caso de estos lirios que solo veo en su esplendoroso “delirio”, uno de cada cuatro años, pues lo normal es que el hielo no les deje mostrar su plenitud.



La primera flor del año, el lirio de invierno Iris planifolia

 Este año se veían muchas más plantas “fanés y descangallás” que en buen estado, además el entorno reseco no contribuía al espectáculo. Incluso las grandes, duras e invernales hojas de la cebolla albarrana (Urginea maritima) estaban hechas una pena por los fríos y la sequía.

Cebolla albarrana quemada por las heladas

En cambio otras plantas son capaces de retrasar un poco su floración, es el caso del almendro y la mimosa que este año, aunque engordaron sus yemas en su tiempo, todavía no los he visto floridos en campo abierto, sino alguna rama en algún jardín protegido. Me han comentado que cerca de Sierra Morena algunos han florecido pero que han perdido esas flores con los hielos. Para mí el almendro es quien anualmente da el pistoletazo de salida a la temporada fotográfica.

Coronillas de fraile Globularia alypum

Quienes sí que me han sorprendido este año han sido los narcisos, ya se ve alguno florido en jardines, los olorosos junquillos, aunque en situaciones algo protegidas, pues aún no están en su apogeo. Pero me refiero a un narciso mentiroso, por el nombre poco afortunado que le dio algún descuido botánico, el Narcissus cantabricus, un pequeño y grácil narciso blanco que crece en lo más bravío y pedregoso del monte mediterráneo silíceo (nada Cantábrico); parece que las grandes heladas no les han molestado en absoluto.

Narcisos de pedrera (Narcissus cantabricus)

Otra planta por lo general poco corriente, pero que donde crece lo hace en grupo, (caso parecido al del lirio de invierno) es la, “teóricamente” levantina, coronilla de fraile, Globularia alypum, que florece de forma explosiva en esta época y cuya flor, por su forma, realmente parece una “tonsurada” cabeza de fraile. Me ha costado encontrar esta planta en Ciudad Real, pues es básicamente caliza y del este, pero poco a poco voy localizando unas cuantas poblaciones, siempre en solanas descarnadas. En el sureste de Madrid también estoy comprobando su presencia cada vez mayor, lo que puede ser un indicio del cambio climático pues desde el levante, en sentido amplio, se va extendiendo poco a poco, hacia el interior peninsular, como vienen haciendo toda una serie de plantas.

Coronilla de fraile (Globularia alypum)

La coronilla de fraile es una de esas bellas plantas arbustivas con las que uno se pregunta si no habrá que pasársela a los floricultores holandeses para que puedan llegar a nuestros viveros y jardines, como ha ocurrido con los tomillos y otras plantas mediterráneas que no valoramos hasta que ellos las introducen en nuestros mercados. Como ésta, hay muchas otras autóctonas ornamentales que además están perfectamente adaptadas a nuestro clima.

La coronilla de fraile en pleno monte mediterráneo

 Muy madrugadora, pero muy escasa y puntual es el cólchico Colchicum triphyllum, un pequeño regalo entre la escarcha, en zonas calizas y arcillosas manchegas y casi extinta en Madrid. 


Otras plantas que comienzan ahora son ya los más abundantes pequeños y péndulos, narcisos amarillentos, el Narcissus pallidulus, también llama la atención ahora, otro abundante geófito, la estrella amarilla, Gagea sp. abundante en las ralas praderas de hierbas bajas y entre las peñas. De mayor tamaño los garbancillos (Astragalus lusitanicus) prosperan pronto en situaciones protegidas, haciéndose masivos al no ser comenstibles para fauna y ganado.

/Narcissus pallidulus)

          También empiezan ahora a florecer muchas de las plantas más corrientes que van llamando a las puertas de la primavera, aquellas de los bordes de caminos y sembrados, los zapatitos de la virgen (Lamium amplexicaule) los pequeños, pero bellos geranios silvestres (Erodium primulaceum, etc.), las caléndulas silvestres, como las de jardín pero en miniatura y posteriormente otras muchas más.

Estrellas amarillas (Gagea spp.)

           En el monte comienza la temporada del romero que se puede tirar floreciendo más de tres meses, no como hace el brezo colorado (Erica australis) que deja de florecer con los primeros calores de finales del invierno o comienzo de la primavera.

Flores de brezo colorado, más tardía que las anteriores

          A partir de estas flores comienza la explosión floral de los almendros. No hace falta ser fotógrafo para disfrutar como abejas de los almendros en flor; los japoneses tienen en un altar a sus cerezos, nosotros tenemos abandonados nuestros almendros y, junto con la encina, pocos árboles más agradecidos. Bien sea porque es barato comprar la almendra a otros países, porque no nos las roben los vecinos, o por falta del mínimo cuidado que requiere, el almendro ha ido desapareciendo de nuestros campos y linderos.

Atardecer de uno de los días más fríos y ventosos sobre la laguna de Caracuel